No Ficción
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Armando Saldaña Salinas
Aprovechando que hemos sobrevivido a otro año más, esta entrega de Póker de Comics está dedicada a lo mejor del 2015. El año fue tan singularmente bueno en cuestión de material de lectura que realizar esta breve lista no fue tan sencillo. Aun haciendo trampa (como en la entrega anterior), y usando un comodín, no alcanzaría para incluir todos los comics que valieron la pena en estos últimos doce meses. Por lo tanto cada entrada requiere de cierto espacio para justificar su inclusión. Así pues, no hay tiempo, ni mucha necesidad, para una introducción demasiado larga. Sin más, pasemos a la mano ganadora de esta ocasión: GOTHAM ACADEMY (DC Comics) Se siente extraño decirlo pero los dos mejores comics de Batman hoy por hoy son dos series donde Batman no aparece: Batgirl y Gotham Academy. Muy calladamente, ambas series han iniciado una pequeña revolución. Todo inició el mismo mes de octubre del 2014, con la aparición de una nueva serie (una de tantas) en el universo de Batman llamada Gotham Academy, escrito por Becky Cloonan y un autor nuevo de nombre Brenden Fletcher, y con el numero #35 de Batgirl, escrito por el mismo Fletcher y Cameron Stewart. Nuevas series que intentan conceptos nuevos son el pan de cada día en la línea de Batman y la mayoría son canceladas al término de un año. Aquí ocurrió algo distinto. La idea tan innovadora que intentaron en esta ocasión fue… intentar apelar a las jóvenes adolescentes como posibles lectoras. La verdad es que aun cuando las Dos Grandes intentan diversificar sus series a otros géneros (westerns, policiacas, fantasía, ciencia-ficción, etc.) lo hacen con los lectores masculinos en mente. Por el contrario, en Gotham Academy los protagonistas son muchachas que se la pasan con los ojos clavados en su celular, mandando mensajes de texto a sus pocos amigos, revisando obsesivamente sus redes sociales y hasta utilizando apps para resolver crímenes. Es decir, un claro intento por expandir el público lector más allá de los mismos treintañeros (y más viejos) de siempre. Los resultados no se hicieron esperar en cuestión de críticas y sobre todo en niveles de ventas. Por supuesto, Marvel se apuró por seguirles los pasos con Ms. Marvel y Spider-Woman (donde Jessica Drew abandona el uniforme ceñido de los últimos 30 años por uno más práctico, igual que Batgirl, y sus pechos dejan de parecer balones de basketball) y hasta cierto punto con Spider-Gwen. Esto les podrá parecer como que las Dos Grandes acaban de descubrir el hilo negro, considerando lo importante que es el mercado Young Adult para las editoriales de prosa en la actualidad, pero por desgracia los comics muchas veces van atrás de la curva. Gotham Academy ha resultado un éxito no solo para el target demográfico que se esperaba sino para lectores de todas las edades, en realidad (de la misma manera que la serie animada de Batman de Bruce Timm y Paul Dini lo logró hace 25 años). Ayuda mucho que, al estar en su propio rincón del universo DC, los autores no tienen que preocuparse demasiado por la continuidad del resto de la línea y por lo tanto son libres de contar las historias que les plazcan. El lector puede ver cuando los mismos autores están entusiasmados por su trabajo y responder de la misma manera. Si tienen hijas, o aun si no pero desean regresar al mundo de Batman, no existe una mejor opción el día de hoy. RAGNAROK (IDW) Uno de los periodos más gloriosos en la historia del comic de Thor, quizá inclusive aún mejor que los míticos (no pun intended) días de Stan Lee & Jack Kirby de los 60s, fue cuando Walt Simonson se hizo cargo de la serie en la década de los 80s. De la noche a la mañana transformó al comic usando elementos de verdadera mitología nórdica, y mezclándolo con su tan particular estilo de dibujo. Esos épicos cuatro años siguen en los recuerdos de la mayoría de los lectores hasta el presente. Todo lo que ha hecho Simonson desde entonces se ha medido y comparado, justamente o no, con esos 46 números de hace 30 años. Si ahora le añaden que en el 2014 Simonson anunció que su nuevo comic se iba a llamar Ragnarok, ya se podrán imaginar las expectativas imposibles que se generaron. Por fortuna, a pesar de todo esto, Ragnarok no decepciona. Desde la primera página hasta la última, la historia esta empapada en gloria, grandeza y mito de una manera que ni The Mighty Thor podía serlo. A pesar del título, no se trata de un recuento del famoso fin de los dioses (eso ocupa tan solo las primeras páginas del primer número) sino de lo que ocurre después. Un mundo donde Asgard y todos sus dioses y héroes han muerto, vencidos al fin en el campo de batalla en la Última Gran Guerra. En este universo desolado y sin esperanza, una asesina acepta una comisión para matar a un campeón que murió hace mucho, mucho tiempo. Simonson es uno de los pocos dibujantes que se pueden comparar al mismísimo rey Kirby (no por nada su serie de Orion de los 90s es quizá la única que usa personajes del Cuarto Mundo de Kirby que ha sido aceptada con cariño por los lectores). Cada página es una explosión de acción. Lo que a primera vista parecería caótico está en realidad coreografiado con la precisión de un maestro narrador. Los viejos trucos de extraños ángulos de cámara y hasta de efectos de sonido, tan familiares para los lectores veteranos de Simonson, están presentes así como una plétora de nuevas técnicas. Los que hemos seguido la carrera de Simonson conocemos de sobra su habilidad para ilustrar lo fastuoso y majestuoso, pero hasta a mí me alegra descubrir que Simonson a sus 70s años es capaz de seguir innovando. Por si nada de esto los ha logrado convencer, el comic incluye a un Thor zombie. Un cadáver viviente sin mandíbula, pero con su martillo, en una última misión suicida. En serio, ¿qué más le piden a la vida? THE FADE OUT (Image) ¿Acaso alguien puede discutir que los mejores comics de crimen de la última década nos han llegado de la mano de Ed Brubaker & Sean Phillips, los maestros del noir grafico? Su nueva serie, The Fade Out, situada en el Hollywood de 1948, (es decir, cuando el letrero en la colina todavía decía “Hollywoodland”) fue su obra de este año y para cuando estén leyendo esta edición de Supersonic habrá ya salido el último número. La elección del local era inevitable y en efecto ha resultado muy afortunada. Los Ángeles es la ciudad del noir por excelencia, no Nueva York como muchos piensan, desde los días de Chandler hasta el día presente con las novelas de Ellroy; la ciudad donde el homicidio de la Dalia Negra se convirtió en mitología. Desde siempre, el corazón obscuro de esta urbe ha sido Hollywood la decadente, nido de mil y una historias de corrupción y abuso de poder. Solo hay que leer libros como Hollywood Babylon de Kenneth Anger para conocer lo que en realidad ocurre detrás del glamour. (Hay que aclarar que aunque el libro no es ficción supuestamente, exagera tanto la verdad que para propósitos prácticos lo es). En efecto, en The Fade Out no van a encontrar a gángsters y policías sino algo peor, a estrellas de la Edad de Oro del Cine. El protagonista no es un detective sino un escritor de películas, casi sacado de Sunset Boulevard o, si prefieren una referencia quizá más exacta, de In a Lonely Place de Bogart, que despierta de su última borrachera para encontrar en la habitación de al lado el cadáver de una joven que estaba en camino de convertirse la siguiente gran actriz. Antes que pueda hacer nada al respecto, el crimen ha sido encubierto. La policía de LA está en el bolsillo de los grandes estudios y nadie quiere saber nada. Nuestro protagonista, como buen personaje noir, está satisfecho con esto. Se siente culpable, pero tampoco quiere problemas. Por desgracia el mejor amigo del escritor (vetado de los estudios por su pasado comunista) quiere venganza e intenta chantajear a los dueños del estudio. Más y más secretos saldrán a la luz, hasta terminar en catástrofe para todos los involucrados… Sin pretender ser tan ambiciosa como su legendaria Criminal (más bien una serie de mini-series, cada una contando una historia con elenco diferente), me atrevería a decir que el guion aquí es tan bueno como cualquiera en Criminal. Ciertamente superior a la más reciente Fatale (que ya de por sí era excelente, aunque la mezcla con tintes Lovecraftianos no siempre fue perfecta) STRAY BULLETS: SUNSHINE & ROSES (Image) En la década de los 90s mientras los comics de superhéroes pasaban por uno de sus peores momentos, los comics de crimen se volvieron a poner de moda gracias a los esfuerzos de autores independientes como (la futura súper-estrella) Brian Bendis, Marc Andreyko, y sobre todo series como Kane de Paul Grist y la obra maestra conocida como Stray Bullets de David Lapham. El comic rara vez salía mensualmente pero, cuando un nuevo número aparecía, era noticia de primera plana para los lectores. Por una variedad de razones, después de cuarenta inolvidables números, Stray Bullets dejó de salir a finales del 2005 (a mitad de uno de los cliffhangers más famosos