No Ficción
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por Cristina Jurado @dnazproject
Fue al comienzo del mes de marzo en Dubai (Emiratos Árabes Unidos). Una brisa fresca acariciaba la ensenada en la que se alza el Hotel Intercontinental, el escenario del Dubai LitFest, uno de los principales eventos culturales que se celebran en Oriente Medio y, desde luego para mí, el plato fuerte de la temporada literaria. El destino, una mera coincidencia, la suerte o una combinación de todos ellos jugaron a mi favor para reunir a Saladin Ahmed y a Joe Abercrombie en este festival. Ambos son los autores cuyas últimas novelas han sido traducidas al español por el sello Fantascy y que saldrán publicadas en las próximas semanas: El Trono de la Luna Creciente y Medio Rey. Decidí aprovechar esta oportunidad para encontrarme con ellos en el lugar más ruidoso posible, el restaurante del hotel, y hablar sobre libros, sobre el género fantástico y sobre el oficio de escritor, entre otras cosas. Bueno, en realidad yo les hice preguntas y ellos me respondieron con una enorme generosidad, interactuando además entre sí. Quiero agradecer a Fantascy y Penguin Random House por ayudarme a organizar este encuentro y, especialmente a Saladin y a Joe, Joe y Saladin, por su interesante, cautivadora, inteligente y divertida conversación. Abercrombie: “Escribir fantasía épica es resaltar algo de esa sensibilidad propia del género negro” Cristina Jurado: Muchas gracias por haber aceptado reuniros conmigo, Saladin Ahmed y Joe Abercrombie. Me gustaría empezar con una breve descripción de vuestras novelas, que van a salir publicadas en español en los próximos meses. En el caso de Joe Abercrombie se trata de Medio Rey (Half a King) y quiero pedirte que expliques de qué trata. Joe Abercrombie: ¡Claro! Medio Rey es, supongo, una novela de fantasía juvenil que tiene lugar en un mundo que recuerda a la sociedad vikinga. La historia sigue a un personaje llamado príncipe Yarvi, el segundo hijo de un rey. Nacido con una mano malformada, es incapaz de sostener un escudo, de remar o de hacer muchas de las cosas que se espera que un hombre haga en este tipo de sociedad –una sociedad guerrera-, en la que él vive. Está siendo educado para convertirse en ministro, un tipo de consejero, de guardián del conocimiento, de sanador, un papel tradicionalmente femenino y de gran importancia. Pero cuando su padre y su hermano son asesinados de manera espantosa, se ve obligado a convertirse en rey y trata de utilizar su ingenio, conocimientos y pericia para vencer a unos enemigos superiores desde el punto de vista físico. CJ: Ahora vamos con Saladin Ahmed. Su novela se titula El trono de la luna creciente (Throne of the Crescent Moon). Voy a dejar que él mismo presente su obra. Saladin Ahmed: El trono de la luna creciente es una novela fantástica de aventuras que se inspira, más que en la historia europea, en la islámica. Se desarrolla en un mundo inventado que guarda más parecido con la Bagdad medieval que con la Gran Bretaña medieval. Está protagonizada por Adoulla Makhslood, caza-monstruos de una cierta edad. Este hombre se encuentra al final de su vida, listo para jubilarse, pero no puede hacerlo, como pasa a veces. Lo que sucede es que hay fuerzas extremas que asolan la ciudad que él adora, por lo que se embarca en un último desafío. Tiene que movilizar tanto a su cuerpo envejecido como a su alma cansada para enfrentar este último reto. CJ: Una de las cuestiones que quería tratar con vosotros, como escritores de fantasía, es ¿por qué escribís fantasía épica? JA: La fantasía épica vende mucho (risas). Además, es lo que solía leer cuando era pequeño. Creo que todos, como autores, tendemos a escribir –al menos cuando empezamos- el tipo de obras que nos gusta leer, que nos divierte leer. Yo crecí leyendo un montón de fantasía. También jugué muchos juegos de rol online. Me interesé bastante en la fantasía con personajes de tipo más heroico, con brillante armadura y más predecibles, aunque sentía la falta de algo de oscuridad y algunos de los elementos que se encuentran en el género negro y en los westerns, así como en otros libros que estaba leyendo. Creo que, para