No Ficción
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Por Cristina Jurado A nadie debe extrañar que una de las obras más elogiadas de Lavie Tidhar, Un hombre sueña despierto, se haya traducido al español. Es una historia tan potente, tan provocadora y relevante, además de estar escrita de manera hermosísima, que no pude por menos que aplaudir a la editorial Kailas por su decisión. El año pasado, los visitantes del Festival Celsius de Avilés tuvieron la oportunidad de encontrarse con al autor británico-israelí, quien aprovechó el evento para anunciar la llegada a nuestro país de la novela. Me resulta difícil etiquetar Un hombre sueña despierto sin caer en inexactitudes: no se trata de ciencia ficción o fantasía per se, pero es un tipo de historia alternativa o, más bien, de especulación sobre un pasado alternativo. El autor crea una historia dentro de otra aterradora, mostrando el valor de la fantasía y la imaginación como herramienta de supervivencia. La historia aterradora sigue los pasos de un escritor judío de obras pulp, Shomer, en un campo de concentración, mientras que la segunda historia explora la posibilidad de que un Hitler-Mr. Wolf derrotado se haya exiliado en el Reino Unido y malviva trabajando de investigador privado. Este es un libro sobre una transformación interior: Shomer transciende el horror del campo de concentración empleando su imaginación y Wolf se convierte en aquello que odia más. Me relaciono con Lavie desde hace unos años. La originalidad de sus ideas, la belleza de su prosa, la relevancia de sus narraciones son hechos objetivos que cualquiera puede comprobar. Pero mi experiencia con él me ha enseñado que es uno de los autores más generosos y amables que conozco. Recientemente colaboró desinteresadamente en WhiteStar, la antología de relatos basada en el universo de David Bowie publicada por Palabaristas y cuyos beneficios han ido a parar enteramente a la Asociación Española Contra el Cáncer. Cristina Jurado: Utilizar un personaje histórico en una historia es siempre una empresa arriesgada, pero trabajar con Hitler (Mr. Wolf en el libro) me parece una tarea casi imposible. Por qué decidiste desarrollar una historia alrededor de una versión alternativa de una de las figuras más odiadas de la historia moderna? Lavie Tiddhar: Para ser francos, ¡intenté evitar escribir este libro! Porque, tienes razón, parecía una insensatez. Creo que empecé a pensar en ello en el invierno de 2011 y después me pasé dos años intentando con todas mis fuerzas no escribirlo. Entonces, una noche me rendí y escribí la primera frase que me había perseguido todo ese tiempo (“She had the face of an intelligent Jewess”) y ya no volví la vista atrás. Cuando me senté a escribirlo, la historia fluyó muy rápidamente. Fue bastante surrealista: escribía mayormente desde la medianoche hasta las tres de la mañana. ¡Era muy extraño pasar todo aquel tiempo con Adolf Hitler! Una frase desechada de una novela de Philip Kerr, que creo recordar, hablaba de cómo Hitler podía haberse convertido en un detective privado me dio pie del libro. Se me ocurrió que si alguien podía escribir esta idea sin morir en el intento posiblemente sería yo. Obviamente quería utilizarlo como una manera de hablar sobre el Holocausto, nuestra historia real. Creo que salí indemne, más o menos. Pero todavía me maravilla que se publicase, y cuando la gente comenzó a apreciarlo y se empezó a traducir en varios países… el momento anterior a la publicación fue horrible, porque esperaba que me dijeran que era un error, que el libro nunca saldría. Me parece totalmente surreal que esté ahí fuera. CJ: Elegir un narrador en primera persona para contar la historia desde el punto de vista de Wolf y la tercera persona para que la narración avance y para contar las vicisitudes de Shomer, creo que es una decisión muy pensada y valiente. ¿Por qué lo decidiste así? LT: Solo hay unas pocas voces narrativas en el libro. De hecho, en el primer borrador, había demasiadas y tuvimos que cortar una par de ellas completamente. Sentí que necesitaba el diario de Wolf, la voz en primera persona, para entrar de verdad en su cabeza, pero también necesitaba escribir alguna de sus secciones en tercera persona para sacar un poco al lector para que lo viera desde el exterior. Las