en la historia de los comics). Cuando ya todos lo habíamos dado por perdido, en el 2014 Lapham anunció que regresaba a trabajar en Stray Bullets, ahora a través de Image. Primero con el famoso numero #41, la conclusión del arco de hace diez años, y luego con la mini-serie The Killers en el 2014, y este año con Sunshine & Roses. Esos son tan solo los nombres de cada arco. Esencialmente es la misma serie de siempre y ahora vamos en el #58. Igual que antes, cada número es una historia completa con un principio y un final, pero que funcionan además como capítulos en una novela. Cada arco/novela además funciona como un eslabón más de una mega-novela. No necesitan haber leído los 41 números de la serie original para entender esta nueva versión (aunque la van a disfrutar más). De nuevo, cada historia y cada arco, son auto-contenidos. Es envidiable la habilidad de Lapham para lograr esto mes tras mes, solo comparable con lo del maestro Stan Sakai, una fuente inagotable de historias, en el legendario Usagi Yojimbo. Habiendo dicho eso, la experiencia se va enriquecer mucho si hacen el esfuerzo de buscar los originales. De cualquier manera, Image ha vuelto a sacar los recopilados originales o sea, que se consiguen muy fácil. Como la narración no es lineal, la historia va saltando en el tiempo ida y vuelta de fines de los 70s a principios de los 90s, se pueden leer en el orden que ustedes prefieran para aun mayor comodidad. Como lector desde el principio de Stray Bullets, les puedo decir que con el paso de los años todos estos personajes, desde prostitutas y drogadictos hasta matones y estafadores, pedófilos y traidores, se han vuelto casi entrañables y sus peripecias algo importante para mí. He lamentado la muerte de más uno de ellos, aunque como Lapham constantemente se salta en el tiempo que un personaje muera no quiere decir que ya no lo volveremos a ver. Imaginen al personaje de Travolta en Pulp Fiction después de que muere y cuando lo volvemos a ver tan solo unos minutos después. Una de las pocas verdaderas obras maestras del género. ZERO (Image) Esta experimental serie en realidad inició en el 2014 pero terminó triunfalmente hace unos pocos meses. Al principio parecía tan solo la historia de un agente secreto que una misteriosa organización del gobierno mandaba a hacer los trabajos sucios que nadie más podía, o quería, hacer. Guiones llenos de tensión y violencia, bastante buenos, pero que en ningún momento parecían estar reinventando la rueda. Entonces salió el número #4 que lo cambió todo, y de repente para el final del siguiente número ya nos encontrábamos a mitad de un alucinógeno comic de ciencia-ficción. (En el número #10 hay un momento verdaderamente digno del maestro PKD). El checo Ales Kot es todavía muy joven, apenas 28 años y menos de cuatro escribiendo comics, pero desde el principio ha intentado empujar al medio para ver hasta donde se puede estirar. Inclusive con series para las Dos Grandes como The Winter Soldier para Marvel se nota la ambición, añadiendo elementos de filosofía y ciencia de vanguardia, espolvoreados siempre con referencias literarias obscuras, a tramas que se suponen son simplemente de superhéroes. Soy el primero en admitir que no todos sus experimentos han funcionado, pero yo por lo menos aprecio el intento con cada nuevo proyecto. En el caso de Zero cada número cuenta con un dibujante diferente, desde gente más conocida como Michael Gaydos, Alberto Ponticelli, y Tradd Moore, hasta artistas cuyo trabajo le será poco familiar a la mayoría (a menos que nombres como Stathis Tsemberlidis o Marek Oleksicki les sean conocidos). Zero es verdaderamente uno de esos comics raros donde uno no sabe qué esperar a continuación. Ha habido números que fueron en esencia una sola pelea larguísima, brutal violencia sin cuartel ni tregua que te deja al final sin respiración, seguidos el mes siguiente por otro donde William Burroughs y Allen Ginsberg se apoderan de la narración y recuerdan más bien el último volumen de The Invisibles de Morrison. Desde largas secuencias sin dialogo, no necesariamente de acción, siempre desde distintos ángulos logrando un efecto muy cinematográfico, hasta meditaciones y verborreas sobre la naturaleza de la realidad. Es una experiencia que debe leerse de primera mano para poder disfrutarla. El artículo ya se extendió demasiado pero lo cierto es que pude haber mencionado más títulos. Como ya platiqué el número anterior, es una muy buena época para ser lector de comics. Por ejemplo, Providence del maestro Alan Moore ha resultado toda una verdadera revelación (aunque creo que es obvio que se lee mejor de golpe y no en entregas mensuales), mientras que Chuck Palahniuk sorprendió a todos escribiendo la secuela oficial de su famosa novela Fight Club en forma de una mini-serie de 10 números para Dark Horse (ojo, es secuela de la novela y no de la película de Fincher). Kieron Gillen regresó para una última entrega de Phonogram con la mini-serie The Immaterial Girl, y si crecieron en los años 80s y recuerdan con cariño la música de esa década de ninguna manera se pueden perder ese comic. Wolf, del mismo Ales Kot que aparece arriba, es quizá el mejor comic de Warren Ellis no escrito por Warren Ellis. Southern Bastards, por supuesto, continúa siendo una joya del rural noir. También habría que mencionar a varios de los títulos que se discutieron en el artículo anterior (y que por eso mismo ya no repetí en esta ocasión) como Ody-C, Nameless y Black Science. A Starve de Brian Wood y Danijel Zezelj apenas y lo pude mencionar en ese entonces pero resultó tener un gran año también. Así que pónganse a ahorrar porque hay muchísimo material que comprar. ¡Feliz año nuevo a todos!
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Cristina Jurado
La palabra “crisis” acompaña a los integrantes de mi generación, los que nos atrevimos a nacer a principios de los 70, desde que la memoria se nos activó. Comenzamos a escuchar el término por todas partes, desconociendo al principio a qué se refería. Nuestro pequeño cerebro creció con aquella criatura que debía ser muy maligna, porque todos le echaban la culpa de sus desdichas, fueran de la naturaleza que fuesen. De tanto usarla, como diría la canción, el concepto que designa se ha ido desgastando y hay quien utiliza la palabra para otros menesteres, hasta como apodo para esta que suscribe. Afirmar pues que un sector de la economía está en crisis, no es ya noticia. Lo único que podría serlo sería su ausencia, su erradicación, su extirpación de la cotidianidad. Hoy en día, como casi todo, el sector del libro en España está en crisis. Lo dicen los análisis del sector, las librerías y el gremio de editores, aunque nuestro país sea reconocido como uno de los más importantes en materia de edición. Así lo refrenda en su último estudio la Asociación Internacional de Editores (IPA), que señalaba a España como uno de los principales mercados internacionales en cuanto a producción de nuevos títulos y a ventas: no solo es el cuarto productor internacional de nuevos títulos (76.434 nuevas obras publicadas en 2013, un 3% menos que el año anterior), sino que ocupa el tercer puesto, por detrás del Reino Unido y Estados Unidos, como exportador de literatura. La información recabada a nivel nacional, sin embargo, es más desalentadora: específicamente, el informe El sector del libro en España 2013-2015, publicado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte con la colaboración del Observatorio de la Lectura y el Libro (OLL), destaca que en 2014 el número de editoriales en España aumentó en 23 con respecto al 2013, totalizando 3.109. Si bien el dato es positivo, hay que tener en cuenta de que se trata del primer año en que se manifiesta una tendencia al alza, después de cuatro en los que desaparecieron numerosas editoriales: si en 2.009 había 3.564 editoriales, en 2013 su cantidad había descendido hasta 3.086. El estudio apunta a que más del 65% de las editoriales activas en 2014 desarrollaron una actividad esporádica y casi de mera supervivencia, con menos de 10 títulos publicados al año. Mientras que en 2010 se publicó el volumen más elevado de obras en los últimos años (114.459 en total), su número ha ido descendiendo hasta alcanzar los 89.130 títulos en 2013, y remontar en 2014 con un total de 90.802 (no confundir con los datos de la IPA, que hablaban de nuevas obras publicadas sin contar las reediciones). Otros datos interesante recogidos revelan: una bajada de las tiradas medias; un ligero descenso de la publicación de libros digitales con respecto al año anterior; la concentración de obras registradas en las comunidades de Madrid y Cataluña; el descenso del número de obras extranjeras traducidas al español (2 de cada 10 publicadas y un -3,1%), pero aumento de obras españolas traducidas a otros idiomas (un +8,6%); el descenso por quinto año consecutivo en cuanto a facturación en el sector: de 3.185,5€ millones en 2008 a 2.182€ millones en 2013. El informe también demuestra que la novela ha experimentado una importante bajada –casi un 18%- en el número de obras