mí, escribir fantasía épica es resaltar algo de esa sensibilidad propia del género negro, un estilo más moderno, un enfoque en los personajes, que son más crudos, más anti-heroicos y moralmente más ambiguos, dentro de ese escenario de fantasía épica. Es lo que siempre me ha interesado. La ficción histórica requiere mucha más investigación, lo que significa más trabajo, y yo trato de evitar el trabajo duro tanto como puedo. Pienso que la fantasía te ofrece la oportunidad de combinar de distintas maneras un montón de influencias e ideas diferentes, así como periodos históricos. Si quieres escribir una escena, o una secuencia, o un libro con un ligero estilo a western en un escenario fantástico, puedes hacerlo. Si quieres escribir algo más cercano al romance, puedes hacerlo. Es un género muy flexible y fluido que te ofrece todo tipo de oportunidades. No tienes que ponerte a resolver cómo era exactamente el mundo, qué tipo de ventanas tenía exactamente, o cómo eran los pantalones que la gente llevaba en un periodo determinado. Puedes crear varias combinaciones de la manera que mejor encaje en el drama o la escena, y no tienes que investigar demasiado. SA: Para mí, El Trono de la Luna Creciente iba a ser inevitablemente la primera novela que iba a escribir porque, como Joe, también crecí leyendo mucha fantasía heroica y jugando a Ladrones y Mazmorras y a ese tipo de juegos. Realmente modeló la forma en la que concibo la narrativa y el tipo de arquetipos que me atraen. De alguna manera, como dijo Joe, cuando escribimos, escribimos lo que nos gusta leer. Pero lo hacemos modificándolo según en quiénes nos hemos convertido. Para mí, una de las grandes carencias que veía en la fantasía épica era que no se trataban escenarios diferentes al de la Europa medieval. Debido a mi origen (soy descendiente de árabes) mi inclinación natural fue imaginarme los arquetipos del género –el guerrero virtuoso y venerable, el viejo mago cascarrabias y todas esas figuras que nos resultan tan familiares-, en un contexto islámico y árabe. Se convirtió en una manera de comenzar a cuestionar no sólo el escenario o lo que yo llamo “el mobiliario superficial”, sino también el tipo de valores que se representaban. Por ello, mi protagonista es un hombre mayor, que trata de proteger su tierra, y no un joven que sale y explora nuevos mundos. Por distintos motivos la cultura árabe, especialmente durante el siglo XX, se preocupó mucho por cuestiones como la defensa de la patria y de la tradición. Era muy importante para mí transmitir eso, además de otras cosas que tienen un significado muy personal desde el punto de vista poético, y no me refiero solo a lo concerniente al escenario árabe. Soy un tipo de izquierdas y me cansé de leer libros que solo trataban de princesas, reyes y nobleza. Quería partir de una premisa que implicase que el cazador de monstruos, el aventuro que se embarca en un viaje, era el equivalente al hombre que recoge la basura, aunque su trabajo cotidiano fuera matar monstruos. Ese tipo de encrucijada, el choque de diferencias culturales y geográficas, se fusiona de manera intuitiva con mi querencia friki por la fantasía más tradicional. CJ: Me gustaría tratar el tema de la violencia en la fantasía épica. Supongo que forma parte del género y que lo hace tremendamente atractivo para la audiencia joven. ¿Qué pensáis que aporta la violencia a este tipo de historias? ¿Credibilidad? ¿El reflejo de los tiempos? ¿O es cuestión de vendernos adrenalina? SA: Para mí, esta es una pregunta-trampa porque soy de izquierdas pero, además, soy bastante pacifista. No me gusta la violencia y no creo que sea una manera sostenible para resolver los problemas. Y, sin embargo, el género carga con esta forma de resolver los problemas, tanto si se trata de super-héroes, batallas espaciales o dragones y caballeros: los problemas se resuelven matando o haciendo saltar las cosas en pedazos. Era para mí como cuadrar el círculo, dejar de lado mi propia actitud sobre la violencia y el hecho de que la detesto en el mundo real, pero me encanta ver películas de artes marciales en las que un tipo destroza a otros treinta. Hice algo de trampa porque la mayoría de los