secciones de Shomer se desarrollan en una voz diferente, más poética, en contraste con la parodia dura de las secciones dedicadas a Wolf. No se pueden tener las secciones de Wolf sin Shomer. Una es fantasía y la otra es la realidad. Tienes que anclarte en el mundo real incluso si estás intentando escaparte de él desesperadamente. Si no, todo se cae. CJ: ¿Puedes explicar a los lectores españoles qué es el “Stalag” y cuál es su influencia en Un Hombre Sueña Despierto? LT: Claro… se trataba de bolsilibros que surgieron en Israel en los 60 y 70, libros de tapa blanda muy baratos que se vendían bajo cuerda en los kioskos, nunca en las librerías, con historias muy gráficas sobre los campos de concentración. Los prisioneros nunca eran judíos sino prisioneros de guerra y los guardias eran mujeres Nazi sádicas ¡que los utilizaban para su gratificación sexual! Existían películas con temática de “Nazi-explotación” en los 70 en Italia, cosas que se titulaban Ilse, la Mujer-Lobo de las SS y Salon Kitty, y había hasta un editor en Australia que se especializaba en este tipo de libros extraños de bolsillo. Pero en Israel era todo un fenómeno, y las escribían autores israelíes bajo pseudónimo (“Mike Longshott” era uno que, además, tomé prestado para mi escritor pulp de Osama). Son obras muy raras. Me parece que era una manera de tratar el Holocausto, ¿sin hablar sobre él? No sé. Aparentemente toda una generación de muchachos israelíes creció con esos libros, que constituyeron una primera forma de exposición a lo erótico. Hoy en día se trata de raras piezas de coleccionista, pero en aquellos tiempos se vendieron miles y miles de copias. Todo esto, parcialmente inspirado por leer sobre la transformación del nazismo en pornografía durante mis años universitarios, bullían en mi mente mientras escribía. Era un tipo de conflicto muy potente y primario. De hecho, me obsesioné tanto con el libro que terminé escribiendo una parodia “Stalag” al mismo tiempo que la novela. Se titula Lujuria de la Esvástica, y se publicó únicamente en una edición de limitada PS Publishing. ¡Es muy, muy mala! Con esto quiero decir que yo creo que es muy divertida, pero es verdaderamente muy difícil escribir pulp malo a propósito. Pero es una parodia (sospecho que todo lo que hago es una especie de parodia) y me hizo reír. Me alegro de no tener que escribirla de nuevo. CJ: Has mencionado que la sección dedicada a Shomer es más como poesía. Entonces, la poesía es la realidad y la prosa, la fantasía. ¿El poder del arte es el de ser capaz de sobrevivir ante situaciones extremas? LT: No sé si puedo responder a eso, pero creo que es una de las preguntas que plantea el libro. De alguna manera, pienso que trato el poder escapista de la fantasía y si ello es siquiera posible, en obras como Osama, The Violent Century y Un Hombre Sueña Despierto. CJ: La literatura de ciencia ficción y fantasía está muy comprometida hoy en día con la política, lo que revela que nuestra sociedad está sufriendo una importante transformación. ¿Crees que la historia alternativa es una buena manera de analizar con calado el creciente populismo? LT: Solo puedo hablar por mí y no estoy totalmente convencido de que Un Hombre Sueña Despierto sea ciencia ficción o fantasía y, en cualquier caso, no se publicita como tal. Para mí, personalmente, la respuesta es que sí. Empleo una mezcla de historias alternativas y estados alterados de la mente para tratar de hablar sobre temas contemporáneos. El trasfondo de Un Hombre Sueña Despierto, por ejemplo, se basa en la emergencia actual del nacionalismo y de los elementos de la extrema derecha que preceden el Brexist o la llegada de Trump, algo que se me hizo muy evidente cuando volví a l Reino Unido en 2011. Por ello, nada de lo que ha sucedido desde la publicación del libro me ha sorprendido particularmente. CJ: España ha vivido bajo una dictadura hasta la mitad de los años 70 y se mantuvo de alguna manera aislada del resto de Europa durante décadas. ¿Qué crees que Un Hombre Sueña Despierto puede proporcionarle un lector español? LT: Ya he dicho en alguna ocasión que me siento muy influido por autores españoles. Gente como Manuel Vázquez Montalbán me enseñó que puedes escribir de forma políticamente comprometida, y entretener, al mismo tiempo, con