Cristina Jurado
La palabra “crisis” acompaña a los integrantes de mi generación, los que nos atrevimos a nacer a principios de los 70, desde que la memoria se nos activó. Comenzamos a escuchar el término por todas partes, desconociendo al principio a qué se refería. Nuestro pequeño cerebro creció con aquella criatura que debía ser muy maligna, porque todos le echaban la culpa de sus desdichas, fueran de la naturaleza que fuesen. De tanto usarla, como diría la canción, el concepto que designa se ha ido desgastando y hay quien utiliza la palabra para otros menesteres, hasta como apodo para esta que suscribe. Afirmar pues que un sector de la economía está en crisis, no es ya noticia. Lo único que podría serlo sería su ausencia, su erradicación, su extirpación de la cotidianidad. Hoy en día, como casi todo, el sector del libro en España está en crisis. Lo dicen los análisis del sector, las librerías y el gremio de editores, aunque nuestro país sea reconocido como uno de los más importantes en materia de edición. Así lo refrenda en su último estudio la Asociación Internacional de Editores (IPA), que señalaba a España como uno de los principales mercados internacionales en cuanto a producción de nuevos títulos y a ventas: no solo es el cuarto productor internacional de nuevos títulos (76.434 nuevas obras publicadas en 2013, un 3% menos que el año anterior), sino que ocupa el tercer puesto, por detrás del Reino Unido y Estados Unidos, como exportador de literatura. La información recabada a nivel nacional, sin embargo, es más desalentadora: específicamente, el informe El sector del libro en España 2013-2015, publicado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte con la colaboración del Observatorio de la Lectura y el Libro (OLL), destaca que en 2014 el número de editoriales en España aumentó en 23 con respecto al 2013, totalizando 3.109. Si bien el dato es positivo, hay que tener en cuenta de que se trata del primer año en que se manifiesta una tendencia al alza, después de cuatro en los que desaparecieron numerosas editoriales: si en 2.009 había 3.564 editoriales, en 2013 su cantidad había descendido hasta 3.086. El estudio apunta a que más del 65% de las editoriales activas en 2014 desarrollaron una actividad esporádica y casi de mera supervivencia, con menos de 10 títulos publicados al año. Mientras que en 2010 se publicó el volumen más elevado de obras en los últimos años (114.459 en total), su número ha ido descendiendo hasta alcanzar los 89.130 títulos en 2013, y remontar en 2014 con un total de 90.802 (no confundir con los datos de la IPA, que hablaban de nuevas obras publicadas sin contar las reediciones). Otros datos interesante recogidos revelan: una bajada de las tiradas medias; un ligero descenso de la publicación de libros digitales con respecto al año anterior; la concentración de obras registradas en las comunidades de Madrid y Cataluña; el descenso del número de obras extranjeras traducidas al español (2 de cada 10 publicadas y un -3,1%), pero aumento de obras españolas traducidas a otros idiomas (un +8,6%); el descenso por quinto año consecutivo en cuanto a facturación en el sector: de 3.185,5€ millones en 2008 a 2.182€ millones en 2013. El informe también demuestra que la novela ha experimentado una importante bajada –casi un 18%- en el número de obras publicadas, en especial en el terreno de la ciencia ficción, el terror, la novela contemporánea y la policíaca. Las únicas subidas significativas se han producido en la novela romántica y humorística. Desequilibrio entre la oferta y la demanda Uno de los mayores problemas a la hora de trazar una visión completa de la situación actual de los editores de género es la escasez de datos contrastables. La sola mención que se hace en el informe mencionado es la referida al descenso de novelas de ciencia ficción y terror publicadas en nuestro país, pero no existe información sobre las obras de fantasía ni un análisis más profundo, por ejemplo, por sub-géneros. Mariano Villarreal es una de las pocas personas que se han preocupado en años recientes por compilar e interpretar información sobre el mercado del género en España. Administrador de Literatura Fantástica (un portal con información y reseñas sobre el género), miembro de Terbi – Asociación Vasca de Ciencia Ficción-, miembro de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror (AEFCFT) y editor de numerosas antologías de relatos en la colección Nova Fantástica (como las multi-premiadas Terra Nova 1, 2 y 3), mantiene un registro de títulos en la web Literatura Fantástica. Hasta el año pasado, Villarreal publicaba un estudio de los libros de género por temáticas, estableciendo tendencias y ofreciendo una visión bastante completa del catálogo de la literatura de género. Esperamos con gran interés las conclusiones del ejercicio actual, que el propio Villarreal está elaborando, y sobre el cual indica que presenta tendencias similares al trienio anterior. Y es que, parece que cualquier realidad, por muy evidente que parezca a los trabajadores de un sector, adquiere más enjundia cuando viene apoyada por los datos: los números carecen de la capacidad para mentir. Pero los números solo aportan información precisa, sin una valoración que ayude a comprender su naturaleza, las tendencias que marcan, las consecuencias que comportan los valores que apuntan… Para conocer con más profundidad esta situación en la península, islas y demás territorios españoles, además de consultar los informes confeccionados por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, el Observatorio de la Lectura y el Libro, la Federación Española de Gremios de Editores y el Instituto Cervantes, hemos sondeado la opinión de varios editores de ciencia ficción, fantasía y terror y sus respuestas nos han servido para confeccionar una radiografía del estado de las cosas en este preciso momento. Además de editoriales españolas de género, la mayoría pequeñas –todo hay que decirlo-, hemos preguntado a varios editores internacionales para ver las diferencias entre ambos mercados. Uno de los errores más comunes a evitar, a la hora de lanzarse a la edición de género en nuestro país, es la falta de preparación empresarial de sus profesionales. Muchos, sobre todo entre las editoriales más pequeñas, organizan sus sellos sin contar con unos conocimientos mínimos en gestión, y sin planes de mercado que apoyen su proyecto empresarial. “Yo suelo lamentarme de que ni mi socio ni yo estudiamos empresariales, y lo digo con toda la seriedad: tener un buen plan de negocio es imprescindible”, afirma Marian Womack, escritora, traductora y co-directora de la editorial de fantasía, ciencia ficción y horror Nevsky Prospects (una de las pocas que publica libros españoles traducidos al inglés). Por su parte, Mariano Villarreal apunta en la misma dirección: “Mi recomendación para quienes aspiren a ocupar un plano profesional es no dejarse vencer por el entusiasmo y realizar un auténtico estudio de mercado.” Susana Arroyo y Silvia Schettin de FataLibelli, editorial digital de literatura fantástica y ciencia ficción especializada en antologías de relatos y novelas cortas, nos contestan que: “En los tiempos que corren y si hablamos de micro-editoriales, no está mal tener conocimientos sobre cómo funciona el mundo de la edición, su economía, derechos y contratos, el libro digital... aunque son habilidades que también se van aprendiendo a la fuerza en el trabajo cotidiano, traerlos al proyecto editorial de antemano ayuda a editar con calidad.” A la falta de planificación desde el punto de vista empresarial se añade uno de los principales desafíos a los que se enfrentan la mayoría de las editoriales de género en nuestro país: las bajas ventas. “No tenemos un catálogo de género muy extenso, pero hay propuestas rusas, suecas, británicas. Sin embargo, los resultados no han sido para nada los previstos, en lo que a ventas se refiere. En realidad, las ventas de algunas de estas autoras han resultado decepcionantes, sobre todo teniendo en cuenta las estupendas reseñas que han obtenido, y la cuestión del prestigio obtenido a través de las mismas”, comenta Marian Womack. Cisco Bellabestia y Sara Herculano son los directores de la editorial Aristas Martínez, dedicada a la literatura “fronteriza”, como a ellos les gusta definirla. Su apuesta editorial incluye libros que se mueven en los límites de los géneros, con iniciativas inclasificables y una cuidado diseño. Ambos confirman las palabras de Marian Womack: “El problema son las ventas, naturalmente. Los que trabajamos fuera del mainstream nos pasamos el día luchando, haciendo lo imposible para sobrevivir. Da mucha pena que los aficionados al género dejen pasar desapercibido nuestro esfuerzo y se vuelquen en todo aquello que se hace sin juicio, sin respeto y sin la pasión que este oficio merece.” Para algunos, el problema estriba en la escasez de lectores aficionados en un mercado potencialmente muy amplio ( 548 millones de personas hablan español según un estudio del Instituto Cervantes publicado en 2014). “El mercado en España es pequeño, no existe sinergia que sería recomendable con Iberoamérica y el mercado estadounidense en español aún no ha sido explotado; parece que a los hispanohablantes en ese gran país no les interesa el género lo más mínimo. Demasiados aspectos culturales a tener en cuenta y superar, imagino”, reflexiona Mariano Villarreal. A una demanda relativamente baja se añade una elevada oferta de títulos. Rodolfo Martínez, director de la editorial Sportula -dedicada a la ciencia ficción y la fantasía pero abierta a la ficción especulativa y al terror- señala que “hay una saturación de títulos que hace que cada vez sea más difícil hacerse un nicho u obtener visibilidad. [ ] La cantidad de libros, ya sea en digital o en papel, a través de editoriales o auto-editados, que se publican al año en este país es una salvajada. Con un bosque tan tupido resulta difícil encontrar el árbol que buscas y quizás el mayor desafío del editor sea ser capaz de encontrar a su público en toda esa maraña, a la gente que está buscando su “árbol” aunque no lo sabe y aún no ha podido verlo.” “Existe un claro exceso de oferta, y muchos escritores noveles se han lanzado a la autoedición (en Amazon y otras plataformas) con la esperanza de encontrar el éxito que el muy recomendable filtro de una editorial les estaba negando. En estos momentos, a la inmensa mayoría de escritores les importa mucho más publicar una obra al año, no perder visibilidad entre los lectores (práctica auspiciada por los editores, que buscan explotar al máximo cualquier filón que se presente) que intentar dar el máximo en una obra más perdurable que les ocupe varios ejercicios” opina Mariano Villarreal al hilo de lo apuntado por Martínez. En medio de una crisis económica que lleva varios años instalada en el país, el dinero que la población puede destinar al ocio y a la cultura se ve reducido enormemente, lo que influye en un bajo consumo de libros. El estudio del ministerio revela que el precio medio de un libro en España en 2014 fue de 20,67€. Por otro lado, el informe Comercio Interior del Libro en España 2014 desglosa el precio medio de cada libro por materias, y en lo que se refiere a la ciencia ficción y el terror (no se recoge explícitamente la categoría de fantasía), la cifra alcanza los 13,83€ por obra. Para Rodolfo Martínez, este fenómeno se deja sentir en las ventas de literatura de género, “el poder adquisitivo de los lectores ha caído en picado en los últimos años: no pretenderás que compren más libros ahora que tiene menos dinero para gastar.” Esta opinión es compartida por Rafael Díaz Santander, cofundador y codirector de la editorial Valdemar, uno de los sellos independientes de culto entre los aficionados al género por sus colecciones de obras clásicas de la literatura gótica, fantástica, ciencia ficción y el terror. “En España hay pocos lectores de género y también hay poco dinero disponible para libros. En general, los autores apenas sacan dinero de la venta de sus libros, salvo excepciones. En cuanto a los extranjeros, resulta muy difícil amortizar traducciones y derechos de autor a un precio que no resulte oneroso para el lector”. La bajada de las tiradas medias es un fenómeno que ya apuntaba otro estudio del Ministerio, Panorámica de la edición española de libros 2014, aunque referido al sector en general, y no al género en particular. Con respecto a este último, el informe Comercio Interior del Libro en España 2014 (de la Federación Española de Gremios de Editores) revela que en 2014 se editaron 477 obras de ciencia ficción y terror, un 7% más que el año anterior, lejos aún de las 791 editadas en 2011. La tirada media en la categoría de ciencia ficción y terror también experimentó un importante descenso: 2.723 ejemplares en 2014, un 8,7% menos que en el ejercicio anterior. La facturación del sector se estima en 12,71€ millones, un 17,6% menos que en 2013. El análisis del Ministerio también pone de manifiesto que la mayoría de las editoriales españolas publican menos de 20 libros al año, un fenómeno que bien podría extrapolarse a la literatura de género. “Parece un panorama un tanto descorazonador,” afirma Díaz Santander, “pero es el escenario por el que nos movemos autores y editores, y ya no sólo en el género, esto vale para todos. Sí, hay miles de autores y miles de editores, pero ahora dime cuántos de ellos pueden vivir de su trabajo como editores o autores. Posiblemente haya gente más optimista que te dibuje este panorama de otra manera, pero para mí tiradas de 1.000 o 1.500 ejemplares es un fracaso.” En lo que respecta a la ciencia ficción, la fantasía y el terror, “la producción se mantiene relativamente estable respecto a novedades publicadas (alrededor de mil títulos al año) pero ha bajado terriblemente en cuanto a ventas, presencia en las librerías, reseñas de lectores… “, revela Mariano Villarreal. “En lo referente a España, el mercado sigue siendo demasiado pequeño, y a los lectores les cuesta salirse de aquello a lo que están acostumbrados”, opina Marian Womack. “El panorama de la edición, en general, es complicado ahora mismo. El sector ha pasado por unos años de crisis, lo que nos obliga a ser más prudentes y pragmáticos a la hora de contratar y publicar libros. Para un género “de nicho” es una situación delicada”, explica Alix Leveugle, editora de Plaza & Janés – Fantascy, perteneciente a Penguin Random House Grupo Editorial, uno de las gigantes internacionales de la edición. En España, la tendencia apunta hacia la polarización: un puñado de grupos editoriales acaparan gran parte de los títulos, mientras que la gran mayoría de sellos son de mediano o pequeño tamaño. En el informe del gremio de editores para 2014, Comercio Interior del Libro en España 2014, se pone de manifiesto que en el sector de la ciencia ficción y el terror hay un total de 477 editoriales agremiadas y que, la gran mayoría, son sellos medianos (167) o pequeños (171). “Varios sellos medianos han cerrado la persiana y han sido sustituidos por otros Small Press (en realidad, en España, habría que hablar de Very Small Press) que ofrecen material en condiciones más o menos dignas al fan irredento”, revela Mariano Villarreal. “La edición de género reproduce más o menos el panorama general de la industria: tenemos grandes grupos de publicación y micro-editoriales de supervivencia”, confirman Silvia y Susana de FataLibelli. Por su parte, Marian Womack añade que “han surgido un buen montón de editoriales independientes que estamos empeñadas en aportar propuestas novedosas.” Cisco y Sara de Aristas Martínez van más allá: “Han desaparecido editoriales del "todo vale" por el modelo del "todo me lo auto-edito", librando a los sellos de manejar cientos de manuscritos y limpiando los estantes de las librerías de despropósitos. Así que desde el mainstream (Random House, Gigamesh y Dolmen), a la revisión de los pioneros (Valdemar y Cátedra), como las nuevas voces (Salto de Página, Fábulas de Albión o la colección "Insomnia" de Valdemar, entre otros) parece que hay donde elegir material con criterio”. Para ser buen editor… Cuando se pregunta a los actuales responsables de los sellos españoles de género por las cualidades que debe presentar un buen profesional, la opinión es unánime: no hay diferencias entre editar ciencia ficción, fantasía o terror y cualquier otro tipo de literatura. A la vocación que comporta esta profesión (pocos se enriquecen con esta actividad) es necesario sumar un criterio bien definido, capacidad para tomar riesgos, organizar un equipo competente, definir un carácter propio y estar en contacto permanente con la audiencia. “Supongo que son las mismas cualidades que se requieren para editar cualquier tipo de literatura”, confiesa Díaz Santander. “Ante todo ser un buen lector y tener formado un criterio. Ya sé que esto del criterio es algo muy subjetivo, pero vamos a quedarnos con que se refiere a la capacidad para discernir, clasificar y relacionar lo leído en un contexto más amplio. Quiero decir que un catálogo o una línea de edición debería tener, según mi punto vista, coherencia. Podemos hablar también de intangibles del tipo "tener olfato" para detectar lo que puede funcionar o no.” “Tiene que gustarle lo que hace y, por encima de otras consideraciones, tiene que estar convencido de que edita libros que merecen la pena, libros que es necesario publicar y que merecen encontrar sus lectores. En cierto modo, tiene que publicar aquellos libros que le gustaría ver en las librerías como lector pero no encuentra”, dice Rodolfo Martínez. En Aristas Martínez apuestan por la “personalidad, ser un buen lector, saber escuchar y, finalmente, disponer de casquería: tripas, estómago, corazón...” Para FataLibelli es imprescindible “haber sido un lector compulsivo toda la vida para conocer el pasado de lo que se quiere publicar y mantenerse muy al día de las novedades para estar al tanto del panorama actual. Luego está ese gusto personal y completamente subjetivo que los mejores editores (La Felguera, Valdemar son ejemplos clásicos) transmiten a sus catálogos y enganchan para siempre a los lectores”. Mariano Villarreal indica que hay que “saber rodearse de personas de amplio currículo profesional en todos los terrenos (edición, ilustración, prensa), motivadas y proactivas, también es muy importante. De todas formas, publicar libros de calidad no es sinónimo de éxito comercial ni garantía de futuro, es necesario tener en cuenta otros factores tan importantes como distribución, marketing, oportunidad, conocimiento del mercado, suerte, la competencia, aspectos exógenos (crisis económica, cambios en los gustos de los lectores, en las predilecciones de ocio), etc.” Marian Womack introduce otra cualidad: “El riesgo, sin duda, por las nuevas voces, por las nuevas apuestas. El género, al igual que cualquier otra literatura, está en constante desarrollo. Sin embargo, parece que, justamente en este sector editorial, existe una especie de “conservadurismo” hacia lo que es “apropiado”. Es complicado dar con alguien haciendo algo radicalmente distinto, y que los lectores y reseñistas lo “aprueben”. Las líneas que delimitan los géneros y subgéneros suelen estar muy marcadas en las mentes de sus lectores, y resulta complicado que acepten alternativas.” Jason Sizemore es un escritor y editor norteamericano que dirige la revista Apex Magazine, nominada a los premios Hugo en numerosas ocasiones por sus entrevistas, artículos y relatos de género, y preocupada por ofrecer ficción especulativa mundial. Sizemore coincide con Womack: “Un buen editor no tendrá miedo a arriesgarse con una historia. Es por ello que Ellen Datlow es la mejor antologista de género que existe en este negocio. ¿Recordáis cuando volvió a publicar “Guts” de Chuck Palahniuk en The Year's Best Fantasy and Horror?¿O cuando publicó "The Goosle" de Margo Lanagan en The Del Rey Book of Science Fiction? ¿ O aquella vez que publicó "The Voluntary State" de Christopher Rowe para Scifi.com?”(1) Ellen Datlow es una editora y antologista norteamericana de ciencia ficción, fantasía y terror, con una impresionante trayectoria que incluye: dos premios Hugo como mejor editora profesional en los años 2002 y 2005; dos Hugo como mejor editora de relatos en 2009 y 2010; tres Bram Stoker Awards; nueve World Fantasy Awards; dos International Horror Guild Awards como mejor antología; dos Shirley Jackson Awards como mejor antología; cinco Locus Awards como mejor editor; premio Karl Edward Wagner en 2007 por parte de la British Fantasy Convention; Life Achievement Award de parte de la Horror Writers Association en 2011; y un World Fantasy Award como premio a su carrera en 2014. Datlow comparte esta visión de la profesión: “Algunas veces somos muy cómodos en lo que respecta a nuestros propios gustos, con nuestra baraja habitual de escritores. Es bueno expandir nuestro horizontes. Mucha gente piensa que editar implica tan solo adquirir. No es solo eso, pues incluye una importante labor de trabajo con los escritores para conseguir que sus textos sean los mejores posibles, lo que implica cuestionar las intenciones de sus historias o sugerir ciertas revisiones”. (2) Para Alix Leveugle “creo que, como en el caso de cualquier otro tipo de edición, el editor tiene que aunar varias capacidades y cualidades: dedicación y pasión por los libros que edita; cierto instinto u “olfato” por las mejores obras; estar familiarizado con los libros publicados en los últimos años y con el público objetivo tanto dentro de su propio mercado como en otros países; y, por supuesto, saber trabajar de forma organizada, eficaz, detallista y proactiva… Pero, en el caso de los libros de género, creo que es aún más importante estar en contacto con los lectores, para estar en sintonía con sus gustos y opiniones”. Desafíos de los editores de género El camino de las editoriales de ciencia ficción fantasía y terror en nuestro país no es fácil. A una situación de crisis económica que merma la capacidad adquisitiva de su audiencia potencial se une la percepción de que la literatura de género está confinada a un público minoritario que se rige por una reglas específicas, diferentes al resto. Como señala Díaz Santander “ser editor de género ya es en sí un desafío en un país donde la literatura de género goza de un amplio descrédito en los medios literarios oficiales […] mantener una colección de género me parece una heroicidad dadas las circunstancias peculiares de este país. Por eso, entre otras cosas, en Valdemar nos fuimos diversificando con otras colecciones de clásicos o de ensayo. Teníamos claro que iba a ser muy difícil subsistir editando sólo género.” Aristas Martínez demanda la misma consideración para el género que para el resto de la literatura: una mayor visibilidad en los espacios de venta y un mayor respeto a autores e iniciativas: “No sabemos si es un desafío exclusivo de los editores o es algo que compartamos con autores y lectores, pero lo que todos querríamos es una normalización, salir del gueto: seguimos sufriendo los peores anaqueles de muchas librerías o estar colocados en la zona juvenil de las grandes superficies. Hay que pedir un poco de respeto. Pero claro, si lo hacemos no nos quejemos después de que nos traten como a adultos: mucha narrativa fandom que se pone en circulación hoy en día no soportaría ni los controles rutinarios de una redacción de primaria”. A esta opinión se suma FataLibelli, cuyas directoras añaden que hay que “reivindicar el género y demostrar al gran público su calidad literaria. Dentro de que ni la fantasía, ni el terror, ni la ciencia ficción tendrán nunca un público masivo, es sorprendente que en el cine y en la literatura en otros idiomas el género esté viviendo tan buenos momentos pero que en las letras hispanas siga siendo considerado algo menor y existan tantos prejuicios sobre su calidad. Se impone un trabajo de popularización para que más lectores y editoriales potentes le den una oportunidad”. “A pesar de contar posiblemente con la generación de escritores más preparada que hemos tenido nunca,” señala Mariano Villarreal, “el mercado se encuentra inundado de medianías y productos comerciales, efímeros, olvidables. Creo que las posibilidades de verdadero crecimiento y mejora podrían venir de la mano de aquellos autores y editores que se alejen de las imposiciones del mercado para centrarse en obras más elaboradas, y de los que apuesten por arriesgar y trascender las fronteras del idioma, colonizar otros espacios, competir en plano de igualdad con todo lo que hay fuera.” En Nevsky apuestan por la necesidad de que se produzca una apertura de mente por parte del lector. “Al lector de género […] le cuesta apostar por lo novedoso, revela Marian Womack, “como mucho, “acepta” nuevas voces, pero siempre y cuando dichas voces “repitan” las fórmulas a las que ya están acostumbrados. Es realmente decepcionante.” Jason Sizemore comparte esta opinión y cree que es responsabilidad del editor ofrecer productos que supongan una apertura de miras: “Los editores terminan siendo demasiado insulares. La mayor parte del tiempo, creo que esto sucede sin que se den cuenta. El negocio de la edición requiere una importante inversión en tiempo, es estresante y comporta una amplia variedad de responsabilidades. Tienes que dar cuentas a los equipos de marketing, a las demandas de las editoriales, a los autores insatisfechos, etc. Por ello, no se tienen muchas oportunidades para levantar cabeza por encima de la multitud de responsabilidades, para poder explorar más allá de las experiencias implicadas en este trabajo”. (3) En lo que se refiere específicamente a las antologías de género, los editores “deben presentar en parte las mismas virtudes que los que trabajen en otro tipo de antologías. Es necesario asegurar una cierta variedad, especialmente cuando se trabaja en el marco de un mismo tema”, opina Ellen Datlow, quien añade que “hay que empujar a los escritores a que escriban sobre un tema fuera de su zona de confort. [también hay que] aprender a rechazar historias, si no funcionan en una antología, sin importar quién sea el autor (aunque se trate de un nombre reconocido).” (4) Un futuro con claroscuros En España no existen demasiados sellos dedicados exclusivamente a la literatura de género. A las editoriales ya mencionadas en este artículo hay que añadir: la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror AEFCFT patrocina algunas publicaciones; Alianza cuenta con narrativa traducida de otros idiomas; Alamut publica autores españoles y extranjeros; Alfa Eridani que une a su labor como revista una actividad de publicación de títulos; Barsoom, que también alterna su actividad como revista y sello editorial, Booket, el sello de libros de bolsillo perteneciente al grupo Planeta; Cápside, un proyecto editorial de Sergio Mars; Cuentos para Algernon, una página que traduce relatos al español y los ofrece gratuitamente en antologías anuales; Cyberdark, tienda online y sello editorial; Dlorean, afiliada a la Asociación cultural Dlrorean, apuesta por el pulp, la fantasía o la ciencia ficción ligera de autores españoles; Dolmen, incluye en su catálogo revistas y libros de autores españoles y extranjeros; Ediciones B, es una división del Grupo Zeta, que propone literatura para adultos, juvenil, infantil, ilustrada y cómics; Gigamesh, sello dedicado a la fantasía y a la ciencia ficción, capitaneado por Alejo Cuervo; Irreverentes, que apuesta por los autores españoles en antologías y novelas de género; Juan José Aroz, a los mandos de Espiral Ciencia Ficción, dedicada a la narrativa de autoría nacional; Kelonia, desde la que Carmen Cabello y Sergio R. Alarte proponen títulos de fantasía, ciencia ficción, para adultos y jóvenes; La Biblioteca del Laberinto, dedicada a la ciencia ficción, la fantasía, la literatura policiaca, etc, cuenta además con la revista especializada Delirio; La Factoría de Ideas, propone narrativa de fantasía, terror y ciencia ficción, juvenil, bestsellers, y literatura romántica; Les Males Herbes, ofrece narrativa fantástica en catalán a través de la obra de autores catalanes y de traducciones de escritores internacionales a esta lengua; Neonauta, que apuesta por la literatura pulp aplicada a la ciencia ficción, la fantasí, el terror, etc ;Nowevolution, dedicada a la fantasía, la ciencia ficción, la narrativa juvenil, etc ;Minotauro y Timun Mas, incluidos en el grupo Planeta, ofrecen una línea infantil, y otra especializada en ciencia ficción y fantasía; Orciny, editorial dedicada a la ficción especulativa; Oz, que ofrece libros crossover de género fantástico, distopías, romance paranormal, literatura juvenily ciencia ficción para todos los públicos; Palabaristas, sello online que apuesta por la fantasía, la ciencia ficción, el ensayo y la novela policíaca; Pulpture, especializado en literatura pulp; Saco de Huesos, ofrece un catálogo dedicado al terror –voces nuevas y los clásicos-, los juegos de rol, las novelas gráficas, y la revista Calabazas en el Trastero; El Transbordador, sello de reciente creación dedicada a la ciencia ficción, la fantasía y el terror; y Tyrannosaurus Books, que publica autores españoles y clásicos modernos internacionales, con un especial interés en la literatura de género, la infantil de corte fantástico, el ensayo y las gráficas y cómics. De cara al futuro, a pesar de los difíciles momentos que atraviesa el sector, los profesionales miran hacia delante con esperanza: “La ficción breve de género se encuentra en una edad de oro, con nuevas voces que constantemente entran”, (5) comenta Ellen Datlow. “Es un momento interesante para ser editor y para tener un sello”, opina Jason Sizemore, “el negocio ha experimentado varias transformaciones tecnológicas y sociales importantes en los últimos diez años. Estamos entrando en una fase en la que las ventas de ebooks se están estabilizando, las ventas en papel están aumentando y las editoriales pequeñas e independientes son consideradas como opciones viables. La base de la audiencia se ha fracturado ante el estado natural de diversificación de la ficción […] Amazon ha tomado algunas decisiones que me han puesto nervioso. Siento que son una especie de Espada de Damocles pendiendo sobre todo el negocio editorial.” (6) Marian Womack extiende ese optimismo al caso de España: “El panorama internacional está viviendo un momento especialmente rico, con un interés sincero por las propuestas que llegan desde más allá del ámbito anglosajón, y eso hay que aprovecharlo. Te adelanto que, para otoño de 2016, esperamos que la editorial Nevsky Prospects irrumpa en el mercado británico con varias propuestas españolas, pero también de otros ámbitos. Eso por un lado. Por otro, existe una conciencia muy fuerte de “comunidad” en el género, que no he conocido en ningún otro tipo de literatura. Esto hace que fluyan proyectos, que se abran puertas… Todo esto resulta muy útil y gratificante a nivel editorial también, aunque sin duda los principales beneficiarios son los propios autores.” Para FataLibelli: “Todos estamos esperando que la popularización progresiva del libro digital, los modelos económicos de mecenazgo, y las nuevas redes de recomendación por Internet ayuden a crear editoriales medianas o nuevos modelos de planificación, pero por ahora todo avanza muy despacio.” “A pesar de los momentos de inquietud, de insatisfacción, y a pesar de los miedos, el estado de la literatura de ciencia ficción, fantasía y terror es sólido a tenor de la medida más importante: la calidad de la ficción que se publica”, sentencia Jason Sizemore. (7) Notas (1) “A good editor will not be afraid to take chances on a story. This is why Ellen Datlow is the best genre anthologist in the business. Remember when she reprinted Chuck Palahniuk's "Guts" in the Year's Best Fantasy and Horror? Or when she published "The Goosle" by Margo Lanagan in The Del Rey Book of Science Fiction? Or that time she published Christopher Rowe's "The Voluntary State" in Scifi.com?” (Jason Sizemore, 2015) (2) “Sometimes we get too comfortable with our own tastes, our usual "stable" of writers. It's good to expand our reach. Too many think editing is just acquisition. It's not, it includes the crucial job of working with writers to make their work as good as it can be, which might mean asking questions as to their intention for a story or suggesting revisions”. (Ellen Datlow, 2015) (3) “Editors often become too insular. Most of the time, I believe this happens without their knowledge. The business of editing is time-consuming, stressful, and includes a broad set of responsibilities. They answer to marketing teams, publisher demands, unhappy authors, and so on. This doesn't give them many chances to lift their head out of the morass of responsibilities and explore outside the narrow experiences they brought into the job.” (Jason Sizemore, 2015) (4) “Partly the same as for non-genre anthologies. One needs to ensure variety, especially when working within the framework of a "theme." Encouraging writers to write in a theme possibly outside their comfort zone. Learning to turn stories down, if they don't work for the anthology, no matter who they're by. (eg big name or not).” (Ellen Datlow, 2015) (5) “Short genre fiction is in a golden age, with new voices constantly entering the field.” (Ellen Datlow, 2015) (6) “It's an interesting time to be a publisher and editor. The business has undergone several major technological and social shifts in the past ten years. We're now entering a stage where eBook sales as a whole are leveling off, print sales are on the rise, and small and independent publishers are being looked at as more viable publishing options. The core readership is fractured over the natural state of diversifying fiction […] Amazon has made some business decisions that make me nervous. I feel like they're the Sword of Damocles hanging over the entire publishing business.” (Jason Sizemore, 2015) (7) “Despite the unrest, unhappiest, and fears, the state of science fiction, fantasy, and horror literature is strong by the most important measure: the quality of fiction being published” (Jason Sizemore, 2015)