objetivos y la violencia se dirigen esencialmente a monstruos inanimados. Tengo que pensar, ahora que me adentro en la serie, en aumentar la violencia entre personas y el coste que ello acarrea. Mi protagonista es una persona agotada, y parte de ello se debe a toda la sangre y los asesinatos que ha visto durante su vida. Para mí era importante mantener la acción, las escenas de lucha deslumbrantes y, al mismo tiempo, cuestionar a dónde lleva todo ello. Hay algunas escenas bastante sangrientas, aunque la novela es en su mayoría apta para adolescentes de trece años. Espero que esas escenas no se vean como algo gratuito, que la violencia nos entretenga, que nos haga subir el nivel de adrenalina, como dijiste, pero necesitamos pensar qué significa realmente que en una cultura los problemas se resuelvan con espadas y flechas. JA: La fantasía épica es un género muy violento, siempre lo ha sido. Con frecuencia suele tener lugar en una atmósfera bélica: en La Comunidad del Anillo hay guerreros, luchadores, asesinos… y otros personajes como Aragorn, un espadachín después de todo. Él lucha contra un montón de orcos y, si se tratase de personas, nos horrorizaría. La violencia épica es muy agresiva pero se concentra en lo externo, en los aspectos más heroicos. Siempre me interesó el contraste entre eso y la guerra en el mundo real, cuán dañina es tanto para las víctimas como para los perpetradores, con cuánta frecuencia los que vuelven de una guerra lo hacen muy tocados, sin posibilidad de convertirse en reyes nobles o en buenos esposos, especialmente si son buenos eliminando gente. Me interesaba mucho ahondar en eso, en algunos personajes que hubieran sentido muy profundamente las secuelas de algún tipo de violencia, tanto de la que están cometiendo ahora como de la que cometieron en el pasado. Luchan contra lo que han hecho, incapaces de escapar de las consecuencias. El tiempo nos ofrece una forma mágica para escapar de esas consecuencias, curar heridas y reparar los daños, y quería explorar los personajes que no disponen de esta opción, que han causado mucho daño y están muy dañados al mismo tiempo. Quería que la violencia pareciese muy real, visceral, inclusiva y personal. No quería ofrecer una mirada desde arriba, desde la distancia, y describir las escenas de batalla a vista de pájaro. Quería que te hiciera sentir como si estuvieras en mitad de todo ello, teniendo en cuenta esa atracción y repulsión simultáneas que siento hacia la violencia: nos fascina, pero nos sentimos horrorizados por ella. Quise ofrecer una visión sobre todo ello, siendo lo más honesto posible. CJ: Cuando leí Medio Rey y El Trono de la Luna Creciente encontré ciertas similitudes y no me refiero solo a que se trata de obras de fantasía, posiblemente fantasía épica… JA: Además de porque están magníficamente escritas, por supuesto. SA: Sí, sí. CJ: … porque están magníficamente escritas, por supuesto, y porque sus escritores son igualmente atractivos. JA & SA: Oh, sí, sí. JA: … por lo que parece. CJ: Fue muy interesante darme cuenta de que, aunque los protagonistas de ambos libros no tienen la misma edad, tenemos a Yarvi en Medio Rey (el protagonista) y a Rasheed en El Trono de la Luna Creciente (el segundo personaje en importancia), otro joven que sigue un proceso de aprendizaje. Como ya has dicho Saladin, pensé que tu novela podía apelar a una audiencia juvenil. Tanto Yarvi como Rasheed son ejemplos de las bildungsroman, las novelas de maduración. Me gustaría que hablaseis sobre la importancia de esa maduración en las novelas. JA: En Medio Rey la idea era escribir una novela que estuviera parcialmente orientada a lectores jóvenes. La literatura juvenil se ha convertido en un lienzo muy grande en el que tiene cabida un montón de obras, todo tipo de géneros y de temáticas. Una de las cosas que debe incorporar un libro juvenil es un protagonista juvenil. He leído muchos personajes agotados, de vuelta de todo, cínicos, se podría decir autobiográficos en muchos casos. En mi carrera, mis libros para adultos solían incluir ese tipo de personajes, por lo que estaba más interesado en tratar de incorporar un personaje aun “no-formado”, que estuviera