publicadas, en especial en el terreno de la ciencia ficción, el terror, la novela contemporánea y la policíaca. Las únicas subidas significativas se han producido en la novela romántica y humorística. Desequilibrio entre la oferta y la demanda Uno de los mayores problemas a la hora de trazar una visión completa de la situación actual de los editores de género es la escasez de datos contrastables. La sola mención que se hace en el informe mencionado es la referida al descenso de novelas de ciencia ficción y terror publicadas en nuestro país, pero no existe información sobre las obras de fantasía ni un análisis más profundo, por ejemplo, por sub-géneros. Mariano Villarreal es una de las pocas personas que se han preocupado en años recientes por compilar e interpretar información sobre el mercado del género en España. Administrador de Literatura Fantástica (un portal con información y reseñas sobre el género), miembro de Terbi – Asociación Vasca de Ciencia Ficción-, miembro de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror (AEFCFT) y editor de numerosas antologías de relatos en la colección Nova Fantástica (como las multi-premiadas Terra Nova 1, 2 y 3), mantiene un registro de títulos en la web Literatura Fantástica. Hasta el año pasado, Villarreal publicaba un estudio de los libros de género por temáticas, estableciendo tendencias y ofreciendo una visión bastante completa del catálogo de la literatura de género. Esperamos con gran interés las conclusiones del ejercicio actual, que el propio Villarreal está elaborando, y sobre el cual indica que presenta tendencias similares al trienio anterior. Y es que, parece que cualquier realidad, por muy evidente que parezca a los trabajadores de un sector, adquiere más enjundia cuando viene apoyada por los datos: los números carecen de la capacidad para mentir. Pero los números solo aportan información precisa, sin una valoración que ayude a comprender su naturaleza, las tendencias que marcan, las consecuencias que comportan los valores que apuntan… Para conocer con más profundidad esta situación en la península, islas y demás territorios españoles, además de consultar los informes confeccionados por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, el Observatorio de la Lectura y el Libro, la Federación Española de Gremios de Editores y el Instituto Cervantes, hemos sondeado la opinión de varios editores de ciencia ficción, fantasía y terror y sus respuestas nos han servido para confeccionar una radiografía del estado de las cosas en este preciso momento. Además de editoriales españolas de género, la mayoría pequeñas –todo hay que decirlo-, hemos preguntado a varios editores internacionales para ver las diferencias entre ambos mercados. Uno de los errores más comunes a evitar, a la hora de lanzarse a la edición de género en nuestro país, es la falta de preparación empresarial de sus profesionales. Muchos, sobre todo entre las editoriales más pequeñas, organizan sus sellos sin contar con unos conocimientos mínimos en gestión, y sin planes de mercado que apoyen su proyecto empresarial. “Yo suelo lamentarme de que ni mi socio ni yo estudiamos empresariales, y lo digo con toda la seriedad: tener un buen plan de negocio es imprescindible”, afirma Marian Womack, escritora, traductora y co-directora de la editorial de fantasía, ciencia ficción y horror Nevsky Prospects (una de las pocas que publica libros españoles traducidos al inglés). Por su parte, Mariano Villarreal apunta en la misma dirección: “Mi recomendación para quienes aspiren a ocupar un plano profesional es no dejarse vencer por el entusiasmo y realizar un auténtico estudio de mercado.” Susana Arroyo y Silvia Schettin de FataLibelli, editorial digital de literatura fantástica y ciencia ficción especializada en antologías de relatos y novelas cortas, nos contestan que: “En los tiempos que corren y si hablamos de micro-editoriales, no está mal tener conocimientos sobre cómo funciona el mundo de la edición, su economía, derechos y contratos, el libro digital... aunque son habilidades que también se van aprendiendo a la fuerza en el trabajo cotidiano, traerlos al proyecto editorial de antemano ayuda a editar con calidad.” A la falta de planificación desde el punto de vista empresarial se añade uno de los principales desafíos a los que se enfrentan la mayoría de las editoriales de género en nuestro país: las bajas ventas. “No tenemos un catálogo de género muy extenso, pero hay propuestas rusas, suecas, británicas. Sin embargo, los resultados no han sido para nada los previstos, en lo que a ventas se refiere. En realidad, las ventas de algunas de estas autoras han resultado decepcionantes, sobre todo teniendo en cuenta las estupendas reseñas que han obtenido, y la cuestión del prestigio obtenido a través de las mismas”, comenta Marian Womack. Cisco Bellabestia y Sara Herculano son los directores de la editorial Aristas Martínez, dedicada a la literatura “fronteriza”, como a ellos les gusta definirla. Su apuesta editorial incluye libros que se mueven en los límites de los géneros, con iniciativas inclasificables y una cuidado diseño. Ambos confirman las palabras de Marian Womack: “El problema son las ventas, naturalmente. Los que trabajamos fuera del mainstream nos pasamos el día luchando, haciendo lo imposible para sobrevivir. Da mucha pena que los aficionados al género dejen pasar desapercibido nuestro esfuerzo y se vuelquen en todo aquello que se hace sin juicio, sin respeto y sin la pasión que este oficio merece.” Para algunos, el problema estriba en la escasez de lectores aficionados en un mercado potencialmente muy amplio ( 548 millones de personas hablan español según un estudio del Instituto Cervantes publicado en 2014). “El mercado en España es pequeño, no existe sinergia que sería recomendable con Iberoamérica y el mercado estadounidense en español aún no ha sido explotado; parece que a los hispanohablantes en ese gran país no les interesa el género lo más mínimo. Demasiados aspectos culturales a tener en cuenta y superar, imagino”, reflexiona Mariano Villarreal. A una demanda relativamente baja se añade una elevada oferta de títulos. Rodolfo Martínez, director de la editorial Sportula -dedicada a la ciencia ficción y la fantasía pero abierta a la ficción especulativa y al terror- señala que “hay una saturación de títulos que hace que cada vez sea más difícil hacerse un nicho u obtener visibilidad. [ ] La cantidad de libros, ya sea en digital o en papel, a través de editoriales o auto-editados, que se publican al año en este país es una salvajada. Con un bosque tan tupido resulta difícil encontrar el árbol que buscas y quizás el mayor desafío del editor sea ser capaz de encontrar a su público en toda esa maraña, a la gente que está buscando su “árbol” aunque no lo sabe y aún no ha podido verlo.” “Existe un claro exceso de oferta, y muchos escritores noveles se han lanzado a la autoedición (en Amazon y otras plataformas) con la esperanza de encontrar el éxito que el muy recomendable filtro de una editorial les estaba negando. En estos momentos, a la inmensa mayoría de escritores les importa mucho más publicar una obra al año, no perder visibilidad entre los lectores (práctica auspiciada por los editores, que buscan explotar al máximo cualquier filón que se presente) que intentar dar el máximo en una obra más perdurable que les ocupe varios ejercicios” opina Mariano Villarreal al hilo de lo apuntado por Martínez. En medio de una crisis económica que lleva varios años instalada en el país, el dinero que la población puede destinar al ocio y a la cultura se ve reducido enormemente, lo que influye en un bajo consumo de libros. El estudio del ministerio revela que el precio medio de un libro en España en 2014 fue de 20,67€. Por otro lado, el informe Comercio Interior del Libro en España 2014 desglosa el precio medio de cada libro por materias, y en lo que se refiere a la ciencia ficción y el terror (no se recoge explícitamente la categoría de fantasía), la cifra alcanza los 13,83€ por obra. Para Rodolfo Martínez, este fenómeno se deja sentir en las ventas de literatura de género, “el poder adquisitivo de los lectores ha caído en picado en los últimos años: no pretenderás que compren más libros ahora que tiene menos dinero para gastar.” Esta opinión es compartida por Rafael Díaz Santander, cofundador y codirector de la editorial Valdemar, uno de los sellos independientes de culto entre los aficionados al género por sus colecciones de obras clásicas de la literatura gótica, fantástica, ciencia ficción y el terror. “En España hay pocos lectores de género y también hay poco dinero disponible para libros. En general, los autores apenas sacan dinero de la venta de sus libros, salvo excepciones. En cuanto a los extranjeros, resulta muy difícil amortizar traducciones y derechos de autor a un precio que no resulte oneroso para el lector”. La bajada de las tiradas medias es un fenómeno que ya apuntaba otro estudio del Ministerio, Panorámica de la edición española de libros 2014, aunque referido al sector en general, y no al género