0 Comments
Alexander Páez
Presentación Cuando me propusieron iniciar una sección “sobre cine” me sentí abrumado. El género fantástico tiene una gran cantidad de ramificaciones dentro del formato vídeo-gráfico: series de TV, films estrenados en salas de cine, cortos, películas que se estrenan en tiendas en formato disco, adaptaciones, fan films… Como veis el enfoque es enorme, y sólo estoy hablando del formato, por supuesto luego están los géneros, los temas, los subgéneros. Podríamos tener una sección tan amplia como inabarcable. Por lo que cuando recibí esta petición y me senté a redactar esta introducción, aproveché para reflexionar sobre un tema concreto del que quería hablar. Antes de introducir el tema, decidí que esta sección que vais a encontrar a partir de ahora (y hasta que se me acabe la energía o a la editora la paciencia), no va a tratar sobre un solo tema, sino que en cada número me gustaría profundizar sobre diferentes aspectos del género fantástico en la gran pantalla. Algo que sí encontraréis al final de cada texto son recomendaciones de series actuales que me parecen interesantes o destacables. En este número de SuperSonic trataré el polémico tema de las adaptaciones de textos al cine. No hablaré por ahora de series de televisión, aunque actualmente se esté emitiendo una nueva adaptación de Minority Report y otra de El hombre en el castillo. Esto lo dejaremos para un futuro número. Introducción En este artículo voy a hacer referencia a películas de finales de los años 90, pero voy a basar el ensayo en films editados durante los últimos 15 años. A partir de los 90, las adaptaciones de fantasía y ciencia ficción tomaron un rumbo diferente. La tecnología de la industria cinematográfica y la narrativa de la ciencia ficción habían llegado a un punto en común en el que era difícil separar qué era real y qué no: decorados y/o actores se estaban creando completamente de forma digital. Esto implica que sea más complicado diferenciar qué film es de ciencia ficción y cual no. Pero el eterno debate no va a tomar más protagonismo en este artículo que el de simple anécdota que denota el cambio que se estaba produciendo en los años 90 en el cine. Además, la ciencia ficción y la fantasía han sido géneros muy populares dentro de la producción filmográfica, ya sea desde las populares películas de superhéroes, los films de ciencia ficción especulativa, hasta películas para los más jóvenes (y no tan jóvenes) de animación dirigidas por enormes estudios como Pixar. La producción de cine fantástico es formidable, y los temas y géneros que trata conforman un gran abanico donde el consumidor puede elegir. Buenas y malas adaptaciones Pero ¿hay buenas adaptaciones? Como lector antes que cinéfilo, considero que sí. Se puede usar la analogía del iceberg donde las películas representan la capa de hielo sobre el agua y la novela el hielo bajo ésta. Pero esto es un análisis simple. El lenguaje cinematográfico es más sutil y, mientras que en el libro está todo escrito y hay que imaginarlo, en la película lo vemos todo pero tenemos que imaginar el subtexto. El peligro que tiene el cine es que es joven y muy popular. Tan popular que el criterio para definir una buena y una mala película (y adaptación) es diverso y, en muchas ocasiones, incoherente. Pongamos unos ejemplos. Coraline (2001) de Neil Gaiman, fue adaptada por Henry Selick y tuvo gran éxito entre la crítica. La adaptación se filmó en animación stop-motion, una jugada arriesgada pero con la que el director demostró gran pericia. Este tipo de animación transmitía sin palabras la ambientación oscura de la novela. Por otro lado tenemos la adaptación de Las crónicas de Narnia (2005) dirigida por Andrew Adamson, basada de forma libre en parte de la saga de Narnia que C. S. Lewis publicó entre 1950 y 1956. El primer film fue una adaptación bastante decente que cosechó una crítica positiva. El desastre vino con la nefasta película El príncipe Caspian (2008), cuya dirección estuvo a cargo de Adamson y el hundimiento de la franquicia en el cine se confirmó con el tercer film, La travesía del viajero del Alba (2010), dirigida por Michael Apted. Uno de los principales puntos negativos fue la incoherencia del tono de las películas, intentando imitar a la popular saga de Harry Potter y olvidando los textos y el tono de C. S. Lewis. Además, en el tercer film se hace referencia directa al simbolismo y a las referencias cristianas, algo sobre lo que se ha debatido mucho (si realmente aparece en las novelas), pero en caso de que así sea, siempre ha sido como sub-lectura del texto. En los filmes esto es demasiado evidente, tanto que supone incluso un rechazo por su marcada moralina. Cuando hablamos de adaptaciones al cine de novelas de género fantástico, quizá la más popular a la que todos podamos hacer referencia sea la trilogía de El señor de los anillos, dirigida por Peter Jackson. Mucho se ha hablado sobre la calidad o la fiabilidad de esta adaptación. Personalmente veo aspectos positivos y negativos en la adaptación, pero creo que el resultado como producto cinematográfico es notable. Pienso que Jackson traduce y adapta la trilogía de Tolkien a un público contemporáneo y a un lenguaje cinematográfico, pero también es cierto que malinterpreta muchísimas cosas de los textos de Tolkien. Podríamos entrar en detalles que todo friki debe saber, pero a mí me parece un acierto no incluir a Tom Bombadill, o colocar la forja de Narsil más tarde, o el cambio de actitud de Faramir al encontrarse con los hobbits (aunque la posterior incoherencia en el carácter del personaje sea una mala decisión); en contrapartida, destaco la desastrosa batalla del Abismo de Helm o la relación de Aragorn con los muertos y la Compañía Gris. Esto lleva a la pregunta que todo lector se hace una vez queda insatisfecho con la adaptación de su novela preferida. ¿Cómo de fiel debe ser una adaptación? ¿Cómo sabemos que es una buena adaptación? Me atrevo a decir que no hay una línea que separe una mala de una buena adaptación y que las variables son tantas que es imposible decidir unos parámetros. Hay adaptaciones que son muy fieles pero no son buenas películas, lo que las convierte en malas adaptaciones, y hay otras que son filmes muy interesantes pero contienen poco o adaptan de forma muy libre lo que hay en la obra original. Personalmente me decanto por la segunda opción, pues como consumidor quiero algo nuevo, una síntesis y una reinterpretación de algo que ya conozco. Queda patente, ante el aluvión de críticas que reciben la mayoría de adaptaciones, que el lector prefiere una adaptación que reproduzca con imágenes de la forma más fiel posible aquello que ha imaginado al leer la obra. Y esto me plantea una incógnita, ¿por qué esa necesidad de que nos muestren lo que ya conocemos? Podríamos aventurar una respuesta: nos encanta nuestra zona de confort y, en cierta manera, nos hemos creado una imagen mental de la historia, hemos imaginado a los personajes, los paisajes y las voces. Si la historia nos ha gustado, hemos llegado incluso a fantasear con ella cuando no estábamos leyendo. Y entonces llega un equipo de artistas y un director y nos dicen que no, que todo lo que habíamos imaginado no era así, sino de esta otra forma. Entiendo que muchos espectadores levanten sus puños de indignación ante la atrocidad cometida contra sus imaginación, pero nos olvidamos de que se trata, simple y llanamente, de cómo otras personas han imaginado de forma distinta lo mismo que tú. Y, quizá, la principal diferencia radique en que estas personas tienen cierta capacidad de comercializar en formato vídeo esta imaginación. La trilogía de novelas distópicas Los juegos del hambre, de Suzanne Collins, ha sido adaptada en cuatro películas a la gran pantalla. Mollie Gagnon firma un interesante ensayo titulado “Media and Hyperreality in the Film Adaptations of Suzanne Collins’ Hunger Games Trilogy”, que se puede encontrar en el libro The Fantastic Made Visible, editado por Matthew Wilhelm Kapell y Ace G. Pilkington (McFarland & Company, 2011). En este artículo comenta un fallo garrafal en la adaptación de la trilogía al cine (entre muchos otros), y es el uso que se le da al lenguaje de los medios de comunicación en el libro, y al mensaje que transmite la autora en la novela. Todo esto se pierde o queda totalmente diluido en las adaptaciones, dejando tan solo una película de acción y amor con una trama distópica de fondo, condenando a unos films con gran potencial a ser unas simples películas más. Para no ser injustos hay que reconocer que las películas sí tratan temas que se aparecen en la novela, como la violencia, el feminismo, la religión o el totalitarismo. Pero bajo estas grandes banderas existen submensajes que, aparentemente, han pasado desapercibidos por los guionistas, y es que la gran mayoría de estos grandes temas se recogen bajo uno muy interesante: los medios de comunicación. Suzanne Collins demuestra que la manipulación de los medios es la mejor arma para controlar la mentalidad de todos los Distritos. Y es gracias a los medios de comunicación que Katniss levanta su revolución, con un simple gesto, levantar tres dedos de una mano. Un gesto que se hace viral a través de la televisión. Conclusión El tema de las adaptaciones es un camino repleto de espinas por el que hay que caminar con cuidado de no pincharse. Keith M. Johnston comenta en Science Fiction Film (Berg, 2011) que la ciencia ficción se está volviendo mainstream. Es popular, y por lo tanto también los temas. Es preferible una trama sencilla repleta de efectos especiales a una compleja que invite a pensar. Aunque existen grandes excepciones como Distrito 9, Moon, Matrix, Perfect Blue o The Girl Who Leapt Through Time, Johnston deja clara su postura ante esta nueva tendencia de hacer el cine de ciencia ficción y las adaptaciones, productos más visuales con la excusa de ser “lenguaje cinematográfico”. Existen adaptaciones fantásticas que no pueden pasar desapercibidas, como la saga de películas de Harry Potter. Aunque no extremadamente fiel a la trama punto por punto, sí lo es al espíritu de la película, y a una idea general de cada uno de los libros, creando con gran acierto unos films de gran calidad. En cambio adaptaciones con un presupuesto desorbitado y un director multipremiado no tienen para nada el éxito asegurado, por muchos profesionales tras los mandos. Es el caso de la trilogía de El Hobbit de Peter Jackson, que cuenta con una primera película resultona y entretenida, para terminar en un fracaso impresionante. Lo más sorprendente de esto es que se haya anunciado la versión extendida con una gran cantidad de horas más de visionado. ¿Jackson, qué te hemos hecho para que nos maltrates así? Recomendaciones Para finalizar esta sección voy a recomendar algunas series de televisión y películas actuales de género fantástico que os pueden interesar. Marte (The Martian), adaptación de la novela de Andy Weir (Ediciones B, 2015) que aunque tiene poco de ciencia ficción, es una estupenda película de aventuras y supervivencia en ese misterioso e intrigante Marte al que parece que nos acercamos cada vez más. Me parece una gran adaptación (la novela lo pedía a gritos) que os va a mantener en vilo, incluso cuando Mark planta patatas. Muy recomendable también la novela, que creo que no debe leerse como ciencia ficción, sino como una novela de aventuras y acción. Sinsajo, segunda parte. La esperadísima última película que pone el cierre a las adaptaciones de Los juegos del hambre. Aunque las novelas me parecen muy buenas, creo que las películas han tenido altibajos. Aún así creo que es un film recomendable, entretenido y que os va a dejar muy buen sabor de boca una vez salgáis de la sala de cine. Algunas recomendaciones más, Tag, de Sion Sono, Yakuza Apocalypse, de Takashi Miike, As the Gods Will, de Takashi Miike, The Invitation de Karyn Kusama y Green Room de Jeremy Saulnier. En cuanto a series ahora mismo se está emitiendo la fantástica Ash vs Evil Dead. ¿Qué contaros de esta franquicia?. Más de lo mismo, pero mejor. Una de mis preferidas, Vikings, cuya cuarta temporada se estrena en breve. Si me preguntáis qué tiene de fantasía, os diré que lo mismo que las novelas de Abercrombie: escenarios pseudo-reales, momentos históricos que existieron pero mezclados con otros inventados, y personajes que salen de sagas para ser de carne y hueso. The Leftovers, basada en la novela homónima de Tom Perrotta. Sense8, una gran sorpresa para mí este año. Casi cualquier cosa que comente sobre la serie puede estropearos la sorpresa, por lo que lo dejo a vuestro criterio. Y por supuesto, The Man in the High Castle, que adapta la novela de Philip K. Dick. El género fantástico en la pantalla está en plena forma, ya que el catálogo es verdaderamente amplio. “Prefiero que lo que hago funcione más bien por contagio, como una infección conceptual”
"La editorial ARISTAS MARTÍNEZ haciendo uso de su derecho de rectificación, y para salvaguardar su derecho al honor, la propia imagen y su justa fama, informa que las declaraciones de Francisco Jota Pérez donde dice, refiriéndose a la editorial antes citada: “Cabe apuntar también (…) que de ninguna de las obras que he señalado hasta ahora he cobrado un mísero céntimo (…)” no son ciertas y que puede acreditar que el mencionado Francisco Jota Pérez sí recibió incentivos a cargo de sus royalties de los responsables de ARISTAS MARTíNEZ." Francisco Jota-Pérez (Barcelona, 1979) es una artista de las ideas y de la palabra. Escritor y guionista, ha publicado antologías como Dionisia Pop! (editorial Grupo AJEC, 2007) y Antifuente (Viaje a Bizancio Ediciones, 2008), novelas como Hierático (AJEC, 2010), Cinco Canciones de Cuna, Orígenes del Lodo, Ciencia Raíz (los tres volúmenes de su “Tríptico Linde” para la editorial Aristas Martínez; 2011, 2012 y 2013), Aceldama (Origami, 2014) y Pasaje a las Dehesas de Invierno (Esdrújula, 2015). A su faceta como escritor de ficción se añade su labor como colaborador en publicaciones españolas especializadas en literatura de género y narrativa experimental, tales como Caldo de Cultivo, Psiquemáquinas, Microcorruptos, Láudano y Prosa Inmortal, que ha complementado con la impartición de talleres sobre psicografía (Asociación Simbólica, 2014 y 2015). Autor asimismo de los guiones de las novelas gráficas La Memoria Invisible (Viaje a Bizancio, 2009) y Antígenos de Gaia (editorial Saco de Huesos, 2011), y los largometrajes Nuestra Amiga la Luna (con el cineasta César Velasco Broca) y Trashumante (con el director Daniel Gálvez), ofrece información de su carrera y sus pesadillas en su blog. Creador de historias íntimas, investigador de maneras de contarlas siendo fiel a sí mismo -sin caer en imitaciones o en modas-, amante por igual de la sonoridad y de los significados de las palabras, domador de signos, escalador de inquietudes y obsesiones… Hay un Xisco, y un Fran, un Jota-Pérez y un JP, aunque no creo que exista un Paco… ¿Quién se esconde detrás de este autor? ¿Qué lo mantiene despierto por las noches? ¿Con qué sueña, si es que lo hace? En una charla que se fue desarrollando a lo largo de varias semanas por aquello tan banal como es la vida corriente, os acerco a uno de los autores más personales, interesantes y con mejor prosa del panorama de la ficción especulativa en español. Más que apelar al lector, infectarlo SuperSonic: Algunos comentan que eres un autor más preocupado por la forma que por el fondo, que las ideas no son tan importantes para ti como la forma de desplegarlas, que apelas a un tipo de lector activo, capaz de realizar algo más que una decriptación pasiva. ¿Qué les responderías? FJP: Que estoy de acuerdo sólo en parte. Sí, es cierto que mi lector ideal es un lector activo, y también que evito en la medida de lo posible la tendencia (para mí, terroríficamente paternalista y empobrecedora) a llevarle de la mano e imponerle mi sentido del texto, pero, sinceramente, la forma y el fondo me preocupan por igual. De hecho, intento no hacer distinciones de grado entre ambas, y hago un esfuerzo consciente por imbricar una en la otra. Que la forma sea parte del fondo, y a la inversa. Sobre todo en las novelas. Todas ellas están cargadas de ideas, conceptos e intuiciones que en el momento de poner por escrito son para mí tremendamente importantes (visceralmente importantes, incluso), y que necesito transmitir; y creo, de manera (también visceralmente) honesta que la forma como las transmito es, si no la única posible, la más eficiente, sin tener que traicionar su complejidad, sus capas de significado y sus matices. Así mismo, hay un componente casi ideológico en este modo de hacer. Creo fervientemente en que a estas alturas históricas en las que nos encontramos, con toda la carga de arte, pensamiento, información, tecnología y creencia que llevamos encima, delegar responsabilidades personales en figuras externas y más o menos abstractas (léase "El Estado", "El Experto", "El Consenso", "El Sentido Común" y etcétera) es un suicidio cultural. Siendo consecuente con esto, lo que pretendo al escribir es que el poder último sobre el texto sea del lector (lo cual, obvio, conlleva una serie de responsabilidades para/con ello), y no del "Crítico", el "Teórico" o siquiera el "Autor". Considero que, a día de hoy, aferrarse a la fórmula de que debe haber un Emisor a un lado y un Receptor al otro, entre los que media un Canal lo más limpio posible, es demasiado limitador y contraproducente. Prefiero que lo que hago funcione más bien por contagio, como una infección conceptual. Que las ideas (y las tramas, los tropos, los memes, la psique de los personajes...) dejen al huésped-Francisco-Jota-Pérez y se instalen en el huésped-lector, quien, evidentemente, posee unas cualidades y características distintas, que la infección debe simbiotizar, o con las que debe resonar, si pretende colonizarlo. Y cada huésped-lector es radicalmente diferente a cualquier otro, así que la infección debe ser robusta a la vez que dúctil, resiliente a toda costa a la vez que plástica, si la intención es que se instale y continúe reproduciéndose aunque sin perder su esencia, su naturaleza de infección, de artefacto vírico conceptual que obtiene sus nutrientes tanto de sí mismo como del imaginario del huésped como del entorno inmediato de éste. SS: A tenor de tu respuesta anterior, ¿defiendes la postura de Roland Barthes de la supuesta “muerte del autor”? (Barthes destaca que la literatura moderna es una superposición de escrituras en la que se da un diálogo de culturas, y es el lector la figura que otorga unidad al texto. “La unidad de un texto no se da en su origen sino en su destino”, dice.) FJP: Ni la defiendo ni la ataco. Estoy bastante de acuerdo con el planteamiento de que un texto pertenezca al hecho cultural y al lector, y que tanto el hecho cultural como el lector hagan con ello lo que les venga en gana o lo que dicten las corrientes más o menos naturales del pensamiento de su contemporáneo. Pero prefiero no verlo en términos de "unidad" o "sentido", sino, como comentaba, de infección. O de condicionamiento. Y también de responsabilidad. No tanto que el texto se "unifique" en su destinatario como que se "incorpore" a él y que éste decida si lo dota de unidad o no, si va a buscarle un sentido o no, si lo incluye (ojalá) en su forma de ver el mundo y de verse a sí mismo o no. Lo cierto es que la mayoría de las veces, lo que busco es causar una impresión sensorial (de ahí que a menudo emplee técnicas más o menos de hipnosis), no-intelectual y, por lo general, de disolución de la linealidad, de lo material y de ciertas lógicas formales, para llevar al lector a un Espacio Interior concreto, vulnerable y sensible, y que él, allí, decida si va a intelectualizar, coagular o dotar de lógica lo que le propongo. O si quiere quedarse sólo con el Espacio, solo en el Espacio. O si prefiere pasar de todo, decretar que lo que estoy haciendo es poco más que un ejercicio masturbatorio y mucha palabrería vacía, y proceder a prestarle su atención a algún otro. Es cosa suya, en cualquier caso. No sé, sin embargo, si eso significa la "muerte del autor". Me obsesionan las mecánicas del mantra, el ritual y los estados alterados de conciencia, y tiendo más hacia esto que hacia la teoría literaria estricta. Creo que, en alguna parte, debe haber alguien que canalice las ideas (que "baje a pescar el pez dorado", como dice David Lynch), dibuje la intencionalidad del acto mágico, proponga aunque sea un esbozo de mapa para el Espacio Interior que se pretende generar o diseñe las formas básicas de la infección. “No diferencio la magia del acto artístico” SS: ¿Qué tiene de mágico el acto de escribir? ¿Y el de leer? FJP: Todo. El acceso a realidades no consensuales, virtuales o discontinuas; la predicción y avecinamiento del futuro vía hiperstición; la inducción de estados alterados de conciencia para la posterior reprogramación de ésta; la evocación y la invocación; el trasvase de la filosofía hacia la praxis y la psicología... No diferencio la magia del acto artístico, sinceramente. SS: ¿De qué manera se activa esa magia de la que hablas? En otras palabras ¿cómo abordas el proceso de creación? FJP: No tengo una forma fija de abordarlo. A veces, sin querer, llega una idea y necesito escribir sobre ella. Otras veces es una imagen que, al meditarla, genera una idea y esa necesidad de ponerla por escrito. Otras, estoy tan inmerso en algún tema que me interesa, o tan afectado por algún suceso concreto, que me impongo forzar la idea y la necesidad... Es difícil de explicar. Porque es difícil racionalizar algo así, que tiene tanto de juego inconsciente como de imposición de una voluntad concreta. Sí que hay, sin embargo, una constante en un punto muy determinado del proceso: al sentarme a escribir, suelo dedicar mucho tiempo a planificar cómo conjugar la idea con la forma como quiero expresarla, y a hacer pruebas al respecto, hasta que doy con la conjunción que me "suena" mejor. No es algo con una duración concreta (una piezas cobran forma y fondo casi de forma automática, apenas un par de horas después de haber empezado a trabajar en ellas, mientras otras me cuestan meses y varios borradores tirados a la basura), pero sí, como decía, una constante. SS: Juguemos al juego de las referencias. Otra constante en las entrevistas a los autores es preguntarles por sus influencias. Me interesa saber qué tipo de actos creativos han dejado o dejan poso en tu trabajo. (En relación a los actos agrupados bajo el paraguas de la literatura, me interesa que destaques los que están enmarcados fuera del género que, a mí, me parecen más representativos y “representa-vivos” que los fácilmente clasificables como ciencia ficción, fantasía y terror). FJP: Mis influencias literarias más básicas y evidentes (los autores a los que siempre vuelvo, en los que me gusta mirarme y que están ahí, en el horizonte de mis aspiraciones), serían Anna Kavan, Doris Lessing, Elfriede Jelinek, William S. Burroughs, Kenji Siratori, Leopoldo María Panero y Juan Eduardo Cirlot. También leo muchísima filosofía, y esto es quizá lo que más influye en mis temas e inquietudes. Para mí, son esenciales las obras de Nietzsche, Vico, Foucault, Deleuze, Guattari, Negarestani, Haraway, Badiou o Negri. Destacaría también la importancia capital que tiene en lo que hago la música (en especial grupos y artistas extremos o experimentales como Neurosis, Sunn O))), Voivod, Scott Walker, Chrome, Ulver, Godflesh...), las artes plásticas (Francis Bacon, Zdzislaw Beksinski, William Blake, El Greco, Kasimir Malévich, Austin Osman Spare, Umberto Boccioni...), el cine (cualquier cosa dirigida por Lynch, Buñuel, Tsukamoto, Velasco Broca, Marker o Carruth) o los videojuegos (Silent Hill, Metal Gear, Splatterhouse, Condemned, Fez, Bioshock...). SS: Antes de pasar a hablar de algunas de tus obras, me gustaría que compartieras con nosotros tu recorrido creativo en su conjunto. FJP: Como casi todo el mundo, empecé a publicar tras el habitual trabajo de "machaca": mandar el manuscrito a todos aquellos sellos que me gustaban y en los que creía que podía encajar lo que hago, acumular notas de rechazo (si acaso alguno de los editores se dignaba a mandar dicha nota) y excusas y todo lo demás... Hasta que AJEC hizo la apuesta y apareció mi primera antología, Dionisia Pop!. Paralelamente, empecé a dar mis primeros pasos en el mundillo del cómic, colaborando con la editorial Viaje A Bizancio, quienes, buscando ampliar su catálogo, inauguraron su colección de literatura con mi segunda antología, Antifuente. Al poco, de nuevo en AJEC (y justo antes de que la editorial quebrase y desapareciese), apareció mi primera novela, Hierático, que, a causa de los peculiares tiempos y modos del mundillo, prácticamente se solapó con la segunda Cinco Canciones de Cuna, ésta en Aristas Martinez, con los que me comprometí a publicar mi Tríptico Linde, el ciclo de tres novelas autoconclusivas que inauguraba Cinco Canciones... Participé en un montón de iniciativas con Aristas, y fueron ellos los que editaron el grueso de mi obra durante los siguientes tres años: el resto del Tríptico (Orígenes del Lodo y Ciencia Raíz); la novela corta Carnaval según San Judas; y la plaquette Supernaturaleza. Hasta que tuve un desencuentro bastante importante con ellos, basado principalmente en mi percepción de que su gusto por la pose, y las ganas de que su labor (entiéndase la suya propia; no la de sus autores o sus artistas, sino la de ellos en cuanto a su condición fantástica de "editores estrella") se aplaudiese en ciertos círculos que tienen más que ver con la promoción, el darse pisto y las puñaladas por la espalda que con la actividad artística, les había llevado al menosprecio tanto de mi trabajo como de mi forma de manejarlo y de manejarme, que poco o nada tiene que ver con lo que ellos pretendían. Cabe apuntar también, aunque no sea determinante más que en lo obvio, que de ninguna de las obras que he señalado hasta ahora he cobrado un mísero céntimo, a pesar de todos los contratos y parafernalia que hubo de por medio. Tras dejar Aristas Martínez (o que Aristas Martínez me dejase a mí, tanto da), tuve la suerte de que en la editorial Origami, con los que ya había colaborado un par de veces, estuviesen abiertos a cualquier propuesta que quisiese hacerles, y de que les encantase la idea de editar Aceldama, quizá lo más arriesgado que he escrito hasta la fecha. Y parecido me pasó con Esdrújula Ediciones, cuyos editores estaban más que familiarizados con lo que hago, y que fueron ellos, esta vez, los que me solicitaron un manuscrito, para acabar publicando mi último trabajo, Pasaje a las Dehesas de Invierno. A día de hoy, y después de, como podrás intuir de lo que acabo de contarte, dar un montón de tumbos y estar enredado en infinidad de malentendidos y dislates, lo cierto es que no podría estar más contento de tener estas dos puertas abiertas, la de Origami y la de Esdrújula, cosa que me permite centrarme en simplemente escribir, que al fin y al cabo es lo único que quiero y sé hacer. Todo esto, sin embargo, sólo atañe a la publicación de mis libros, de mi obra larga. Suelo participar a menudo, con relatos y artículos, en antologías y revistas, y ahí sí que pocas veces, por no decir ninguna, he tenido problemas de ningún tipo. Más bien al contrario; en la mayoría de revistas y fanzines con los que he colaborado (bien por encargo, bien por iniciativa propia), he acabado cada vez topando y tratando con autores, editores, ilustradores y demás, de lo más inspirados, inspiradores, activos, concienciados, generosos y amables. Siempre, siempre, siempre es un placer. En cuanto al tema de las acciones promocionales... No sabría bien qué decirte... Aunque entiendo lo necesarios que resultan, soy alérgico a la publicidad y al marketing. Es algo visceral y que no me apetece analizar demasiado. No de momento. Claro que procuro informar de mis publicaciones en las redes sociales y en mi blog, procuro hacer presentaciones de los libros y prestarme a entrevistas, pero todo lo que vaya más allá se me escapa. No es que no lo entienda, es que no quiero entenderlo. Como he comentado ya antes, gran parte de lo que hago tiene un fuerte componente ideológico, y en esa ideología propia el rechazo a las estrategias y perversiones de la publicidad ocupa un lugar bastante importante. Quizá suene contradictorio, o ingenuo, pero es lo que hay. “Es un gran momento para el género” SS: En tu anterior respuesta, has esbozado tu trayectoria profesional en cuanto a narrativa se refiere. Me gustaría que profundizáramos en ella. Llegué a Orígenes del lodo de una manera poco ortodoxa, después de haber leído Aceldama y tras haber tenido contacto con algunos relatos tuyos. Confieso que me sorprendí mucho: no tenía ni idea de que se estaba haciendo este tipo de narrativa en español. Notaba ya entonces una inquietud por contar historias de género que no fueran meras imitaciones de lo que se estaba haciendo en otros mercados como el anglosajón. También veo una evolución en tu carrera hacia temas más introspectivos. ¿Cómo describirías la evolución de tu estilo? ¿Podemos hablar de un estilo FJP? FJP: ¿Estilo FJP? No sé si iría tan lejos como para describirlo así. Me gusta el tópico de la "voz literaria", y me gusta pensar que he dado con la mía y que ésta, con el tiempo, se va haciendo más exclusiva y reconocible. Poco más que eso. Y me parece curioso lo que comentas sobre volverme más introspectivo. Lo que hago siempre ha tenido mucho de sacarme cosas de dentro, de exorcizar por sublimación temas e inquietudes. Cinco Canciones de Cuna, por poner el ejemplo para mí más obvio, fue una forma de gestionar mediante el acto artístico el montón de sentimientos contradictorios y revelaciones aterradoras que me asaltaron cuando fui padre por primera vez. O el mismo Orígenes del Lodo, que escribí durante una época de mi vida especialmente difícil y hostil y que me sirvió de contenedor y expositor de la depresión que estaba padeciendo y los traumas que se me habían enquistado. Lo que pasa, a mi modo de ver, es que en los últimos años me he vuelto más "local". Cada vez me interesan más las dinámicas e implicaciones psicogeográficas, la relación del cuerpo y la psique con el territorio, y tiendo a acotar ahí lo que estoy haciendo. Esto me ha llevado, quizá, a aprender a tener la mente más clara, o al menos lo suficientemente clara como para percibir, traducir y codificar la multitud de componentes transarmónicos que se esconde en los detalles y en el tejido conjuntivo entre éstos, más que en los grandes hechos dramáticos o los temas universales. En cuanto a la evolución de mi estilo... Es otro asunto complicado de tratar. Yo me lo explico a mí mismo como que el hecho de escribir está absolutamente incorporado a mi vida, y ya que creo fervientemente en que uno debe estar en evolución personal continua, siempre aprendiendo trucos nuevos y descubriendo y dejándose maravillar por lo que surja, es algo natural que su arte se desarrolle en paridad con esto. Hacer una descripción explícita de esa evolución, por tanto, sería demasiado complejo y extenso (y aburrido, me temo), pero sí podría reseñar aquí la progresión de ciertos elementos más o menos clave, más o menos característicos en mi prosa, como el retorcimiento y el juego con el lenguaje para provocar algo así como un efecto hipnótico y de inyección subliminal en el lector, que era algo que empecé a hacer por pura intuición, por experimentar, en varios de los relatos de Antifuente y en Hierático (que incluso incorporaba el mismo juego a la trama, presentando un "artefacto neurolingüístico extraterrestre" que el protagonista debía buscar, y que en definitiva no era más que una técnica para que la Ficción afectase a la Realidad) y, al poco, después de haber estudiado Programación Neurolingüística, se convirtió en una herramienta de la que soy plenamente consciente y que he ido refinando (o eso espero) libro tras libro. Otro de estos elementos serían la musicalidad creciente y el acercamiento progresivo a formas poéticas, que eran prácticamente inexistentes en mis primeras obras. Como te comentaba en la pregunta sobre las influencias, la música tiene un papel importantísimo en mi vida, tengo tendencia a codificar mi percepción del mundo en términos musicales, y con el tiempo (y gracias a que hoy en día se está haciendo una música maravillosa, de la que quiero empaparme cada vez más) he aprendido a establecer canales entre esta codificación connatural y lo que escribo, permitiendo que aquella se refleje en esto. Y con la música, inevitablemente, llega la poesía. La música no es (sólo) descriptiva sino evocativa, eminentemente sensorial y subjetiva, y el único modo de acercarse mínimamente un texto a los modos musicales es usando los aparatos de la poesía y la forma en que éstos transforman el lenguaje en armas de, valga la