creciendo, aprendiendo sobre el mundo y que hubiera vivido quizás un poco aislado. Fue una experiencia muy interesante para mí. Cuando escribes una obra desde el punto de vista de un personaje que tiene quince o dieciséis años, inevitablemente se va a tratar cómo madura el personaje. En mi obra, este personaje se enfrenta a numerosas pruebas. Tiene que encontrar la manera de resolver situaciones muy duras y peligrosas y, con suerte, llegar hasta la edad adulta a su manera y responsabilizarse de su propia vida. Creo que es una historia bastante clásica que siempre estamos dispuestos a escuchar de nuevo, con algún tipo de “mobiliario” nuevo, con un nuevo tipo de personaje y desde un ángulo nuevo. Supongo que, de la misma manera que Primera Ley fue mi primera incursión en la fantasía épica, Medio Rey es mi primera obra de crecimiento de un personaje. SA: Desde un punto de vista tonal, El Trono de la Luna Creciente podría pasar por una novela juvenil, excepto por el hecho de que el protagonista es un hombre mayor. Casi todo lo demás en el libro podría enmarcarse fácilmente en el subgénero de fantasía juvenil. Rasheed, que es el asistente del protagonista, es el segundo personaje en importancia, en cuanto a número de páginas que se le dedican. Se trata de un adolescente que ha vivido literalmente aislado (creció en un monasterio). Está creciendo en una ciudad llena de pecado y decadencia, al menos a sus ojos. Intenta luchar contra su sexualidad y todas esas cosas que no tuvo que hacer frente cuando vivía en una monasterio de monjes guerreros. Incluirlo en el libro fue casi subversivo: tradicionalmente, él sería el protagonista. Mi personaje principal, Adoulla, sería el típico mago consejero. Por el contrario, mi objetivo era centrarme en el viejo mago que ha visto mucho y contar con este otro personaje como un contrapunto a su voz cansada y resentida. Hay otra pareja de personajes que sirven esa función, Zamia es uno de ellos. El bildungsroman no era parte del libro. En realidad se trata de este personaje que procede de una bildungsroman fantástica pero que aparece en otra historia. En otro mundo, Rasheed sería el protagonista de su propio libro, pero esa no era la historia que yo quería escribir. JA: Esa dualidad, esos pares que representan los dos extremos de una misma línea, como Holmes y Watson (el genio que carece de humanidad y Watson que proporciona la humanidad que Holmes nunca tendría). Yarvi tiene a su alrededor algunos hombres mayores que proporcionan la voz de la experiencia y del cansancio. Esencialmente, su voz es inocente. Lo mismo que en el libro Primera Ley, y sin ni siquiera pensar en ello, tenía a un joven al que un mentor mayor equilibraba. Es un escenario atemporal, de algún modo, esos pares que se complementan el uno al otro. Personajes femeninos alejados de los estereotipos CJ: Una de las cosas que me gustan de vuestras historias es que, como mencionaste en tu anterior presentación Saladin, ambas cuentan con personajes femeninos fuertes, algunos de los cuales se alejan bastante de los estereotipos. Pienso en Laithlin, la madre de Yarvi. Me recordó bastante a Cercei en muchos detalles. También Madre Gundring, una presencia constante durante la historia aunque no esté presente. En el caso de El Trono de la Luna Creciente, por supuesto, tenemos a Zamia, ese estupendo personaje, que cambia de forma y se convierte en un león. Además, tiene una gran importancia dentro de la trama. ¿Por qué elegisteis escribir esos personajes? ¿Qué queríais lograr? SA: Como dije durante mi presentación aquí en el Festival, se trata de un arquetipo, la típica guerrera del estilo de Xena o cualquier princesa guerrera, una mujer que puede dar una paliza a cualquier hombre, como sucede en las películas de artes marciales. Ese tipo de cine influye mucho en las partes de más acción de la novela. Ese tipo de personajes femeninos capaces de patearle el culo a cualquier, es una declaración de intenciones. Era inevitable que uno de ellos terminara en mi libro. En mi caso, contar con este tipo de personaje también servía para conseguir el ethos que pretendo con este libro, que implica desmantelar estereotipos que existían en occidente