historias arraigadas en la ficción popular. Me he inspirado en la manera en la que consiguen eso no solo autores españoles sino latinoamericanos como, por ejemplo, el mexicano Paco Ignacio Taibo II. Me parece que el libro tiene un toque español al tratarse de una novela negra que funciona tanto a favor como en contra del género y, algunas veces, lo ignora completamente. Y, por supuesto, creo que la temática puede interesar a cualquiera en Europa en estos momentos. CJ: ¿Puedes compartir con nuestros lectores tus proyectos futuros? LT: ¡Va a ser un poco complicado! Lo próximo es algo sobre lo que estoy entusiasmado, porque es un poco diferente. Se trata de una serie que se publicará online en una página bastante importante. Cada episodio estará ligado a un artículo formado por prominentes científicos o escritores de temas científicos, acompañados de arte original para cada episodio. Es una oportunidad para hablar de temas como el cambio climático, las energías renovables, cómo podemos sobrevivir y adaptarnos, y cuál es nuestro lugar en este planeta. Va a tener una gran difusión y me parece relevante en relación al momento en el que vivimos. Esto es por lo que respecta a este año. No puedo revelar mucho porque no se ha anunciado todavía. Asimismo, seguiré publicando mis relatos en diversos sitios. Por otro lado, este año es particularmente interesante para mí porque tanto Central Station como Un Hombre Sueña Despierto van a publicarse en varios países, desde Polonia hasta Japón. Me hace muy feliz ver que esos libros estén teniendo una distribución tan amplia. En lo que respecta a las novelas, de nuevo, no puedo hablar mucho. Tengo un par de ellas a la cola, y creo que el 2018 va a ser estupendo pero ¡tendremos que verlo! Una de las novelas, que es algo muy diferente, ya ha sido elegida para ser publicada en Italia, Alemania y Francia. Espero también que mi novela gráfica Adler, largamente aplazada (una especie de Liga de las Damas Extraordinarias), vea la luz el año próximo pero ¿quién sabe? Y la película que escribí hace un tiempo para una productora israelí está actualmente buscando un director. En estos momentos acabo de terminar una suerte de Western muy extraño y estoy tanteando volver a un viejo proyecto, un misterio sobre un asesinato que tiene lugar en un Londres post-cambio climático. Además, también he terminado una obra de teatro de un acto basada en mi novela Osama. Ya sabes que me gusta mantenerme ocupado.
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Por Cristina Jurado Las historias del vitoriano José Antonio Cotrina se reconocen desde lejos porque son un ejemplo de equilibrio entre la forma y el fondo. Si algo caracteriza la obra de este autor es la calidad de su prosa, precisa y fluida, la incontestable originalidad de sus ideas y la sólida armazón que sustenta sus historias. No es de extrañar, por tanto, que haya cosechado numerosos galardones, como el premio UPC en 2000 por su novela ciberpunk Salir de Fase, el Ignotus al Mejor Relato por “La niña muerta” y a la Mejor Novela Corta por Amanecer (ambos en 2005), o el Alberto Magno por Mala Racha (2000), Argos (2005) y Luna de Locos (2007). Cotrina sabe jugar con el lector: sabe proponer el juego, desplegar un tablero atractivo y congruente, y poblarlo de personajes creíbles con personalidades complejas y atractivas. Pero no se conforma con exponer lo evidente sino que descubre la otra cara de las cosas, el reverso, aquello que no se ve pero se intuye y, tal vez por eso, nos inquieta. Como en “Ocultos”, su relato más reciente recogido en la antología Verbum de Fata Libelli, o como en sus novelas: La Canción Secreta del Mundo (Hidra, 2013 y Palabaristas, 2016); Las Puertas del Infinito, escrito con Víctor Conde (Fantascy, 2016); Los Cuentos de Rocavarancolia #1, #2 y #3 (Palabaristas, 2014, 2015 y 2016); La cosecha de Samheim #1, #2 y #3 (Alfaguara, 2009, 2010, Hidra, 2011); La Casa de la Colina Negra (2006, Alfaguara); y Las Fuentes Perdidas (La Factoría de Ideas, 2003). Con un estilo elegante y una imaginación desbocada pero verosímil, este autor se ha lanzado en los últimos años a la literatura juvenil e infantil con títulos escritos a cuatro manos con Gabriella Campbell, como El fin de los sueños (Plataforma, 2014), El Día del Dragón (Naufragio