repetición, evocación e invocación. Esto, además, tiene mucho que ver con la magia, otro tema que me obsesiona y del que ya hemos hablado. SS: Hablemos de tu obra de ficción, más concretamente a lo más reciente que es Pasajes a las dehesas de invierno. Se puede entender como un artefacto “matrioska”, una obra en la que se superponen muchas otras, como una pintura cubista. ¿Qué es y qué no es Pasajes a las dehesas de invierno? ¿a qué ha dado paso esta novela, o sea, en qué estás trabajando? FJP: Me alegra que compares la obra con una pintura cubista, porque tiene bastante de eso, de voluntad de desligarse de la interpretación, de descomposición del texto en "planos" con sentido en sí mismos pero que interactúan unos con otros y de traducción de la Trama a Experiencia procurando no caer en la abstracción. Yo defino Pasaje a las Dehesas de Invierno como un "romance esquizofrénico". Para mí es, básicamente, una historia de amor esotérica y transhumanista, en un territorio en el que el tiempo se ha disuelto para que presente, pasado y futuro coexistan. Una historia que también funciona como un artefacto de resistencia política, por lo que tiene de invitación a incorporar las mecánicas de la magia, lo esotérico y la filosofía extrema a la vida cotidiana, a recuperar la Alucinación para formular nuestras propias versiones de lo Real, por retorcidas y dolorosas que pueda resultar, como oposición necesaria al totalitarismo embrutecedor en el Discurso General de la Realidad que nos imponen los poderes fácticos, la dictadura económica, la publicidad, la ciencia-mito (que es esa especie de exaltación fanática y oligofrénica de lo científico, de la explicación científica como medida única y superior de todo lo que existe) y el hecho cultural mediocrizado. En un principio quería escribir un relato dedicado única y exclusivamente a mi mujer (incluso consideré que acabase siendo una novela corta que sólo fuese a leer ella), articulado a partir de cierta reflexión sobre cómo nos conocimos ella y yo, nuestro matrimonio, nuestros rituales y el barrio en el que vivimos y que es el ecosistema en el que se ha desarrollado nuestra relación desde los primeros días. En este primer planteamiento, sin embargo, se empezó a colar de forma absolutamente lógica y natural todo lo que por esa fecha estaba investigando sobre teoría de género en paralelo con el transhumanismo crítico y la teoría de la hiperstición. Así, estas investigaciones se sumaron a la cuestión más o menos autobiográfica, que a su vez ya llevaba sumados mis ejercicios de Topografía Profunda (y Sentimental) por el barrio, y todo se coaguló en el primer borrador de "Pasaje..." y en el convencimiento de que ésta era mi siguiente obra larga, más allá de la intención original; aunque aún conserve mucho de ella. Justo después del último borrador y correcciones de Pasaje a las Dehesas de Invierno escribí algunas piezas usando los mismos mimbres de la novela, un poco a modo de pseudo-spin-offs: "Arco de San Severo", que fue publicado en el boletín de Maelstrom; "Espectros e Inductores (óleo sobre tela, 116,6 x 78,7cm.)", que vio la luz en el número 22 de la revista Obituario; y "Ligadura de Prolongación", que apareció en el número 9 de la revista Kokoro. Desde principios del pasado verano me he dedicado a darle forma al concepto de Ocultismo Noumenal, una especie de disciplina filosófico-práctica basada en el Realismo Especulativo, la Ontología Cíborg, el Horror Cósmico, la Magia del Caos y la Topografía Profunda. Y ahora mismo estoy principalmente dedicado a los relatos, a los guiones de Mutilació del pas de ball, la série de cómics de terror que estoy publicando en la revista Deriva, y a tomar notas para la que espero sea mi siguiente novela. SS: Esta pregunta se la realizo a todo el que entrevisto, pues me interesa tomar el pulso a la profesión sobre sí misma. ¿Cómo ves el panorama actual del género en nuestro país? FJP: Personalmente, lo veo mejor que bien. Da la sensación de que al fin se han superado los complejos de inferioridad que venían siendo habituales, y que daban como resultado que la mayoría de lo que se producía aquí fuese una copia más o menos afortunada, a rebufo y superficial, de la forma de hacer género en contextos anglosajones. Ahora parece que ya no se le tiene miedo a la experimentación ni a la formulación de imaginarios propios, marcados por la propia cultura y el propio contexto pero sin renunciar a la influencia extranjera (que, en cierto modo, ni siquiera se entiende como extranjera, porque a estas alturas, globalización y demás mediante, ya está íntimamente ligada al paradigma cultural propio... hecho que, afortunadamente, es capital a la hora de disolver esos "complejos" de los que estaba hablando). Esto, sin embargo, sólo se aprecia en lo que se está haciendo a determinado nivel, ciertamente lejos de lo más "visible" (los premios especializados, las propuestas de las editoriales grandes y etcétera... en la "industrial literaria" más que en la "literatura", por ponerlo en términos de Kathy Acker), donde lamentablemente aún se mantiene el deje rancio, inerme, impersonal y con olor a fotocopia de una fotocopia. Aunque todavía me queda algo de fe (completamente irracional e ingenua) en que la cosa cambie relativamente pronto, la verdad. Que el género tal como lo teníamos entendido siga acelerando y diluyéndose en el hecho cultural dominante y dando lugar a engendros bastardos que tomen los altos hornos del bando mercantilista e interesado y se impongan incluso a los sectores más reaccionarios. Hay por ahí un montón de autores patrios a los que admiro y me parecen interesantísimos y de sobra capaces de darle un vuelco definitivo a todo. Gente como Guillem López y Daniel Pérez Navarro, que quizá sean los narradores más sólidos de la literatura de género actual; Layla Martínez, que casi sin querer esta moldeando una forma de terror literario radicalmente propia y alucinante; Colectivo Juan de Madre, cuyo trabajo es lo más fresco y español, en el mejor sentido del adjetivo, de lo que se publica aquí; Tamara Romero, Rubén Martín Giráldez, Miguel Guerrero, Weldon Penderton, Nieves Delgado... Y los muchísimos que deben estar publicando en revistas y fanzines y que aún no he leído... Es un gran momento para el género, desde luego. Como mínimo, se está viviendo lo que parece una fiesta en las trincheras. n por Cristina Jurado
La ausencia de premiados en algunas categorías en la ceremonia de los Hugo del pasado 22 de Agosto en Spokane (USA), en el marco de la última Convención Mundial –WorldCon-, no sorprendió a los asistentes. El suceso es consecuencia directa del intento de manipulación de los galardones por parte de un grupo organizado, una maniobra que ya se intentó en 2014, pero que empezó a gestarse tiempo atrás. Este artículo intenta arrojar luz sobre la cadena de acontecimientos que ha llevado a que los premios literarios más conocidos en el ámbito de la ciencia ficción y la fantasía aparezcan en las páginas de múltiples medios de comunicación, y que haya desencadenado una marejada de reacciones por parte de la comunidad de aficionados. Los premios Los Hugo, instaurados en 1953 durante la convención anual de la World Science Fiction Society (WSFS), llevan otorgándose sin interrupción desde 1955. El nombre honra a Hugo Gernsback, fundador en 1926 de la primera revista de ciencia ficción y fantasía Amazing Stories. Considerado como uno de los padres del género por impulsar el trabajo de los autores desde las páginas de su revista, su nombre fue asociado de manera informal con los galardones otorgados por la WSFS en clara referencia a los “Oscar” de Hollywood y no fue hasta 1992 que se oficializó. Está considerado como uno de los galardones más prestigiosos del género fantástico, junto con los Nébula, los Stoker, los BSFA y los Locus. Entre los que han recibido este reconocimiento hay escritores de la talla de Ursula K. Le Guin, Isaac Asimov, Arthur C. Clarke, Joe Haldeman, Frederik Pohl, William Gibson, Orson Scott Card, Neil Gaiman, George R. R. Martin, Octavia Butler, Ted Chiang, China Miéville, etc. Aunque no lleva aparejada ninguna dotación económica, el premio comporta una pátina de prestigio por ser concedido por la WSFS, una organización internacional sin ánimo de lucro que agrupa al fandom de todo el mundo pero en la que ejerce una gran influencia la Asociación Norteamericana. En consecuencia, los premios y las actividades de la WSFS han reflejado tradicionalmente y hasta hace poco el estado del género casi exclusivamente en el mercado anglosajón. El sistema de votación permite a cualquier asistente a las convenciones anuales internacionales (las llamadas “WorldCons”) votar en los premios, sin necesidad de pertenecer a ninguna asociación. Además se estipula que cualquiera que adquiera el supporter membership puede nominar y votar durante la convención en curso, así como proponer nominados de cara a los premios del año siguiente. Esta modalidad está pensada para aquellos aficionados que no pueden permitirse el coste que supone desplazarse a las WorldCons (que cada año se celebran en ciudades diferentes) pero que quieren participar en la elección, obteniendo el material nominado por un módico precio que oscila entre los $40 y los $50. Precisamente este tipo de participación en los premios ha servido para que una iniciativa organizada desde las redes sociales haya intentado imponer a los candidatos cuyas obras eran afines a su ideología. Nos referimos a los “Sad Puppies” y los “Rabid Puppies”. Para conocer el germen de estos grupos, tenemos que remontarnos en el tiempo. El antecedente: LonCon2014 El año pasado la comunidad de fans de la literatura de ciencia ficción y fantasía recibió con desigual entusiasmo el palmarés de los premios Hugo. Si bien la mayoría de aficionados se alegró de que los galardones reflejaran la diversidad cultural, étnica y sexual que parece caracterizar al género en los últimos tiempos, un grupo de escritores, editores y lectores con ideas conservadoras puso la nota discordante: los autodenominados “Sad Puppies”, liderados por el escritor norteamericano Larry Correia. Este grupo tiene su origen en una campaña que el propio Correia inició en enero de 2013 para conseguir que su novela, Monster Hunter Legion, saliera nominada en los prestigiosos galardones. El ya célebre nombre canino del grupo proviene de una etiqueta creada por el propio Correia en el segundo post que dedicó en su blog a este asunto, y procede de un anuncio televisivo contra la crueldad animal. La campaña no obtuvo ni el éxito ni la cobertura mediática esperados, por lo que este mismo escritor organizó una segunda a comienzos de 2014. Con el paso de los meses, y gracias al poder conectivo y comunicativo de las redes sociales que amplificaron los post periódicos de Correia, un mayor número de aficionados se fue adhiriendo a las ideas de los “Sad Puppies”, defendiendo el derecho de los trabajos de ciencia ficción y fantasía pulp más clásicos y de ideología más conservadora a ser elegibles en los Hugos. Este colectivo no se siente representado, ni en las candidaturas al premio ni en los ganadores, y sostiene que los criterios con los que actualmente se valora a las obras van más allá de los estrictamente literarios. En palabras del propio escritor: “Con Sad Puppies 1 intenté meter el dedo en el ojo de los literatos sin sentido del humor al conseguir una nominación a los Hugo para Monster Hunter Legion nation (1) […], acción pulp desvergonzada y no ficción tosca con mensaje (2) […] para hacer que los críticos literatos se quemen de manera espontánea (3).” Sin embargo, y a pesar de que lograron colocar algunas obras en varias categorías (entre ellas Warbound, el tercer volumen de la saga The Grimnoir Chronicles de Correia), el resultado final de la votación se tradujo en el respaldo por parte de los fans hacia las obras y los autores que representan las nuevas tendencias en el género. Estas tendencias son, en realidad, el reflejo de los cambios sociales derivados del reconocimiento de los derechos de las minorías históricamente marginadas: apostar por más autoras, más escritores procedentes de minorías étnicas, más obras con trasfondo social, y más personajes representando colectivos con diferentes orientaciones e identidades sexuales:
La radicalización: los “Rabid Puppies” A comienzos de 2015, otro norteamericano, esta vez Brad R. Torgensen, tomó el relevo de Correia y comenzó a organizar a los simpatizantes de los “Sad Puppies” en una tercera campaña. El perfil y la trayectoria de Torgensen eran muy similares a los de su predecesor al frente de los puppies: americanos y escritores, ambos habían sido nominados en años anteriores al John W. Campell, y a ambos se le había escapado. Los argumentos ofrecidos para justificar una tercera cruzada apuntaban a una rebelión contra las prácticas dominantes en el fandom. Torgersen se refería a campañas “veladas” en anteriores ediciones de los Hugos para nominar ciertos trabajos, señalando posts en diversas webs de gran influencia entre los aficionados en los que los blogueros ofrecían quinielas sobre posibles candidaturas. También apuntaba a las críticas negativas que habían recibido los puppies por denunciar públicamente este tipo de prácticas. Los “cachorros” señalaban directamente a sectores concretos dentro de la industria y los aficionados, colectivos progresistas formados por escritores, editores, artistas, blogueros, cineastas y lectores que incorporaban ideas afines al partido demócrata norteamericano y a los grupos de izquierdas. Se trata de los “guerreros de la justicia social” (Social justice warriors o SJWs tal y como les conocen sus detractores, o “Pink SF” como les llama específicamente Vox Day). En definitiva, los puppies defendían y defienden una literatura de ciencia ficción y fantasía que premia la diversión, el escapismo y los modelos de personajes que poblaron las obras de la Edad de Oro del género en los años 40 en USA, en la que Asimov, Heinlein, Clarke, Dick o Sturgeon hicieron brillar la space opera, la ciencia ficción militarista, o la inclusión de ciertos elementos religiosos y/o espirituales. Si nos atenemos a la definición del historiador Adam Roberts, se trata de una literatura “que valora un tipo de obra en particular: la ciencia ficción “dura”, caracterizada por una narrativa lineal, héroes que resuelven problemas o hacen frente a amenazas en el marco de una space opera o de aventura tecnológica.” (4) Los esfuerzos organizativos de Torgersen, aderezados con los post de apoyo de Correia (que se sumó de inmediato a la campaña), consiguieron su objetivo: a comienzos de abril de 2015 se anunció la lista de nominados oficiales, que incluía en todas las categorías varios candidatos propuestos por los “Sad Puppies”. Como ejemplo, solo el estadounidense John C. Wright consiguió tres nominaciones en la categoría de novella y una en novellette. Este autor está adscrito a Castalia House, una editorial finlandesa que dice sobre sí misma “apreciar la edad dorada de la literatura de ciencia ficción y fantasía. Los libros que publicamos honran la tradición y la autenticidad intelectual ejemplificada por escritores tales como J.R.R. Tolkien, C.S. Lewis, Robert E. Howard, G.K. Chesterton y Hermann Hesse. Proporcionamos con toda conciencia una alternativa para los lectores que se sienten cada vez más alienados por la ciencia ficción y fantasía dogmática y nihilista que se publica actualmente. Buscamos nada menos que llevar a cabo una revolución Campbelliana en la literatura de género.” (5) Resulta llamativo constatar que el editor principal de Castalia es Theodore Beale, más conocido en las redes como Vox Day. Además de editar, Bale/Day escribe ciencia ficción, es bloguero compulsivo, músico (su banda, Psykosonik, incluyó un tema en la banda sonora de la película Mortal Kombat: Annihilation) y diseñador de videojuegos. Impulsor de una iniciativa para conservar los roles tradicionales de los personajes masculinos y femeninos en los videojuegos denominada #Gamergate, Day apoyó desde un principio las campañas de los puppies, adoptando una postura más radical y que, finalmente, bautizó el pasado febrero como los “Rabid Puppies”: los cachorros tristes pasaron a estar rabiosos. A pesar de que las listas de nominados de los “Sad Puppies” y los “Rabid Puppies” no coincidían exactamente, sí se solapaban con descaro: tres candidaturas coincidentes en la categoría de novela; tres en novella; cuatro en novellette; tres en relato corto; cinco –el pleno- en trabajo relacionado, una en historia gráfica; cuatro en presentación dramática larga (largometrajes); dos en presentación dramática corta (series de TV); cuatro en editor para obras cortas; cuatro en editor para obras largas; cuatro en artista profesional; una en revista semi-pro; tres en fanzine; tres en fancast; cuatro en escritor fan; tres para el John W. Campell. El trabajo coordinado de los “tristes” y los “rabiosos” contribuyó a que la lista oficial de nominados a los premios Hugo se pareciera sospechosamente a las que ellos habían propuesto. Las reacciones a favor y en contra no se hicieron esperar, e incluso algunas webs comenzaron a realizar un completo seguimiento de los posts y comentarios vertidos con vehemencia por simpatizantes y detractores de la maniobra. El 14 de abril de 2015, los administradores del premio descalificaron la obra “Yes, Virginia, There is a Santa Claus” de John C. Wright en la categoría de novellette por aparecer publicada en una página web en 2013. Le sustituyó la historia “The Day The World Turned Upside Down” del holandés Thomas Olde Heuvelt, publicada en 2014 por Lightspeed Magazine, y que terminó llevándose el ansiado trofeo. Solo tres días más tarde, los administradores tuvieron que intervenir de nuevo. Dos autores, Marko Kloos y Annie Bellet, incluidos en las listas de los “cachorros”, rechazaron sus nominaciones en las categorías de novela y de relato corto respectivamente para no verse envueltos en la controversia. Como consecuencia de la retirada de Kloos, la novela del escritor chino Liu Cixin The Three-Body Problem subió a la lista de candidatos, alzándose finalmente con el Hugo. La retórica empleada por Day en sus soflamas blogueras es más agresiva que la desplegada por el tándem Torgersen/Correia. En su blog, y como manifiesto de los “Rabid Puppies”, publica: “nosotros, los de la ciencia ficción de Derechas, no cerramos filas ni estamos de acuerdo en todo. Abarcamos una amplia variedad de perspectivas políticas y tenemos diferentes opiniones sobre cómo gestionar la corrupción y la podredumbre ideológica que prolifera dentro de la moderna ciencia ficción y fantasía. Mis recomendaciones de cara a los premios Hugo del año pasado no fueron las mismas que las de Larry Correia en los Sad Puppies 2, y tampoco son idénticas a las recomendaciones de Brad Torgersen en los Sad Puppies 3. Pero son muy parecidas porque valoramos la excelencia dentro de la ciencia ficción y fantasía actuales, y no la excelencia en “equalitarismo” interseccional, inclusión de géneros y razas, pirotecnia literaria o conejería profesional.” (6) Es posible consultar una completa semblanza de Bale/Day en el artículo “Fachas del Espacio” del blog español El Fantascopio, en la que se enumeran con detalle sus opiniones ultraconservadoras sobre los temas sociales más candentes. Ciertas voces, como la autora Mary Robinette Kowal, dentro de los SJWs llegaron incluso a sufragar supporter memberships para aumentar la base votante, en un intento por contrarrestar la maniobra de los “cachorros”, aunque esa iniciativa también les valió críticas por parte de partidarios y opositores. Vox Day versus John Scalzi Uno de los conflictos más sonados, y que ejemplifica las dos corrientes enfrentadas en el ya conocido como “Hugo affair” o el “puppygate”, es el desencuentro público entre Vox Day y John Scalzi. El californiano Scalzi es otro autor de género que en 2005 recibió el John W. Campbell, un Hugo en 2009 por su trabajo relacionado (Your Hate Mail Will Be Graded: A Decade of Whatever 1998 – 2008), y un Hugo a la mejor novela en 2013 por Redshirts, además de otros reconocimientos. Es una de las cabezas visibles de los SJWs, la corriente mayoritaria en el género que defiende los derechos de las minorías históricamente oprimidas y que aboga por una literatura que refleje los avances sociales. Esta ideología choca frontalmente con las ideas defendidas por Vox Day y sus “cachorros” afines. En sus círculos de adscritos se considera que la industria está dominada por los SJWs, respaldados por importantes editoriales como Tor.com ( y sus editores, la pareja formada por Teresa y Patrick Nielsen Hayden) publicaciones como Lightspeed, o escritores como G.R.R. Martin, y denuncian que han dejado de lado el sentido de la maravilla de la ciencia ficción clásica para apoyar a los artistas que comparten su forma de pensar. Se les “acusa” de patrocinar escritoras, autores de países de culturas distintas a la anglosajona (pero que escriban en inglés, eso sí) o historias en las que se subviertan los géneros sexuales normativos. Vox Day se postuló para conquistar el cargo de presidente de la influyente Asociación Americana de Ciencia Ficción y Fantasía (SFWA) en 2013, cuando ocupaba el cargo Scalzi. Aunque llevaban años lanzándose ataques a través de la blogosfera, el tono de sus discrepancias se recrudeció como consecuencia del apoyo de Day a los “Sad Puppies” y sus continuos comentarios machistas y racistas. Estos últimos le valieron su expulsión de la SFWA en Agosto de 2013, a lo que se añadió su derrota ante Steven Gould. Ambos sucesos supusieron una radicalización del discurso de Day, que culminaría con la creación de los “Rabid Puppies”. Con la intención de arrojar luz sobre las diferencias entre Vox y Scalzi, hace unas semanas me puse en contacto con ambos autores para conocer su opinión de primera mano. A continuación, transcribo sus contestaciones: Cristina Jurado: ¿Dónde y por qué comenzaron sus diferencias con la SFWA? Vox Day: “Mis diferencias con la SFWA comenzaron en Marzo de 2005, cuando los miembros de SFWA Teresa Nielsen Hayden, Patrick Nielsen Hayden (7) y John Scalzi, entre otros, me atacaron públicamente por una columna de opinión en un medio nacional que había escrito en la que un solo párrafo hablaba sobre la relativa escasez de mujeres que escriben ciencia ficción. Como respuesta, me llamaron gilipollas, me tildaron de anti-semita, de ser un desequilibrado mental y muchas otras cosas, y me advirtieron que estaba arriesgando mi carrera en la ciencia ficción si continuaba escribiendo columnas en los periódicos que ellos no aprobaban. En 2013, después de que John Scalzi fuera presidente de la SFWA durante tres años, él y Patrick Nielsen Hayden amenazaron con abandonar la organización y dejar de hacer frente a sus obligaciones si la junta no votaba a favor de mi expulsión, cosa que la junta hizo. Sin embargo, la supuesta expulsión solo era un pretexto para apaciguarlos, ya que los miembros nunca votaron para expulsarme, tal y como requerían las normas de la organización así como las leyes estatales.” (8) Cristina Jurado: ¿Qué relación tiene con #Gamergate, si es que existe alguna? ¿Qué quiere conseguir con los “Rabid Puppies”? Vox Day: “Soy un profesional del diseño de juegos y miembro original de #GamerGate. Espero que los “Rabid Puppies” sirvan para contraatacar y, eventualmente, eliminar la influencia de la ideología de los SJW en la ciencia ficción.” (9) Cristina Jurado: ¿Se siente objeto de una campaña de desprestigio? Vox Day: “Creo que se puede establecer de manera objetiva que he sido objeto de una amplia campaña internacional dirigida a desacreditarme, teniendo en cuenta que periódicos desde Nueva Zelanda al Reino Unido han publicado artículos sobre mí sin ni siquiera preocuparse por hablar conmigo o sin citar mis declaraciones públicas concernientes a los distintos temas tratados. No obstante, me alegra decir que esta campaña no solo ha fracasado sino que ha producido el efecto opuesto.” (10) A John Scalzi le pregunté igualmente cuándo empezaron sus diferencias con Vox Day, si hubo un suceso que desencadenara el desencuentro o si se produjo a lo largo de mucho tiempo. También le pregunté si se sentía objeto de una campaña de desprestigio por parte del entorno de Vox Day y si sabía cuál era el objetivo último de los “Sad” y “Rabid Puppies”. John Scalzi simplemente me respondió: “Cristina, ¿sabes algo? Ayer falleció un amigo mío y hoy todo este asunto no me importa una mierda, y ese tipo no me interesa. Puedes utilizar esta cita si quieres. Con mis mejores deseos, John Scalzi.“ (11) Como el propio Scalzi apunta en su blog, los “cachorros” no se saltaron ninguna de las normas de la WorldCon para nominar en bloque a sus candidatos. Por lo tanto, estaba totalmente fuera de lugar impugnar el proceso de nominación. Sin embargo, una mayoría dentro de la comunidad de aficionados sintió que se había violado una de las reglas implícitas de los Hugo: las votaciones en bloque. A nadie extrañó, por tanto, la reacción de los votantes a los premios, que apostaron por el “No Award” (premio desierto) en las categorías copadas por los elegidos por los “Puppies”. La ceremonia de 2015 se saldó finalmente con varias categorías desiertas: mejor novella, mejor relato, mejor trabajo relacionado, mejor editor en forma corta, y mejor editor en forma larga (el mismo número que el total de veces que el premio ha quedado desierto en todos sus años de existencia). Los “Sad” y “Rabid puppies” no son los únicos que denuncian ciertas prácticas por las cuales se han favorecido a autores y a obras socialmente sensibles, pero sus críticas han ido adquiriendo progresivamente los tintes ideológicos de sus defensores más enérgicos. Hay que recordar que en USA ya se ha iniciado la campaña bipartidista de los candidatos a la presidencia de la nación. Conclusión Hay quienes sostienen que los premios Hugo están tocados y hundidos, mientras otros piensan que las aguas volverán a su cauce una vez que la WSFS apruebe medidas destinadas a prevenir las votaciones en bloque, lo que puede dilatarse unos años. El “Puppygate” ha servido para constatar que existen al menos dos formas de entender la literatura de ciencia ficción y fantasía y, por lo tanto, dos fandoms, uno de los cuáles no se siente representado por los premios más influyentes del género. Ambos colectivos claman victoria. Los “cachorros” dicen haber dinamitado los Hugo, obligando a los votantes a reaccionar ante una lista de candidatos que ofrecía opciones limitadas, y ya hay planes para organizar una cuarta campaña de cara a la WorldCon de 2016, que tendrá lugar en Kansas (USA). Por su parte, los SJWs defienden que es preferible dejar el premio desierto en algunas categorías antes que dejarlo en manos de los candidatos de los “puppies” y siguen manteniendo que la variedad de las candidaturas es la mejor forma de responder a sus “enemigos”. En cualquier caso, la brecha está abierta, reflejando quizás una grieta aún más profunda en la cultura y la sociedad. Habrá que esperar algunos meses, hasta conocer la lista de candidatos del año próximo, para valorar hasta qué punto los premios Hugo están enfermos y si es posible que se rehabiliten o si, por el contrario, no hay solución tal y como están planteados. Notas (1) “Sad Puppies 1 was my attempt to poke the humorless literati in the eye by getting MHN a Hugo nomination” http://www.webcitation.org/6aRd3TqAI (2) “Unabashed pulp action that isn’t heavy handed message fic” http://www.webcitation.org/6aRd3TqAI (3) ”Make literati critics spontaneously combust" http://www.webcitation.org/6aRd3TqAI (4) "the phrase Golden Age valorises a particular sort of writing: 'Hard SF', linear narratives, heroes solving problems or countering threats in a space-opera or technological-adventure idiom.” The History of Science Fiction, p. 195. Palgrave Macmillan, 2006. (5) “Castalia House is a Finland-based publisher that has a great appreciation for the golden age of science fiction and fantasy literature. The books that we publish honor the traditions and intellectual authenticity exemplified by writers such as J.R.R. Tolkien, C.S. Lewis, Robert E. Howard, G.K. Chesterton, and Hermann Hesse. We are consciously providing an alternative to readers who increasingly feel alienated from the nihilistic, dogmatic science fiction and fantasy being published today. We seek nothing less than a Campbellian revolution in genre literature.” (6) “We of the science fiction Right do not march in lockstep or agree on everything. We span a fairly wide variety of political perspectives and we have very different opinions concerning the optimal way to deal with the corruption and ideological rot that is rife within the world of modern science fiction and fantasy. My recommendations for the Hugo Awards last year were not precisely the same as Larry Correia's in Sad Puppies 2, nor are they identical to Brad Torgersen's recommendations in Sad Puppies 3. But they are similar because we value excellence in actual science fiction and fantasy, rather than excellence in intersectional equalitarianism, racial and gender inclusion, literary pyrotechnics, or professional rabbitology.” (7) Editores de Tor.com (8) “My differences with SFWA began in March 2005, when SFWA members Teresa Nielsen Hayden, Patrick Nielsen Hayden, and John Scalzi, among others, publicly attacked me for a nationally syndicated op/ed column I had written in which I wrote a single paragraph addressing the relative dearth of women writing science fiction. In response, they called me a jackass, an anti-Semite, a mentally-unbalanced individual, and numerous other things, and warned me that I was risking my career in science fiction if I was going to continue to write newspaper columns of which they did not approve. In 2013, after John Scalzi had been president of SFWA for three years, he and Patrick Nielsen Hayden stopped paying their dues and threatened to quit the organization if the board did not vote to expel me, which they subsequently did. However, the so-called expulsion was a pretense to mollify the two men, as the membership never voted to expel me, as was required by the organization's rules as well as state law.” (Entrevista a Vox Day, 4 de mayo de 2015) (9) “I am a professional game designer and an original member of #GamerGate. I hope Rabid Puppies will serve to counteract and eventually eliminate the influence of ideological Social Justice Warriors from science fiction.” (Entrevista a Vox Day, 4 de mayo de 2015) (10) “I think it is an objective matter of fact to state that I have been the subject of a large, international campaign intended to discredit me, considering that newspapers from New Zealand to the United Kingdom have run stories about me without ever bothering to speak to me or even directly quote my public statements concerning the various issues they have raised. However, I'm pleased to be able to say that this campaign has not only failed, it has completely backfired.” (Entrevista a Vox Day, 4 de mayo de 2015) (11) “Cristina: You know what, I had a friend die yesterday, and today I couldn't give a shit about any of this, or give a shit about that dude. You can use that as a quote if you like. All best, JS” (Entrevista a John Scalzi, 7 de junio de 2015) por Xavi