en particular. Con respecto a este último, el informe Comercio Interior del Libro en España 2014 (de la Federación Española de Gremios de Editores) revela que en 2014 se editaron 477 obras de ciencia ficción y terror, un 7% más que el año anterior, lejos aún de las 791 editadas en 2011. La tirada media en la categoría de ciencia ficción y terror también experimentó un importante descenso: 2.723 ejemplares en 2014, un 8,7% menos que en el ejercicio anterior. La facturación del sector se estima en 12,71€ millones, un 17,6% menos que en 2013. El análisis del Ministerio también pone de manifiesto que la mayoría de las editoriales españolas publican menos de 20 libros al año, un fenómeno que bien podría extrapolarse a la literatura de género. “Parece un panorama un tanto descorazonador,” afirma Díaz Santander, “pero es el escenario por el que nos movemos autores y editores, y ya no sólo en el género, esto vale para todos. Sí, hay miles de autores y miles de editores, pero ahora dime cuántos de ellos pueden vivir de su trabajo como editores o autores. Posiblemente haya gente más optimista que te dibuje este panorama de otra manera, pero para mí tiradas de 1.000 o 1.500 ejemplares es un fracaso.” En lo que respecta a la ciencia ficción, la fantasía y el terror, “la producción se mantiene relativamente estable respecto a novedades publicadas (alrededor de mil títulos al año) pero ha bajado terriblemente en cuanto a ventas, presencia en las librerías, reseñas de lectores… “, revela Mariano Villarreal. “En lo referente a España, el mercado sigue siendo demasiado pequeño, y a los lectores les cuesta salirse de aquello a lo que están acostumbrados”, opina Marian Womack. “El panorama de la edición, en general, es complicado ahora mismo. El sector ha pasado por unos años de crisis, lo que nos obliga a ser más prudentes y pragmáticos a la hora de contratar y publicar libros. Para un género “de nicho” es una situación delicada”, explica Alix Leveugle, editora de Plaza & Janés – Fantascy, perteneciente a Penguin Random House Grupo Editorial, uno de las gigantes internacionales de la edición. En España, la tendencia apunta hacia la polarización: un puñado de grupos editoriales acaparan gran parte de los títulos, mientras que la gran mayoría de sellos son de mediano o pequeño tamaño. En el informe del gremio de editores para 2014, Comercio Interior del Libro en España 2014, se pone de manifiesto que en el sector de la ciencia ficción y el terror hay un total de 477 editoriales agremiadas y que, la gran mayoría, son sellos medianos (167) o pequeños (171). “Varios sellos medianos han cerrado la persiana y han sido sustituidos por otros Small Press (en realidad, en España, habría que hablar de Very Small Press) que ofrecen material en condiciones más o menos dignas al fan irredento”, revela Mariano Villarreal. “La edición de género reproduce más o menos el panorama general de la industria: tenemos grandes grupos de publicación y micro-editoriales de supervivencia”, confirman Silvia y Susana de FataLibelli. Por su parte, Marian Womack añade que “han surgido un buen montón de editoriales independientes que estamos empeñadas en aportar propuestas novedosas.” Cisco y Sara de Aristas Martínez van más allá: “Han desaparecido editoriales del "todo vale" por el modelo del "todo me lo auto-edito", librando a los sellos de manejar cientos de manuscritos y limpiando los estantes de las librerías de despropósitos. Así que desde el mainstream (Random House, Gigamesh y Dolmen), a la revisión de los pioneros (Valdemar y Cátedra), como las nuevas voces (Salto de Página, Fábulas de Albión o la colección "Insomnia" de Valdemar, entre otros) parece que hay donde elegir material con criterio”. Para ser buen editor… Cuando se pregunta a los actuales responsables de los sellos españoles de género por las cualidades que debe presentar un buen profesional, la opinión es unánime: no hay diferencias entre editar ciencia ficción, fantasía o terror y cualquier otro tipo de literatura. A la vocación que comporta esta profesión (pocos se enriquecen con esta actividad) es necesario sumar un criterio bien definido, capacidad para tomar riesgos, organizar un equipo competente, definir un carácter propio y estar en contacto permanente con la audiencia. “Supongo que son las mismas cualidades que se requieren para editar cualquier tipo de literatura”, confiesa Díaz Santander. “Ante todo ser un buen lector y tener formado un criterio. Ya sé que esto del criterio es algo muy subjetivo, pero vamos a quedarnos con que se refiere a la capacidad para discernir, clasificar y relacionar lo leído en un contexto más amplio. Quiero decir que un catálogo o una línea de edición debería tener, según mi punto vista, coherencia. Podemos hablar también de intangibles del tipo "tener olfato" para detectar lo que puede funcionar o no.” “Tiene que gustarle lo que hace y, por encima de otras consideraciones, tiene que estar convencido de que edita libros que merecen la pena, libros que es necesario publicar y que merecen encontrar sus lectores. En cierto modo, tiene que publicar aquellos libros que le gustaría ver en las librerías como lector pero no encuentra”, dice Rodolfo Martínez. En Aristas Martínez apuestan por la “personalidad, ser un buen lector, saber escuchar y, finalmente, disponer de casquería: tripas, estómago, corazón...” Para FataLibelli es imprescindible “haber sido un lector compulsivo toda la vida para conocer el pasado de lo que se quiere publicar y mantenerse muy al día de las novedades para estar al tanto del panorama actual. Luego está ese gusto personal y completamente subjetivo que los mejores editores (La Felguera, Valdemar son ejemplos clásicos) transmiten a sus catálogos y enganchan para siempre a los lectores”. Mariano Villarreal indica que hay que “saber rodearse de personas de amplio currículo profesional en todos los terrenos (edición, ilustración, prensa), motivadas y proactivas, también es muy importante. De todas formas, publicar libros de calidad no es sinónimo de éxito comercial ni garantía de futuro, es necesario tener en cuenta otros factores tan importantes como distribución, marketing, oportunidad, conocimiento del mercado, suerte, la competencia, aspectos exógenos (crisis económica, cambios en los gustos de los lectores, en las predilecciones de ocio), etc.” Marian Womack introduce otra cualidad: “El riesgo, sin duda, por las nuevas voces, por las nuevas apuestas. El género, al igual que cualquier otra literatura, está en constante desarrollo. Sin embargo, parece que, justamente en este sector editorial, existe una especie de “conservadurismo” hacia lo que es “apropiado”. Es complicado dar con alguien haciendo algo radicalmente distinto, y que los lectores y reseñistas lo “aprueben”. Las líneas que delimitan los géneros y subgéneros suelen estar muy marcadas en las mentes de sus lectores, y resulta complicado que acepten alternativas.” Jason Sizemore es un escritor y editor norteamericano que dirige la revista Apex Magazine, nominada a los premios Hugo en numerosas ocasiones por sus entrevistas, artículos y relatos de género, y preocupada por ofrecer ficción especulativa mundial. Sizemore coincide con Womack: “Un buen editor no tendrá miedo a arriesgarse con una historia. Es por ello que Ellen Datlow es la mejor antologista de género que existe en este negocio. ¿Recordáis cuando volvió a publicar “Guts” de Chuck Palahniuk en The Year's Best Fantasy and Horror?¿O cuando publicó "The Goosle" de Margo Lanagan en The Del Rey Book of Science Fiction? ¿ O aquella vez que publicó "The Voluntary State" de Christopher Rowe para Scifi.com?”(1) Ellen Datlow es una editora y antologista norteamericana de ciencia ficción, fantasía y terror, con una impresionante trayectoria que incluye: dos premios Hugo como mejor editora profesional en los años 2002 y 2005; dos Hugo como mejor editora de relatos en 2009 y 2010; tres Bram Stoker Awards; nueve World Fantasy Awards; dos International Horror Guild Awards como mejor antología; dos Shirley Jackson Awards como mejor antología; cinco Locus Awards como mejor editor; premio Karl Edward Wagner en 2007 por parte de la British Fantasy Convention; Life Achievement Award de parte de la Horror Writers Association en 2011; y un World Fantasy Award como premio a su carrera en 2014. Datlow comparte esta visión de la profesión: “Algunas veces somos muy cómodos en lo que respecta a nuestros propios gustos, con nuestra baraja habitual de escritores. Es bueno expandir nuestro horizontes. Mucha gente piensa que editar implica tan solo adquirir. No es solo eso, pues incluye una importante labor de trabajo con los escritores para conseguir que sus textos sean los mejores posibles, lo que implica cuestionar las intenciones de sus historias o sugerir ciertas revisiones”. (2) Para Alix Leveugle “creo que, como en el caso de cualquier otro tipo de edición, el editor tiene que aunar varias capacidades y cualidades: dedicación y pasión por los libros que edita; cierto instinto u “olfato” por las mejores obras; estar familiarizado con los libros