de letras, 2016), El Cielo Roto (2017), o El Dios de las Alturas (2017). A continuación os ofrecemos una entrevista con este escritor versátil y sorprendente que, haga lo que haga, continúa maravillando con su prosa y sus ideas. Cristina Jurado: A todos los autores que entrevisto les suelo preguntar por su proceso creativo. Me fascina comprobar la metodología que cada escritor o escritora emplea para dar forma a una historia. En tu caso, ¿cómo se desarrolla ese proceso desde que se te ocurre una idea hasta que el manuscrito final llega a imprenta? José Antonio Cotrina : Lo primero es la idea. Siempre tengo varias en danza, unas arraigan y otras no. Las voy ordenando según lo prometedoras que me parecen y las ganas que tenga de ponerme con ellas. La primera fase de trabajo tiene lugar básicamente en mi cabeza: analizo la historia, sus puntos fuertes, los escenarios y los posibles personajes y los voy mezclando hasta conseguir un primer esquema que será la base de todo. Es un mapa mínimo que me servirá para orientarme y que además se convertirá en la columna vertebral de la obra; en ese primer proceso se me suelen ocurrir dos o tres escenas principales que luego tendrán una importancia capital en la historia. A veces se da la curiosa circunstancia de que puedo tardar mucho tiempo en escribir esas escenas en particular, en ocasiones (como sucedió con un par en concreto de El ciclo de la luna roja), hasta años. Luego ya llega la fase de escritura propiamente dicha. Soy un escritor lento, aunque no lo parezca. Soy mucho de escribir, volver atrás, releer lo escrito en los últimos días y repasarlo todo hasta que me quedo a gusto, hasta que noto el texto fluido. No es una metodología que recomiende a nadie, se pierde bastante tiempo. Sobre todo porque llegados determinados puntos en la novela vuelvo al principio y repaso toooooodo lo escrito hasta entonces. (Repito: no es un modo de trabajo que recomiende a nadie. La sensación de no avanzar puede ser frustrante a veces). Una vez termino el primer borrador se lo entrego a los lectores cero que tengo cautivos en el sótano y lo dejo en reposo mientras lo leen. Después, con sus indicaciones ya delante y mis propias percepciones, toca el proceso de corrección. Muchos escritores lo odian, a mí me encanta. Ahí es cuando todo va tomando verdadera forma. A continuación toca moverlo por editoriales, cruzar los dedos, hacer sacrificios a los dioses oscuros y armarte de paciencia. CJ: Saber qué tipo de autores fuera del género te influyen creo que da mucha información sobre un autor. ¿Podrías compartir cuáles son? JAC: Leo de todo. Está claro que por vocación tiendo más al fantástico, es natural, pero también suelo hacer incursiones en la literatura realista. Me encanta la literatura rusa, por ejemplo, Dostoievski es uno de mis escritores favoritos; Crimen y castigo y El idiota me parecen obran maestras, al igual que Pabellón de cáncer de Solzhenitsyn o Lolita de Nabovok. Por mencionar otros autores, disfruto mucho con Dickens, Franzen, Nooteboom y Saramago. De vez en cuando picoteo también novela histórica y ahí me quedo con Hilary Mantel (En la corte del lobo es magnífico) y Bernard Cornwell (su trilogía sobre el rey Arturo me encantó). Hace poco descubrí a Torrente Ballester y se ha convertido en uno de mis escritores favoritos, fuera de La saga fuga de JB (que se puede considerar género), me ha deslumbrado con Los gozos y las sombras, hacía tiempo que no disfrutaba tanto de la lectura como con esos libros. Y probablemente una vez se publique la entrevista caeré en la cuenta de que no he mencionado a X o a Y, lo que consideraré algo imperdonable. Siempre me pasa. CJ: Has escrito varios libros con otros autores, en concreto con Gabriella Campbell y con Víctor Conde. ¿Cómo surgió la posibilidad de trabajar con ambos? ¿De qué manera os organizáis para trabajar a cuatro manos? JAC: Casi por pura inercia con ambos. Víctor y yo tenemos cierta afinidad temática, hasta estilística en algunos momentos. Me encanta cómo escribe y me encanta su imaginación. Coincidimos en una firma en la Feria del Libro de Madrid y entre dedicatoria y dedicatoria comenzamos a hilvanar lo que luego fue el germen de Las puertas del infinito. Con Gabriella es un placer colaborar, tiene un talento extraordinario