sobre los árabes y el Islam. Con el personaje de Zamia, en particular, se trataba de abordar los estereotipos sobre las mujeres árabes, y sobre su sol y cómo se conducen. Por eso hice que el personaje más peleón de todo el libro, que puede literalmente despedazar a un hombre, fuese una adolescente árabe. Eso lo tenía muy claro desde el principio. Tenía un par de personajes que sabía que estarían en la historia desde el comienzo, y ella era uno de ellos. Hay una mujer mayor muy importante también, Litaz, que es una especie de alquimista. Aunque surgió de la propia historia, cuando echo la vista atrás y analizo lo que estaba haciendo, me doy cuenta de que ella es algo así como la científica de la novela. Es la más racional de todos los personajes. Tiene este papel en parte, me di cuenta de ello luego, para servir de contrapunto a la noción de que los personajes femeninos son la caja de resonancia emocional de la novela y la personificación del corazón de la obra más que de la mente, si es que tiene sentido. Contar con un personaje que mide todo y lo reduce a una fórmula matemática, creo que es algo mucho más potente si se trata de una mujer, porque no estamos habituados a que las mujeres asuman ese tipo de papel. Ella es la Mr. Spock del libro. Pienso que algo interesante puede surgir cuando una mujer, más que un hombre, cumple ese papel. JA: Cuando escribí Primera Ley, busqué una sociedad épica y fantástica muy patriarcal y medieval. La mayoría de mis personajes eran hombres. Estaba pensando en arquetipos masculinos, supongo, como el mago, el muchacho que se convertirá en rey, el hombre honorable y ese tipo de cosas. Los hice a todos hombres. Me di cuenta con el tiempo que no había hecho justicia a los personajes femeninos, que apenas había alguno en la historia, ni siquiera en el fondo. Por ello, cuando llegó el momento de escribir sobre un nuevo mundo, quise dotarlo de algún tipo de mecánica interna que me permitiese contar con personajes femeninos en la historia de manera fácil. CJ: ¿Por ejemplo, como Sumael? JA: Exactamente, sí. Tenía la idea de que la esfera de los guerreros, del trabajo y de la guerra sería masculina, y que las mujeres siempre habían detentado la responsabilidad de todo lo relacionado con los hogares, por lo que llevarían colgando la llave de la casa alrededor del cuello. La idea del hogar creció hasta convertirse en todo lo relacionado con la propiedad, el dinero y las divisas. La Reina sería responsable de la propiedad de su marido, lo que la convertiría en responsable del dinero del reino: sería el canciller, el comerciante máximo. Los mercaderes y los capitanes de barco son normalmente mujeres, y muchos oficios son realizados por mujeres, porque tienen que hacerse cargo de los negocios de sus maridos. Medio Rey tiene una gran variedad de este tipo de personajes. Quería escribir muchos tipos distintos de mujeres en esta historia, si podía. Había creado algunas mujeres bastantes “masculinas” antes, realmente agresivas, lo que es maravilloso. Me encantan ese tipo de personajes femeninos, y quería incluir el máximo posible. Esta historia se desarrolla en un momento en el que el dinero adquiere una gran importancia, como sucedió en el mundo vikingo. Cuando los vikingos se expandieron por Asia, trajeron consigo mucha plata. Por ello quería que, ese poder femenino y el del dinero, adquiriese una mayor preeminencia, hasta casi desequilibrar la naturaleza de esta cultura. Las fuerzas que actúan en su contra ponen la historia en movimiento. Por eso está Laithlin, la madre del protagonista, que es bastante fría, calculadora y una comerciante muy astuta, una banquera, en realidad. Se convierte en una persona muy poderosa debido a las innovaciones que introduce en materia de dinero. También hay una capitana de barco, que adquiere una gran importancia en la vida del protagonista. CJ: No puedo pronunciar su nombre. JA: Shadikshirram! Se trata de una mujer muy peligrosa y con un físico imponente. También está Sumael, que es navegante, un oficio muy valorado, efectivo e importante porque su habilidad para leer las estrellas y encontrar el camino para ir de un lugar a otro, es clave y poco frecuente. Quería