publicados en los últimos años y con el público objetivo tanto dentro de su propio mercado como en otros países; y, por supuesto, saber trabajar de forma organizada, eficaz, detallista y proactiva… Pero, en el caso de los libros de género, creo que es aún más importante estar en contacto con los lectores, para estar en sintonía con sus gustos y opiniones”. Desafíos de los editores de género El camino de las editoriales de ciencia ficción fantasía y terror en nuestro país no es fácil. A una situación de crisis económica que merma la capacidad adquisitiva de su audiencia potencial se une la percepción de que la literatura de género está confinada a un público minoritario que se rige por una reglas específicas, diferentes al resto. Como señala Díaz Santander “ser editor de género ya es en sí un desafío en un país donde la literatura de género goza de un amplio descrédito en los medios literarios oficiales […] mantener una colección de género me parece una heroicidad dadas las circunstancias peculiares de este país. Por eso, entre otras cosas, en Valdemar nos fuimos diversificando con otras colecciones de clásicos o de ensayo. Teníamos claro que iba a ser muy difícil subsistir editando sólo género.” Aristas Martínez demanda la misma consideración para el género que para el resto de la literatura: una mayor visibilidad en los espacios de venta y un mayor respeto a autores e iniciativas: “No sabemos si es un desafío exclusivo de los editores o es algo que compartamos con autores y lectores, pero lo que todos querríamos es una normalización, salir del gueto: seguimos sufriendo los peores anaqueles de muchas librerías o estar colocados en la zona juvenil de las grandes superficies. Hay que pedir un poco de respeto. Pero claro, si lo hacemos no nos quejemos después de que nos traten como a adultos: mucha narrativa fandom que se pone en circulación hoy en día no soportaría ni los controles rutinarios de una redacción de primaria”. A esta opinión se suma FataLibelli, cuyas directoras añaden que hay que “reivindicar el género y demostrar al gran público su calidad literaria. Dentro de que ni la fantasía, ni el terror, ni la ciencia ficción tendrán nunca un público masivo, es sorprendente que en el cine y en la literatura en otros idiomas el género esté viviendo tan buenos momentos pero que en las letras hispanas siga siendo considerado algo menor y existan tantos prejuicios sobre su calidad. Se impone un trabajo de popularización para que más lectores y editoriales potentes le den una oportunidad”. “A pesar de contar posiblemente con la generación de escritores más preparada que hemos tenido nunca,” señala Mariano Villarreal, “el mercado se encuentra inundado de medianías y productos comerciales, efímeros, olvidables. Creo que las posibilidades de verdadero crecimiento y mejora podrían venir de la mano de aquellos autores y editores que se alejen de las imposiciones del mercado para centrarse en obras más elaboradas, y de los que apuesten por arriesgar y trascender las fronteras del idioma, colonizar otros espacios, competir en plano de igualdad con todo lo que hay fuera.” En Nevsky apuestan por la necesidad de que se produzca una apertura de mente por parte del lector. “Al lector de género […] le cuesta apostar por lo novedoso, revela Marian Womack, “como mucho, “acepta” nuevas voces, pero siempre y cuando dichas voces “repitan” las fórmulas a las que ya están acostumbrados. Es realmente decepcionante.” Jason Sizemore comparte esta opinión y cree que es responsabilidad del editor ofrecer productos que supongan una apertura de miras: “Los editores terminan siendo demasiado insulares. La mayor parte del tiempo, creo que esto sucede sin que se den cuenta. El negocio de la edición requiere una importante inversión en tiempo, es estresante y comporta una amplia variedad de responsabilidades. Tienes que dar cuentas a los equipos de marketing, a las demandas de las editoriales, a los autores insatisfechos, etc. Por ello, no se tienen muchas oportunidades para levantar cabeza por encima de la multitud de responsabilidades, para poder explorar más allá de las experiencias implicadas en este trabajo”. (3) En lo que se refiere específicamente a las antologías de género, los editores “deben presentar en parte las mismas virtudes que los que trabajen en otro tipo de antologías. Es necesario asegurar una cierta variedad, especialmente cuando se trabaja en el marco de un mismo tema”, opina Ellen Datlow, quien añade que “hay que empujar a los escritores a que escriban sobre un tema fuera de su zona de confort. [también hay que] aprender a rechazar historias, si no funcionan en una antología, sin importar quién sea el autor (aunque se trate de un nombre reconocido).” (4) Un futuro con claroscuros En España no existen demasiados sellos dedicados exclusivamente a la literatura de género. A las editoriales ya mencionadas en este artículo hay que añadir: la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror AEFCFT patrocina algunas publicaciones; Alianza cuenta con narrativa traducida de otros idiomas; Alamut publica autores españoles y extranjeros; Alfa Eridani que une a su labor como revista una actividad de publicación de títulos; Barsoom, que también alterna su actividad como revista y sello editorial, Booket, el sello de libros de bolsillo perteneciente al grupo Planeta; Cápside, un proyecto editorial de Sergio Mars; Cuentos para Algernon, una página que traduce relatos al español y los ofrece gratuitamente en antologías anuales; Cyberdark, tienda online y sello editorial; Dlorean, afiliada a la Asociación cultural Dlrorean, apuesta por el pulp, la fantasía o la ciencia ficción ligera de autores españoles; Dolmen, incluye en su catálogo revistas y libros de autores españoles y extranjeros; Ediciones B, es una división del Grupo Zeta, que propone literatura para adultos, juvenil, infantil, ilustrada y cómics; Gigamesh, sello dedicado a la fantasía y a la ciencia ficción, capitaneado por Alejo Cuervo; Irreverentes, que apuesta por los autores españoles en antologías y novelas de género; Juan José Aroz, a los mandos de Espiral Ciencia Ficción, dedicada a la narrativa de autoría nacional; Kelonia, desde la que Carmen Cabello y Sergio R. Alarte proponen títulos de fantasía, ciencia ficción, para adultos y jóvenes; La Biblioteca del Laberinto, dedicada a la ciencia ficción, la fantasía, la literatura policiaca, etc, cuenta además con la revista especializada Delirio; La Factoría de Ideas, propone narrativa de fantasía, terror y ciencia ficción, juvenil, bestsellers, y literatura romántica; Les Males Herbes, ofrece narrativa fantástica en catalán a través de la obra de autores catalanes y de traducciones de escritores internacionales a esta lengua; Neonauta, que apuesta por la literatura pulp aplicada a la ciencia ficción, la fantasí, el terror, etc ;Nowevolution, dedicada a la fantasía, la ciencia ficción, la narrativa juvenil, etc ;Minotauro y Timun Mas, incluidos en el grupo Planeta, ofrecen una línea infantil, y otra especializada en ciencia ficción y fantasía; Orciny, editorial dedicada a la ficción especulativa; Oz, que ofrece libros crossover de género fantástico, distopías, romance paranormal, literatura juvenily ciencia ficción para todos los públicos; Palabaristas, sello online que apuesta por la fantasía, la ciencia ficción, el ensayo y la novela policíaca; Pulpture, especializado en literatura pulp; Saco de Huesos, ofrece un catálogo dedicado al terror –voces nuevas y los clásicos-, los juegos de rol, las novelas gráficas, y la revista Calabazas en el Trastero; El Transbordador, sello de reciente creación dedicada a la ciencia ficción, la fantasía y el terror; y Tyrannosaurus Books, que publica autores españoles y clásicos modernos internacionales, con un especial interés en la literatura de género, la infantil de corte fantástico, el ensayo y las gráficas y cómics. De cara al futuro, a pesar de los difíciles momentos que atraviesa el sector, los profesionales miran hacia delante con esperanza: “La ficción breve de género se encuentra en una edad de oro, con nuevas voces que constantemente entran”, (5) comenta Ellen Datlow. “Es un momento interesante para ser editor y para tener un sello”, opina Jason Sizemore, “el negocio ha experimentado varias transformaciones tecnológicas y sociales importantes en los últimos diez años. Estamos entrando en una fase en la que las ventas de ebooks se están estabilizando, las ventas en papel están aumentando y las editoriales pequeñas e independientes son consideradas como opciones viables. La base de la audiencia se ha fracturado ante el estado natural de diversificación de la ficción […] Amazon ha tomado algunas decisiones que me han puesto nervioso. Siento que son una especie de Espada de Damocles pendiendo sobre todo el negocio editorial.” (6) Marian Womack extiende ese optimismo al caso de España: “El panorama internacional está viviendo un momento especialmente rico, con un interés sincero por las propuestas que llegan desde más allá del ámbito anglosajón, y eso hay que aprovecharlo. Te adelanto que, para