y lo demuestra en cada cosa que hace (y no, no lo digo porque seamos pareja, solo tenéis que echar un vistazo a su blog o leer sus cuentos y poesías para daros cuenta). Dadas las circunstancias, era inevitable que pusiéramos en marcha proyectos en común. El proceso de escritura de El fin de los sueños y Las puertas del infinito fue bastante similar. Para ambas novelas elegimos una estructura que facilitara el trabajo a cuatro manos: en las dos hay dos protagonistas claros, y cada uno de nosotros se encargaba de los capítulos narrados desde el punto de vista de uno de esos personajes. Por supuesto hablamos mucho sobre la trama y su desarrollo y tenemos siempre claro hacia dónde nos dirigimos. También hay mucha reescritura y mucho trabajo sobre el texto de tu colega para conseguir en lo posible cierta uniformidad de estilo. Si alguien tiene más curiosidad en saber más al detalle cómo nos manejamos Gabriella y yo a la hora de escribir a cuatro manos, aquí tiene un enlace a un artículo en su blog donde habla del asunto: http://www.gabriellaliteraria.com/escribir-a-cuatro-manos/ CJ: Como autor que cultiva la literatura fantástica juvenil – La casa de la Colina Negra, El ciclo de la Luna Roja-. ¿Qué tienes en cuenta a la hora de escribir para un público joven? JAC: No hago muchas distinciones cuando escribo para jóvenes o para adultos. En lo único que me contengo es en la violencia y el sexo, pero eso no significa que rehúya de ellos cuando me dirijo a un público más joven, simplemente lo enfoco de otra manera. Intento que mis novelas juveniles no estén descafeinadas, trato los mismos temas que en mis novelas adultas y a veces hasta con más dureza (La canción secreta del mundo es un buen ejemplo de ello). CJ: En tu obra fantástica suelen aparecer mundos paralelos plagados de seres que parecen salidos de sueños o, más bien, de pesadillas, plagados con referencias a la muerte. He leído que hay quienes afirman que hay una fuerte relación entre el sueño y la muerte porque ambas actividades suponen un cese de la conciencia (en el sueño, sería el sueño profundo). En el caso de tu obra ¿existe esa relación? JAC: Mi obra, la mayor parte de ella al menos, trata de la dualidad, de las imágenes de los espejos, de la realidad y lo oculto y todo lo que hay a medio camino entre una cosa y otra; el sueño es la otra cara de la vigilia; en cierto aspecto es nuestro reverso, nuestro propio mundo oculto. En mis historias hay múltiples referencias a los sueños (hasta es el tema principal de El fin de los sueños, como deja claro el título), pero no lo relaciono con la muerte, al contrario, lo relaciono con la vida, con la imaginación y el proceso creativo. La muerte sería el cese de la creatividad, ahí no hay nada, es terreno estéril. CJ: ¿Qué crees que debe tener un mundo inventado (worldbuilding) para que funcione en una historia? JAC: Coherencia. Por muy disparado que sea el escenario que creas, tiene que ser coherente. Cuanto más verosímil, mejor; cuanto más real, mejor. Tienes que tener unas reglas de juego muy claras y el lector tiene que estar al tanto de ellas cuanto antes, luego puedes jugar con ellas, llevarlas hasta el límite y retorcerlas, pero nunca debes romperlas. Si lo haces se te derrumba todo. El escenario de la historia, al menos en mis novelas, siempre ha tenido una importancia tremenda, al mismo nivel que el argumento o los personales. Ha de ser llamativo, tener personalidad y profundidad, tiene que estar vivo. CJ: Últimamente te has decantado por la literatura juvenil y la fantasía. ¿Tienes intención de retomar la ciencia ficción en el futuro? JAC: No lo sé. Me considero escritor de género fantástico en sus tres vertientes: ciencia ficción, fantasía y terror. Disfruto igual de las tres, pero tal vez por mi bagaje se me ocurren más ideas en los dos últimos géneros que en el primero. Si se me ocurre alguna idea potente de cifi y que además me apetezca escribir, seguro que me pondré con ella. CJ: ¿Qué dos consejos le darías a un escritor de fantasía que estuviera empezando? JAC: Iba a hacer la típica coña de que ni lo intente, que se dedique a otra cosa, pero vamos a suponer que ya lo tiene decidido y que nada de lo que yo le diga va a convencerlo de que se eche atrás. Entonces: constancia y paciencia. Trabajar mucho, todos