toda la variedad que fuera posible. En el próximo libro, de nuevo, hay un espectro muy amplio de mujeres, con una chica como protagonista:, una joven que intenta imponerse en la esfera masculina y convertirse en guerrera. Desde el principio, quería asegurarme de que, esta vez, incluía una gran variedad de mujeres. CJ: ¿Qué es lo que sucede con la gente con discapacidades, tanto físicas como emocionales? Con frecuencia, cuando hay una discapacidad física suele haber una emocional aparejada. ¿Por qué abundan en estas historias? JA: Siempre me han fascinado, supongo que porque mucha de la fantasía que leía de niño incluía un montón de héroes perfectos, de físico ideal y muy seguros de sí mismos emocionalmente. Creo que la gente que ha luchado en numerosas batallas suele presentar alguna lesión o suelen quedar heridos física o emocionalmente debido a las experiencias que han vivido. Quería que mis personajes reflejaran eso. Habitualmente escribo personajes marcados, tanto emocional como físicamente. Hay personas en la vida real que luchan constantemente contra discapacidades de todo tipo. Seguramente habría muchas más en una sociedad de corte medieval. Gran cantidad de esos personajes nacían con discapacidades. Hay algunos personajes vikingos que lo eran, como el famoso “Ivan, el Sinhuesos”. Nadie sabe por qué le llamaban así, pero se hacía llevar al campo de batalla encima de un escudo. No podía caminar pero era extremadamente poderoso e importante. Hay una importante tradición en este sentido, un área de interés a tener en cuenta. A mí me interesa cómo la gente que no es perfecta, que vive sin ventajas, se hacen notar y dejan una gran huella en el mundo, muchas veces por medios que no se considerarían muy ortodoxos en su cultura. Siempre me han fascinado ese tipo de personas y creo que no las vemos en fantasía. Por eso, quería incluirlas. CJ: (A Saladin) ¿Dirías que el protagonista de El Trono de la Luna Creciente está herido emocionalmente? SA: Sí, lo diría. Sus padres fueron víctimas de una muerte violenta, como en Batman. Está exhausto físicamente, lo que era muy importante para mí. Soy asmático y suelo tener problemas para respirar, por lo que era un niño bastante empollón. Como dijo Joe, con frecuencia en las escenas de lucha te encuentras con héroes musculados y de piel brillante que manejan la espada durante horas sin despeinarse. Hay un par de personajes así en mi novela, pero el cansancio físico de mi protagonista era una de las cosas que quería transmitir. Durante gran parte de la trama está agotado, el tipo gordo ya entrado en años que sube una colina y se tiene que parar para recobrar el aliento, pudiendo ser asesinado mientras lo hace. El peaje que Adoulla tiene que pagar es físico y también emocional, al haber vivido una vida en la que ha visto morir a mucha gente y en la que ha tenido que matar también a muchos. Padece de lo que llamamos Síndrome Postraumático y está tratando de distanciarse de ese tipo de vida para encontrar un poco de paz. Tradicionalmente hay otros personajes menores con discapacidades físicas en ese tipo de sociedad, tal como sucede en Las Mil y Una Noches, que ha sido una gran influencia en el libro. En parte por lo que Joe decía, porque había más discapacidades que, no quiero decir que no tenían cura, pero no se disponía entonces de los medios para tratarlas. Muchas condiciones incapacitantes que hoy pueden tratarse pronto… JA: ¿Cómo el asma? SA: Sí, como el asma y como muchas otras. Ese tipo de personas existían con mucha frecuencia en la población. La gente enfermaba y esas enfermedades dejaban marcas físicas, el cuerpo tenía que pagar un peaje en la época pre-industrial de una manera que hoy en día no tiene. Las ciudades de Las Mil y una Noches estaban repletas de hombres con una sola pierna, mujeres con un solo ojo, etc. Esas personas no son necesariamente en las que se centra la novela, se trata de muchos de los amigos de Adoulla –que es un tipo de la calle- que tienen algún tipo de discapacidad física. Ahmed: “La ficción literaria se diferencia de la de género en el sentido de que esta última pone un énfasis muy grande en el argumento” CJ: Hablemos un poco sobre el