otoño de 2016, esperamos que la editorial Nevsky Prospects irrumpa en el mercado británico con varias propuestas españolas, pero también de otros ámbitos. Eso por un lado. Por otro, existe una conciencia muy fuerte de “comunidad” en el género, que no he conocido en ningún otro tipo de literatura. Esto hace que fluyan proyectos, que se abran puertas… Todo esto resulta muy útil y gratificante a nivel editorial también, aunque sin duda los principales beneficiarios son los propios autores.” Para FataLibelli: “Todos estamos esperando que la popularización progresiva del libro digital, los modelos económicos de mecenazgo, y las nuevas redes de recomendación por Internet ayuden a crear editoriales medianas o nuevos modelos de planificación, pero por ahora todo avanza muy despacio.” “A pesar de los momentos de inquietud, de insatisfacción, y a pesar de los miedos, el estado de la literatura de ciencia ficción, fantasía y terror es sólido a tenor de la medida más importante: la calidad de la ficción que se publica”, sentencia Jason Sizemore. (7) Notas (1) “A good editor will not be afraid to take chances on a story. This is why Ellen Datlow is the best genre anthologist in the business. Remember when she reprinted Chuck Palahniuk's "Guts" in the Year's Best Fantasy and Horror? Or when she published "The Goosle" by Margo Lanagan in The Del Rey Book of Science Fiction? Or that time she published Christopher Rowe's "The Voluntary State" in Scifi.com?” (Jason Sizemore, 2015) (2) “Sometimes we get too comfortable with our own tastes, our usual "stable" of writers. It's good to expand our reach. Too many think editing is just acquisition. It's not, it includes the crucial job of working with writers to make their work as good as it can be, which might mean asking questions as to their intention for a story or suggesting revisions”. (Ellen Datlow, 2015) (3) “Editors often become too insular. Most of the time, I believe this happens without their knowledge. The business of editing is time-consuming, stressful, and includes a broad set of responsibilities. They answer to marketing teams, publisher demands, unhappy authors, and so on. This doesn't give them many chances to lift their head out of the morass of responsibilities and explore outside the narrow experiences they brought into the job.” (Jason Sizemore, 2015) (4) “Partly the same as for non-genre anthologies. One needs to ensure variety, especially when working within the framework of a "theme." Encouraging writers to write in a theme possibly outside their comfort zone. Learning to turn stories down, if they don't work for the anthology, no matter who they're by. (eg big name or not).” (Ellen Datlow, 2015) (5) “Short genre fiction is in a golden age, with new voices constantly entering the field.” (Ellen Datlow, 2015) (6) “It's an interesting time to be a publisher and editor. The business has undergone several major technological and social shifts in the past ten years. We're now entering a stage where eBook sales as a whole are leveling off, print sales are on the rise, and small and independent publishers are being looked at as more viable publishing options. The core readership is fractured over the natural state of diversifying fiction […] Amazon has made some business decisions that make me nervous. I feel like they're the Sword of Damocles hanging over the entire publishing business.” (Jason Sizemore, 2015) (7) “Despite the unrest, unhappiest, and fears, the state of science fiction, fantasy, and horror literature is strong by the most important measure: the quality of fiction being published” (Jason Sizemore, 2015) Alexander Páez
Presentación Cuando me propusieron iniciar una sección “sobre cine” me sentí abrumado. El género fantástico tiene una gran cantidad de ramificaciones dentro del formato vídeo-gráfico: series de TV, films estrenados en salas de cine, cortos, películas que se estrenan en tiendas en formato disco, adaptaciones, fan films… Como veis el enfoque es enorme, y sólo estoy hablando del formato, por supuesto luego están los géneros, los temas, los subgéneros. Podríamos tener una sección tan amplia como inabarcable. Por lo que cuando recibí esta petición y me senté a redactar esta introducción, aproveché para reflexionar sobre un tema concreto del que quería hablar. Antes de introducir el tema, decidí que esta sección que vais a encontrar a partir de ahora (y hasta que se me acabe la energía o a la editora la paciencia), no va a tratar sobre un solo tema, sino que en cada número me gustaría profundizar sobre diferentes aspectos del género fantástico en la gran pantalla. Algo que sí encontraréis al final de cada texto son recomendaciones de series actuales que me parecen interesantes o destacables. En este número de SuperSonic trataré el polémico tema de las adaptaciones de textos al cine. No hablaré por ahora de series de televisión, aunque actualmente se esté emitiendo una nueva adaptación de Minority Report y otra de El hombre en el castillo. Esto lo dejaremos para un futuro número. Introducción En este artículo voy a hacer referencia a películas de finales de los años 90, pero voy a basar el ensayo en films editados durante los últimos 15 años. A partir de los 90, las adaptaciones de fantasía y ciencia ficción tomaron un rumbo diferente. La tecnología de la industria cinematográfica y la narrativa de la ciencia ficción habían llegado a un punto en común en el que era difícil separar qué era real y qué no: decorados y/o actores se estaban creando completamente de forma digital. Esto implica que sea más complicado diferenciar qué film es de ciencia ficción y cual no. Pero el eterno debate no va a tomar más protagonismo en este artículo que el de simple anécdota que denota el cambio que se estaba produciendo en los años 90 en el cine. Además, la ciencia ficción y la fantasía han sido géneros muy populares dentro de la producción filmográfica, ya sea desde las populares películas de superhéroes, los films de ciencia ficción especulativa, hasta películas para los más jóvenes (y no tan jóvenes) de animación dirigidas por enormes estudios como Pixar. La producción de cine fantástico es formidable, y los temas y géneros que trata conforman un gran abanico donde el consumidor puede elegir. Buenas y malas adaptaciones Pero ¿hay buenas adaptaciones? Como lector antes que cinéfilo, considero que sí. Se puede usar la analogía del iceberg donde las películas representan la capa de hielo sobre el agua y la novela el hielo bajo ésta. Pero esto es un análisis simple. El lenguaje cinematográfico es más sutil y, mientras que en el libro está todo escrito y hay que imaginarlo, en la película lo vemos todo pero tenemos que imaginar el subtexto. El peligro que tiene el cine es que es joven y muy popular. Tan popular que el criterio para definir una buena y una mala película (y adaptación) es diverso y, en muchas ocasiones, incoherente. Pongamos unos ejemplos. Coraline (2001) de Neil Gaiman, fue adaptada por Henry Selick y tuvo gran éxito entre la crítica. La adaptación se filmó en animación stop-motion, una jugada arriesgada pero con la que el director demostró gran pericia. Este tipo de animación transmitía sin palabras la ambientación oscura de la novela. Por otro lado tenemos la adaptación de Las crónicas de Narnia (2005) dirigida por Andrew Adamson, basada de forma libre en parte de la saga de Narnia que C. S. Lewis publicó entre 1950 y 1956. El primer film fue una adaptación bastante decente que cosechó una crítica positiva. El desastre vino con la nefasta película El príncipe Caspian (2008), cuya dirección estuvo a cargo de Adamson y el hundimiento de la franquicia en el cine se confirmó con el tercer film, La travesía del viajero del Alba (2010), dirigida por Michael Apted. Uno de los principales puntos negativos fue la incoherencia del tono de las películas, intentando imitar a la popular saga de Harry Potter y olvidando los textos y el tono de C. S. Lewis. Además, en el tercer film se hace referencia directa al simbolismo y a las referencias cristianas, algo sobre lo que se ha debatido mucho (si realmente aparece en las novelas), pero en caso de que así sea, siempre ha sido como sub-lectura del texto. En los filmes esto es demasiado evidente, tanto que supone incluso un rechazo por su marcada moralina. Cuando hablamos de adaptaciones al cine de novelas de género fantástico, quizá la más popular a la que todos podamos hacer referencia sea la trilogía de El señor de los anillos, dirigida por Peter Jackson. Mucho se ha hablado sobre la calidad o la fiabilidad de esta adaptación. Personalmente veo aspectos positivos y negativos en la adaptación, pero creo que el resultado como producto cinematográfico es notable. Pienso que Jackson traduce y adapta la trilogía de Tolkien a un público contemporáneo y a un lenguaje cinematográfico, pero también es cierto que malinterpreta muchísimas cosas de los textos de Tolkien. Podríamos entrar en detalles que todo friki debe saber, pero a mí me parece un acierto no incluir a Tom Bombadill, o colocar la forja de Narsil más tarde, o el