Como comenté en la primera edición de la revista, la intención principal de esta sección es presentar algunos relatos escritos en castellano a gente que, como yo, generalmente no había prestado atención a la narrativa breve. Simultáneamente es una buena forma para conocer autores muy interesantes que me habían pasado desapercibidos. Para ayudarme a hacer una primera selección he decidido revisar algunos de los premios más importantes de la narrativa breve de género. En el primer número el protagonista fue el Ignotus de relato. En esta edición le toca al premio más veterano de la ciencia ficción española, el Alberto Magno. Este jugoso premio, organizado por la Facultad de ciencia y tecnología de la Universidad del País Vasco, lleva entregándose de manera continuada desde 1989, aunque ha sufrido diversas modificaciones en sus bases. Lo que siempre se ha mantenido, y a mi parecer es lo que le da su principal atractivo, es la longitud de las obras presentadas, entre 15000 y 25000 palabras, en el límite entre un relato largo y una breve novela corta. Este formato permite a los escritores ofrecer lo mejor de la narrativa breve y también ampliar la presencia de los diálogos y profundizar mucho más en las tramas y en la ambientación. No sabéis cuánto he disfrutado leyendo para poder escribir este artículo. La calidad de los ganadores y finalistas de este premio es muy alta y hay tantos relatos merecedores de comentario que la selección ha sido muy difícil. Una de las ideas básicas de esta sección es que los relatos que se comentan sean accesibles al lector a través de la red, aunque en este caso, al final, haré excepciones y mencionaré a algunos muy recomendables que se pueden encontrar en formato digital y que ya he comentado con anterioridad en mi blog (para no repetirme, básicamente). El servicio de publicaciones de la Universidad del País Vasco publica regularmente volúmenes conmemorativos que recogen los finalistas y ganadores de diversos años, pero muchos de estos volúmenes están ya descatalogados y son de difícil obtención. Si tenéis la oportunidad de haceros con alguno no lo dudéis. Soy de los que prefiere empezar a leer el diario por la contraportada, así que empecemos por el final. Una de las historias ganadoras de 2014 ha sido Horror Vacui, del prometedor escritor Javier Castañeda de la Torre. Utilizando diversas técnicas como entrevistas, informes médicos, cartas…nos describe una sociedad futura influenciada por una nanotecnología que permite, alterando la química celular, controlar y monitorizar el comportamiento de las personas. El protagonista es un policía que, gracias a esta tecnología, intenta prevenir y evitar la comisión de crímenes violentos, pero de una manera mucho más sutil que la que elige Philip K Dick en The Minority Report. El relato toca temas tan interesantes como la posibilidad real del libre albedrío y otras consecuencias morales del uso de esta tecnología, un poco coartadora de la libertad. En la página web del autor también podréis descargaros su relato finalista en la edición de 2013, La paradoja de Teseo, un relato un poco más clásico en formato y temática, aunque con algunos giros interesantes en la trama, que trata sobre la existencia, la individualidad, y las nuevas oportunidades que puede presentar el viaje en el tiempo. El viaje en el tiempo, precisamente, es un pilar importante en las temáticas utilizadas por los autores de ciencia ficción, y no podía faltar una representación en esta selección. Francisco Jesús Carrera Troyano le da una vuelta de tuerca y nos ofrece el divertido relato El novato temporal, segundo clasificado en 1989, en el que un experimentado policía del tiempo encargado de controlar viajes no autorizados a la España del Siglo de Oro debe encargarse de solucionar un caso con la ayuda de un compañero con muy poca experiencia. Muy interesante la ambientación y el world-building, que daría para situar muchas más historias. También sobre los viajes en el tiempo trata Tiempo reciclado, de Juan Ruiz Gallego, segundo clasificado en 1994. Un programa televisivo organiza viajes en el tiempo para grabar y emitir episodios relevantes (y morbosos, a poder ser) de la historia de la humanidad, pero sin influir en los acontecimientos. Un detective privado es alquilado por el jefe de la cadena de televisión para que se desplace al Londres Victoriano. Una interesante mezcla de historia de detectives y ciencia ficción, aunque de resolución algo previsible. No podían faltar aquellos relatos que tuviesen en cuenta el contacto con especies alienígenas no precisamente amistosas. Encontramos varios, los que optan por un enfoque divertido, como Me pareció ver un lindo gatito , ganador en 1997 y que forma parte del Universo Corporativo, escenario muy interesante en el que sitúan sus obras los escritores Guillem Sánchez y Eduardo Gallego, que van a ser protagonistas habituales de esta sección. Con un marcado sentido del humor el relato nos explica el asalto que sufre una nave civil por parte de una especie alienígena desconocida. El único superviviente es un gato, y el ordenador central, muy mermado después del ataque, intentará hacer todo lo posible para que los atacantes no consigan información relevante sobre los mundos humanos. Con un estilo mucho más agobiante y pesimista y narrado en una primera persona, quizá en exceso cargada de adjetivos y repeticiones, está el relato ¿Podemos celebrar ya la victoria? de Víctor Guisado Muñoz, finalista del 2013. La historia central es el viaje que una patrulla de soldados debe hacer a través del paisaje desolado de un planeta en guerra hasta el punto de encuentro donde serán rescatados, mientras son perseguidos por unos alienígenas poderosos e implacables (y muy originales, por cierto). En algunos momentos me ha recordado algunas de las más aterradoras escenas de la saga Alien. La colonización del sistema solar también está presente con El bosque de Hielo, ganador en 1995, escrito por el gran escritor Juan Miguel Aguilera. En este gran relato relaciona la colonización de la Nube de Oort con el descubrimiento de una especie alienígena, y, casi sin darnos cuenta, la historia acaba generando una reflexión muy interesante sobre el tiempo y su relatividad. No es extraño que sea uno de los relatos más importantes de la ciencia ficción española. De la misma manera podríamos calificar al relato El Hombre dormido, de César Mallorquí, segundo clasificado en 1993. Con la excusa del estudio de los sueños de personas especiales que, cuando duermen, presentan ondas nuevas en sus electroencefalogramas, el autor nos presenta un relato muy poético y un mundo onírico que nada tiene que envidiar al creado por el Neil Gaiman. (Podréis encontrar este relato junto con el excelente La pared de Hielo, ganador del 1992, en la imprescindible antología El Círculo de Jericó). También relacionado con los sueños, pero desde una perspectiva muy diferente, encontramos El sueño de la razón, de Armando Boix, segundo calificado en 1996. La protagonista es una enfermera que trabaja en un centro en el que los pacientes han elegido pasarse lo que les queda de vida durmiendo, soñando sueños de su elección. Un muy buen relato, con un fantástico y sorprendente final. Sokrates, escrito por Óscar Fariña fue el relato ganador en 1996 es el representante de la temática relacionada con las IA. El relato es una mezcla interesante de historia, alquimia y ciencia que narra la construcción de un androide siguiendo unas instrucciones un poco místicas, para conseguir albergar a una inteligencia artificial que lleva mucho acompañando a la humanidad, aunque nada es lo que parece. Si hablamos del premio Alberto Magno hay tres nombres que, por presencia en el palmarés, deben destacar sobre los demás. Por un lado tenemos a José Manuel González Rodríguez con siete relatos premiados. Todos estos relatos están recopilados en el libro Recuerdos de la vieja tierra, que, desgraciadamente, no está disponible en formato digital. No he leído ninguno (prometo solucionarlo) y no puedo recomendarlos, pero creo que merece la mención en el artículo. El pódium lo comparten dos escritores por los cuales siento gran admiración. Por un lado tenemos a José Antonio Cotrina, que con el relato Lilith, el juicio de la Gorgona y la sonrisa de Salgari ganó en 1998. El relato, una mezcla muy interesante de ciencia ficción y fantasía urbana nos introduce a un nuevo universo caracterizado por la existencia de ciertas bases espaciales indetectables que están orbitando a diversos cuerpos del sistema solar, y en las que la tecnología avanzada y la magia van de la mano. Un escenario muy interesante utilizado en otros relatos conocidos del autor, como Entre líneas, y al que espero que regrese en breve. En los últimos tiempos Cotrina está publicando algunos de sus relatos ganadores del certamen en formato digital y a un precio muy asequible. Os recomiendo Mala racha (ganador en 2000), Luna de locos (ganador en 2007) y Amanecer (premio UPV 2002). Y ya para terminar, el segundo autor que más menciones ha recibido en este premio es Santiago García Albás. Con el relato El robot brindó con ellos nos presenta un concurso organizado por una empresa fabricante de androides, en el que los concursantes, que deben convivir en una mansión victoriana, deben reconocer cuál de ellos es un robot. De repente uno de los participantes aparece asesinado y a partir de ese momento se inicia una investigación con tintes de novela de Agatha Christie para encontrar al asesino. Un relato divertido y un poco surrealista, alejado del estilo que presenta el autor, un poco más oscuro y pesimista. El año pasado García Albás publicó cuatro de sus relatos premiados en este certamen y con un fondo común del uso de la realidad virtual y la modificación de las percepciones bajo el título de Cybersiones (que también podéis adquirir en formato físico). Los relatos son La parte del ángel (ganador en 2008), El rey Lansquenete (ganador en 2013), El mundo de SIC (segundo premio en 1997) y Delirios de grandeza (segundo premio en 2007). No puedo hacer más que recomendar estos cuatro relatos, que fueron los que durante el verano pasado provocaron mi interés por el premio Alberto Magno y, en mi cruzada por ponerme al día en la ciencia ficción española, me han hecho descubrir autores e historias fascinantes. Nada más, espero que disfrutéis de la lectura de estos estupendos relatos, y os emplazo a la próxima edición, en la que revisaremos los relatos ganadores de otro premio de la ciencia ficción española. ¡Salud, y buenas lecturas! ![]() por Miquel Codony y Cristina Jurado Jesús Cañadas (Cádiz, 1980) es uno de los escritores más prometedores de la literatura fantástica, como demuestra su evolución a lo largo de las tres novelas que ha publicado hasta la fecha (El baile de los secretos, Grupo AJEC; Los nombres muertos, Penguin Random House; Pronto será de noche, Valdemar). Sin alejarse nunca por completo del ámbito del terror, sus libros proponen formas muy distintas de entender el género, tanto a nivel temático como estilístico. Desde SuperSonic hemos querido aprovechar la salida de su excelente Pronto será de noche para realizarle algunas preguntas. Os dejamos en compañía de Jesús. En muchos sentidos Pronto Será de Noche es una novela con un planteamiento diametralmente opuesto a Los Nombres Muertos. ¿En qué medida querías alejarte de lo que hiciste con la novela anterior? Na, en ninguna medida. No es una cosa que se decida, al menos no de manera consciente. Estoy convencido de que cada historia tiene una forma de contarse; lo jodido es encontrarla. Una vez que te planteas el fondo, empiezas a tomar decisiones sobre la forma: la textura, los puntos de vista, el ritmo... el sabor, por así decirlo. Pronto será de noche es un plato muy distinto a Los nombres muertos, y hacía falta cocinarlo de otro modo. ¿Cómo valoras tu evolución como escritor desde “El Baile de los Secretos”? Le tengo muchísimo cariño al Baile y lo defenderé con uñas y dientes delante de cualquiera, pero siete años después de terminarlo, puedo verlo como lo que es: la novela de un principiante, uno que está aprendiendo. Hay muchas cosas que podría haber hecho mejor. Bueno, o mejor dicho, no las hay: el niñato que era yo entonces no las sabía hacer mejor. El niñato que soy ahora sí. Una de las críticas negativas que se me quedaron grabadas empezaba diciendo algo como “El baile de los secretos: la potencia sin control no sirve de nada”. Y tenía razón. Creo que tenía mucho que decir, quizá no tanto al lector como a mí mismo, no sé. El caso es que me solté la melena y con el tiempo he ido aprendiendo a medir más. De todos modos, a lo mejor dentro de siete años estoy diciendo exactamente lo mismo sobre Pronto será de noche. Y espero que sea así, porque significará que no me he quedado estancado. ¿Te parece que las redes sociales han cambiado la relación entre el escritor y sus lectores? No tengo ni puta idea; lo que sí te puedo decir es que a mí me agotan. Cuando estás de promo, te dicen que tienes que estar pendiente, hablar de ti mismo pero solo un poco, compartir cosas chulas, ser un poco polémico pero sin pasarte, aportar contenidos, moderar comentarios y trolls con elegancia... COJONES. Si eso significa que la relación ha cambiado, desde luego ha cambiado a peor. Llámame anticuado, pero creo que lo mejor que puede hacer un escritor es callarse la boquita y dejar que su libro sea el puente con el lector. Si un lector necesita que el escritor le explique sus intenciones, es el que escritor ha fallado. Además, hablar de ti mismo en redes sociales es un coñazo. A mí no me ha escrito Miller para convencerme de que vaya a ver Mad Max. He ido porque todo el mundo hablaba de ella. Y ya ves, se me han caído los huevos al suelo cuando la he visto. Pero claro, uno no tiene el aparato de marketing de Mad Max. ¿Cómo consigues que todo el mundo hable de tu libro? Ni puta idea. Mi respuesta es escribiendo el mejor libro que puedas y cruzando los dedos para que a la gente se le caigan los huevos al suelo cuando lo lean. Entonces empezarán a hablar de él. ¿Y la forma de trabajar del escritor? En La gran belleza, de Paolo Sorrentino, creo recordar que había una escena en la que le preguntaba al protagonista por qué sólo había escrito un libro en su vida. Él respondía algo como: “Es que suelo salir mucho por las noches”. Eso son las redes sociales. Son la perfecta excusa para no trabajar. A mí me gusta pasar el rato charlando sobre mierdas, como al que más. Pero estar todo el tiempo no es bueno. Cuando te borras de las redes sociales te das cuenta de que tienes un montón de tiempo para hacer otras cosas y, esto te va a parecer coña pero no lo es, para pensar. No sé, cuando no tengo nada que vender suelo cerrar mis redes sociales. Y siempre ha habido alguien que me ha dicho “Me parece genial, yo lo haría si pudiera”. Picha, si llegas a este punto, a lo mejor deberías plantearte hacerlo. En cierta forma, Pronto será de noche recuerda a El baile de los Secretos: ambas son novelas corales, con un hilo de muertes inexplicables y con complejas relaciones entre los personajes… Los nombres muertos también es una novela coral hasta cierto punto, aunque el personaje central sea Lovecraft, y el misterio empapa sus páginas. Esa querencia por un gran número de personajes, por las muertes violentas, por el misterio y la incertidumbre, ¿dirías que forma parte de la marca “Cañadas”? ¡Coño, qué bien visto! La verdad es que no me había dado cuenta, pero me tengo que rendir a la evidencia: en la novela que estoy escribiendo ahora también hay múltiples puntos de vista y cantidad de personajes. Así a botepronto, probablemente se deba a mis orígenes roleros: muchos personajes que se mezclan en una sola historia sin un héroe definido. Si eso es marca cañadas, pues bueno, pues vale. Tampoco sé qué otras características habría en esa supuesta marca. De todos modos, me sigo quedando con la marca hacendado. Leyendo Pronto será de noche tuve la sensación de que habías explorado más intensamente los miedos profundos del ser humano, algo que también entiendo puede ser considerado un leitmotiv en tus obras. Se nota que has reflexionado bastante sobre el tema, buscando aquellas situaciones y circunstancias que se pueden reconocer como generadoras de terror: un apocalipsis, un atasco monumental, un calor insoportable, un autobús repleto de niños, una embarazada de nueve meses, etc. La novela podría suceder en cualquier país, los personajes son universales, aunque tú los hayas ancorado en España. Es inevitable pensar en La isla de hormigón de J. G. Ballard cuando uno lee la novela, pero confieso que a mí me venían imágenes de Lorca una y otra vez: la ausencia de agua, que en Lorca representa la vida; la sangre como símbolo de muerte y de sexualidad; el coche, que es un poco como el caballo de Lorca, asociado a la muerte; el metal, otro símbolo de muerte en Lorca, está representado por cuchillos y la pistola de Samuel; el toro, que es un icono de la cultura española, está muy presente en la obra de Lorca… ¿cuáles son los referentes literarios, dentro y fuera del género, que han influido en esta novela? Pues te diré que no vas por muy buen camino: ni Ballard ni Lorca han sido referentes que tuviera en mente cuando la escribía. Otra cosa muy distinta es que lo fueran sin que yo me diera cuenta. Pero claro, de esos hay miles: desde cine de catástrofes hasta novelas policiacas clásicas, desde Gaston Leroux a Agatha Christie a la película 3 días. Al fin y al cabo uno tiene un batiburrillo gordo en la cabeza y de ahí se saca lo que buenamente se puede. Las que sí son conscientes están muy claras desde el comienzo: Cortázar y su cuento Carretera al Sur, Buñuel (y de ahí el salto a Lorca quizá sea más fácil de entender) con el Ángel Exterminador (un grupo de gente atrapada en un sitio que no está cerrado pero del que no pueden escapar) y Lars von Trier con Dogville (por el rollo teatral, de escenario congelado en el tiempo). Pero sobre todos ellos están Juan Rulfo, sin duda. ¿De qué manera ha evolucionado tu proceso creativo en los siete años que separan El Baile de los Secretos y Pronto será de noche? El proceso en sí no ha evolucionado en absoluto: sé lo que me funciona y me pongo a hacerlo. Intento ir caminando a todos lados, y mientras camino se me vienen mierdas a la cabeza que luego apunto y quizá cristalizan en una escena o un diálogo bueno. Luego intento escribir todos los putos días, aunque sea poquito, para no perder el contacto con la novela. Corrijo los fines de semana. Otra cosa es que la vida real se te cuele en medio y empieces a escribir por la mañana en vez de por la noche, o en casa en lugar de en una biblioteca. Pero eso son tonterías. No creo que me haga falta ponerme un girasol fresco en la mesa o escribir siempre con el mismo tipo de lápiz, como García Márquez. Lo que hace falta es partirse los cuernos. Si hay una idea que recuerdo de la película Quills, es ésta: “si quieres escribir, encontrarás el modo”. Y es cierto. Aunque sea usando tu propia mierda en las paredes, como hacía Sade en esa peli. ¿Qué opinión te merece la proliferación en los últimos años de las antologías de género? Como autor, me considero un cuentista peor que mediocre, así que no me ha afectado mucho. Qué le voy a hacer, cada vez que he intentado hacer cuentos me salen cosas chungas. Así que esta eclosión de antologías en los últimos dos o tres años no me ha afectado tanto. Como lector, pues me leo de todo e intento apreciar lo bueno. La calidad de antologías como Presencia Humana o Retrofuturismos me parece indiscutible, así que no puedo sino alegrarme. ¡Y que dure! ![]() por Alexander Páez Guillem López es un autor de género fantástico que ha publicado tres novelas, La guerra por el norte (AJEC, 2010), Dueños del destino (AJEC, 2011) y Challenger (Aristas Martínez, 2015), además de diversos relatos en revistas y antologías como en Presencia Humana Magazine. Ha sido finalista del Certamen Domingo Santos 2014 con el relato “Médicos” y ha publicado un libro ilustrado de aforismos titulado Piensaciertos (Algón Editores, 2013). Esta entrevista está enfocada hacia su última publicación, Challenger, una novela formada por setenta y tres relatos que suceden en Miami, durante los setenta y tres segundos que el transbordador espacial Challenger se elevó en los cielos, antes de convertirse en una bola de fuego y humo. ¿En qué momento surge la idea de Challenger como concepto? Es decir, 73 capítulos cortos alrededor del momento en que el Challenger saltó por los aires. ¿Tenías clara esta estructura antes de ponerte a escribir? Normalmente, cuando me siento a escribir, tengo las cosas bastante claras. Con Challenger tenía trabajado cada capítulo; había lugar para la improvisación, pero no para alterar la estructura. Yo quería hacer un “vidas cruzadas” en torno al desastre del transbordador, no sabía que tendría setenta y tres capítulos aunque me preparé para muchos más. Más adelante, elegí ese número no sólo porque el Challenger volase ese tiempo antes de desintegrarse en el cielo, sino por la significancia que tenía. Durante el proceso de documentación descubrí que la fuga en la junta de uno de los cohetes se produjo desde el mismo momento en que se dio la orden de ignición. El Challenger debería haber estallado en la misma plataforma de despegue. Sin embargo, unas pequeñas partículas de aluminio que se utilizan para mantener la densidad del combustible sólido bloquearon la fuga y el transbordador despegó y voló esos setenta y tres segundos. La misión de esas partículas de aluminio era otra pero construyeron nuestra realidad. La novela tiene setenta y tres capítulos porque representa esas pequeñas cosas que tienen el poder de alterar nuestro mundo. De esa forma, la estructura de la novela es el mensaje en sí mismo. Yo creo que la novela no sólo es una forma narrativa sino también un artefacto visual capaz de narrar en su fondo y su forma. ¿Tenías claro que iban a ser 73 capítulos, ni más ni menos? ¿Hay relatos que se han quedado fuera del libro? Como ya he dicho, preparé muchos más. Una vez desarrollé el concepto de que —al igual que una explosión que nadie esperaba, ocurrió— todo era posible o probable, me dispuse a crear esa sensación en el lector, de que cualquier cosa podía pasar. Así que no me corte un pelo a la hora de trabajar géneros o temas: todo tenía cabida en Challenger porque alimentaba el sentido de la maravilla. Se queraron por el camino o están en alguna otra parte, depende de cómo se mire. ¿Cómo enfocas el género fantástico desde tu novela? Cuando uno investiga un poco en lo que ocurrió en Cabo Cañaveral aquella mañana, ve las fotografías, los documentos gráficos previos al despegue, se percibe una euforia colectiva. Nadie se había planteado que las cosas podían ir mal. Quizá alguien lo hizo —algunos ingenieros lo hicieron, como demostró la comisión Rogers— pero nadie les escuchó. Y, sin embargo, lo imposible ocurre y todo se viene abajo. Hay un momento de silencio que hiela la sangre en los vídeos. La gente mira al cielo y se pregunta qué está ocurriendo. Ahí es donde lo fantástico se hace real, lo improbable ha ocurrido y ¿ahora qué? Se abre una grieta en el horizonte caribeño de la ciudad y ahí lo tenemos. Al final resulta que el hecho fantástico es tan sólo una cuestión de probabilidades, un factor estadístico en nuestras vidas. En otra entrevista contestas que como escritor de fantasía puedes describir un lugar (Miami) sin estar allí. Entonces, ¿el Miami de Challenger existe, o no? Pero es que ahí entramos en el terreno de la definición de existencia. ¿Existencia material? ¿Existe porque nosotros creemos que existe o porque yo escribo que existe? Quiero pensar que existe, no sólo de la misma forma en que lo hacen Las ciudades invisibles de Italo Calvino —o Mickey Mouse o Dios, que también existen—, sino que, de nuevo por probabilidades, en alguna parte es real. Las localizaciones, el contexto cultural e histórico, la línea temporal… todo eso es auténtico, pero ¿existe un cartero en Miami llamado Mario Constanzo cuya familia huyese de Filadelfia acosados por las deudas de juego? ¿Hay una tienda de cómics en NE 83 rd terrace regentada por dos nerds y su colega, un gordo dueño de todo un edificio? No lo sé. Me gusta pensar que es probable. ¿Por qué escoger personajes reales? ¿No estamos hablando de fantasía? ¿Por qué esta decisión? ¿Es necesaria una buena dosis de realidad para que la fantasía funcione? La nota al principio de la novela es la trampa de la metaficción. También es una declaración de intenciones y un aviso al lector: atención, todo lo que viene a continuación es real, deje su juicio y sus prejuicios aquí; estilo Dante y Virgilio cogidos de la mano, pero de buen rollo. La realidad es nuestra vara de medir; todo lo juzgamos conforme a lo que creemos conocer, así que la fantasía tiene que ser mesurable —que no mesurada— en el sentido de que tenemos que compararla y aplicarle parámetros que creemos reales para comprenderla. Podemos escribir sobre mundos gaseosos o razas alienígenas cuyo lenguaje no es sonoro sino basado en la policromía, no importa porque todo se hace inteligible gracias a la nuestra realidad. En los últimos años estamos viviendo un proceso de racionalización de lo fantástico —no sólo en la literatura, en todos los aspectos cotidianos. El auge de las pseudociencias tiene mucho que ver con esto—, se desarrollan procesos por los que la magia tiene una base científica, todo tiene una metodología científica comprensible para el lector. Sanderson sabe tela de eso. Hasta George Lucas inventó los malditos midiclorianos y convirtió Star Wars de fantasía a ciencia ficción. La racionalización de la literatura fantástica es un hecho lógico si observamos la tendencia a expandir su nicho y difuminar las fronteras del género. Me interesa saber tu punto de vista ante el cambio de estilo y de temática con el que enfocas la fantasía. Pasar de dos novelas de cientos de páginas sobre fantasía épica, a Challenger, una novela de difícil clasificación. ¿A qué se debe? Se debe a que soy inquieto y me gustan los retos literarios. Challenger era un proyecto que merecía ser escrito. Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes; es algo que siempre recuerdo cuando tengo una buena idea. Pero tampoco soy tan clásico. Mis novelas de fantasía épica son bastante atípicas en todo caso. En 2008 me pregunté: ¿Akira, mutantes con poderes, clérigos guerreros y elfos alienígenas? ¿Puedo hacer eso? Y lo hice —aunque por circunstancias editoriales se quedó a medias—. Con Challenger pasó un poco lo mismo. Lo malo es que necesito un curso de marketing para vender mis ideas porque cuando las explico siempre provocó un montón de caras raras. Tranquilos, soy más mainstream de lo que parece. La novela se centra más en el enigma cotidiano, en el misterio de lo mundano, que en la propia tragedia del Challenger. ¿Por qué Challenger? ¿Por qué no cualquier otra tragedia televisada? Jovenzuelo, la gente de mi edad recordamos el día en que el Challenger se esfumó en el aire. Escribir algo alrededor de aquel día es algo que necesitaba sacar, fuese como fuese. El plan era utilizar una tragedia generacional que hubiese sido asimilada por la cultura popular, convertida en una verdad absoluta en el subconsciente de todos: el Challenger estalló. Y después contraponer el hecho fantástico. Provocar un pequeño cortocircuito con las verdades absolutas es alimento de la buena magia. Valoré utilizar otras grandes tragedias —WTC es algo que acude a la mente de todos— pero el hecho de un Transbordador espacial que despega, el cénit de aquella escalada capitalista que eran mediados de los ochenta, el personaje de la maestra a bordo… todo jugaba a favor de que Challenger fuese Challenger. ¿Cómo definirías la fantasía desde tu punto de vista, teniendo en cuenta todo lo anteriormente mencionado? Soy bastante académico en ese sentido. Sin embargo, para Challenger, y como ya dije antes, me preparé a escribir sobre un concepto nuevo para mí: lo inesperado. No es realismo mágico y le va de maravilla al fantástico urbano que pretendía dibujar. Aparece cuando la realidad se viene abajo por sus propios medios —que son muchos— y los personajes están indefensos, boquiabiertos y desnudos. ¿Nos podrías contar tus influencias directas para Challenger? Además del propio accidente; películas, autores, novelas… Quiero pensar que he tirado mucho de Carver —y que sigo tirando cada vez que me pongo con un relato—. Y por supuesto, Robert Altman; no sólo en la referencia cinematográfica de Vidas Cruzadas —que siempre me ha maravillado—, sino en la capacidad de los personajes de tomar el timón de la narración y convertirse en motor, a veces escacharrado y caótico, de la novela. La Colmena, de Cela, es un libro que me dejó patitieso hace más de veinte años, así que supongo también hay algo de él aquí; y de la Comedia Humana de Balzac o Italo Calvino; una novela de Geoff Ryman titulada 253 me marcó un poco el camino; Márquez y Cien años de soledad, como no… por Cristina Jurado
Rosa Montero. Narradora. Periodista. Novelista todoterreno. Madrileña de cuna con quince novelas en su haber, tres libros de cuentos infantiles, numerosos relatos e incontables artículos. Si desde sus obras de ficción cuenta lo que imagina, desde sus textos periodísticos cuenta lo que ve, con la valentía de decir lo que en realidad todos pensamos pero muchos no nos atrevemos a decir en público. Hace poco que ha aparecido El peso del Corazón, la secuela de Lágrimas en la lluvia (ambas editadas en Seix Barral), la serie de novelas protagonizadas por la replicante Bruna Husky y ambientadas en el Madrid del S. XXII. Uno de los aspectos más interesantes de la saga de Bruna Husky es su riqueza en referencias: el omnipresente Philip K. Dick (Montero se apropia del personaje de los tecnohumanos o “replicantes”); Larry Niven y su mundo-anillo; Peter F. Hamilton (y la trilogía Void en la que reinos fantásticos se mezclan con sociedades high-tech); y la tradición noir de Raymond Chandler (como en La Ventana Siniestra). Esta abundancia referencial está sólidamente enlazada en una trama que ofrece aventuras detectivescas con mucha acción, conflictos, y escenarios extraordinarios. En realidad, ambas novelas sirven de marco para poner de manifiesto algunos de los males que afectan nuestra sociedad: la xenofobia, la intolerancia ideológica, la identidad del ser humano, etc, y que sobre los que la autora no disimula su interés. Rosa ha tenido la amabilidad de contestar algunas preguntas sobre estas obras, sobre la ciencia ficción en general y sobre su propio proceso creativo. Desde aquí, queremos agradecerle su disponibilidad, a pesar de que se encuentra sumergida en la elaboración de su próximo trabajo. La escritura como aprendizaje Cristina Jurado: Voy a confesarte que tenía ciertos prejuicios a la hora de leer Lágrimas en la lluvia y El peso del corazón. Pensaba que nos encontrábamos ante una autora muy conocida y ya establecida, que se subía al carro de la ciencia ficción y la fantasía ante el éxito reciente de obras literarias (como la saga de Harry Potter o Los juegos del hambre) y cinematográficas (como Juego de Tronos). Estas lecturas me han servido para desmantelar esos prejuicios (¡me está bien empleado!) En alguna entrevista tuya he leído que tus obras de ciencia ficción son las más realistas que has escrito. ¿Por qué te has decantado por la ciencia ficción? ¿Qué te permite hacer este género que no logren otros? Rosa Montero: ¡Jajaja! Mi primera novela de ciencia ficción la escribí hace 25 años.... Se titula Temblor y la publiqué en el año 1991. Es un género que siempre me ha encantado; creo que es una herramienta metafórica poderosísima para hablar de la condición humana. Y además posee, como la novela negra, un vertiente social que me atrae mucho. Para mí estas novelas de Bruna son exactamente igual que cualquier otra novela mía.... Las he escrito con la misma ambición literaria, emocional y expresiva, y además hablan de los mismos temas que el resto de mis novelas. Todos los escritores escribimos siempre sobre lo mismo, sobre una serie de asuntos que nos obsesionan; y escribes sobre ellos para intentar entenderlos, porque no escribes para enseñar nada, escribes para aprender. De modo que en cada novela intentas encontrar una manera nueva de tocar esos temas, una manera más exacta, más profunda y más bella. Y eso es lo que he intentado hacer con mis Brunas. Es simplemente una vía de expresión más, y en mi caso, una vía que me gusta especialmente. CJ: Hay una frase muy hermosa en Lágrimas en la lluvia: “Los androides eran seres solitarios, islas habitadas por un solo naufrago en medio de un abigarrado mar de gentes.” En ambas novelas parece que Bruna es el personaje más “humano” de todos, quizás porque las novelas están escritas desde su punto de vista. ¿Qué significa para ti ser “humano”? RM: Sí por supuesto que Bruna es humanísima.... De hecho, es una figura metafórica de la gran tragedia del ser humano, que consiste en venir a este mundo con tantas ganas de vivir, con tantos deseos y tantos sueños, y estar sin embargo abocado a una muerte siempre demasiado temprana, injusta, absurda, impensable, irracional. La muerte no nos cabe en la cabeza. Y mi Bruna, en efecto, es un personaje humanísimo en todo, en sus sueños y sus deseos y sus miedos y su rabia y su inseguridad y su coraje y sus contradicciones. Creo que es el personaje más poderoso que jamás he escrito y desde luego es el que a mí más me gusta. Por cierto, Bruna es además literalmente "humana". Quiero decir que, en la ficción, tú puedes dotar de humanidad a cualquier cosa; Pinocho es tremendamente humano, por ejemplo, y es de madera. Pero es que además dentro de mis novelas Bruna es "humana", o casi. Quiero decir que no es un robot; es un androide orgánico, en realidad es un clon madurado aceleradamente. O sea que mis reps son humanos, aunque hayan sido manipulados genéticamente. CJ: Al hilo de la pregunta anterior, me gustaría tratar tu proceso de creación. Decidiste que las novelas se narren desde el punto de vista de Bruna, pero no en primera persona. Me gustaría conocer las razones de esa decisión así como saber cómo planteas la elaboración de la historia (si utilizas fichas para los personajes, cómo te documentas, si creas croquis con líneas de argumentos para ayudarte en el proceso, etc.) RM: Sí, como sabes cada escritor tiene su método. Yo suelo tardar unos tres años en escribir una novela (aunque estoy intentando tardar menos porque soy muy mayor y no me queda tanto tiempo, jejeje) y la mitad de ese tiempo lo paso desarrollando la historia en la cabeza y en cuadernitos. Cuando ha pasado el primera año o año y medio, y ya tengo toda la historia en la cabeza y en mis notas, hago una serie de organigramas de la novela, grandes cartulinas con el mapa del libro, o con diversos mapas, diversas maneras de organizar los materiales, planos diferentes y tentativos del libro, por así decirlo. Cuando ya sé cómo va a ser, que va a tener 45 capítulos y lo que va a suceder en cada uno, me siento al ordenador y empiezo a escribir, y en el año y medio siguiente la novela termina teniendo 62 capítulos y un personaje que tenía que llegar hasta el final se muere a medio camino, jajaja.... O sea que la novela es una criatura viva hasta el final. Y la voz narrativa.... es una de las cosas que se me ocurren primero. Escuchas cómo suena el libro en tu cabeza. Y creo que ese narrador omnisciente es un acierto.... Aleja lo suficientemente a Bruna, que si no sería demasiado abigarrada, demasiado intensa, y permite la ambigüedad y el misterio. “Sin esa imaginación, la existencia sería invivible” CJ: En El peso del corazón Bruna viaja al Reino de Labari, una teocracia medievaloide fuertemente jerarquizada instalada en una colonia exoplanetaria que orbita la Tierra. ¿Qué referencias utilizaste para crear este Reino? ¿Habrá viaje al Estado Democrático del Cosmos en la siguiente entrega? RM: Uno de los temas siempre presentes en mis libros es el del fanatismo. Tengo una novela titulada Historia del Rey Transparente que sucede en el siglo XII y que trata exactamente de lo mismo.... sólo que ahí el fanatismo criminal y carnicero está representado por la primera inquisición, creada contra los cátaros. Labari no es más que una nueva versión de esa obsesión. Y el dogmatismo y el fanatismo forman parte de la esencia del ser humano, por desgracia, y han existido desde siempre. Así que me he inspirado en la condición humana. Te recuerdo que Labari ya aparecía en la primera novela, y empecé a escribir Lágrimas en la Lluvia hace ocho o nueve años.... te digo esto porque ahora se le podrían encontrar ciertos parecidos con el ISIS, pero por entontes el ISIS no existía. Y sí, por supuesto, ¡en la próxima novela iremos a Cosmos! CJ: A lo largo de las novelas tratas una serie de temas recurrentes, desde el miedo a la muerte, hasta la xenofobia y la memoria. Reflexionas extensamente sobre esta última y es algo que me ha llamado mucho la atención. A veces, tengo la sensación de que Bruna tiene una actitud ambivalente con respecto a ella: la detesta porque sabe que sus memorias de infancia son ficticias, pero venera los recuerdos de Merlin, su amado desaparecido. Por otro lado, las memorias de Bruna son las de Norpal, lo que hace que sea una androide única. Si nuestros recuerdos no son más que una narración ficcionada de nuestro pasado, invenciones que creamos para no sentirnos tan solos ante los acontecimientos ¿no es la memoria la más creativa y necesarias de nuestras capacidades? RM: Estoy completamente de acuerdo contigo, pero lo que es creativo y necesario para nosotros no es la memoria, sino nuestra imaginación, que es la que se inventa esa memoria. Sin esa imaginación que reescribe nuestro pasado y da una apariencia de orden al caos de la vida, la existencia sería invivible, puro ruido y furia, como decía Shakespeare. Epicteto decía: :”lo que afecta al ser humano no es lo que le sucede, sino lo que se cuenta sobre lo que le sucede”. Ese cuento salvador es la memoria. CJ: Me ha interesado tu utilización de los tatuajes de poder como objetos rituales que controlan el comportamiento. ¿En qué te inspiraste para crear este concepto? RM: Pues no tengo ni idea. Las cosas vienen a tu cabeza aparentemente salidas de la nada, son como sueños que sueñas con los ojos abiertos. Yo tengo tatuajes y me gustan, será por eso. CJ: Por último (y a pesar de que podría hacerte muchas más preguntas) ¿de qué autores crees que has aprendido más y por qué? RM: He aprendido de todos, absolutamente de todos, los buenos y los malos, porque de los autores que no te gustan también aprendes. Pero en fin, por ser más concreta en estas novelas de Bruna hay dos autoras cuya influencia es más consciente: Ursula K. LeGuin y Patricia Highsmith. por Cristina Jurado @dnazproject