los días, intentar mejorar con cada nueva página, intentar superarte una y otra vez. Eso no va a asegurar que llegues a ninguna parte, pero al menos serás mejor de lo que eras cuando empezaste. CJ: ¿Cómo ves el panorama actual de la fantasía, la ciencia ficción y el terror en español? JAC: Efervescente. Al menos esa es la impresión que me da a mí. Desde hace bastante tiempo veo aparecer por todas partes nuevos autores y nuevas editoriales con ganas de hacer cosas. Cada vez somos más o, por lo menos, cada vez hacemos más ruido. Y me parece estupendo, desde luego. Lo malo es que el mercado sigue siendo el que es, no ha crecido en consonancia con ese caudal de nuevos escritores y editoriales, y eso se nota. El número de lectores con los que contamos sigue siendo limitado, más allá del ocasional bombazo editorial, que, casi siempre, suele ser de autor no nacional. Eso sí, tengo que reconocer que la evolución ha sido muy positiva en los años que llevo dedicándome a esto. El panorama no tiene nada que ver con el que me encontré cuando empecé. Espero que siga yendo a mejor. CJ: ¿Puedes compartir con nosotros tus proyectos futuros? JAC: Siempre estoy liado con mil cosas, quizá demasiadas. Ahora mismo estoy colaborando con Gabriella Campbell en dos proyectos de escritura conjunta. Estamos trabajando en las siguientes entregas de esa locura post-apocalíptica con galgo que es Crónicas del fin y, al mismo tiempo, para equilibrar tono, temática y conservar la cordura, estamos escribiendo la segunda parte de El día del dragón, una historia de fantasía cómica para chavales a partir de once años. También me dedico a mis propios proyectos, hace poco rematé una novela juvenil de corte fantástico; ahora estoy escribiendo otra que espero tener acabada para después del verano, y continúo, poco a poco, paso a paso, con la segunda parte de La casa de la Colina Negra. Esto es un no parar. CJ: A algunas personas que tú conoces les pedí que te formularan una pregunta, bajo secreto de sumario. Para empezar, Víctor Conde te pregunta si te gustó el universo que creasteis para las Puertas del Infinito y si querrías volver a él algún día. JAC: El universo de la novela me fascinó. Fue un subidón creativo trabajar en ese escenario exagerado y delirante que alberga tanto el Colapso de Rebeca como el Londres donde se mueven Logan y Riddly (sin olvidar el resto de mundos que aparecen en el libro). Lo del regreso no lo veo tan claro, básicamente por el modo en que termina la novela. Es una historia que no solo no precisa de continuación, sino que además esta iría en contra de la propia resolución de la obra. CJ: Gabriella Campbell quiere saber: ¿Cuál sería tu mayor sueño como escritor? Me refiero a esa meta que, una vez alcanzada, te permitiera decir «vale, ya he conseguido todo lo que podía conseguir como autor en esta vida». Y no vale decir «contar el peor chiste del mundo en un libro», «crear universos fantásticos que ya están influyendo en nuevas generaciones de escritores» o «que los padres me echen broncas por hacer llorar a sus hijos», porque todo eso ya lo has hecho. JAC: Suena mucho a meta terminal, a “Bueno, ya lo he conseguido todo, ahora puedo dejarlo”. Y eso da un poco de miedo. Conseguirlo todo equivale a que ya no te quede nada por lograr. Mi mayor sueño es continuar escribiendo durante mucho tiempo, seguir contando historias y, en la medida de mis posibilidades, hacer llorar a muchos lectores. Y contar chistes cada vez peores. Porque siempre se puede contar un chiste peor. CJ: Mariano Villarreal te pregunta si habrá continuación de Las fuentes perdidas, aprovechando la reedición. JAC: Habrá más historias ambientadas en ese universo y, con suerte, volveremos a ver a alguno de los protagonistas de Las fuentes perdidas (de hecho, pudimos ver a Délano Gris de manera fugaz en La canción secreta del mundo), pero no habrá una segunda parte como tal de Las fuentes perdidas. Mi idea cuando concebí este universo es que me sirva para contar diferentes historias con diferentes personajes y que tanto unas como otros se entrecrucen. Eso sí, si todo va bien, todas las preguntas que se plantean en Las fuentes perdidas, y que no encuentran respuesta en ese libro, la tendrán en otras historias. |
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