cambio de actitud de Faramir al encontrarse con los hobbits (aunque la posterior incoherencia en el carácter del personaje sea una mala decisión); en contrapartida, destaco la desastrosa batalla del Abismo de Helm o la relación de Aragorn con los muertos y la Compañía Gris. Esto lleva a la pregunta que todo lector se hace una vez queda insatisfecho con la adaptación de su novela preferida. ¿Cómo de fiel debe ser una adaptación? ¿Cómo sabemos que es una buena adaptación? Me atrevo a decir que no hay una línea que separe una mala de una buena adaptación y que las variables son tantas que es imposible decidir unos parámetros. Hay adaptaciones que son muy fieles pero no son buenas películas, lo que las convierte en malas adaptaciones, y hay otras que son filmes muy interesantes pero contienen poco o adaptan de forma muy libre lo que hay en la obra original. Personalmente me decanto por la segunda opción, pues como consumidor quiero algo nuevo, una síntesis y una reinterpretación de algo que ya conozco. Queda patente, ante el aluvión de críticas que reciben la mayoría de adaptaciones, que el lector prefiere una adaptación que reproduzca con imágenes de la forma más fiel posible aquello que ha imaginado al leer la obra. Y esto me plantea una incógnita, ¿por qué esa necesidad de que nos muestren lo que ya conocemos? Podríamos aventurar una respuesta: nos encanta nuestra zona de confort y, en cierta manera, nos hemos creado una imagen mental de la historia, hemos imaginado a los personajes, los paisajes y las voces. Si la historia nos ha gustado, hemos llegado incluso a fantasear con ella cuando no estábamos leyendo. Y entonces llega un equipo de artistas y un director y nos dicen que no, que todo lo que habíamos imaginado no era así, sino de esta otra forma. Entiendo que muchos espectadores levanten sus puños de indignación ante la atrocidad cometida contra sus imaginación, pero nos olvidamos de que se trata, simple y llanamente, de cómo otras personas han imaginado de forma distinta lo mismo que tú. Y, quizá, la principal diferencia radique en que estas personas tienen cierta capacidad de comercializar en formato vídeo esta imaginación. La trilogía de novelas distópicas Los juegos del hambre, de Suzanne Collins, ha sido adaptada en cuatro películas a la gran pantalla. Mollie Gagnon firma un interesante ensayo titulado “Media and Hyperreality in the Film Adaptations of Suzanne Collins’ Hunger Games Trilogy”, que se puede encontrar en el libro The Fantastic Made Visible, editado por Matthew Wilhelm Kapell y Ace G. Pilkington (McFarland & Company, 2011). En este artículo comenta un fallo garrafal en la adaptación de la trilogía al cine (entre muchos otros), y es el uso que se le da al lenguaje de los medios de comunicación en el libro, y al mensaje que transmite la autora en la novela. Todo esto se pierde o queda totalmente diluido en las adaptaciones, dejando tan solo una película de acción y amor con una trama distópica de fondo, condenando a unos films con gran potencial a ser unas simples películas más. Para no ser injustos hay que reconocer que las películas sí tratan temas que se aparecen en la novela, como la violencia, el feminismo, la religión o el totalitarismo. Pero bajo estas grandes banderas existen submensajes que, aparentemente, han pasado desapercibidos por los guionistas, y es que la gran mayoría de estos grandes temas se recogen bajo uno muy interesante: los medios de comunicación. Suzanne Collins demuestra que la manipulación de los medios es la mejor arma para controlar la mentalidad de todos los Distritos. Y es gracias a los medios de comunicación que Katniss levanta su revolución, con un simple gesto, levantar tres dedos de una mano. Un gesto que se hace viral a través de la televisión. Conclusión El tema de las adaptaciones es un camino repleto de espinas por el que hay que caminar con cuidado de no pincharse. Keith M. Johnston comenta en Science Fiction Film (Berg, 2011) que la ciencia ficción se está volviendo mainstream. Es popular, y por lo tanto también los temas. Es preferible una trama sencilla repleta de efectos especiales a una compleja que invite a pensar. Aunque existen grandes excepciones como Distrito 9, Moon, Matrix, Perfect Blue o The Girl Who Leapt Through Time, Johnston deja clara su postura ante esta nueva tendencia de hacer el cine de ciencia ficción y las adaptaciones, productos más visuales con la excusa de ser “lenguaje cinematográfico”. Existen adaptaciones fantásticas que no pueden pasar desapercibidas, como la saga de películas de Harry Potter. Aunque no extremadamente fiel a la trama punto por punto, sí lo es al espíritu de la película, y a una idea general de cada uno de los libros, creando con gran acierto unos films de gran calidad. En cambio adaptaciones con un presupuesto desorbitado y un director multipremiado no tienen para nada el éxito asegurado, por muchos profesionales tras los mandos. Es el caso de la trilogía de El Hobbit de Peter Jackson, que cuenta con una primera película resultona y entretenida, para terminar en un fracaso impresionante. Lo más sorprendente de esto es que se haya anunciado la versión extendida con una gran cantidad de horas más de visionado. ¿Jackson, qué te hemos hecho para que nos maltrates así? Recomendaciones Para finalizar esta sección voy a recomendar algunas series de televisión y películas actuales de género fantástico que os pueden interesar. Marte (The Martian), adaptación de la novela de Andy Weir (Ediciones B, 2015) que aunque tiene poco de ciencia ficción, es una estupenda película de aventuras y supervivencia en ese misterioso e intrigante Marte al que parece que nos acercamos cada vez más. Me parece una gran adaptación (la novela lo pedía a gritos) que os va a mantener en vilo, incluso cuando Mark planta patatas. Muy recomendable también la novela, que creo que no debe leerse como ciencia ficción, sino como una novela de aventuras y acción. Sinsajo, segunda parte. La esperadísima última película que pone el cierre a las adaptaciones de Los juegos del hambre. Aunque las novelas me parecen muy buenas, creo que las películas han tenido altibajos. Aún así creo que es un film recomendable, entretenido y que os va a dejar muy buen sabor de boca una vez salgáis de la sala de cine. Algunas recomendaciones más, Tag, de Sion Sono, Yakuza Apocalypse, de Takashi Miike, As the Gods Will, de Takashi Miike, The Invitation de Karyn Kusama y Green Room de Jeremy Saulnier. En cuanto a series ahora mismo se está emitiendo la fantástica Ash vs Evil Dead. ¿Qué contaros de esta franquicia?. Más de lo mismo, pero mejor. Una de mis preferidas, Vikings, cuya cuarta temporada se estrena en breve. Si me preguntáis qué tiene de fantasía, os diré que lo mismo que las novelas de Abercrombie: escenarios pseudo-reales, momentos históricos que existieron pero mezclados con otros inventados, y personajes que salen de sagas para ser de carne y hueso. The Leftovers, basada en la novela homónima de Tom Perrotta. Sense8, una gran sorpresa para mí este año. Casi cualquier cosa que comente sobre la serie puede estropearos la sorpresa, por lo que lo dejo a vuestro criterio. Y por supuesto, The Man in the High Castle, que adapta la novela de Philip K. Dick. El género fantástico en la pantalla está en plena forma, ya que el catálogo es verdaderamente amplio. “Prefiero que lo que hago funcione más bien por contagio, como una infección conceptual”
"La editorial ARISTAS MARTÍNEZ haciendo uso de su derecho de rectificación, y para salvaguardar su derecho al honor, la propia imagen y su justa fama, informa que las declaraciones de Francisco Jota Pérez donde dice, refiriéndose a la editorial antes citada: “Cabe apuntar también (…) que de ninguna de las obras que he señalado hasta ahora he cobrado un mísero céntimo (…)” no son ciertas y que puede acreditar que el mencionado Francisco Jota Pérez sí recibió incentivos a cargo de sus royalties de los responsables de ARISTAS MARTíNEZ." Francisco Jota-Pérez (Barcelona, 1979) es una artista de las ideas y de la palabra. Escritor y guionista, ha publicado antologías como Dionisia Pop! (editorial Grupo AJEC, 2007) y Antifuente (Viaje a Bizancio Ediciones, 2008), novelas como Hierático (AJEC, 2010), Cinco Canciones de Cuna, Orígenes del Lodo, Ciencia Raíz (los tres volúmenes de su “Tríptico Linde” para la editorial Aristas Martínez; 2011, 2012 y 2013), Aceldama (Origami, 2014) y Pasaje a las Dehesas de Invierno (Esdrújula, 2015). A su faceta como escritor de ficción se añade su labor como colaborador en publicaciones españolas especializadas en literatura de género y narrativa experimental, tales como Caldo de Cultivo, Psiquemáquinas, Microcorruptos, Láudano y Prosa Inmortal, que ha complementado con la impartición de talleres sobre psicografía (Asociación Simbólica, 2014 y 2015). Autor asimismo de los guiones de las novelas gráficas La Memoria Invisible (Viaje a Bizancio, 2009) y Antígenos de Gaia (editorial Saco de Huesos, 2011), y los largometrajes Nuestra Amiga la Luna (con el cineasta César Velasco Broca) y Trashumante (con el director