Las antologías se han convertido en una de las apuestas literarias más populares dentro de la ciencia ficción en nuestro país. En los últimos dos años, casi todas las editoriales de género ofrecen alguna en sus catálogos, y hasta los sellos especializados de las grandes casas de edición se han dejado seducir por estos productos. No solo parecen gozar del favor de la crítica sino que han terminado por conquistar al público español, que tradicionalmente ha favorecido formatos más extensos como la novela. ¿A qué se debe esa tendencia? ¿Es una respuesta puntual a la coyuntura económica de crisis, reflejo de la evolución natural del género o ambas cosas? ¿Qué aporta la antología a la ciencia ficción? A continuación, se propone explorar este tipo de obras, circunscribiendo el ámbito de estudio a las ediciones en España. El éxito actual de este tipo de productos literarios no puede comprenderse sin realizar un repaso a su trayectoria en el mercado, ligada –y también reflejo- de la propia evolución del género en España. Comprendiendo de dónde venimos, podemos quizás anticipar a dónde vamos. Las primeras antologías de ciencia ficción Conviene aclarar que, en literatura, las “antologías” son obras que recopilan textos atendiendo a uno o varios criterios y que, al menos en España, definen compilaciones que incluyen el trabajo, valga la redundancia, de uno o varios autores. En la tradición anglosajona, si embargo, las antologías solo nombran las obras que presentan textos de varios autores, mientras que se conoce como collection al conjunto de piezas literarias de un mismo autor, agrupadas en un solo volumen (1). La aparición de las antologías en la ciencia ficción camina de la mano del florecimiento de la narrativa breve, tal y como recoge Miquel Codony en su artículo “Las antologías y la literatura fantástica”. Desde sus inicios, la ciencia ficción se ha nutrido de cuentos y relatos para vehicular la actividad creativa de los autores, ya que estos formatos respondían a las exigencias de las revistas de género. Porque las revistas pulp se convirtieron desde el final del s. XIX y durante el comienzo del s. XX en el principal canal a través del cuál se distribuían las historias de ciencia ficción, como señala el historiador Jess Nevins. Los relatos pasaron a formar parte del ADN del género, apoyando la experimentación y el crossover con otros géneros. Como apunta Mariano Villareal: “El cuento corto aporta una intensidad prácticamente imposible de conseguir en novela. El autor puede centrarse en un único aspecto y dejar el resto a la imaginación del lector, innovar, arriesgarse, probar nuevas ideas, transmitir todo el sentido de la maravilla.” Para Fernando Ángel Moreno, Profesor de Teoría del Lenguaje Literario en la Universidad Complutense de Madrid, investigador, autor del libro Teoría de la literatura de ciencia ficción (Sportula) y coautor de Historia y antología de la ciencia ficción española (Cátedra), la narrativa breve: “Es un género extraordinario, difícil, propicio para la experimentación, para el juego con el lector, para la crítica incisiva, para obligar a pensar (creo que más aún que la novela). Además de sus valores literarios específicos, el cuento es un lugar precioso para propuestas, para ideas. Puedes lanzar muchas en un solo libro. Las novelas giran, normalmente, en torno a unas pocas. Si aparecen muchos cuentos, aparecen muchas propuestas para que otros las retomen. Se crea un diálogo intertextual muy enriquecedor, mucho más que el crean las novelas. Esto lo tuvieron muy claro tanto los autores de la New Wave como los de la Edad de Oro. Y les fue bien con ello. Hay que educar al lector en la valía del cuento, que es por cierto un género perfecto para nuestro mundo de prisas y transportes fugaces y píldoras de reloj.” Rodolfo Martínez, escritor y director de la editorial especializada en fantasía, ciencia ficción y terror Sportula, insiste en este punto: “El terreno natural de la ciencia ficción siempre ha sido, antes que la novela, el relato: ahí es donde ha brillado el género con más fuerza, más intensidad, donde ha tenido más garra ideológica y ha sabido poner mejor el dedo en la llaga.” Según la SFE -la Enciclopedia de Ciencia Ficción-, las antologías surgirían a partir de los años cuarenta en USA para ofrecer a los lectores la posibilidad de leer relatos en un formato más resistente y cuidado que las revistas. Pero habría que esperar hasta The other worlds (2), publicada en 1941 por Phil Stong, para encontrar una publicación con autores de cierto peso como Harry Bates, Lester del Rey, Henry Kuttner o Theodore Sturgeon. La primera obra que se tituló The Best of Science Fiction apareció en 1946 de la mano de Groff Conklin, con prólogo de John W. Campbell, Jr. y cuarenta historias de escritores tales como Heinlein, Sturgeon, Poe, Asimov, etc. Los 50 y 60: la hegemonía de la space opera Los mercados con la maquinaria literaria más desarrollada –USA, Francia, Reino Unido- serían el espejo en el que acabaría reflejándose el español, dando paso a una serie de iniciativas que reproducirían aquellos modelos editoriales. Pero no es hasta la década de los 50 en que aparece una colección emblemática para la ciencia ficción en España: Nebulae, de la editorial Edhasa. Como señala Alfonso Merelo en sus Cuadernos de Ciencia Ficción, en 1957 se publica una antología de relatos originales de un escritor español, Antonio Ribera, bajo el título El gran poder del espacio. Unos años más tarde, en 1961, un joven autor llamado Domingo Santos irrumpe en la colección Nebulae con los relatos que formarán una antología personal conocida como Volveré ayer. En 1963 se publica Antología de novelas de anticipación de la editorial Acervo, que seguirá apareciendo hasta 1974 (según información recabada en la web La Tercera Fundación), ofreciendo una selección de obras de autores como Pohl, Sheckley, Tiptree, Silverberg, Strugatski, Dick, Ballard, Lovecraft, Aldiss, etc. Entre los autores españoles de esta colección destacan Santos, Buiza, Valverde Torne, etc. La editorial Labor saca al mercado en 1965 una Antología de Cuentos de Ciencia Ficción editada por Javier Lasso de la Vega, con relatos de Brian W. Aldiss, Poul Anderson, James Blish, Murray Leinster, Walter M. Miller, Chad Oliver, Frederik Pohl, Eric Frank Russell, Robert Sheckley y Clifford D. Simak. Dos años más tarde, la editorial Martínez Roca edita Visiones Peligrosas, una antología de Harlan Ellison con cuentos de Farmer, Aldiss, Dick, Sturgeon, Ballard, Brunner, Spinrad, Zelazny y Laumer, traducidos por Domingo Santos y Francisco Blanco. Es también en 1967 cuando Domingo Santos se convierte en el antologista de la Antología Española de Ciencia Ficción de Edhasa, que incluirá textos suyos y de Alfonso Álvarez Villar, Alicia Araujo, Ángel Torres Quesada, Antonio Mingote, Antonio Ribera, Carlos Buiza, Eduardo Teixeira, Eugenio Luque, Federico García II, Francisco Valverde Torne, Jorge Campos, Juan Atienza, Marius Lleget, Francisco Ibáñez Serrador, P.G.M Calin, Santiago Martín Subirats y Tomás Salvador. En 1969 Prensa Española publica la Antología española de ficción científica con relatos de Antonino González Morales (que actuaría como seleccionador y firmaría la introducción), Carlos Romero Guijo, Enrique Jarnés Bergua, Enrique Sáez González, Guillermo Solana, Juan José Plans, Manuel García Viñó y Manuel Tomás Raz. Poco a poco las temáticas irán dejando atrás la space opera, que era una constante en estas primeras antologías, para ir dando paso de manera progresiva a una mayor variedad de asuntos tratados desde una óptica más cercana. Las obras traducidas a nuestro idioma procedentes del mercado anglosajón -y en menor medida, del alemán, italiano, belga, francés y ruso- y que se habían hecho muy populares en colecciones especializadas, sirvieron como fuente de inspiración a los autores nacionales, que ya empezaban a adaptar escenarios, situaciones, personajes y tramas a la realidad española. Los 70 y 80 Quizás, el reciente auge de las antologías en el mercado nacional esté en la enorme influencia de las anglosajonas, que comenzaron a ser traducidas en los 60 pero que se afianzaron en los 70 cuando, recordemos, aún funcionaba la censura del franquismo. Se trataba de colecciones de historias de los autores de la Edad de Oro de la ciencia ficción en inglés, que permitieron a muchos de los escritores españoles entrar en contacto con el género. Hablamos de las antologías publicadas por Bruguera, por la editorial A.T.E, por Luis de Caralt y por Orbis. En estos casos se trataba de traducciones de antologías que se tomaban directamente del inglés o el francés, por lo que no había una labor de selección y revisión de relatos. En este sentido, Ciencia ficción contemporánea daría nombre a una antología que la editorial Bruguera publicó en 1971 con textos extraídos de "The Magazine of Fantasy and Science Fiction" de Bob Leman, Gerald Jonas, Gilbert Thomas, Kit Reed, Leo P. Kelley, Robin Scott, Thomas Burnett Swann. Esta selección se editaría en 1972, 1973, 1975. Es en 1972 en el que aparece Antología de ciencia ficción social de la mano de Carlos Buiza con relatos suyos y de Carlo Frabetti, Carlos Saiz Cidoncha, Guillermo Solana, Jaime de la Fuente, José Luis Garci, Juan Extremadura, Juan G. Atienza, Juan Tébar, Luis Vigil y Manuel Pacheco, en la desaparecida editorial Zero. Esta antología supone un verdadero punto de inflexión en este tipo de obras, tal y como reconoce Juanma Santiago -escritor, experto en fandom y ex-director de la revista Gigamesh-: “ya que por primera vez se prima el criterio de la temática común ("ciencia ficción social"), en sentido amplio, y con todas las limitaciones impuestas por la censura.” En este mismo año sale a la luz la Antología Española de Ciencia Ficción de la editorial P.P.C. (Propaganda Popular Católica) con selección de Raúl Torres y que contenía historias de Francisco Izquierdo, Luis Vigil, Francisco Lezcano Lezcano, Enrique Jarnés Bergua, Fernando L. Serrano, Sebastián Martínez, José L. Martín Sánchez, Alfonso Martínez Mena, Félix Martínez, Orejón, Carlo Murciano, Manuel Pilares, Juan José Plans, Carlos Rojas, Tomás Salvador, Domingo Santos, Pedro Sánchez Paredes, Guillermo Solana, Juan Tébar y el propio Raúl Torres. Miguel Castellote seleccionarían en 1973 los textos que compondrían la Antología de la ciencia ficción en lengua castellana volúmenes I y II para la editorial Ultramar, que contaría con las historias de Carlos Saiz Cidoncha, Jorge Campos, Enrique Jarnés Bergua, Alfonso Álvarez Villar y Juan Atienza, Domingo Santos, Antonio Mingote, Francisco García Pavón y Pedro Sánchez Paredes. La editorial A.T.E editó en 1976 Andrómeda, una recopilación que contenía historias premiadas por la revista “Locus” – las de Christopher Priest, Brian W. Aldiss, y Harlan Ellison- y otras de autores como Andrew M. Stephenson, Bob Shaw, Gerge R. R. Martin, Michael G. Coney, Naomi Mitchison y Robert Holdstock. Así comenzaba la andadura de una colección que se mantuvo hasta 1982 y que sacaría al mercado varios volúmenes con antologías temáticas y otras dedicadas a autores anglófonos y no anglófonos como Otros mundos, otros mares con prólogo de Darko Suvin y historias de Stanislav Lem, entre otros. De 1976 a 1981 la editorial Caralt publicaría un total de 35 antologías, algunas de los cuales recogían relatos de un solo autor –las dedicadas a Arthur C. Clarke, Isaac Asimov, George Langelaan (traducida por Fernando Sánchez Dragó), Brian W. Aldiss, Edgar Allan Poe, Robert Silverberg, Murray Leinster y George. R. R. Martin-, aunque la mayoría mostraba selecciones de varios autores con nombres tan sugerentes como Luna de miel en el espacio, Los hombres paradójicos, o El buldozer asesino. También en los 80, la editorial Adiax publicará las antologías Universo (traducciones de las obras homónimas en inglés editadas por Terry Card y que recogían lo mejor de la narrativa breve de los 70 y 80) y Nuevas Dimensiones, otra traducción de New Dimensions II de la editorial Doubleday con introducción de Robert Silverberg. La editorial Acervo comenzará en esta década a publicar obras de ciencia ficción contando con Domingo Santos como director. En 1976 publicará Antología no euclidiana volumen I y II con historias de Ballard, Bradbury, Sheckley, Priest, Ellison, Le Guin, Silverberg, Clarke, etc. Pero en 1975 sacaría al mercado su Antología de novelas de anticipación, una edición al estilo del omnibus anglosajón donde se reúnen -en un mismo volumen- novelas y novelas cortas, y no solo relatos. Esta obra incluía trabajos de Francisco Lezcano, Alfonso Álvarez Villar, José Sanz y Díaz, José María Aroca, Juan G. Atienza, Carlos Buiza, Domingo Santos, Jacques Ferrón y Francisco Valverde Torne. Martínez Roca editó en 1976 La edad de oro de la ciencia ficción, que después publicaría Orbis, con prólogo del propio Isaac Asimov, con relatos y novellettes que el autor seleccionó de entre los mejores de los años 30. Ese mismo año, Producciones Editoriales publica Infinitum. Ciencia ficción. Antología de relatos y cómics de ciencia ficción con Juan José Fernández Ribera como seleccionador. En 1982 la labor editora de Domingo Santos le lleva a seleccionar para Martínez Roca Lo mejor de la ciencia ficción española con los escritores españoles más relevantes del momento como Alfonso Álvarez Villar, Juan G. Atienza, Luis Eduardo Aute, Gabriel Bermúdez Castillo, Carlos Buiza, Carlo Frabetti, Enrique Lázaro, Juan José Plans, Javier Redal, Ignacio Romeo, Jaime Rosal del Castillo, Carlos Saiz Cidoncha, Ángel Torres Quesada, Luis Vigil o el propio Santos, etc. En 1983 la editorial Orbis editó Visiones Peligrosas I, de la que saldría una segunda edición en 1985 -Visiones Peligrosas II-. En este caso se trataba de una traducción realizada por Domingo Santos y Francisco Blanco de la antología homónima editada por Harlan Ellison que contenía un relato premiado con el Nebula de Phyllip José Farmer y otros de Brian W. Aldiss, Frederik Pohl, el propio Ellison, Miarian Allen de Ford,Robert Bloch y Robert Silververg. Para muchos se convertiría en una obra que abriría las puertas a la Nueva Ola, un movimiento que quería sacudir los anquilosados cimientos de la ciencia ficción. Ese mismo año, Martínez Roca lanzaba Lo mejor de Fantasy & Science Fiction: antología del 25 aniversario con una selección que incluía a autores galardonados con el premio Nébula -Fritz Leiber- o que había hecho doblete con el Hugo –Poul Anderson-. Editado por un conocido antologista, Edward L. Ferman, el resto de las selección incluía a Sturgeon, Bradbury, Asimov y Blish. Se trataba de un número especial de la revista norteamericana “The Magazine of Fantasy & Science Fiction¨ para celebrar su cuarto de siglo de existencia que llegaría a España en 1976, con una edición posterior de 1978 de Mundo Actual Ediciones. Martínez Roca realizó diversas ediciones a principios de los ochenta, añadiendo cuentos al volumen original, que saldría en Orbis de cara al mercado sudamericano (gracias al blog Memorias de un friki por la documentación). En 1985 la editorial Orbis, publicaría Lo mejor de la ciencia ficción I, II y III, traducción de una selección realizada por Edward L. Ferman, con relatos de Harlan Ellison, Phyllis Maclennan, Alfred Bester, Wilma Shore, Stephen Tall, B.L. Keller, Poul Anderson, Gary Jenning, Poul Anderson, James Blish, Frederik Pohl, Raylyn Moore, Phyllis Eisenstein. Como apunta Alfonso Melero en un artículo del blog Libro de Notas, se trataba de una serie que tomaba prestadas obras de las colecciones publicadas por Acervo y Martínez Roca, ofreciendo lo mejor de la producción internacional de ciencia ficción a los lectores castellano-parlantes. Los 90 Desde 1992 la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror (AEFCFT), publica dos antologías tri-temáticas: Fabricantes de Sueños, con los mejores relatos aparecidos durante el año anterior en revistas y fanzines; y Visiones, en honor al Visiones Peligrosas de Harlan Ellison, que tiene como objetivo promocionar a los nuevos escritores noveles y publicar relatos inéditos (3) (4). La labor de Fabricantes de Sueños y Visiones fue y está siendo vital para el género en España, al ofrecer un soporte respaldado por la AEFCFT para dar a conocer escritores noveles y para destacar las historias más interesantes del panorama literario. De cuidada etiqueta, los criterios de selección hacen hincapié en la calidad de las historias. De la luna a Mecanópolis: antología de la ciencia ficción española 1832-1913 es el título de la obra que Nil Santiánez-Tió recopiló para Cuaderns Cremá en 1995. Lo interesante de esta antología es que recogía exclusivamente relatos de autores españoles del s. XIX que habían cultivado el género desde el s. XIX, como Ángel Ganivet, Azorín, Camilo Millán, Enrique Gaspar, Joaquín del Castillo y Mayone, José Fernández Bremón, Leopoldo Alas Clarín, Miquel de Unamuno, Nilo María Fabra, Pompeyo Gener, Ramón Pérez de Ayala, Santiago Ramón y Cajal y Tirso Aguimana de Veca. Según se señala en la entrada sobre esta antología de la Tercera Fundación, esta selección ofrece una mirada sobre los comienzos de la ciencia ficción en España con temáticas que incluyen viajes en el tiempo, experimentos biológicos, utopías, distopías, la conquista espacial, y especulación sobre el futuro de la sociedad y la tecnología. En 1997 Alfaguara publica en su serie juvenil la Antología de los mejores relatos de ciencia ficción con historias de Clarke, Simak, Wells, Asimov, K. Dick, Bradbury y Silververg y Stanislaw Lem, seleccionadas por Ricardo Bernal. La editorial Bígaro publica en 1998 Cuentos de Ciencia Ficción, una recopilación realizada por Miquel Barceló y Pedro Jorge Romero que recogía el trabajo de autores españoles desde 1980. En ella hay historias del propio Barceló y de Julio Septién, Rodolfo Martínez, Javier Redal, Rafael Marín, Ricard de la Casa y Pedro Jorge Romero, Javier Cuevas, Javier Negrete y Juan Miguel Aguilera. La primera década del s. XXI La revista El Melocotón Mecánico publicó en 2000 la Antología de relatos II concurso EMM (El Melocotón Mecánico), con cuentos de Alejandro Domingo Bazán, Antonio Martín Infante, Ignacio Sanz Vallas, Joan Antoni Fernández, Jorge Gallego Alarcón, José Antonio Cotrina, José Carlos Canalda, Salvador Jiménez Gutiérrez, Víctor Miguel Gallardo. Bajo el sello de Grupo Ajec, se trataba de una obra que agrupaba los mejores relatos aparecidos en sus páginas y en los concursos organizados. En 2002 aparece Los cazadores de nubes y otros relatos de Equipo Sirius que recogía el relato ganador y los finalistas del premio Pablo Rido, con textos de Oscar Daniel Salomón, Carlos Manuel Córdoba, Félix J. Palma, Eugenio Sánchez Arrate y Ramón Muñoz. Antología de la ciencia ficción española (1982-2002) aparece en 2003 en la editorial Minotauro de la mano de Julián Díez. Con relatos de Rafael Marín, Elia Barceló, Cesar Mallorquí, León Arsenal, Juan Miguel Aguilera, Joan Carles Planells, Rodolfo Martínez, Armando Boix, Daniel Mares, Ramón Muñoz, Eduardo Vaquerizo y José Antonio Cotrina, representa el primer esfuerzo antológico de autores españoles del siglo XXI. La obra, conocida en los círculos del fandom como la antología naranja, se abre con una análisis de Díez sobre el género en nuestro país. “Mi idea, ante todo, era presentar al lector culto la validez de la actual ciencia ficción española, así que la primera exigencia era la de tener a los autores con mayor rigor en su trabajo. La selección específica del cuento de cada uno intentó buscar una variedad temática, para que el libro fuera ameno en sí mismo, y una representatividad dentro de la obra de cada autor, evitando en la medida de lo posible que el relato además tuviera numerosas ediciones previas.” (Entrevista a Díez en la revista Axxón) Cronopaisajes: Historias de viajes en el tiempo de Ediciones B se publica en 2003 con prólogo de Miquel Barceló e introducción de Peter Haining, el seleccionador de la edición original. Incluía relatos de Bester, Clarke, Bayley, Aldiss, Kornbluth, Mitchell, Russell, Pohl, Briarton, Wells, Asimov, Priestley, Ballard, Finney, Gunn, Amis, Moorcock, Romero, K. Dick, Sprague de Camp, Bradbury, Hugues, Heinlein, Young y Nolan. La editorial Páginas de Espuma lleva al mercado en ese mismo año La Chica de átomos de oro y otros cuentos antiguos de ciencia ficción, una antología de textos de autores como George Barr, Camille Flammarion, George Chesney, Camille Fammarion, Alfred-Louis-Auguste Franklin, Charles Cross, Ruyard Kipling, Octave Uzanne y Albert Robida, Wardon Allan Curtis, Robert Barr, Jack London, Enrique Mauvars, Ray Cummings, Guy de Maupassant, Amado Nervo, G. Macaulay Trevelyan, Francis Stevens o Emilio Salgari. Editada por Francisco Arellano, intentaba ofrecer historias que no estuvieran contenidas en otras antologías y que se hubieran escrito a finales del s. XIX y principios del XX. En 2004 Julián Díez recopila para Minotauro la Antología 10. Relatos de Ciencia ficción española incluyendo el trabajo de Alejandro Carneiro, César Mallorquí, Elia Barceló, Santiago Eximeno, Félix J. Palma, José Antonio Cotrina, Joaquín Revuelta, José Antonio del Valle, Gabriel Bermúdez Castillo y Rafael Marín. A principios de los años 90, Luis García Prado convierte el fanzine “Un fantasma recorre Andorra” en “El fantasma” y luego en la revista “Artifex”, dedicada a la narrativa breve fantástica. Este hecho coincide con el nacimiento de la editorial Bibliópolis, dando lugar a una publicación en papel que optaba por ofrecer únicamente contenidos de ficción, sin artículos, columnas de opinión ni reseñas. Julián Díez se convierte en co-seleccionador de la revista que pasará por diferentes épocas en las que terminará adoptando la forma de libro de bolsillo. A partir de la segunda época, la publicación adoptaría el nombre de Artifex segunda época: antología de literatura fantástica y en 2008 aparece en formato electrónico (pdf) Artifex Nº1 en su cuarta época de la mano de la Asociación Cultural Xatafi, editándose hasta el número 5. "El Melocotón Mecánico" editaría Postales desde la Habana y otros cuentos en 2005, Libertad condicionada y otros relatos en 2006 y 65 instantes y otros relatos en 2009, Magnífica víbora de las formas (editada por Juan Antonio Fernández Madrigal en 2008), y Dionisia Pop (editada por Francisco Javier Pérez en 2008), Bajo la influencia (editada por Daniel Miñano en 2009), Divergencia a más infinito (editado por Fernando Lafuente Clavero en 2011) y las editadas por Sergio Mars: El rayo verde en el ocaso (2008); y La mirada de Pegaso (2010 y premio Ignotus en 2011). Entre 1999 y 2010, Libro Andrómeda editaría varias antologías: Fantasmas cibernéticos (1999), Narrativas Fantásticas (2000); Policía Sideral (2000), 2001: Odisea literaria (2000), Amores extraños (2001), Corazones de obsidiana (2003); Sistema Binario (2003); Dama eternidad (2004); Razas estelares (2004); Especial Phillip K. Dick (2005); La estirpe de Tordón (2005); Historia alternativa (2006); Terror cósmico (2006); Mensajes perdidos (2006); Especial Asimov (2007); Sonrisas y Asteroides (2008); Mundos desconocidos (2009); Utopía final (2010); Cazadores de cometas (2012). Por su parte, Espiral publicaría Impactos en el tercer milenio en 1999, Globalización en 2002, Estación espacial internacional en 2003, Escasez de petróleo en 2004 y Fragmentos del futuro entre 2006 y 2008. Perturbaciones fue el título escogido por la editorial Salto de Página para una antología de relatos fantásticos que publicó en 2009. Juan Jacinto Muñoz Rengel actuó como seleccionador y firmó la introducción de un volumen con historias de extensión variable de José María Merino, Juan Pedro Aparicio, Cristina Peri Rossi, Cristina Fernández Cubas, Norberto Luís Romero, Pilar Pedraza, Julia Otxoa, Elia Barceló, Laura Freixas, Carlos Castán, Luís García Jambrina, Ignacio Martínez de Pisón, Ángel Olgoso, Fernando Iwasaki, Pedro Ugarte, Manuel Moyano, David Roas, Félix J. de Palma, Miguel Ángel Muñoz, Ignacio Ferrando, Jon Bilbao, Óscar Esquivias, Patricia Esteban Erlés, Luís Manuel Ruiz, Óscar Sipány Miguel Ángel Zapata. Ediciones Idea saca al Mercado Trece Gramos de Gofio Estelar: Antología de cuentos canarios de ciencia ficción en 2010, coordinada por Juan Ignacio Royo y Ángel Morales, con textos de Sergio Barreto, Eduardo Delgado, Agustín Díaz Pacheco, Miguel Ángel Díaz Polarea, Félix Díaz, Ramón Herar, Olga Márquez, Iván Morales, Víctor Ramírez, José Rivero Rivas y Juan Ignacio Royo. El carpintero y la lluvia será la primera antología de cuentos de Rodolfo Martínez publicada por Sportula en 2010, a la que seguirán del mismo autor Cabos Sueltos -ese mismo año y ambientada en el universo de Drímar-, y Horizonte de Sucesos en 2011. También en 2011 la editorial miNatura, asociada a la revista del mismo nombre, publicaría la antología El día de los cinco Reyes y otros cuentos con los micro-cuentos de ciencia ficción y fantasía seleccionados a partir del concurso “Primera Convocatoria miNatura Ediciones”. 2012 se convertirá en uno de los más prolíficos en cuanto a publicación de antologías en nuestro país, marcando el pistoletazo de salida de una tendencia que continuará en el 2013, pero que se consolidará en el 2014. No solo se ampliarán el espectro de temáticas utilizadas como criterio de selección, sino que se apreciará una mayor presencia de las autoras de ciencia ficción. Para conmemorar que su catálogo alcanzaba las cien obras, Ediciones Irreverentes lanza 2099. Antología de Ciencia Ficción, bajo la batuta de Félix Díaz y Miguel Ángel de Rus. A las historias de autores consagrados del género a nivel internacional como Julio Verne, Ray Bradbury, Philip K. Dick o Arthur C. Clarke se sumaron las de Stephen Baxter, Carlos Saiz Cidoncha, Ana María Shua o Sergio Gaut vel Hartman, Eduardo Vaquerizo, Pedro Pujante Hernández, Jorge Majfud, Alberto Chimal, Víctor Bórquez Núñez, Raúl Hernández Garrido o Rubén Serrano. La selección incluyó los relatos finalistas y ganador del X Premio Internacional de Relato ‘Sexto Continente’ de Ciencia Ficción y Ficción Distópica. Las obras recopiladas ofrecían una mirada múltiple sobre el futuro desde un punto de vista social, tecnológico, político, científico, etc. En el 2012 Salto de Página publica Prospectivas. Antología del cuento de ciencia ficción española actual en la que Fernando Ángel Moreno actuó como seleccionador. Los relatos incluidos estaban firmados por Carlos Pavón, Cesar Mallorquí, Daniel Mares, Eduardo Vaquerizo, Elia Barceló, Joaquín Revuelta, José Ramón Vázquez, Juan Antonio Fernández Madrigal, Jacinto Muñoz Rengel, Juan Miguel Aguilera, Julián Díez, León Arsenal, Santiago Eximeno, Manuel Vilas, Matías Candeira, Rafael Marín Roberto Bartual y Rodolfo Martínez. Con una completa bibliografía, la antología incluía un interesante prólogo de Moreno sobre las características de la ciencia ficción española, así como una semblanza histórica desde sus modesto comienzos en los bolsilibros. Por su parte, Sportula publicaba Akasa-Puspa, de Aguilera y Redal una antología de relatos basados en el universo creado por Juan Miguel Aguilera y Javier Redal en las novelas Mundos en el abismo e Hijos de la Eternidad. En esta obra se incluía el trabajo de los propios seleccionadores, además de los de José Antonio Cotrina, Rafa Fontériz, Toni Garcés, Rafael Marín, Sergio Mars, Felicidad Martínez, Alfonso Mateo-Sagasta, Daniel Pérez Navarro, Paco Roca, Domingo Santos, José Carlos Somoza, José Miguel Vilar-Bou, José Manuel Uría, Yoss y Jesús Yugo. También este sello será responsable de la aparición de Vintage 62: Marilyn y otros monstruos entorno a la figura de la conocida actriz, incluyendo relatos de Antonio Calzado, Antonio Castro-Guerrero, Alejandro Castroguer, Javier Cosnava, Mario Escobar, Rafael Fernández, Federico Fernández Giordano, Fernando J. López del Oso, Jorge Magano, Rafael Marín, Rodolfo Martínez y Antonio Montes, seleccionados por Castroguer. La segunda década del s. XXI Fábulas de Albión, la editorial que más tarde pasaría a formar parte de Ediciones Nevsky, publicó en 2012 Steampunk: antología retrofuturista editada por Félix J. Palma y con relatos de Óscar Esquivias, Fernando Marías, José María Merino, Juan Jacinto Muñoz Rengel, Andrés Neuman, Fernando Royuela, Luis Manuel Ruiz, Care Santos, José Carlos Somoza, Ignacio del Valle, Pilar Vera y Marian Womack. Ese año también vio la luz La guerra de España contra los Estados Unidos y otros relatos: Antología del padre de ciencia ficción española, con relatos de ciencia-ficción y anticipación de Nilo Fabra para la editorial Berenice. En 2012 también aparece la antología Homenaje, dedicada a la obra de Domingo Santos, editada por la desaparecida editorial Ajec. En esta selección, Santos rinde tributo a los grandes autores de la edad de oro del género tales como Asimov, Bradbury, Clarke, Orwell, etc… Ese mismo año será testigo de la aparición de TerraNova: Antología de Ciencia Ficción Contemporánea de la mano de la editorial Sportula, contando como seleccionadores con Mariano Villareal y Luis Pestarini. Esta primera entrega incluía relatos traducidos al español de Ken Liu, Ian Watson y Ted Chiang con historias originales en español de Eric. J. Mota, Juanfran Jiménez, Teresa P. Mira de Echeverría, Víctor Conde y Lola Robles. La propuesta de TerraNova destacaba por su originalidad y calidad: ofrecía una edición en rústica y en digital de textos traducidos al español de autores contemporáneos conocidos por los aficionados del mercado anglosajón pero poco o nada conocidos por el español, algunos de ellos ganadores de los premios Hugo, Locus, Nebula y World Fantasy. La selección se completaba con historias de autores que escribían en español y que procedían de ambos lados del Atlántico, dando cabida a la narrativa latinoamericana más reciente. Al año siguiente se conseguiría editar la obra en el mercado anglosajón, incluyendo la traducción de los relatos de los autores que escribían en español y añadiendo un texto de Felicidad Martínez. La ciudad, tres momentos, con relatos localizados en un escenario urbano sin nombre de Rodolfo Martínez, saldría al mercado en 2012 desde el sello Sportula, al igual que Roy Córdal, Detective que recogería dos historias del mismo autor. En 2013 se publicaría TerraNova 2 con aquellos cuentos que no habían entrado en la primera edición, como