oficio de escribir. Me gustaría saber acerca del proceso que seguís para escribir, si escribís esbozos, o fichas de personajes. Cualquier detalle interesante sobre vuestro proceso particular de escritura. SA: Yo tengo la experiencia limitada de haber escrito sólo una novela y estar teniendo algunas dificultades moderadas con la segunda. Hice esbozos de forma bastante sistemática. La ficción literaria se diferencia de la de género en el sentido de que esta última pone un énfasis muy grande en el argumento. No conozco a demasiados autores de género que no realicen esbozos de un tipo u otro, por el simple hecho de la importancia que tiene integrar el suspense en la estructura, qué sucedió antes que lo que está sucediendo ahora, los personajes tienen que ir a tal sitio antes de encontrar tal cosa, y tienen que hacer esto... la fantasía pone mucho más énfasis en estos detalles que, digamos, la literatura tradicional. Creo que si uno está escribiendo una novela de género, a menos que sea una de esas personas excepcionales que pueden, simplemente, hacer que fluyan desde su interior, la realización de esbozos y resúmenes es bastante fundamental para el oficio. Yo esbozo mucho y también suprimo mucho, probablemente más de lo que sería saludable. De hecho, soy poeta por formación, así que soy muy perfeccionista con cada línea y cada párrafo y cómo se conectan entre sí. Cuando algo no funciona tiendo a eliminarlo. En esencia edito de la misma forma que escribo. Cuando mi editora compró la novela esta fue una de las cosas que destacó. Dijo «me alegro tanto de no tener que editar esto». Se mostró muy contenta con el nivel. Ese es el motivo por el que escribir me lleva una eternidad: hacía tres, cuatro o cinco borradores de un párrafo, los eliminaba; tres, cuatro o cinco versiones de un capítulo, los eliminaba, antes de conseguir lo que realmente necesitaba. Mi consejo es que no hagas eso, porque si no, tardarás cuatro años en escribir una novela que, de otra forma, te llevaría un año. JA: Mi proceso ha evolucionado mucho y tiende a ser algo diferente en cada libro. Yo solía planificar de forma muy exhaustiva. No empezaba a escribir un libro si no tenía una planificación, del mismo modo que no empezaría a construir una casa si no tuviera unos planos, la probabilidad de que se produjera un derrumbe peligroso era elevada. O sea, que tener un plan siempre es bueno. Siempre estás a tiempo de abandonar el plan más adelante si se te ocurren mejores ideas. Pero si no tienes un plan nunca sabes hacia donde te estás dirigiendo. Yo suelo planificar de forma muy cuidadosa. Con estos libros empecé a planificar con un grado de detalle menos exhaustivo. Tiendo a comenzar con una buena idea de hacia dónde se dirige el libro, dividiéndolo en partes para luego planificar cada parte cuando llego a ella. Normalmente cuando llega el momento de empezar esa parte tengo una idea mucho más clara de quiénes son los personajes, cómo se están desarrollando las relaciones, qué tiene más sentido; de forma que puedo planificar de forma más relajada a medida que voy llegando a cada punto, imaginándome el conjunto de una vez. Es fácil estrangular un proyecto por culpa de una planificación excesiva. Es agradable empezar a escribir y, ojalá, emocionarte con lo que estás haciendo, hacerte una idea de lo que haces, dejar que los personajes hablen los unos con los otros y se desarrollen un poco de forma que tengas la sensación de que «¡Muy bien! Esto va a funcionar. Me gusta como está yendo». Y entonces, si empiezas a planificar con esa sensación en la cabeza, es un poco más vívido, más vibrante y animado. Así que últimamente intento dejar que la escritura y la planificación sean procesos algo más paralelos. Más allá de eso, ¿qué quieres que te diga? Creo que cada cual tiene que descubrir el proceso que funciona mejor en su caso. SA: Me gustaría decirle a los que aspiran a convertirse en escritores, especialmente de fantasía... que yo empecé a hacer de editor freelance ocasional como segundo trabajo y leí cierta cantidad de novelas inéditas de gente que aspiraba a ser escritor, y muchas de ellas parecían un montón de notas a las que se las había dado la forma de