el ya citado de Felicidad Martínez y los de Aliette de Bodard, Adam Troy-Castro, Germán Amatto, Carlos Gardini, Nnedi Okorafor, Pedro Andreu, Greg Egan, Ramón Muñoz, Lavie Tidhar y Ken Liu. El sello Fantascy, del grupo Penguin Random House, se convirtió en la editorial que acabaría lanzando esta obra, contando de nuevo con el tándem seleccionador compuesto por Villareal y Pestarini. En 2014 haría su aparición TerraNova 3, esta vez sin la participación como seleccionador del argentino, con relatos de China Miéville, Eduardo Vaquerizo, Miguel Santander, Emilio Bueso, Jorge Baradit, Ken Liu, Ricardo Montesinos, Liu Cixin, Paolo Bacigalupi, Paul J. McAuley y Sofía Rhei, esta última elegida a través de una convocatoria abierta. Más allá de Némesis es una antología publicada en 2013 de la mano de Sportula que invitaba a varios autores a explorar el universo creado por Juan Miguel Aguilera y Javier Redal en Némesis. Los autores seleccionados fueron José Manuel Uría, María Zaragoza, Sergio R. Alarte, Carmen Moreno, Sofía Rhei, Eduardo Vaquerizo, León Arsenal, Pedro Pablo G. May, Rafael Marín, Javier Negrete, J. Javier Arnau y Rodolfo Martínez, además del propio Aguilera. El mismo sello lanzará Vintage 63: JFK y otros monstruos entorno a la figura del presidente norteamericano y con textos de María Zaragoza, Víctor Conde, Domingo Santos, Àngels Gimeno, Javier Cosnava, Antonio Montes, Federico Fernández Giordano, Gabriel Bermúdez Castillo, Antonio Calzado, Alejandro Castroguer (de nuevo seleccionador), María Teresa Lezcano, Jorge Magano y Antonio Castro-Guerrero. En 2013 las antologías tomaron un nuevo camino a través de la publicación online. La web Ficción Científica, gestionada por José Antonio Cordobés, lanzó una antología gratuita con los relatos que llevaba publicando desde el año anterior. Con prólogo de Cristina Jurado, esta obra se titulaba Ellos son el futuro y recogía cuentos y micro-relatos de la prologuista y de Santiago Eximeno, Felicidad Martínez, José Ramón Vázquez, Miguel Santander, Nieves Delgado, Josué Ramos, Juan González Mesa, Jorge Baradit, Ricardo Manzanero y Manuel Moledo. La editorial Aristas Martínez lanza en 2013 Presencia Humana. Nueva Literatura Extraña una antología de relatos weird con autores como Riot Über Alles, Colectivo Juan de Madre, Robert Juan Cantavella, Laura Fernández, Matías Candeira, Cisco Belabestia, Tamara Romero y Luis Gámez. A través de esta obra, el sello extremeño inició la trayectoria de un proyecto diseñado para continuar en el tiempo, a través de lo que se convertiría en la revista Presencia Humana. Con dos números al año, esta publicación en papel reúne ficción, no ficción, ilustración y una cuidada producción editorial, reivindicando los libros como auténticos objetos de arte. Este año apareció en el mercado español un sello dedicado a la edición digital de antologías que recientemente ha decidido apostar también por las novelas cortas, con temáticas que se debaten entre la ciencia ficción, la fantasía, el weird y el terror. Nos referimos a Fatalibelli, que inició su andadura con la obra Hinc Sun Dragones, dedicada a los relatos traducidos de Tim Pratts y continuando con: Ad Astra con textos de ficción científica de Peter Watts; Arcana Mundi, cuentos fantásticos y de ciencia ficción de Elisabeth Bear; y El ciclo de Xuya, de Aliette de Bodard. Alfa Eridiani publicaría Nuevos Fragmentos de futuro de Fabián Álvarez López y Sportula lanzó una serie de antologías dedicadas a varios autores como: Simetrías Rotas, con cuentos del británico Steve Redwood, algunos traducidos al español y otros especialmente escritos para la ocasión; Bajo soles alienígenas, una recopilación de tres cuentos de Domingo Santos (La piel del camaleón, La soledad de la máquina y El primer día de la eternidad); y Porciones Individuales, una selección de narrativa breve de ciencia ficción de Rodolfo Martínez. El blog Cuentos para Algernon, compiló los relatos que había traducido de inglés desde su creación en 2012 con una selección gratuita online llamada Antología Cuentos para Algernon: Año 1 (5). Esta web sin ánimo de lucro destaca por realizar un interesante trabajo divulgativo en nuestro país de la narrativa breve internacional. Ese mismo año Tyrannosaurus Books publica Ácronos. Antología Steampunk Vol.1, una recopilación de cuentos de este sub-género de autores como Janacek Jadehierro, José Ramón Vázquez, Josué Ramos, Rafael González, Laura López Alfranca, Miguel Aguerralde, Ángel Luis Sucasas, Guillem López, Jesús Cañadas, Pedro López Manzano, Víctor Conde, Paulo César Ramírez Villaseñor, Robber LeBlancs y Luis Guallar Luján. Sportula publicó en 2014 Los Premios Ignotus: 1991-2000, una obra coordinada por el director de la editorial, Rodolfo Martínez, que recogía relatos de él mismo y de Elia Barceló, Rafael Marín, Javier Negrete, Rodolfo Martínez, Juan Miguel Aguilera, Domingo Santos, César Mallorquí y León Arsenal. El libro es un homenaje a la labor de la AEFCFT, que concede desde 1991 los premios Ignotus, e incluye las reflexiones de Mariano Villareal y Juan Manuel Santiago sobre la situación de la ciencia ficción, la fantasía y el terror durante la década de los noventa. La misma editorial lanzaría al mercado ese mismo año Empaquetados, un cajón de sastre con relatos que mezclan la ciencia ficción y la fantasía de la mano de Juan Miguel Aguilera, Antonio Romero, Carmen Moreno, Daniel Pérez Navarro, Domingo Santos, Eduardo Vaquerizo, Felicidad Martínez, Gabriel Bermúdez Castillo, Manuel Miyares, Pablo Bueno, Rafael Marín, Rodolfo Martínez, Santiago García Albás y Víctor Conde. Akasa Puska sería otras de las apuestas antológicas de esta editorial, con la intención de explorar el universo creado por Juan Miguel Aguilera y Javier Redal en las novelas Mundos en el abismo e Hijos de la Eternidad. Bajo la coordinación de Rodolfo Martínez, la obra incluiría textos del propio Aguilera junto con los de José Antonio Cotrina, Rafa Fontériz, Antoni Garcés, Rafael Marín, Sergio Mars, Felicidad Martínez, Alfonso Mateo-Sagasta, Daniel Pérez Navarro, Javier Redal, Paco Roca, Domingo Santos, José Carlos Somoza, José Miguel Vilar-Bou, José Manuel Uría Yoss y Jesús Yugo. También en 2014 se pondría a la venta a través de Sportula Cybersiones de Santiago García Albás, una recopilación de sus tres novelas cortas de ciencia ficción dura: El rey Lansquenete, Delirios de grandeza y La parte del Ángel. Esta obra acompañaría Los pingüinos también se ahogan, otra recopilación de cuentos de Steve Redwood para el mismo sello. Esas fechas serán testigo de la aparición de Mañana Todavía, una antología editada por Fantascy con relatos por encargo dedicados a las distopías con escritores como Juan Miguel Aguilera, Elia Barceló, Susana Vallejo, Emilio Bueso, Laura Gallego, Rosa Montero, José María Merino, Rodolfo Martínez, Marc Pastor, Félix J. Palma, Javier Negrete y Juan Jacinto Muñoz Rangel. Ediciones Nevsky lanza a finales de ese año Retrofuturismos: antología steampunk, siguiendo la estela abierta por Steampunk: antología retrofuturista. Esta recopilación incluye las interpretaciones de este sub-género de Alfredo Álamo, Ángel Luis Sucasas, Félix J. Palma, Francisco Miguel Espinosa, Guillermo Zapata Romero, Jesús Cañadas, Jospeh Remesar, Laura Fernpandez, Cristina Jurado, Luis Guallar Luján, Marian Womack, Noemí Sabugal, Rafael Marín, Rocío Tizón, Rubén Sánchez Trigos, Sofía Rhei y Sergio Linfante. 2014 también fue el año en el que apareció Historia y antología de la ciencia ficción española para la editorial Cátedra. Julián Díez y Fernando Ángel Moreno combinaron sus fuerzas para seleccionar textos de Nilo María Fabra, Azorín, Tomás Salvador, Domingo Santos, Gabriel Bermúdez Castillo, Enrique Lázaro, César Mallorquí, Juan Miguel Aguilera, Elia Barceló, José María Merino y Jacinto Muñoz Rengel. Desde sus más de 500 páginas, no solo realiza un recorrido histórico por el género en nuestro país, sino que profundiza en sus claves, reivindicando su importancia en el panorama literario. Alucinadas, publicada en edición digital en 2014 por Palabaristas y que aparecerá en rústica en 2015 de la mano de Sportula, es una antología de relatos inéditos (a excepción del de Angélica Gorodischer) de ciencia ficción en español escritos por mujeres. Coordinada por Cristina Jurado y María Leticia Lara Palomino, cuenta con un prólogo de la editora Ann VanderMeer e incluye relatos de Teresa P. Mira de Echeverría, Felicidad Martínez, Laura Ponce, Yolanda Espiñeira, Nieves Delgado, Lola Robles, Sofía Rhei, Layla Martínez, Marian Womack, Carme Torras y Angélica Gorodischer. Esta iniciativa marca un cierto hito en la historia de las antologías al recoger el testigo de proyectos del mercado norteamericano que datan de la década de los 70 tales como Women of Wonder. Para el 2015 se prevé que la antología se traduzca al inglés a través de un proyecto de crowfunding coordinado por Palabaristas. Sportula publica en 2014 Crónica de Tinieblas, una recopilación de relatos inéditos basados en el universo ucrónico español de Danza de Tinieblas y Memoria de Tinieblas del madrileño Eduardo Vaquerizo. La selección, realizada por Vaquerizo, recoge el trabajo de Santiago Eximeno, Alfredo Álamo, Josué Ramos, Juan Carlos Herreros Lucas, Joseph Remesar, Víctor Conde, Fernando Ángel Moreno, Gabriel Díaz, Ludo Bermejo, Chus Álvarez Martínez, Alberto García-Teresa, Ramón Muñoz, Pedro López Manzano, Sofia Rhei, Raul Montesdeoca, Cristina Jurado y Josemi de Alonso. Ácronos. Antología Steampunk Vol.2, s de Tyrannosaurus Books aparecería en 2014, coordinada por Josué Ramos, y con textos del propio Ramos y S.J. Chambers, Gloria T. Dauden, Eduardo Vaquerizo, Ángeles Mora, Héctor Gómez Herrero, Cristina Puig, Pedro Moscatel, Luis Carbajales, Laura López Alfranca, Rafael González, Paulo César Ramírez, José Ramón Vázquez, Concepción Perea y Rodolfo Martínez. También dedicada al retrofuturismo, Fuenlabrada Steampunk de Kelonia Editorial sale al mercado con relatos de MA Astrid, Montse N. Ríos, Gloria T. Dauden, Óscar Navas, David Gambero, Rubén Fonseca, Marta Catalán, Víctor M. Yeste, Miguel A. Barbancho, Natalia López Sánchez, Manuel Osuna y Beatriz García Sánchez, y con ilustraciones de David Puertas, Espi, Daniel Expósito, Gener, Azahara Herrero, Pablo Ramos Álvarez, Hugo Salais y de Pablo Uría. Mundos es el nombre de la segunda antología de relatos publicada ese año -online y de manera gratuita- por la web Ficción Científica. Con prólogo de la autora Nieves Delgado, contenía textos de Santiago Eximeno, Eduardo Vaquerizo, Pacoman, Patxi Larrabe, Manuel Moledo, Josué Ramos, María L. Castejón, Erick J. Mota, Josep Cascales, Nieves Delgado, Felicidad Martínez, Richard Montenegro, Ricardo Manzanaro Arana, José Luis Díaz Marcos, Francesc Barrio, Alberto Moreno Pérez, Felipe Rodríguez Maldonado, Iván Guevara y Daniel Frini. La labor de Mariano Villareal continuará en el 2015 con un ambicioso proyecto: Castles of Spain, una antología de los mejores relatos españoles de ciencia ficción y fantasía traducidos al inglés de la mano de un equipo de profesionales encabezado por la traductora Sue Burke y con la colaboración del conocido bloguero y podcaster Elías Combarro –scout de relatos en inglés para la serie de TerraNova ye integrante del podcast Los VerdHugos-. El proyecto, lanzado a principios de año, se basa en una iniciativa de micro-mecenazgos para recaudar los fondos suficientes que permitan sufragar la traducción. Ácronos 3 de Tyrannosaurus Books aparece en febrero de 2015, coordinado por Josué Ramos y Paulo César Ramírez para incluir cuentos que exploran el sub-género del steampunk en distintos escenarios geográficos. Sus autores son Gloria T. Dauden, Raúl Montesdeoca, Elio Quiroga, Jordi Noguera, Laura López Alfranca, Rafael González, Paulo César Ramírez, Esther Galán, el propio Josué Ramos, Armando Valdemar y Rafael Marín. The Best of Spanish Steampunk de Nevsky aparece en el mercado en febrero de 2015, siguiendo la estela de iniciativas como TerraNova y Castles in Spain al ofrecer una selección de narrativa breve de ciencia ficción traducida al inglés. Con introducción de Diana Pho, esta obra incluye el trabajo de Alfredo Álamo, Javi Argauz, Javier Calvo, Jesús Cañadas, Gloria T. Dauden, Francisco Miguel Espinosa, Santiago Eximeno, Cano Farragute, Laura Fernández, Rafael González, Luis Guallar, Isabel Hierro, Jorge Jaramillo, Cristina Jurado, Sergio Lifante, Ismael Manzanares, Rafael Marín, Oscar Mariscal, José Ángel Menédez Lucas, José María Merino, Pedro Moscatel, Oscar Navas, Félix J. Palma, Santi Pagés, Francisco J. Pérez, Paulo César Ramírez, Josué Ramos, Joseph Remesar, Sofía Rhei, Rocío Rincón, Paula Rivera, Leonardo Ropero, Luis Manuel Ruiz, Noemí Sabugal, Rubén Sánchez Trigos, Ángel Luis Sucasas, Rocío Tizón, Eduardo Vaquerizo, Marian Womack y Guillermo Zapata. La tienda online Cyberdark ha comenzado a ofrecer obras de edición propia entre las que destaca una antología de relatos de Eduardo Vaquerizo, Dulces Dieciséis y Otros Relatos. Algunas reflexiones sobre las antologías de ciencia ficción en España La eclosión de las antologías de género durante la segunda década del s. XXI en nuestro país es un fenómeno, cuanto menos, curioso. Cabe señalar que tradicionalmente este tipo de obras no han gozado del favor de las editoriales españolas, que las han considerado productos poco atractivos para el público. Quizás se deba a que los lectores no han respaldado estas obras y/o no han percibido su valor añadido. Tan solo las antologías de un mismo autor parecían estar respaldadas por la masa lectora, siempre que se tratara de autores consagrados. Para Rodolfo Martínez, escritor y director de Sportula: “Desde que empecé a leer ciencia ficción llevo leyendo que las antologías venden mal, que no interesan al lector, que son un suicidio comercial... Y siempre tuve la sospecha de que esa era una opinión que se venía arrastrando desde la primera vez que alguien la dijo y que, con el correr de los años, las cosas fueron cambiando y, simplemente, nadie se molestó en comprobarlo hasta ahora.” El interés de las editoriales estaba, al menos durante el s. XX, condicionado por las preferencias del público y las primeras antologías respondían a una mera función de documentación de lo que los pocos autores del género estaban realizando. En España las antologías de ciencia ficción sirvieron en un primer momento para acercar a los españoles al trabajo de los autores extranjeros, y serían una de las principales fuentes de inspiración de la primera generación de autores patrios. La censura efectuada por la dictadura franquista y el relativo aislamiento de España con respecto a su vecinos a nivel económico, político y cultural intervendrían a la hora de dar forma a un género que se desarrollaría por cauces distintos a los del resto del mundo occidental. Hay que recordar que las primeras antologías eran traducciones de obras ya editadas en el extranjero y no es hasta finales de los 60 que se comienzan a publicar recopilaciones de narrativa breve inédita de autores nacionales. Por tanto, las primeras antologías que recogían narrativa breve inédita en español competían con traducciones de escritores mundialmente reconocidos y premiados. Apenas incluían el trabajo de las autoras, una tendencia que no comenzará a cambiar hasta el s. XXI. Como ya hemos mencionado, las pautas de selección respondían a la necesidad de exponer la producción nacional y solían atender a criterios gerenacionales más que temáticos. No sería hasta el s. XXI que las antologías de ciencia ficción comienzan a agrupar las historias atendiendo a fórmulas predeterminadas: · Antologías temáticas, orientadas a un sub-género en particular, como es el caso de Ácronos v. 1, 2, y 3 y Retrofuturismos dedicadas al steampunk. · Antologías de universos compartidos, basadas en las historias, personajes y escenarios creados que habitan la obra de un autor, como Más allá de Némesis o Crónica de Tinieblas. · Antologías de autor, como Cybersiones u Homenaje. · Antologías diacrónicas, que recogen el trabajo de varios autores a lo largo de un periodo histórico determinado, como Antología de la ciencia ficción española (1982-2002). · Antologías sincrónicas, que recogen la ficción de escritores en un momento puntual de la historia, como TerraNova o Ellos son el Futuro. · Antologías originales, que incluyen relatos inéditos elaborados para la ocasión como Presencia Humana. Nueva Literatura Extraña y Más allá de Némesis y, en general, las antologías de universos compartidos. · Antologías de reimpresiones, en las que se recopilan o bien los mejores textos o bien todos los publicados durante un periodo determinado de tiempo como Cuentos para Algernon vol. 1 o Mundos. Las antologías recogerán el testigo de las revistas de género, cuya progresivo ocaso –después del boom de los 80- implicaría un empobrecimiento de los canales a través de los cuáles los autores podían ver publicadas sus obras, y los fans, críticos y expertos podían compartir sus opiniones y reflexiones. Como apunta Mariano Villareal: “Las antologías y recopilaciones de relatos han existido siempre. Sin embargo, tras la desaparición en España de las revistas literarias de género con distribución comercial, su presencia se hace, si cabe, más necesaria que nunca. Y, de hecho, su número ha aumentado de forma notable en los últimos años, gracias a la facilidad de Internet para coordinar nuevos proyectos en torno a un determinada temática o subgénero: ciencia ficción, fantasía, terror/horror, steampunk, subgénero zombi, distopía... y por el deseo de consumir narrativa breve por parte de lectores y editores dispuestos a satisfacerles.” De cara a los lectores, las antologías sirven como muestrario de la producción literaria, revelando nuevos talentos, descubriendo facetas desconocidas de autores ya publicados, detectando tendencias literarias, repasando otras y, en definitiva, proporcionando un surtido de ficción -que a veces recoge los gustos del público y, otras, ayuda a moldearlos-, y ofrece un producto de lectura cómoda. Como explican Silvia Schetting y Susana Arroyo, la editoras de Fatalibelli: “Desde un punto de vista lector, las antologías ofrecen al aficionado de habla hispana la posibilidad de catar distintos sabores en un mismo plato, como un menú degustación. Ya sea porque te permiten conocer distintas voces, con distintos estilos, o porque te permiten ver cómo diferentes escritores se acercan a un mismo género o tema.” Para Rodolfo Martínez: “Quizá, simplemente, porque en estos tiempos vertiginosos, poder disponer de un libro lleno de relatos de forma que puedas leer uno o dos de la que vas a currar en el tren o el autobús o el metro, viene muy bien.” “[Las antologías] me parecen fundamentales porque son la columna vertebral del género, donde suelen encontrarse sus obras maestras” afirma Fernando Ángel Moreno. Las redes sociales han permitido restablecer el diálogo entre autores y lectores que en la época dorada de los fanzines y revistas de género contaba ya con cierta fluidez, y dotarlo de un dinamismo inédito gracias a la inmediatez de la comunicación y la popularidad de los puntos de encuentro virtuales. Para los autores, las antologías se han convertido en espacios que catalizan la producción literaria y permiten el intercambio y la maduración de ideas, creando lazos referenciales únicos. “Desde un punto de vista editorial,” comentan las editoras de Fatalibelli, “las antologías son una herramienta muy interesante para que el editor descubra tendencias literarias en formación. Y es que cuando seleccionas textos de autores dispares y los presentas unidos bajo el marco de un mismo libro, en cierto modo estás creando relaciones literarias nuevas o hermanando a autores en los que detectas intereses o sensibilidades similares. Laird Barron y Caitlín R. Kiernan, por ejemplo, tienen estilos muy diferentes, pero el hecho de que sus nombres hayan aparecido unidos en diversas antologías de temática lovecraftiana ha creado ya imborrables vínculos entre ambos y ha contribuido a presentarlos como vanguardia de una nueva forma de enfocar el terror. Además, esta forma de crear "grupos" o "generaciones" coherentes puede llegar a tener una gran acogida comercial y despertar el interés por autores noveles, como bien demostró por ejemplo la legendaria "Mirrorshades" (o los "Nueve novísimos" de Castellet, para que quede claro que esto también pasa fuera del género).” Fernando Ángel Moreno añade: “Evidentemente [una antología] hace ver a otros autores y los pone en relación. Creo mucho en los movimientos que se originan a partir de encuentros personales en presentaciones de libros, encuentros de trabajo... que a veces van asociados con las antologías. Yo he aprendido mucho de los editores con los que he trabajado, como Julián Díez o Pablo Mazo, y de quienes me han ayudado en las antologías, como Santiago L. Moreno o Alberto García-Teresa. No creo demasiado en el mito del artista solitario; aunque es cierto que ha habido muchos casos, la mayoría de los escritores no son genios que puedan permitírselo. Por otra parte, apenas existen genios que no contrasten sus perspectivas con otros. Las antologías son esenciales para todo este proceso.” A este respecto, José Miguel Rodríguez, Director de la editorial Tyrannosaurus Books piensa que “las antologías aportan la posibilidad de descubrir al lector nuevos autores, y a veces, a los editores nos permiten descubrir talentos que no conocíamos. Por otro lado, posibilitan explorar ciertas temáticas, aportar nuevos puntos de vista, ofrecer tratamientos frescos e inesperados, estilos variopintos, nuevos enfoques sobre un mismo tema, y esto siempre es estimulante. Si son de un mismo autor, también son interesantes ya que nos pueden dar una visión de conjunto sobre el trabajo de este. A veces, incluso nos permiten ver cómo ese mismo autor es capaz de tocar diferentes géneros, estilos y temáticas y ver cuál es el resultado. Las antologías pueden aportar una visión de conjunto de los diversos enfoques y tratamientos de un tema o género a lo largo del tiempo, por ejemplo, si hacemos una antología de escritores de diversas épocas sobre cuentos de fantasmas, la conquista de otros mundos, etc. ofreciéndonos así una panorámica que de otro modo sería compleja de conseguir. Y finalmente, para un editor, es una manera de compartir y dar a conocer a otras personas aquellos textos de un autor/es, que a uno le han apasionado, o le han parecido interesantes. Así que, pese a todo, en mi opinión las antologías son necesarias, por no decir indispensables.” Las editoriales y los sellos de género están apostando últimamente de manera clara por las antologías, cuya profusión y diversificación -tanto en los temas tratados como en los criterios de selección- demuestra que la ciencia ficción ha alcanzado un cierto nivel de madurez en nuestro país: más autores se animan a cultivar este género (hay más autoras e Internet ha cambiado las reglas del juego en materia de publicación) y el público respalda estos productos a través de sus compras. Esto unido a que existen menos revistas profesionales y semi-profesionales, y fanzines que permitan dar a conocer las obras, ha contribuido a que las antologías hayan adquirido una notoriedad de la que antes carecían. Según Rodolfo Martínez: “Si algo se está demostrando en los últimos, no sé, seis o siete años, es que hay interés por las antologías. Especialmente aquellas que se arman con una cierta coherencia, alrededor de una cierta temática, con un cierto propósito y no son meras acumulaciones de relatos "por que sí". Nunca serán el gran negociazo que quieren los grandes editores, claro, pero para los pequeños y medianos editores (y alguno que otro grande) están demostrando su rentabilidad con creces.” De hecho la propia Sportula o Fatalibelli son dos de los ejemplos más claros de cómo pequeñas editoriales han adoptado las antologías como una parte fundamental y no meramente marginal de su catálogo. A ellas hay que sumar iniciativas realizadas sin ánimo de lucro, como las realizadas por Cuentos para Algernon o Ficción Científica cuyo objetivo es servir de expositor de los autores nacionales e internacionales. Entre las grandes casas de edición, el sello Fantascy de Random Mondadory se ha sumado a la tendencia con antologías como TerraNova o Mañana Todavía. En este contexto, la figura del antólogo es fundamental, pues no solo actúa avistando y seleccionando textos de calidad sino dotando al producto de una coherencia necesaria para garantizar el atractivo del resultado final. Para Juanma Santiago: “Una antología no deja de ser una obra independiente. El seleccionador asume el papel de editor, filtra contenidos y refleja parte de su personalidad.” Sobre ello, Josué Ramos, seleccionador de las antologías Ácronos, comenta que “coordinar una antología no es solo juntar autores, pedirles relatos, amasar todo como una bola y lanzarlo a una editorial para apuntarse un tanto. No es nada fácil y hay que tener las ideas bien claras para lograrlo. Para que una antología sea útil y aporte algo debe centrarse en el valor añadido que se le quiere dar. No se trata solo de escoger un tema y desarrollarlo entre todos. La antología en sí debe tener un hilo conductor y debe buscar ese plus, ese valor que la haga especial. Cuando yo veo una antología nueva, necesito captarlo rápido entre su portada y su descripción. Y no debería ser difícil que un editor sea capaz de ver qué aportará en su catálogo.” También es necesario contemplar el efecto “llamada” de las antologías como obras que ya no suponen un riesgo tan acusado como antaño y que incitan a publicar más obras de este tipo. Si se trata de compilar textos de autores que ya han publicado, que cuentan con una cierta credibilidad entre los lectores y que, por tanto, ofrecen ciertas expectativas de ventas, entonces las antologías han dejado de ser iniciativas audaces tanto literaria como económicamente, lo que en ningún caso supone que ya no generen interés o que no sean productos editoriales válidos. Incluso pueden resultar una fórmula atractiva para lectores y editores que permita la inserción de nuevos talentos que, a su vez, se benefician por razones de proximidad de la credibilidad de los autores con un trayectoria más consolidada que les acompañan. Otro aspecto a tomar en cuenta es lo que Juanma Santiago define como la “fragmentación definitiva de ventas”, un fenómeno producido por el aumento en años recientes del coste del papel, que ha provocado una subida de los precios en las ediciones en rústica, y una popularización de los libros de bolsillo y los e-books. Las nuevas dinámicas editoriales (como el crowfunding, la impresión bajo demanda, la co-edición y hasta la auto-edición) han cambiado las expectativas de las empresas de edición que antes necesitaban vender grandes tiradas para hacer que sus números cuadrasen. Ahora se pueden publicar títulos, entre los que se encontrarían las antologías, sin asumir grandes riesgos a nivel de costes al apostar por alternativas a la impresión tradicional. Las tiradas más cortas ya no suponen una amenaza, sino que se han convertido en algo normal. Como explica Santiago: “Me da la impresión de que la fragmentación definitiva de ventas producida por la crisis de los formatos de papel y la popularización de los libros electrónicos van en paralelo con el aumento de publicaciones de antologías, aunque estas se editen en papel. Antes dependías de unas ventas fijas de unos mil ejemplares para salvar una edición, lo cual eliminaba de entrada la publicación de recopilaciones de relatos. Ahora, al haber descendido el número de ejemplares vendidos, se ha perdido el miedo a editar recopilaciones. No porque estén de moda (que también) sino porque ahora, con la nueva realidad del mercado (impresión sobre demanda, autoedición, bajada de venta en general), sí que salen las cuentas. Al menos, en editoriales pequeñas.” Aún queda por ver qué depara el futuro a las antologías de ciencia ficción en el marco de una sociedad de la información en la que los tiempos de consumo se acortan, la cultura afronta una importante crisis de financiación y las modas generan expectativas poco realistas. ¿Ha llegado este producto editorial a tocar un hipotético techo de cristal o se trata de una obra que ha llegado para quedarse por mucho tiempo? La respuesta dependerá de los vaivenes de una industria como la editorial que se conduce entre los dictados del público y las reglas del mercado. Notas (1) Es importante no confundir esta acepción con nuestra “colección”, referida al esfuerzo continuado de una editorial para presentar una serie de creaciones literarias bajo un epígrafe común, y como dice la RAE, con las mismas características de formato y tipografía. En este artículo nos atendremos a la acepción utilizada por la biblioteconomía en España. (2) Si la primera antología de ciencia ficción original de la que se tiene noticia es Adventures to come, editada en USA en 1937 por J. Berg Esenwein, hay que precisar que no tuvo repercusión alguna al incluir autores poco conocidos. (3) En el caso de Fabricantes de Sueños, la primera edición data de 1999 y han actuado como seleccionadores Alejandro Salamanca, José Luis Rendueles y Mariano Villarreal (años 2000 y 2001), Alberto Cairo, Cristóbal Pérez-Castejón, Javier Romero (2002-2003), Alberto García-Teresa y Belén Blanco (2004), Antonio José Cerveró, José Carlos Canalda y José Vicente Ortuño (2005), Grupo Avalón (2007), Carlos Alberto Gómez Villafuertes, Juan José Parera, Juan Manuel Santiago, Magnus Dagon, Miguel Puente Molins y Pily B. (2008), Carlos A. Gómez, Juan Ángel Laguna, Juan Antonio Fernández Madrigal, Juan José Parera, Pily B y Rafael Rius Sánchez (2009). (4) Por su parte, Visiones comenzaría su andadura el mismo año de la Exposición Universal de Sevilla contando con conocidos seleccionadores tales como -por orden cronológico- Julián Díez, Elia Barceló, Javier Redal, Pedro Jorge Romero, Joan Manel Ortiz, Rafael Marín, Rodolfo Martínez, Juan José Aroz, Juan Miguel Aguilera, Luis G. Prado, Juan Manuel Santiago, Eduardo Vaquerizo, Santiago Eximeno, Mariano Villareal, Antonio Rivas, Tertulia Valenciana, los VerdHugos, David Mateo, Francisco Navarro, Jaime de Scals y Víctor Martínez Martí. (5) La obra incluía el trabajo de Ken Liu, Joseph Paul Haines, Tim Pratt, Jeffrey Ford, Maureen McHugh, Kij Johnson, Rose Lemberg, Mary Robinette Kowal, L. Annette Binder, Aliette de Bodard, Watts y R. B. Russell. Al año siguiente, se editó Antología Cuentos para Algernon: Año 2 con cuentos de Mary Robinette Kowal, Zen Cho, Robert Reed, Tom Crosshill, Tim Pratt, Matthew Cook, K. J. Parker, Rachel Swirsky, Jeff Noon, Terrence Holt, Ken Liu, Oliver Buckram y Anatoly Belilovsky. por Xavi [email protected]
Históricamente he sido un lector de sagas. Si una historia me gusta, cuantas más páginas y volúmenes mejor. En los últimos tiempos, no obstante, mi vida ha dado un cambio importante a nivel profesional y familiar, y cada vez tengo menos tiempo para la lectura, de forma que me he convertido en un “lector de 10 minutos” (los que aguanto antes de caer dormido). En estas condiciones las grandes novelas quedan relegadas a las vacaciones y los fines de semana, y por tanto me he aficionado al relato, un género en el que tenía muchísimas lagunas y que me está proporcionando muchas satisfacciones. Lo cierto es que la tendencia editorial es favorable para mi situación, hay muchos productos interesantes en el mercado: Mañana todavía, Alucinadas, los tres volúmenes de Terra Nova, Retrofuturismos, las antologías situadas en Akasa-Puspa o en la España ucrónica de Danza de Tinieblas … la narrativa breve me atrevería a decir que está de moda, y los proyectos editoriales en este aspecto se multiplican. También tiene su importancia en este fenómeno la aparición de plataformas como Cuentos para Algernon o Maelstrom que proporcionan relatos de calidad de manera periódica y gratuitamente. Seguramente no os he descubierto nada nuevo; si estáis leyendo este artículo y esta revista es casi seguro que conocéis sobradamente los libros y páginas webs anteriormente citadas. Por eso mi intención es presentar algunos relatos un poco más antiguos a gente que, como yo, generalmente no había prestado atención a la narrativa breve. Y para aquellos que estáis más al caso, algunos relatos que puede que os hayan pasado desapercibidos. Voy a centrarme en relatos escritos en castellano, y para ayudarme a hacer una primera selección he decidido revisar algunos de los premios más importantes de la narrativa breve de género. Es cierto que los premios no garantizan la calidad, pero también es cierto que los ganadores han pasado una criba, subjetiva seguramente, pero una primera selección ya está hecha. Otro de los aspectos que he valorado es la accesibilidad de los relatos, de forma que si consigo despertar vuestro interés podáis descargarlos o leerlos en internet sin problemas y de manera legal, claro. En este primer volumen de la revista he decidido basarme en el premio Ignotus de Relato, que se entrega desde 1991 por la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror (AEFCFT) durante las Hispacon. Este último año la ganadora fue Tamara Romero con El aeropuerto del fin del mundo (que podéis conseguir en la antología Visiones 2012 , en la que encontraréis otros relatos que también valen mucho la pena). La autora plantea un escenario en el que, de manera sorprendente, la humanidad reacciona de forma muy tranquila a la inminente caída de un asteroide en el planeta. Hay gente que continúa asistiendo a su puesto de trabajo, y incluso los vuelos internacionales siguen funcionando. La protagonista de la historia quiere viajar a Brasil para buscar a su pareja, pero en el aeropuerto se va a encontrar con algo que no espera. Es un relato un poco extraño, muy inquietante, y a veces me he sorprendido pensando en posibles continuaciones y alternativas a la situación que se plantea, o sea, que me ha dejado intrigado. José Ramon Vázquez fue el ganador en 2013 con Neo Tokio Blues, presente en su recién salida y muy recomendable recopilación de relatos 3.0 . Tetsuo (¿os suena el nombre, fans del manga?) es un profesor de matemáticas en un instituto especial y muy secreto de Japón, al que asisten unas niñas con poderes mentales, destinadas a ser el arma definitiva. Todo va bien hasta que una de ellas muestra un interés que va más allá de lo académico hacia él. La ambientación en el Japón del futuro es una de los puntos fuertes de este interesante relato. David Jasso ganó dos ediciones consecutivas, el 2011 y el 2012. No conocía a este veterano autor zaragozano, tengo la literatura de terror bastante abandonada, y me ha sorprendido gratamente su estilo, ha conseguido atraparme y que empatice mucho con los sentimientos de los protagonistas. Dentro de poco publica su última novela, Disforia, y voy a estar muy pendiente. El viento del olvido, ganador del 2011, es un relato breve bastante deprimente sobre las enfermedades mentales degenerativas. No le acabo de ver la parte de género, francamente, pero está muy bien escrito y consigue tocar la fibra. Víctimas inocentes, el ganador del 2010 es una vuelta de tuerca genial sobre las historias de vampiros, y no comento nada más para no estropear la sorpresa, pero me ha dejado los pelos como escarpias. Otro que ha repetido premio es Santiago Eximeno. No soy parcial con Eximeno, lo reconozco, es uno de mis autores de relatos favorito. Conecto mucho con sus historias, ya toque la ciencia ficción, la fantasía o el terror (o esas mezclas que sabe hacer tan bien). Sus dos relatos ganadores los podéis encontrar en la genial recopilación Bebés jugando con cuchillos (ganadora a su vez del Ignotus como mejor antología en 2009), aunque debo reconocer que no son los dos relatos que más me han gustado de esta colección. En 2006 ganó con Días de otoño. La historia narra la triste situación de un hombre viudo, ya mayor, que intenta acceder al programa espacial de colonización que lo llevará lejos del planeta. Sin grandes aspavientos y con un tono costumbrista construye un gran relato. La primera vez que lo leí me pasó un poco desapercibido, esta segunda vez me ha conmovido. Origami ganó en 2003. El relato se basa en la relación entre un anciano que vive en una residencia y un joven que tiene un don con la papiroflexia. Para escapar de la monotonía el anciano se inicia en esta afición con la ayuda del joven. Se que el relato de Eximeno es anterior, pero siempre que lo leo pienso en una revisión con mucha mala leche de El zoo de papel, de Ken Liu. El ganador en 2009 fue el relato de terror Lluvia sangrienta de Roberto Malo. La premisa del relato es que en el cielo aparecen unas misteriosas nubes de color rojo que, como indica el título, van a provocar una lluvia de sangre. Empieza lento, un poco confuso y abusando de los diálogos, pero a medida que la situación evoluciona va mejorando hasta conseguir un escenario muy agobiante y un clímax sorprendente. Muy recomendable. Eduardo Gallego y Guillem Sánchez son dos veteranos autores de ciencia ficción que han creado un interesante universo, el Universo Corporativo o Unicorp, en el que sitúan sus relatos y novelas. Han sido galardonados con diversos premios, y en 2002 se llevaron el Ignotus por Fortaleza de invicta castidad, un relato muy divertido y gamberro con fondo de space-opera. Este universo ha despertado mucho mi interés, y ya he leído algunos relatos más que me han gustado mucho y que comentaré en posteriores entregas. Una canica en la palmera, de Rafael Marín, ganador del 2001 es un entrañable relato de fantasmas que he ido leyendo con una sonrisa de cariño en la cara. Lo hace especial la naturalidad de la narradora, una espabilada niña de ocho años durante uno de esos interminables veranos de la niñez en los que se pasa el tiempo en parques, playas y piscinas. En uno de estos parques conoce a un niño un poco peculiar, que le va a enseñar nuevos juegos. Un gran relato. Y aquí me paro. Los relatos anteriores al 2000 están recopilados en Los premios Ignotus 1991-2000, de la editorial Sportula. Encontraréis excelentes relatos de escritores ya consagrados y considerados clásicos en la literatura de género del país, como Rodolfo Martínez, Javier Negrete, Juan Miguel Aguilera o César Mallorquí. Aparte de los relatos cuenta con una sección que narra la historia y origen de este premio, realmente interesante. Espero que en un futuro se publique la recopilación de los relatos ganadores del 2000 al 2010, que contará seguro con un comprador. Confío que este artículo haya sido de vuestro interés. Si es así la intención es continuar revisando diversos premios, como el Domingo Santos, el Nocte, el UPC o el Alberto Magno en posteriores ediciones. ¡Salud y buenas lecturas! Reseña
por Alexander Páez Ocurre, muy de vez en cuando, que aparece un libro para desbaratar todos nuestros planes. Ese libro aparece por casualidad, casi una serendipia de papel, para instalarse en lo alto de mi pila de lecturas, para robarle el lugar al libro que tenía entre mis manos en ese momento e instalarse sin disimulo en su lugar. Ese libro es Distancia de rescate, de Samanta Schweblin. El libro tiene una gran cantidad de lecturas. Puede decirse que es una novela sobre la ambigua relación entre madres e hijos, ese amor y adoración que se puede convertir en puro terror y ansiedad. También el tratamiento del campo, de lo rural y bucólico y su transformación en algo peligroso y tóxico. Y quizá el punto más controvertido de esta historia, su punto de género fantástico. Distancia de rescate es un relato de terror, donde el curanderismo rural tiene un papel central en cuanto a conceptos tan extraños como la transmigración de almas. Y esto nos acerca de nuevo el debate tan manido de situar la fina línea del género fantástico en cuanto al realismo. Tarea que, por mi parte, no voy a aventurar. Distancia de rescate es una novela corta (o nouvelle) donde se condensa un relato repleto de recursos literarios, sentimientos y situaciones que, ligados con un lenguaje apabullante confieren a esta historia una potencia terrorífica. Samanta Schweblin reivindica que ella no es novelista, ella cuenta cuentos. Según he podido leer en un artículo sobre la autora en Vice, los engranajes editoriales la presionan para escribir novela, pero ella es una férrea defensora del cuento. Quizá Distancia de rescate sea su pequeña aportación a esta voraz máquina editorial. Un relato lo suficientemente largo como para publicarse de forma independiente pero que no llega a ser novela. Entre sus obras más conocidas están El núcleo del disturbio, Pájaros en la boca y La pesada valija de Benavides. Todos estos libros son cuentos que experimentan con formas literarias, con el lenguaje como ella misma dice en otra entrevista, todos comparten un factor común: la tensión narrativa. Este relato se hizo más extenso, como confiesa en la misma entrevista, debido a que la estructura del relato no cuadraba en un el formato de cuento y se vio obligada a alargarlo. Esta novela provoca que el lector asocie la belleza con algo terrible y genera desconfianza. El mundo rural, ese lugar con el que todos soñamos con escapar a respirar aire puro es fruto de un escenario macabro y tenebroso. Oscuro. Aquel lugar donde encontrábamos sosiego y seguridad, es ahora sinónimo de agresión. Esto ocurre debido a una amenaza que se cierne tanto sobre el lector como sobre los personajes, la amenaza de la contaminación. Esta amenaza es narrada de forma peculiar, en forma de diálogo, dos voces cobrarán protagonismo, la de David y la de Amanda. David guía la narración de los recuerdos de Amanda, exigiendo ciertos detalles de la historia. David sabe que hay algo que necesita ser contado, pero necesita que Amanda llegue hasta ese núcleo sin dejar ningún detalle en el camino. David necesita que ella se dé cuenta de lo que es importante a partir de su propio relato. Amanda ordena acontecimientos, los mide y los refiere de forma detallada, ya que debe ser meticulosa y observadora. La tensión que crean estas voces narrativas se incrementa todavía más cuando Amanda hace preguntas, interrumpiendo el relato y David la urge a continuar, sin tregua. Esto consigue un ritmo vertiginoso y cierto vértigo al saber que hay algo en las sombras que queremos ver aunque sabemos que nos va a desagradar y cuya imagen no vamos a poder borrar de nuestra memoria. Esta presión generada por el relato se explicita con el concepto de “distancia de rescate”, como la propia autora define en una entrevista: “es como un fino hilo de pescar que me conecta con mi hija y que se tensa cuando nos separamos demasiado”. Hay un temor latente que existe durante toda la novela y una ambigüedad complicada con los detalles de la narración de Amanda. ¿Qué es más aterrador, perder a un hijo, o perder su alma? ¿Envenenarnos con agua? ¿La ansiedad de no saber qué va a ocurrir o qué está ocurriendo? Hay una presencia siniestra que puebla todo el relato y que se vuelve más real cuando aparece la distancia de rescate. David es un chico inquietante, que nos habla al oído mientras habla a Amanda. Pero todo esto se resume en la pregunta que llevó a Samanta Schweblin a escribir esta historia, ¿y si un día tu hijo te dice: “No soy yo”? En esta obra se exploran las consecuencias extrañas de esta pregunta de forma que terminamos con gran parte de la obra adherida a nuestra memoria, con la voz de David y la desesperación de Amanda hostigando nuestro recuerdo. Reseña
por Alexander Páez Harrison Harrison es nuestro protagonista. O deberíamos decir Harrison Squared, es decir, Harrison2. O como él mismo dice, H²×5 (Harrison el quinto de su nombre) protagoniza esta novela de Daryl Gregory. Harrison Squared es una precuela independiente de We are all completely fine, ya que se desarrolla en el pasado del protagonista de esta otra novela. En esta nueva novela el tono es más juvenil, nuestro protagonista es un adolescente de 16 años y sus aventuras las pasará en un colegio de lo más tétrico en la población de Dunnsmouth (lugar que le hace famoso en We are completely fine). Harrison y su madre se han mudado a Massachusetts, al pueblo costero de Dunnsmouth donde deberá ir a la escuela durante algunos meses hasta cumplir la mayoría de edad. Su madre es una bióloga marina especializada en descubrir bestias marinas enormes (grandes ballenas, tiburones y, durante el transcurso de esta novela, la búsqueda del calamar gigante). Harrison tiene un sentido del humor mordaz y una peculiar e inteligente forma de ver las cosas. Lejos de dejarse intimidar ante los oscuros muros de la escuela, se pasea por ellos con aire indiferente, observando lo extraño del lugar. El autor aprovecha la narración en primera persona para realizar una curiosa parodia de lo que podría haber sido una novela de terror. Por poner un ejemplo, Harrison acude a la clase de natación que se realiza en una oscura y profunda cueva, con una piscina natural de agua oscura. Este lugar parece más un templo que una piscina y como lectores nos esperamos lo peor. Ahí llega, una enorme figura blancuzca se acerca buceando a toda velocidad hacia él y al salir del agua no es nada más que el pálido profesor de natación. Daryl Gregory nos engaña numerosas veces, dando giros de guión muy astutos para preparar el terreno de forma que no podamos confiar en nada de lo que se nos cuenta de forma literal. Los personajes secundarios son otro de los puntos fuertes de la novela. Desde la madre de Harrison, una geek de la biología marina, hasta los profesores, a cada cual más peculiar y extraño. La atmosfera que la novela crea es tan ambigua, entre la risa y la mueca, que termina cristalizando en asombro. El tono de la novela es deliberadamente juvenil, pero esto no perjudica para nada la narración. Este tono, otorga al autor ser más versátil con la historia, el humor y los personajes. Harrison en concreto, parece ser un adolescente común, con sus miedos, sus fóbias y su lucha constante con la sociedad. Pero a través de su humor punzante descubriremos aspectos muy interesantes del mismo. Es un personaje muy consistente y coherente. Con la dosis justa de carisma, inteligencia, humor e inseguridades. A partir de detalles conoceremos aspectos de su pasado que han ido definiendo su personalidad actual, como por ejemplo la fobia al mar. Harrison Squared es una novela que comparte grandes similitudes con Kraken, de China Miéville, con una narración convincente, un ritmo vertiginoso y unos personajes carismáticos. Además esta obra es muy divertida a la vez que misteriosa e intrigante. No sólo nos encontraremos con un extraño misterio por resolver, sino que además Harrison se verá envuelto en una enorme y peligrosa aventura, rodeado de extraños y peculiares compañeros que formarán un grupo de lo más dispar. Daryl Gregory ha sido muy inteligente al escribir esta precuela a We are completely fine, tanto por su personaje principal como por el público al que está dirigida. Y recordad, cuidado con los tentáculos. por Miquel Codony @qdony
Uno de los subgéneros más populares y, con toda probabilidad, con más éxito comercial de la literatura fantástica es la «fantasía épica». Lo es ahora, como secuela de la trilogía cinematográfica de El señor de los anillos rodada por Peter Jackson, lo es en pleno apogeo de la serie televisiva Juego de Tronos, pero es un fenómeno que viene de antes; no en vano ya El nombre del viento consiguió atravesar uno de los fronteras más difíciles de franquear para las novelas de género: el del fandom. Hay otros ejemplos de novelas o sagas de fantasía o, en menor medida, de ciencia ficción que han sido muy leídos por sectores del público lector poco habituados a la literatura no realista o, para ser más precisos, a la fantástica, pero la mayoría se ubican en un marco juvenil. ¿Dar el salto a lectores generales adultos? ¿Ver cómo la mujer que se sienta a tu lado en el metro, que podría ser tu madre cuando no tu abuela, saca del bolso su manoseado ejemplar de El nombre del viento? Eso es mucho más raro. Y sin embargo, si le pides a cualquiera de estos lectores “no habituales” que clasifique estos libros los meterá todos dentro de un mismo saco: Fantasía. Somos nosotros, vosotros, los lectores que pueden haber llegado a un artículo como este en una revista como esta, los que nos preocupamos de forma más o menos lúdica, más o menos obsesiva, por ponerles más o menos apellidos a ese nombre genérico. Y el apellido al que me refiero en este caso es “épica”, también llamada “heroica”. ¿Pero cuáles son los rasgos distintivos de la fantasía épica? Para comenzar, en realidad no existe una definición consensuada, por lo que este artículo tiene más voluntad de explorar y proponer, de definir una geografía difusa, que de sentar una cátedra que, por otro lado, su autor no está capacitado para establecer. Sí tengo la sensación, sin embargo, de que existe cierta tendencia a calificar de “épico” toda aquella obra de fantasía ubicada en un mundo secundario (es decir, en un mundo inventado distinto a la tierra que no es un mundo alienígena), y eso se me antoja terriblemente impreciso. Además de equivocado. Antes de ser un simple apellido subgenérico, la épica fue casi el origen de la literatura. Me refiero a la épica de Gilgamesh, inscrita en tabletas de piedra dieciocho siglos antes de Cristo para explicar la historia del rey de Uruk y sus viajes por el mundo enfrentando toda una serie de pruebas impuestas, mayormente, por los dioses babilónicos. El género sería perfeccionado siglos después por la antigua civilización Griega, que hizo del viaje (la gesta) y el héroe enfrentado a los hados, los Dioses o rivales diversos la piedra angular de lo que Joseph Campbell sublimaría después, ya en pleno siglo veinte y añadiendo también la información de muchos otros mitos de distintas tradiciones, en su famoso paradigma del héroe de las mil caras: el monomito. Muchos de estos referentes compartían un elemento crucial que ayuda a entender, al menos en parte, la concepción de la épica en la fantasía moderna después de elaborarla a través de un proceso de abstracción: eran historias que trataban de explicar el mundo dentro del marco de creencias de su cultura de origen, mediante narraciones que transcurrían a una escala "histórica" con repercusiones globales: Mostraban, se ha dicho, cómo se producía un cambio en el mundo. Es fácil ver cómo una de las obras clave de la fantasía épica actual, El señor de los anillos, se ajusta a estos parámetros. Esa escala, pues, podría ser vista como el equivalente histórico del “sentido de la maravilla” característico de buena parte de la ciencia ficción. Más allá, o incluido en él, del monomito existen tradiciones concretas que pueden haber influido de forma especial en la evolución del género, especialmente en su rama más comercial. Me refiero al impacto de los mitos artúricos, recopilados por Sir Thomas Malory en el S. XV y repletos de magos, caballeros, princesas y dragones. La visión de Malory, ambientada en una edad media anglosajona en la que la magia estaba muy presente y que sigue siendo el escenario más prevalente en la fantasía actual, proporcionó un escenario popular y algunos de los motivos más frecuentes de la fantasía épica, que adoptó también buena parte del imaginario de la mitología nórdica en su elaboración de un catálogo de razas entre las que se encuentran, entre otros, elfos, enanos, orcos, gigantes y trolls. A partir de estas tradiciones nace la fantasía épica moderna, con las historias de Conan de Robert E. Howard a partir de la década de los años veinte y con la publicación del influyente El señor de los anillos de J.R.R. Tolkien en 1954. Es posible que sean Tolkien y Campbell los dos autores más influyentes del género, al menos hasta la aparición de renovadores posteriores como George R.R. Martin y la introducción del realismo o, tal vez más preciso, la verosimilitud. Muchos de los autores que destacaron en el género, incluyendo a los propios Howard, Tolkien y Martin, recibieron una gran influencia de su conocimiento de la Historia (lo mismo puede decirse de autores como David Gemmell o Scott Bakker); tal vez sea esta relación, por más que deformada por el uso de la imaginación, uno de los elementos que contribuyan a explicar el ocasional éxito de la fantasía épica entre lectores no particularmente afines a este subgénero, pero ¿qué elementos contribuyen a ese sentido de la épica que le distingue de otros tipos de fantasía? En parte ya los hemos mencionado: la explicación de un mundo y la demostración de las fuerzas de la Historia —por más que esta pueda ser inventada— a través de un cambio provocado (personificado, tal vez) por los personajes. Son objetivos ambiciosos que se prestan al desarrollo a través de sagas formadas por múltiples volúmenes y el uso de diversos arcos argumentales y cambios de puntos de vista, especialmente dada la facilidad con la que la industria editorial y el mercado han convertido estos elementos en ingredientes claves de una fórmula que, combinada con el mimetismo (en autores, pero también entre lectores que buscan más de lo mismo) provocado por el éxito de determinadas obras —¿hace falta nombrar autores?— ha asegurado la búsqueda de un denominador común que ha hecho de la fantasía épica uno de los subgéneros más conservadores del panorama literario. Otro aspecto que contribuye a esa monotonía es la adherencia poco imaginativa a la propuesta de héroe arquetípico de Campbell, aunque es fácil entender el atractivo de una figura individual (el héroe) cuya gesta acaba teniendo un impacto global sobre el mundo en su totalidad. El grupo, el elegido, el viaje, el aprendizaje, el mentor... son elementos comunes en mucha de la fantasía épica que se escribe actualmente, pero dudo que sean un requisito para definirla. Ni siquiera la existencia de un mundo secundario tiene porqué serlo, como muestran ejemplos tan interesantes como la saga transmedia Mongoliad, auspiciada por Neal Stephenson y un nutrido grupo de colaboradores o la serie que Naomi Novik le dedica al dragón Temerario en un mundo ucrónico que pasa por ser nuestra tierra. Mongoliad, y en menor medida la popular Canción de Hielo y Fuego de George R.R. Martin, también sirven como argumento para restarle importancia a uno de los elementos más comunes de la fantasía: la magia. En ninguna de las dos sagas la magia tiene un papel más que testimonial, aunque no se pueda cuestionar su realidad en el contexto de sus narraciones. Es posible que uno de los elementos que más han cambiado en la forma de entender la épica a lo largo de los últimos años, como ha propuesto recientemente Joe Abercrombie, sea el progresivo cambio del foco de interés desde el escenario (el mundo) hacia los personajes, en parte a través de una búsqueda de la verosimilitud a la que ya he aludido pero también a través de la introducción de recursos como el humor y la ironía en la caracterización, dando lugar a lo que algunos han dado en llamar grimdark. El caso de Abercrombie es interesante porque después de una primera trilogía con un planteamiento más o menos clásico (según los parámetros discutidos aquí), ha llevado al extremo su interés por los personajes, dejando el cambio y la escala histórica en segunda línea, solo detectable en el trasfondo del mundo común que comparten la mayoría de sus novelas. Así, aunque el conjunto de su obra es claramente épico, decir lo mismo de sus novelas individuales puede ser una cuestión más espinosa. Otra novedad, aunque haya antecedentes previos, es el alejamiento progresivo de escenarios basados en la edad media tal y como transcurrió en Europa. Uno de los ejemplos más recientes, entre los muchos posibles, es la saga de Eternal Sky de Elizabeth Bear, basada en diversas mitologías orientales y ejemplo magnífico de lo que se ha bautizado como Silk Road Fantasy. Queda bastante claro, me parece, que cuando nos referimos a fantasía épica asumimos la existencia de una serie de ingredientes comunes pero que cabría ordenar en una jerarquía más o menos informal, como el modelo en forma de pirámide que propongo a continuación. Es, está claro, una simplificación que puede elaborarse mucho más. Por un lado, en la base de la pirámide y elementos necesarios, tenemos la escala —temporal o histórica, pero también geográfica— en la que transcurre la historia y, también, el impacto de los acontecimientos narrados sobre el conjunto del mundo-escenario. A un nivel superior, intermedio, se sitúan aspectos frecuentes pero no obligatorios vinculados a la estructura de la narración: el patrón propuesto por Joseph Campbell cuando describió su monomito, por ejemplo, aunque puede haber otros, y también otros elementos paratextuales como la publicación en series de volúmenes. En la cúspide de la pirámide, aunque tal vez con un grado elevado de ósmosis con el nivel inferior, está el uso de motivos (atrezzo) como la magia, las criaturas, o razas mágicas o el recurso a mundos secundarios. Mi impresión, y es una duda que dejo a la consideración de los lectores, es que parte de la monotonía de la fantasía épica “post-Tolkien” se debe a una evolución del género distorsionada por una tendencia a la mímesis a la que ya he hecho alusión y que ha tenido como consecuencia que se le dé más importancia a los elementos del nivel intermedio e, incluso, del nivel superior, que al primero. Que se realice una lectura invertida, por así decirlo, de la pirámide, y eso es lo mismo que hacer una aplicación restrictiva y renunciar a buena parte de la libertad narrativa potencial. Lo propongo, claro, sin restarle importancia a intentos de alejarse del patrón de Tolkien, tan tempranos y tan interesantes como la saga de Elric de Melniboné de Michael Moorcock, entre otros. La fantasía épica, me parece, es tanto más interesante cuanto más se adhiere al espíritu de sus obras fundacionales sin renunciar por ello a reflejar el carácter de la época en la que fue escrita. La épica, de hecho, en sí misma, es un elemento que puede detectarse en grandes obras de la literatura general e incluso en otras áreas de la literatura fantástica como la space opera (pensad, si no, en la escala de los escenarios en que se ambienta, de los tiempos que transcurren, de las consecuencias de los acontecimientos que describen). Buscar de forma activa la épica en la narrativa, más que darla por sentado como fórmula a aplicar acríticamente, puede ser la mejor manera de revitalizar uno de los subgéneros con mayor potencial de la fantasía. por Cristina Jurado @dnazproject
Fue al comienzo del mes de marzo en Dubai (Emiratos Árabes Unidos). Una brisa fresca acariciaba la ensenada en la que se alza el Hotel Intercontinental, el escenario del Dubai LitFest, uno de los principales eventos culturales que se celebran en Oriente Medio y, desde luego para mí, el plato fuerte de la temporada literaria. El destino, una mera coincidencia, la suerte o una combinación de todos ellos jugaron a mi favor para reunir a Saladin Ahmed y a Joe Abercrombie en este festival. Ambos son los autores cuyas últimas novelas han sido traducidas al español por el sello Fantascy y que saldrán publicadas en las próximas semanas: El Trono de la Luna Creciente y Medio Rey. Decidí aprovechar esta oportunidad para encontrarme con ellos en el lugar más ruidoso posible, el restaurante del hotel, y hablar sobre libros, sobre el género fantástico y sobre el oficio de escritor, entre otras cosas. Bueno, en realidad yo les hice preguntas y ellos me respondieron con una enorme generosidad, interactuando además entre sí. Quiero agradecer a Fantascy y Penguin Random House por ayudarme a organizar este encuentro y, especialmente a Saladin y a Joe, Joe y Saladin, por su interesante, cautivadora, inteligente y divertida conversación. Abercrombie: “Escribir fantasía épica es resaltar algo de esa sensibilidad propia del género negro” Cristina Jurado: Muchas gracias por haber aceptado reuniros conmigo, Saladin Ahmed y Joe Abercrombie. Me gustaría empezar con una breve descripción de vuestras novelas, que van a salir publicadas en español en los próximos meses. En el caso de Joe Abercrombie se trata de Medio Rey (Half a King) y quiero pedirte que expliques de qué trata. Joe Abercrombie: ¡Claro! Medio Rey es, supongo, una novela de fantasía juvenil que tiene lugar en un mundo que recuerda a la sociedad vikinga. La historia sigue a un personaje llamado príncipe Yarvi, el segundo hijo de un rey. Nacido con una mano malformada, es incapaz de sostener un escudo, de remar o de hacer muchas de las cosas que se espera que un hombre haga en este tipo de sociedad –una sociedad guerrera-, en la que él vive. Está siendo educado para convertirse en ministro, un tipo de consejero, de guardián del conocimiento, de sanador, un papel tradicionalmente femenino y de gran importancia. Pero cuando su padre y su hermano son asesinados de manera espantosa, se ve obligado a convertirse en rey y trata de utilizar su ingenio, conocimientos y pericia para vencer a unos enemigos superiores desde el punto de vista físico. CJ: Ahora vamos con Saladin Ahmed. Su novela se titula El trono de la luna creciente (Throne of the Crescent Moon). Voy a dejar que él mismo presente su obra. Saladin Ahmed: El trono de la luna creciente es una novela fantástica de aventuras que se inspira, más que en la historia europea, en la islámica. Se desarrolla en un mundo inventado que guarda más parecido con la Bagdad medieval que con la Gran Bretaña medieval. Está protagonizada por Adoulla Makhslood, caza-monstruos de una cierta edad. Este hombre se encuentra al final de su vida, listo para jubilarse, pero no puede hacerlo, como pasa a veces. Lo que sucede es que hay fuerzas extremas que asolan la ciudad que él adora, por lo que se embarca en un último desafío. Tiene que movilizar tanto a su cuerpo envejecido como a su alma cansada para enfrentar este último reto. CJ: Una de las cuestiones que quería tratar con vosotros, como escritores de fantasía, es ¿por qué escribís fantasía épica? JA: La fantasía épica vende mucho (risas). Además, es lo que solía leer cuando era pequeño. Creo que todos, como autores, tendemos a escribir –al menos cuando empezamos- el tipo de obras que nos gusta leer, que nos divierte leer. Yo crecí leyendo un montón de fantasía. También jugué muchos juegos de rol online. Me interesé bastante en la fantasía con personajes de tipo más heroico, con brillante armadura y más predecibles, aunque sentía la falta de algo de oscuridad y algunos de los elementos que se encuentran en el género negro y en los westerns, así como en otros libros que estaba leyendo. Creo que, para mí, escribir fantasía épica es resaltar algo de esa sensibilidad propia del género negro, un estilo más moderno, un enfoque en los personajes, que son más crudos, más anti-heroicos y moralmente más ambiguos, dentro de ese escenario de fantasía épica. Es lo que siempre me ha interesado. La ficción histórica requiere mucha más investigación, lo que significa más trabajo, y yo trato de evitar el trabajo duro tanto como puedo. Pienso que la fantasía te ofrece la oportunidad de combinar de distintas maneras un montón de influencias e ideas diferentes, así como periodos históricos. Si quieres escribir una escena, o una secuencia, o un libro con un ligero estilo a western en un escenario fantástico, puedes hacerlo. Si quieres escribir algo más cercano al romance, puedes hacerlo. Es un género muy flexible y fluido que te ofrece todo tipo de oportunidades. No tienes que ponerte a resolver cómo era exactamente el mundo, qué tipo de ventanas tenía exactamente, o cómo eran los pantalones que la gente llevaba en un periodo determinado. Puedes crear varias combinaciones de la manera que mejor encaje en el drama o la escena, y no tienes que investigar demasiado. SA: Para mí, El Trono de la Luna Creciente iba a ser inevitablemente la primera novela que iba a escribir porque, como Joe, también crecí leyendo mucha fantasía heroica y jugando a Ladrones y Mazmorras y a ese tipo de juegos. Realmente modeló la forma en la que concibo la narrativa y el tipo de arquetipos que me atraen. De alguna manera, como dijo Joe, cuando escribimos, escribimos lo que nos gusta leer. Pero lo hacemos modificándolo según en quiénes nos hemos convertido. Para mí, una de las grandes carencias que veía en la fantasía épica era que no se trataban escenarios diferentes al de la Europa medieval. Debido a mi origen (soy descendiente de árabes) mi inclinación natural fue imaginarme los arquetipos del género –el guerrero virtuoso y venerable, el viejo mago cascarrabias y todas esas figuras que nos resultan tan familiares-, en un contexto islámico y árabe. Se convirtió en una manera de comenzar a cuestionar no sólo el escenario o lo que yo llamo “el mobiliario superficial”, sino también el tipo de valores que se representaban. Por ello, mi protagonista es un hombre mayor, que trata de proteger su tierra, y no un joven que sale y explora nuevos mundos. Por distintos motivos la cultura árabe, especialmente durante el siglo XX, se preocupó mucho por cuestiones como la defensa de la patria y de la tradición. Era muy importante para mí transmitir eso, además de otras cosas que tienen un significado muy personal desde el punto de vista poético, y no me refiero solo a lo concerniente al escenario árabe. Soy un tipo de izquierdas y me cansé de leer libros que solo trataban de princesas, reyes y nobleza. Quería partir de una premisa que implicase que el cazador de monstruos, el aventuro que se embarca en un viaje, era el equivalente al hombre que recoge la basura, aunque su trabajo cotidiano fuera matar monstruos. Ese tipo de encrucijada, el choque de diferencias culturales y geográficas, se fusiona de manera intuitiva con mi querencia friki por la fantasía más tradicional. CJ: Me gustaría tratar el tema de la violencia en la fantasía épica. Supongo que forma parte del género y que lo hace tremendamente atractivo para la audiencia joven. ¿Qué pensáis que aporta la violencia a este tipo de historias? ¿Credibilidad? ¿El reflejo de los tiempos? ¿O es cuestión de vendernos adrenalina? SA: Para mí, esta es una pregunta-trampa porque soy de izquierdas pero, además, soy bastante pacifista. No me gusta la violencia y no creo que sea una manera sostenible para resolver los problemas. Y, sin embargo, el género carga con esta forma de resolver los problemas, tanto si se trata de super-héroes, batallas espaciales o dragones y caballeros: los problemas se resuelven matando o haciendo saltar las cosas en pedazos. Era para mí como cuadrar el círculo, dejar de lado mi propia actitud sobre la violencia y el hecho de que la detesto en el mundo real, pero me encanta ver películas de artes marciales en las que un tipo destroza a otros treinta. Hice algo de trampa porque la mayoría de los objetivos y la violencia se dirigen esencialmente a monstruos inanimados. Tengo que pensar, ahora que me adentro en la serie, en aumentar la violencia entre personas y el coste que ello acarrea. Mi protagonista es una persona agotada, y parte de ello se debe a toda la