novela. Tengo la impresión de que eso se produce, fundamentalmente, porque la gente trata de imitar a Tolkien y tiene la sensación de que tienen que dedicar un gran esfuerzo a la construcción del mundo, como si tuvieran que incluir todos los detalles. Hay algunos autores que han documentado un lenguaje entero o un mapa con cada uno de los pueblos y ciudades de todo un mundo, incluso cuando la acción tiene lugar solo en esta pequeña parte del mapa, y sin embargo no han escrito demasiada interacción entre los personajes o en el argumento casi no pasa nada. Tener al menos el esqueleto de una planificación, el esqueleto de un esbozo, es casi fundamental para la mayoría de los escritores que empiezan porque, y creo que Joe tiene razón, ese tipo de planificación puede exigirte un precio muy alto y puedes perder el placer que puede generar la energía del momento en el que realmente estás escribiendo. Tengo un consejo muy concreto que para mí funcionó y que he visto funcionar para otros escritores —quien me lo dio a mí era un escritor—: escribe los primeros tres capítulos de tu novela y, luego, escribe el último capítulo. Así sabes hacia donde se dirige todo aunque, evidentemente, luego cambiará. Está claro que no se va a mantener sin cambios, pero tienes una meta y tienes un punto de partida: lo que estás haciendo es construir un puente. Es un truco y no le funcionará a todo el mundo, pero vale la pena intentarlo. JA: Creo que yo hice eso mismo casi sin planteármelo, no cuando escribí mi primera novela sino cuando me puse a escribir la segunda. No dejaba de tener ideas sobre cuáles podrían ser las escenas finales. Porque cuando estás de lleno en ello aparece otro diálogo, y otro, y otro... y las cosas comienzan a rebosar, como piezas de dominó cayendo... así que yo escribía algunos párrafos de una escena hasta que me aburría, pero así se fue desarrollando el final y cuando llegué a él resulta que ya había escrito de cinco a diez capítulos. Necesitaban ajustes y cambios, pero en esencia todo estaba allí. Insisto, creo que es una recomendación excelente, porque si sabes cuál va a ser el final, si sabes donde está el final, en cierta manera eso dicta el resto de la novela. CJ: ¿Que os parece que pueden sacar de vuestras novelas los lectores españoles? JA: Espero que los lectores españoles saquen lo mismo que cualquier otro lector, una emocionante mezcla de aventura, un libro apasionante imposible de abandonar con algo de humor. Eso sería lo que me gustaría. SA: Se te olvidó añadir la modestia (entre risas). JA: Soy el mismo Dios de la humildad. SA: Igual que Joe, lo que uno espera es que la historia que está explicando trascienda los idiomas. Espero que encuentren lo mismo que me han dicho los lectores en inglés, lo que han encontrado en mi novela, un mundo interesante con personajes con los que quieren seguir compartiendo sus vidas, un argumento muy emocionante y escenas de lucha divertidas, el material tradicional de las novelas de fantasía. Algo particular para los lectores españoles podría ser la influencia de la cultura y civilización árabes, que evidentemente forma una parte muy importante de la historia de España. Tal vez de forma general los lectores en español, pero especialmente los de España, puedan encontrar determinados reflejos de la arquitectura, la larga sombra de la cultura del Imperio Morisco. Verás algunos reflejos claros de este tipo en lo que en el fondo sigue siendo una novela de fantasía noir muy emocionante. CJ: Para terminar esta maravillosa conversación, Joe, ¿Te gustaría preguntarle algo a Saladin? JA: ¿Cuándo sale tu segunda novela? SA: Sabía que me preguntarías eso (entre risas). En 2016 en inglés, al menos, a principios de año. Y espero que no mucho después en español. CJ: ¡Genial! ¿Y a ti ( Saladin) te gustaría preguntarle algo a Joe? SA: ¿Cómo llegaste a ser tan atractivo? JA: (Entre risas) No he hecho nada especial, solo paso siete u ocho horas diarias en el gimnasio, sigo una dieta meticulosa, un régimen de cuidado de la piel devastador... esas cosas. ¡Y le doy mucha importancia al afeitado! Dedico dos o tres horas diarias a afeitarme.
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