sangre y los asesinatos que ha visto durante su vida. Para mí era importante mantener la acción, las escenas de lucha deslumbrantes y, al mismo tiempo, cuestionar a dónde lleva todo ello. Hay algunas escenas bastante sangrientas, aunque la novela es en su mayoría apta para adolescentes de trece años. Espero que esas escenas no se vean como algo gratuito, que la violencia nos entretenga, que nos haga subir el nivel de adrenalina, como dijiste, pero necesitamos pensar qué significa realmente que en una cultura los problemas se resuelvan con espadas y flechas. JA: La fantasía épica es un género muy violento, siempre lo ha sido. Con frecuencia suele tener lugar en una atmósfera bélica: en La Comunidad del Anillo hay guerreros, luchadores, asesinos… y otros personajes como Aragorn, un espadachín después de todo. Él lucha contra un montón de orcos y, si se tratase de personas, nos horrorizaría. La violencia épica es muy agresiva pero se concentra en lo externo, en los aspectos más heroicos. Siempre me interesó el contraste entre eso y la guerra en el mundo real, cuán dañina es tanto para las víctimas como para los perpetradores, con cuánta frecuencia los que vuelven de una guerra lo hacen muy tocados, sin posibilidad de convertirse en reyes nobles o en buenos esposos, especialmente si son buenos eliminando gente. Me interesaba mucho ahondar en eso, en algunos personajes que hubieran sentido muy profundamente las secuelas de algún tipo de violencia, tanto de la que están cometiendo ahora como de la que cometieron en el pasado. Luchan contra lo que han hecho, incapaces de escapar de las consecuencias. El tiempo nos ofrece una forma mágica para escapar de esas consecuencias, curar heridas y reparar los daños, y quería explorar los personajes que no disponen de esta opción, que han causado mucho daño y están muy dañados al mismo tiempo. Quería que la violencia pareciese muy real, visceral, inclusiva y personal. No quería ofrecer una mirada desde arriba, desde la distancia, y describir las escenas de batalla a vista de pájaro. Quería que te hiciera sentir como si estuvieras en mitad de todo ello, teniendo en cuenta esa atracción y repulsión simultáneas que siento hacia la violencia: nos fascina, pero nos sentimos horrorizados por ella. Quise ofrecer una visión sobre todo ello, siendo lo más honesto posible. CJ: Cuando leí Medio Rey y El Trono de la Luna Creciente encontré ciertas similitudes y no me refiero solo a que se trata de obras de fantasía, posiblemente fantasía épica… JA: Además de porque están magníficamente escritas, por supuesto. SA: Sí, sí. CJ: … porque están magníficamente escritas, por supuesto, y porque sus escritores son igualmente atractivos. JA & SA: Oh, sí, sí. JA: … por lo que parece. CJ: Fue muy interesante darme cuenta de que, aunque los protagonistas de ambos libros no tienen la misma edad, tenemos a Yarvi en Medio Rey (el protagonista) y a Rasheed en El Trono de la Luna Creciente (el segundo personaje en importancia), otro joven que sigue un proceso de aprendizaje. Como ya has dicho Saladin, pensé que tu novela podía apelar a una audiencia juvenil. Tanto Yarvi como Rasheed son ejemplos de las bildungsroman, las novelas de maduración. Me gustaría que hablaseis sobre la importancia de esa maduración en las novelas. JA: En Medio Rey la idea era escribir una novela que estuviera parcialmente orientada a lectores jóvenes. La literatura juvenil se ha convertido en un lienzo muy grande en el que tiene cabida un montón de obras, todo tipo de géneros y de temáticas. Una de las cosas que debe incorporar un libro juvenil es un protagonista juvenil. He leído muchos personajes agotados, de vuelta de todo, cínicos, se podría decir autobiográficos en muchos casos. En mi carrera, mis libros para adultos solían incluir ese tipo de personajes, por lo que estaba más interesado en tratar de incorporar un personaje aun “no-formado”, que estuviera creciendo, aprendiendo sobre el mundo y que hubiera vivido quizás un poco aislado. Fue una experiencia muy interesante para mí. Cuando escribes una obra desde el punto de vista de un personaje que tiene quince o dieciséis años, inevitablemente se va a tratar cómo madura el personaje. En mi obra, este personaje se enfrenta a numerosas pruebas. Tiene que encontrar la manera de resolver situaciones muy duras y peligrosas y, con suerte, llegar hasta la edad adulta a su manera y responsabilizarse de su propia vida. Creo que es una historia bastante clásica que siempre estamos dispuestos a escuchar de nuevo, con algún tipo de “mobiliario” nuevo, con un nuevo tipo de personaje y desde un ángulo nuevo. Supongo que, de la misma manera que Primera Ley fue mi primera incursión en la fantasía épica, Medio Rey es mi primera obra de crecimiento de un personaje. SA: Desde un punto de vista tonal, El Trono de la Luna Creciente podría pasar por una novela juvenil, excepto por el hecho de que el protagonista es un hombre mayor. Casi todo lo demás en el libro podría enmarcarse fácilmente en el subgénero de fantasía juvenil. Rasheed, que es el asistente del protagonista, es el segundo personaje en importancia, en cuanto a número de páginas que se le dedican. Se trata de un adolescente que ha vivido literalmente aislado (creció en un monasterio). Está creciendo en una ciudad llena de pecado y decadencia, al menos a sus ojos. Intenta luchar contra su sexualidad y todas esas cosas que no tuvo que hacer frente cuando vivía en una monasterio de monjes guerreros. Incluirlo en el libro fue casi subversivo: tradicionalmente, él sería el protagonista. Mi personaje principal, Adoulla, sería el típico mago consejero. Por el contrario, mi objetivo era centrarme en el viejo mago que ha visto mucho y contar con este otro personaje como un contrapunto a su voz cansada y resentida. Hay otra pareja de personajes que sirven esa función, Zamia es uno de ellos. El bildungsroman no era parte del libro. En realidad se trata de este personaje que procede de una bildungsroman fantástica pero que aparece en otra historia. En otro mundo, Rasheed sería el protagonista de su propio libro, pero esa no era la historia que yo quería escribir. JA: Esa dualidad, esos pares que representan los dos extremos de una misma línea, como Holmes y Watson (el genio que carece de humanidad y Watson que proporciona la humanidad que Holmes nunca tendría). Yarvi tiene a su alrededor algunos hombres mayores que proporcionan la voz de la experiencia y del cansancio. Esencialmente, su voz es inocente. Lo mismo que en el libro Primera Ley, y sin ni siquiera pensar en ello, tenía a un joven al que un mentor mayor equilibraba. Es un escenario atemporal, de algún modo, esos pares que se complementan el uno al otro. Personajes femeninos alejados de los estereotipos CJ: Una de las cosas que me gustan de vuestras historias es que, como mencionaste en tu anterior presentación Saladin, ambas cuentan con personajes femeninos fuertes, algunos de los cuales se alejan bastante de los estereotipos. Pienso en Laithlin, la madre de Yarvi. Me recordó bastante a Cercei en muchos detalles. También Madre Gundring, una presencia constante durante la historia aunque no esté presente. En el caso de El Trono de la Luna Creciente, por supuesto, tenemos a Zamia, ese estupendo personaje, que cambia de forma y se convierte en un león. Además, tiene una gran importancia dentro de la trama. ¿Por qué elegisteis escribir esos personajes? ¿Qué queríais lograr? SA: Como dije durante mi presentación aquí en el Festival, se trata de un arquetipo, la típica guerrera del estilo de Xena o cualquier princesa guerrera, una mujer que puede dar una paliza a cualquier hombre, como sucede en las películas de artes marciales. Ese tipo de cine influye mucho en las partes de más acción de la novela. Ese tipo de personajes femeninos capaces de patearle el culo a cualquier, es una declaración de intenciones. Era inevitable que uno de ellos terminara en mi libro. En mi caso, contar con este tipo de personaje también servía para conseguir el ethos que pretendo con este libro, que implica desmantelar estereotipos que existían en occidente sobre los árabes y el Islam. Con el personaje de Zamia, en particular, se trataba de abordar los estereotipos sobre las mujeres árabes, y sobre su sol y cómo se conducen. Por eso hice que el personaje más peleón de todo el libro, que puede literalmente despedazar a un hombre, fuese una adolescente árabe. Eso lo tenía muy claro desde el principio. Tenía un par de personajes que sabía que estarían en la historia desde el comienzo, y ella era uno de ellos. Hay una mujer mayor muy importante también, Litaz, que es una especie de alquimista. Aunque surgió de la propia historia, cuando echo la vista atrás y analizo lo que estaba haciendo, me doy cuenta de que ella es algo así como la científica de la novela. Es la más racional de todos los personajes. Tiene este papel en parte, me di cuenta de ello luego, para servir de contrapunto a la noción de que los personajes femeninos son la caja de resonancia emocional de la novela y la personificación del corazón de la obra más que de la mente, si es que tiene sentido. Contar con un personaje que mide todo y lo reduce a una fórmula matemática, creo que es algo mucho más potente si se trata de una mujer, porque no estamos habituados a que las mujeres asuman ese tipo de papel. Ella es la Mr. Spock del libro. Pienso que algo interesante puede surgir cuando una mujer, más que un hombre, cumple ese papel. JA: Cuando escribí Primera Ley, busqué una sociedad épica y fantástica muy patriarcal y medieval. La mayoría de mis personajes eran hombres. Estaba pensando en arquetipos masculinos, supongo, como el mago, el muchacho que se convertirá en rey, el hombre honorable y ese tipo de cosas. Los hice a todos hombres. Me di cuenta con el tiempo que no había hecho justicia a los personajes femeninos, que apenas había alguno en la historia, ni siquiera en el fondo. Por ello, cuando llegó el momento de escribir sobre un nuevo mundo, quise dotarlo de algún tipo de mecánica interna que me permitiese contar con personajes femeninos en la historia de manera fácil. CJ: ¿Por ejemplo, como Sumael? JA: Exactamente, sí. Tenía la idea de que la esfera de los guerreros, del trabajo y de la guerra sería masculina, y que las mujeres siempre habían detentado la responsabilidad de todo lo relacionado con los hogares, por lo que llevarían colgando la llave de la casa alrededor del cuello. La idea del hogar creció hasta convertirse en todo lo relacionado con la propiedad, el dinero y las divisas. La Reina sería responsable de la propiedad de su marido, lo que la convertiría en responsable del dinero del reino: sería el canciller, el comerciante máximo. Los mercaderes y los capitanes de barco son normalmente mujeres, y muchos oficios son realizados por mujeres, porque tienen que hacerse cargo de los negocios de sus maridos. Medio Rey tiene una gran variedad de este tipo de personajes. Quería escribir muchos tipos distintos de mujeres en esta historia, si podía. Había creado algunas mujeres bastantes “masculinas” antes, realmente agresivas, lo que es maravilloso. Me encantan ese tipo de personajes femeninos, y quería incluir el máximo posible. Esta historia se desarrolla en un momento en el que el dinero adquiere una gran importancia, como sucedió en el mundo vikingo. Cuando los vikingos se expandieron por Asia, trajeron consigo mucha plata. Por ello quería que, ese poder femenino y el del dinero, adquiriese una mayor preeminencia, hasta casi desequilibrar la naturaleza de esta cultura. Las fuerzas que actúan en su contra ponen la historia en movimiento. Por eso está Laithlin, la madre del protagonista, que es bastante fría, calculadora y una comerciante muy astuta, una banquera, en realidad. Se convierte en una persona muy poderosa debido a las innovaciones que introduce en materia de dinero. También hay una capitana de barco, que adquiere una gran importancia en la vida del protagonista. CJ: No puedo pronunciar su nombre. JA: Shadikshirram! Se trata de una mujer muy peligrosa y con un físico imponente. También está Sumael, que es navegante, un oficio muy valorado, efectivo e importante porque su habilidad para leer las estrellas y encontrar el camino para ir de un lugar a otro, es clave y poco frecuente. Quería toda la variedad que fuera posible. En el próximo libro, de nuevo, hay un espectro muy amplio de mujeres, con una chica como protagonista:, una joven que intenta imponerse en la esfera masculina y convertirse en guerrera. Desde el principio, quería asegurarme de que, esta vez, incluía una gran variedad de mujeres. CJ: ¿Qué es lo que sucede con la gente con discapacidades, tanto físicas como emocionales? Con frecuencia, cuando hay una discapacidad física suele haber una emocional aparejada. ¿Por qué abundan en estas historias? JA: Siempre me han fascinado, supongo que porque mucha de la fantasía que leía de niño incluía un montón de héroes perfectos, de físico ideal y muy seguros de sí mismos emocionalmente. Creo que la gente que ha luchado en numerosas batallas suele presentar alguna lesión o suelen quedar heridos física o emocionalmente debido a las experiencias que han vivido. Quería que mis personajes reflejaran eso. Habitualmente escribo personajes marcados, tanto emocional como físicamente. Hay personas en la vida real que luchan constantemente contra discapacidades de todo tipo. Seguramente habría muchas más en una sociedad de corte medieval. Gran cantidad de esos personajes nacían con discapacidades. Hay algunos personajes vikingos que lo eran, como el famoso “Ivan, el Sinhuesos”. Nadie sabe por qué le llamaban así, pero se hacía llevar al campo de batalla encima de un escudo. No podía caminar pero era extremadamente poderoso e importante. Hay una importante tradición en este sentido, un área de interés a tener en cuenta. A mí me interesa cómo la gente que no es perfecta, que vive sin ventajas, se hacen notar y dejan una gran huella en el mundo, muchas veces por medios que no se considerarían muy ortodoxos en su cultura. Siempre me han fascinado ese tipo de personas y creo que no las vemos en fantasía. Por eso, quería incluirlas. CJ: (A Saladin) ¿Dirías que el protagonista de El Trono de la Luna Creciente está herido emocionalmente? SA: Sí, lo diría. Sus padres fueron víctimas de una muerte violenta, como en Batman. Está exhausto físicamente, lo que era muy importante para mí. Soy asmático y suelo tener problemas para respirar, por lo que era un niño bastante empollón. Como dijo Joe, con frecuencia en las escenas de lucha te encuentras con héroes musculados y de piel brillante que manejan la espada durante horas sin despeinarse. Hay un par de personajes así en mi novela, pero el cansancio físico de mi protagonista era una de las cosas que quería transmitir. Durante gran parte de la trama está agotado, el tipo gordo ya entrado en años que sube una colina y se tiene que parar para recobrar el aliento, pudiendo ser asesinado mientras lo hace. El peaje que Adoulla tiene que pagar es físico y también emocional, al haber vivido una vida en la que ha visto morir a mucha gente y en la que ha tenido que matar también a muchos. Padece de lo que llamamos Síndrome Postraumático y está tratando de distanciarse de ese tipo de vida para encontrar un poco de paz. Tradicionalmente hay otros personajes menores con discapacidades físicas en ese tipo de sociedad, tal como sucede en Las Mil y Una Noches, que ha sido una gran influencia en el libro. En parte por lo que Joe decía, porque había más discapacidades que, no quiero decir que no tenían cura, pero no se disponía entonces de los medios para tratarlas. Muchas condiciones incapacitantes que hoy pueden tratarse pronto… JA: ¿Cómo el asma? SA: Sí, como el asma y como muchas otras. Ese tipo de personas existían con mucha frecuencia en la población. La gente enfermaba y esas enfermedades dejaban marcas físicas, el cuerpo tenía que pagar un peaje en la época pre-industrial de una manera que hoy en día no tiene. Las ciudades de Las Mil y una Noches estaban repletas de hombres con una sola pierna, mujeres con un solo ojo, etc. Esas personas no son necesariamente en las que se centra la novela, se trata de muchos de los amigos de Adoulla –que es un tipo de la calle- que tienen algún tipo de discapacidad física. Ahmed: “La ficción literaria se diferencia de la de género en el sentido de que esta última pone un énfasis muy grande en el argumento” CJ: Hablemos un poco sobre el oficio de escribir. Me gustaría saber acerca del proceso que seguís para escribir, si escribís esbozos, o fichas de personajes. Cualquier detalle interesante sobre vuestro proceso particular de escritura. SA: Yo tengo la experiencia limitada de haber escrito sólo una novela y estar teniendo algunas dificultades moderadas con la segunda. Hice esbozos de forma bastante sistemática. La ficción literaria se diferencia de la de género en el sentido de que esta última pone un énfasis muy grande en el argumento. No conozco a demasiados autores de género que no realicen esbozos de un tipo u otro, por el simple hecho de la importancia que tiene integrar el suspense en la estructura, qué sucedió antes que lo que está sucediendo ahora, los personajes tienen que ir a tal sitio antes de encontrar tal cosa, y tienen que hacer esto... la fantasía pone mucho más énfasis en estos detalles que, digamos, la literatura tradicional. Creo que si uno está escribiendo una novela de género, a menos que sea una de esas personas excepcionales que pueden, simplemente, hacer que fluyan desde su interior, la realización de esbozos y resúmenes es bastante fundamental para el oficio. Yo esbozo mucho y también suprimo mucho, probablemente más de lo que sería saludable. De hecho, soy poeta por formación, así que soy muy perfeccionista con cada línea y cada párrafo y cómo se conectan entre sí. Cuando algo no funciona tiendo a eliminarlo. En esencia edito de la misma forma que escribo. Cuando mi editora compró la novela esta fue una de las cosas que destacó. Dijo «me alegro tanto de no tener que editar esto». Se mostró muy contenta con el nivel. Ese es el motivo por el que escribir me lleva una eternidad: hacía tres, cuatro o cinco borradores de un párrafo, los eliminaba; tres, cuatro o cinco versiones de un capítulo, los eliminaba, antes de conseguir lo que realmente necesitaba. Mi consejo es que no hagas eso, porque si no, tardarás cuatro años en escribir una novela que, de otra forma, te llevaría un año. JA: Mi proceso ha evolucionado mucho y tiende a ser algo diferente en cada libro. Yo solía planificar de forma muy exhaustiva. No empezaba a escribir un libro si no tenía una planificación, del mismo modo que no empezaría a construir una casa si no tuviera unos planos, la probabilidad de que se produjera un derrumbe peligroso era elevada. O sea, que tener un plan siempre es bueno. Siempre estás a tiempo de abandonar el plan más adelante si se te ocurren mejores ideas. Pero si no tienes un plan nunca sabes hacia donde te estás dirigiendo. Yo suelo planificar de forma muy cuidadosa. Con estos libros empecé a planificar con un grado de detalle menos exhaustivo. Tiendo a comenzar con una buena idea de hacia dónde se dirige el libro, dividiéndolo en partes para luego planificar cada parte cuando llego a ella. Normalmente cuando llega el momento de empezar esa parte tengo una idea mucho más clara de quiénes son los personajes, cómo se están desarrollando las relaciones, qué tiene más sentido; de forma que puedo planificar de forma más relajada a medida que voy llegando a cada punto, imaginándome el conjunto de una vez. Es fácil estrangular un proyecto por culpa de una planificación excesiva. Es agradable empezar a escribir y, ojalá, emocionarte con lo que estás haciendo, hacerte una idea de lo que haces, dejar que los personajes hablen los unos con los otros y se desarrollen un poco de forma que tengas la sensación de que «¡Muy bien! Esto va a funcionar. Me gusta como está yendo». Y entonces, si empiezas a planificar con esa sensación en la cabeza, es un poco más vívido, más vibrante y animado. Así que últimamente intento dejar que la escritura y la planificación sean procesos algo más paralelos. Más allá de eso, ¿qué quieres que te diga? Creo que cada cual tiene que descubrir el proceso que funciona mejor en su caso. SA: Me gustaría decirle a los que aspiran a convertirse en escritores, especialmente de fantasía... que yo empecé a hacer de editor freelance ocasional como segundo trabajo y leí cierta cantidad de novelas inéditas de gente que aspiraba a ser escritor, y muchas de ellas parecían un montón de notas a las que se las había dado la forma de novela. Tengo la impresión de que eso se produce, fundamentalmente, porque la gente trata de imitar a Tolkien y tiene la sensación de que tienen que dedicar un gran esfuerzo a la construcción del mundo, como si tuvieran que incluir todos los detalles. Hay algunos autores que han documentado un lenguaje entero o un mapa con cada uno de los pueblos y ciudades de todo un mundo, incluso cuando la acción tiene lugar solo en esta pequeña parte del mapa, y sin embargo no han escrito demasiada interacción entre los personajes o en el argumento casi no pasa nada. Tener al menos el esqueleto de una planificación, el esqueleto de un esbozo, es casi fundamental para la mayoría de los escritores que empiezan porque, y creo que Joe tiene razón, ese tipo de planificación puede exigirte un precio muy alto y puedes perder el placer que puede generar la energía del momento en el que realmente estás escribiendo. Tengo un consejo muy concreto que para mí funcionó y que he visto funcionar para otros escritores —quien me lo dio a mí era un escritor—: escribe los primeros tres capítulos de tu novela y, luego, escribe el último capítulo. Así sabes hacia donde se dirige todo aunque, evidentemente, luego cambiará. Está claro que no se va a mantener sin cambios, pero tienes una meta y tienes un punto de partida: lo que estás haciendo es construir un puente. Es un truco y no le funcionará a todo el mundo, pero vale la pena intentarlo. JA: Creo que yo hice eso mismo casi sin planteármelo, no cuando escribí mi primera novela sino cuando me puse a escribir la segunda. No dejaba de tener ideas sobre cuáles podrían ser las escenas finales. Porque cuando estás de lleno en ello aparece otro diálogo, y otro, y otro... y las cosas comienzan a rebosar, como piezas de dominó cayendo... así que yo escribía algunos párrafos de una escena hasta que me aburría, pero así se fue desarrollando el final y cuando llegué a él resulta que ya había escrito de cinco a diez capítulos. Necesitaban ajustes y cambios, pero en esencia todo estaba allí. Insisto, creo que es una recomendación excelente, porque si sabes cuál va a ser el final, si sabes donde está el final, en cierta manera eso dicta el resto de la novela. CJ: ¿Que os parece que pueden sacar de vuestras novelas los lectores españoles? JA: Espero que los lectores españoles saquen lo mismo que cualquier otro lector, una emocionante mezcla de aventura, un libro apasionante imposible de abandonar con algo de humor. Eso sería lo que me gustaría. SA: Se te olvidó añadir la modestia (entre risas). JA: Soy el mismo Dios de la humildad. SA: Igual que Joe, lo que uno espera es que la historia que está explicando trascienda los idiomas. Espero que encuentren lo mismo que me han dicho los lectores en inglés, lo que han encontrado en mi novela, un mundo interesante con personajes con los que quieren seguir compartiendo sus vidas, un argumento muy emocionante y escenas de lucha divertidas, el material tradicional de las novelas de fantasía. Algo particular para los lectores españoles podría ser la influencia de la cultura y civilización árabes, que evidentemente forma una parte muy importante de la historia de España. Tal vez de forma general los lectores en español, pero especialmente los de España, puedan encontrar determinados reflejos de la arquitectura, la larga sombra de la cultura del Imperio Morisco. Verás algunos reflejos claros de este tipo en lo que en el fondo sigue siendo una novela de fantasía noir muy emocionante. CJ: Para terminar esta maravillosa conversación, Joe, ¿Te gustaría preguntarle algo a Saladin? JA: ¿Cuándo sale tu segunda novela? SA: Sabía que me preguntarías eso (entre risas). En 2016 en inglés, al menos, a principios de año. Y espero que no mucho después en español. CJ: ¡Genial! ¿Y a ti ( Saladin) te gustaría preguntarle algo a Joe? SA: ¿Cómo llegaste a ser tan atractivo? JA: (Entre risas) No he hecho nada especial, solo paso siete u ocho horas diarias en el gimnasio, sigo una dieta meticulosa, un régimen de cuidado de la piel devastador... esas cosas. ¡Y le doy mucha importancia al afeitado! Dedico dos o tres horas diarias a afeitarme. por Elías Combarro [email protected]
Ken Liu es uno de los autores de narrativa breve más aclamados en los últimos años. Ha ganado con sus relatos casi todos los premios de literatura de género (Nebula, Hugo, World Fantasy Award...), algunos de ellos, varias veces. Ahora acaba de publicar su primera novela The Grace of Kings, una increíble fantasía épica con el estilo único de Ken Liu. Tuve el placer y el honor de hablar con Ken Liu sobre su novela y sobre su trabajo en general. Elías Combarro: En los últimos años has escrito y publicado más de un centenar de relatos. ¿En qué ha sido diferente la experiencia de escribir tu primera novela? ¿Has tenido que cambiar tu proceso creativo? Ken Liu: Supuso un gran cambio pasar de los relatos a una novela. Lo que más me sorprendió es la importancia que tiene disponer de un archivo para mantener una continuidad básica. En los relatos, podía tenerlo todo en mi cabeza y solo tomaba notas sobre algunos detalles críticos y recurrentes. Para la novela, sin embargo, tuve que apuntar muchos detalles sobre cada decisión: desde líneas temporales, sub-tramas o ropa, hasta descripciones de los personajes o particularidades lingüísticas, etc. Fue como escribir una enciclopedia de un mundo al mismo tiempo que intentaba avanzar en la historia. Desde entonces, tengo mucho respeto por los guionistas de series de TV que llevan varias temporadas, que también tienen que hacer frente a este tipo de retos a una escala, posiblemente, mucho mayor. Terminé apostando por una solución tecnológica al mantener una mini-Wikipedia para Dara, mi mundo ficticio. Me vendrá muy bien para escribir los próximos libros de la serie. EC: En The Grace of Kings encontramos emperadores, guerreros y batallas épicas, pero también naves voladoras y submarinos, dioses y otros elementos mitológicos. ¿Qué es exactamente el silkpunk? KL: Silkpunk es el nombre que le he dado a una estética basada en una economía y un nivel tecnológico que toman como referente a la China medieval, pero con extrapolaciones y desarrollo de ciertas claves tecnológicas más avanzadas que las existentes en aquella época histórica. Por ejemplo, he imaginado la creación de cometas con fines militares para ser utilizadas como tempranas alas-delta o máquinas voladoras que transportan pasajeros basadas en las linternas volantes de Kong Ming. También hay ecos de motores de vapor, cohetes alimentados con pólvora y otras ideas parecidas. El homenaje al steampunk es obvio. De la misma manera que el steampunk sirve de puente frecuentemente entre la ciencia ficción y la fantasía (no creo que muchos inventos steampunk funcionen realmente), los aparatos del silkpunk no están pensados para que sean un 100% verosímiles desde el punto de vista de la ingeniería. Aunque me considero un tecnólogo, mi trabajo como escritor se inscribe en la tradición de la fantasía épica occidental y el romance histórico chino y, por lo general, me conformo si mis cálculos de ingeniería muestran que mis invenciones entran dentro de lo que puede ser considerado como funcional. EC: Has dicho que tu novela se basa en una interpretación libre de la dinastía Han. ¿En qué hechos reales te has basado y qué es fruto de tu imaginación en The Grace of Kings? ¿Qué tipo de investigación has realizado para escribir la novela? KL: Yo diría que la relación entre la historia que contiene The Grace of Kings y la Contienda Chu-Han (principalmente, de las crónicas de Sima Qian) es la misma que entre el argumento y los personajes del Ulysses de James Joyce y la Odisea. Los lectores que estén familiarizados con este material histórico verán los paralelismos y comprenderán de qué manera este mundo fantástico se basa en él, pero quienes lo desconozcan podrán igualmente disfrutarla. De la misma manera que Joyce quería escribir una novela modernista con ecos mitológicos, yo quiero ofrecer un nuevo tipo de fantasía épica con ecos históricos, no una “historia mágica”. Soy, después de todo, un fan de lo maravilloso, de las sorpresas y de las batallas descarnadas y los palacios opulentos, por lo que esta novela está repleta de bestias acuáticas que rescatan soldados salvando mares tempestuosos, libros mágicos que conocen nuestros deseos más íntimos, doncellas y princesas que ocultan secretos y conspiraciones, dioses y diosas con sus propios objetivos, y héroes y heroínas que comparten honor y valentía. La mayor parte de mis investigación se enmarca en dos categorías: por una parte, tuve que leer textos clásicos chinos para extraer los elementos primordiales de cada episodio, que luego recreé en mi mundo fantástico, teniendo cuidado de que sirvieran como nuevo arco narrativo; la otra parte tiene que ver con las diferentes tecnologías, culturas, idiomas y mitos del silkpunk, lo que significa que tuve que leer patentes antiguas, libros académicos especializados, y todo tipo de simulaciones y modelos informáticos. EC: El universo que has creado para The Grace of Kings es realmente maravilloso, con muchos detalles que lo dotan de credibilidad y vivacidad (pienso en los fragmentos en el idioma Ano o en el significado social de las diferentes posiciones en las que sentarse). ¿De qué manera afrontaste la creación de un mundo entero, con su historia, lenguaje y costumbres? KL: Leí muchos artículos de distintos autores sobre cómo afrontan la creación de mundos y me quedé con aquellos consejos que a mí me funcionaban. Mi mujer, Lisa, habla más idiomas que yo, por lo que le pedí ayuda para crear el lenguaje artificial. Siempre me han interesado la Historia y la Antropología y sabía que, para construir un mundo creíble, tenía que pensar tanto en la parte más profunda de la cultura como en las expresiones superficiales. También me inspiré mucho en los modelos culturales del este asiático, e intenté tener cuidado y ser respetuoso con no copiar ningún detalle cultural de manera literal, sino creando algo que recordara al material en el que me había basado sin que fuera una mera representación. Sobre todo, lo que funcionó para mí fue el duro trabajo de escribir la Wikipedia de Dara, de forma que pudiera estar seguro de que el mundo era sólido, incluso si los lectores solo llegan a vislumbrar un 1%. EC: The Grace of Kings forma parte de una trilogía. ¿Por qué decidiste iniciarte en las novelas con una serie en vez de con un libro independiente? ¿Cuándo veremos publicados el segundo y tercer libro? ¿Y cuáles son tus planes una vez finalizada la trilogía? KL: Nunca planeé escribir tochos de 200.000 palabras (¡mucho menos, hacer una serie con ellos!). Yo era escritor de narrativa breve y escribir textos tan largos ha sido algo que he tenido que aprender sobre la marcha. De hecho, The Grace of Kings comenzó como una obra independiente pero, una vez que iba escribiendo, me di cuenta de que los personajes y el mundo que había creado pedían un lienzo más grande y un arco mayor de lo que un solo libro podía proporcionar. Tuve que recortar mis planes para embarcarme en esta novela una y otra vez y, al final, solo tenía sentido estructurar el trabajo en una serie. La segunda entrega será publicada en 2016 y la tercera en 2017. EC: ¿Dónde pueden encontrar los lectores más información sobre tu trabajo? KL: Los que estén interesados pueden encontrar información sobre mis novelas, relatos y traducciones en mi web http://kenliu.name . También soy muy activo en Twitter en @kyliu99. Para terminar, me gustaría animar a cualquier fan a suscribirse a mi boletín mensual en http://kenliu.name/mailing-list/ a través del cual se puede participar en sorteos y en el que comparto noticias interesantes, ofrezco adelantos de mis publicaciones futuras y explico partes de mi proceso creativo. EC: ¿Te gustaría añadir alguna otra cosa? KL: Aparte de mi propia producción, también traduzco bastante ficción del chino al inglés. Una de esas traducciones es The Three-Body Problem, el primer libro de la exitosa serie de ciencia ficción dura de Liu Cixin sobre un primer contacto con otra especie y un viaje interestelar de la humanidad. Me alegra decir que esta obra ha obtenido una nominación a los premios Nebula de este año, lo cual ratifica tanto la capacidad de Liu Cixin como escritor como el atractivo de la historia. Se trata de la primera vez que una obra procedente del chino ha sido considerada para este galardón, y es la segunda vez que una novela traducida (después de Invisible Cities de Italo Calvino) aparece en la lista de nominados. Me siento muy honrado por haber contribuido a que este libro llegue a los lectores anglófonos y espero que la gente le dé una oportunidad. Para terminar, quiero agradecerte esta entrevista. Confío que, tanto tú como otros lectores, os divirtáis leyendo The Grace of Kings tanto como yo me divertí escribiéndola. |
Archives
July 2022
Categories |