Daniel Gálvez), ofrece información de su carrera y sus pesadillas en su blog. Creador de historias íntimas, investigador de maneras de contarlas siendo fiel a sí mismo -sin caer en imitaciones o en modas-, amante por igual de la sonoridad y de los significados de las palabras, domador de signos, escalador de inquietudes y obsesiones… Hay un Xisco, y un Fran, un Jota-Pérez y un JP, aunque no creo que exista un Paco… ¿Quién se esconde detrás de este autor? ¿Qué lo mantiene despierto por las noches? ¿Con qué sueña, si es que lo hace? En una charla que se fue desarrollando a lo largo de varias semanas por aquello tan banal como es la vida corriente, os acerco a uno de los autores más personales, interesantes y con mejor prosa del panorama de la ficción especulativa en español. Más que apelar al lector, infectarlo SuperSonic: Algunos comentan que eres un autor más preocupado por la forma que por el fondo, que las ideas no son tan importantes para ti como la forma de desplegarlas, que apelas a un tipo de lector activo, capaz de realizar algo más que una decriptación pasiva. ¿Qué les responderías? FJP: Que estoy de acuerdo sólo en parte. Sí, es cierto que mi lector ideal es un lector activo, y también que evito en la medida de lo posible la tendencia (para mí, terroríficamente paternalista y empobrecedora) a llevarle de la mano e imponerle mi sentido del texto, pero, sinceramente, la forma y el fondo me preocupan por igual. De hecho, intento no hacer distinciones de grado entre ambas, y hago un esfuerzo consciente por imbricar una en la otra. Que la forma sea parte del fondo, y a la inversa. Sobre todo en las novelas. Todas ellas están cargadas de ideas, conceptos e intuiciones que en el momento de poner por escrito son para mí tremendamente importantes (visceralmente importantes, incluso), y que necesito transmitir; y creo, de manera (también visceralmente) honesta que la forma como las transmito es, si no la única posible, la más eficiente, sin tener que traicionar su complejidad, sus capas de significado y sus matices. Así mismo, hay un componente casi ideológico en este modo de hacer. Creo fervientemente en que a estas alturas históricas en las que nos encontramos, con toda la carga de arte, pensamiento, información, tecnología y creencia que llevamos encima, delegar responsabilidades personales en figuras externas y más o menos abstractas (léase "El Estado", "El Experto", "El Consenso", "El Sentido Común" y etcétera) es un suicidio cultural. Siendo consecuente con esto, lo que pretendo al escribir es que el poder último sobre el texto sea del lector (lo cual, obvio, conlleva una serie de responsabilidades para/con ello), y no del "Crítico", el "Teórico" o siquiera el "Autor". Considero que, a día de hoy, aferrarse a la fórmula de que debe haber un Emisor a un lado y un Receptor al otro, entre los que media un Canal lo más limpio posible, es demasiado limitador y contraproducente. Prefiero que lo que hago funcione más bien por contagio, como una infección conceptual. Que las ideas (y las tramas, los tropos, los memes, la psique de los personajes...) dejen al huésped-Francisco-Jota-Pérez y se instalen en el huésped-lector, quien, evidentemente, posee unas cualidades y características distintas, que la infección debe simbiotizar, o con las que debe resonar, si pretende colonizarlo. Y cada huésped-lector es radicalmente diferente a cualquier otro, así que la infección debe ser robusta a la vez que dúctil, resiliente a toda costa a la vez que plástica, si la intención es que se instale y continúe reproduciéndose aunque sin perder su esencia, su naturaleza de infección, de artefacto vírico conceptual que obtiene sus nutrientes tanto de sí mismo como del imaginario del huésped como del entorno inmediato de éste. SS: A tenor de tu respuesta anterior, ¿defiendes la postura de Roland Barthes de la supuesta “muerte del autor”? (Barthes destaca que la literatura moderna es una superposición de escrituras en la que se da un diálogo de culturas, y es el lector la figura que otorga unidad al texto. “La unidad de un texto no se da en su origen sino en su destino”, dice.) FJP: Ni la defiendo ni la ataco. Estoy bastante de acuerdo con el planteamiento de que un texto pertenezca al hecho cultural y al lector, y que tanto el hecho cultural como el lector hagan con ello lo que les venga en gana o lo que dicten las corrientes más o menos naturales del pensamiento de su contemporáneo. Pero prefiero no verlo en términos de "unidad" o "sentido", sino, como comentaba, de infección. O de condicionamiento. Y también de responsabilidad. No tanto que el texto se "unifique" en su destinatario como que se "incorpore" a él y que éste decida si lo dota de unidad o no, si va a buscarle un sentido o no, si lo incluye (ojalá) en su forma de ver el mundo y de verse a sí mismo o no. Lo cierto es que la mayoría de las veces, lo que busco es causar una impresión sensorial (de ahí que a menudo emplee técnicas más o menos de hipnosis), no-intelectual y, por lo general, de disolución de la linealidad, de lo material y de ciertas lógicas formales, para llevar al lector a un Espacio Interior concreto, vulnerable y sensible, y que él, allí, decida si va a intelectualizar, coagular o dotar de lógica lo que le propongo. O si quiere quedarse sólo con el Espacio, solo en el Espacio. O si prefiere pasar de todo, decretar que lo que estoy haciendo es poco más que un ejercicio masturbatorio y mucha palabrería vacía, y proceder a prestarle su atención a algún otro. Es cosa suya, en cualquier caso. No sé, sin embargo, si eso significa la "muerte del autor". Me obsesionan las mecánicas del mantra, el ritual y los estados alterados de conciencia, y tiendo más hacia esto que hacia la teoría literaria estricta. Creo que, en alguna parte, debe haber alguien que canalice las ideas (que "baje a pescar el pez dorado", como dice David Lynch), dibuje la intencionalidad del acto mágico, proponga aunque sea un esbozo de mapa para el Espacio Interior que se pretende generar o diseñe las formas básicas de la infección. “No diferencio la magia del acto artístico” SS: ¿Qué tiene de mágico el acto de escribir? ¿Y el de leer? FJP: Todo. El acceso a realidades no consensuales, virtuales o discontinuas; la predicción y avecinamiento del futuro vía hiperstición; la inducción de estados alterados de conciencia para la posterior reprogramación de ésta; la evocación y la invocación; el trasvase de la filosofía hacia la praxis y la psicología... No diferencio la magia del acto artístico, sinceramente. SS: ¿De qué manera se activa esa magia de la que hablas? En otras palabras ¿cómo abordas el proceso de creación? FJP: No tengo una forma fija de abordarlo. A veces, sin querer, llega una idea y necesito escribir sobre ella. Otras veces es una imagen que, al meditarla, genera una idea y esa necesidad de ponerla por escrito. Otras, estoy tan inmerso en algún tema que me interesa, o tan afectado por algún suceso concreto, que me impongo forzar la idea y la necesidad... Es difícil de explicar. Porque es difícil racionalizar algo así, que tiene tanto de juego inconsciente como de imposición de una voluntad concreta. Sí que hay, sin embargo, una constante en un punto muy determinado del proceso: al sentarme a escribir, suelo dedicar mucho tiempo a planificar cómo conjugar la idea con la forma como quiero expresarla, y a hacer pruebas al respecto, hasta que doy con la conjunción que me "suena" mejor. No es algo con una duración concreta (una piezas cobran forma y fondo casi de forma automática, apenas un par de horas después de haber empezado a trabajar en ellas, mientras otras me cuestan meses y varios borradores tirados a la basura), pero sí, como decía, una constante. SS: Juguemos al juego de las referencias. Otra constante en las entrevistas a los autores es preguntarles por sus influencias. Me interesa saber qué tipo de actos creativos han dejado o dejan poso en tu trabajo. (En relación a los actos agrupados bajo el paraguas de la literatura, me interesa que destaques los que están enmarcados fuera del género que, a mí, me parecen más representativos y “representa-vivos” que los fácilmente clasificables como ciencia ficción, fantasía y terror). FJP: Mis influencias literarias más básicas y evidentes (los autores a los que siempre vuelvo, en los que me gusta mirarme y que están ahí, en el horizonte de mis aspiraciones), serían Anna Kavan, Doris Lessing, Elfriede Jelinek, William S. Burroughs, Kenji Siratori, Leopoldo María Panero y Juan Eduardo Cirlot. También leo muchísima filosofía, y esto es quizá lo que más influye en mis temas e inquietudes. Para mí, son esenciales las obras de Nietzsche, Vico, Foucault, Deleuze, Guattari, Negarestani, Haraway, Badiou o Negri. Destacaría también la importancia capital que tiene en lo que hago la música (en especial grupos y artistas extremos o experimentales como Neurosis, Sunn O))), Voivod, Scott Walker, Chrome, Ulver, Godflesh...), las artes plásticas (Francis Bacon, Zdzislaw Beksinski, William Blake, El Greco, Kasimir Malévich, Austin Osman Spare, Umberto Boccioni...), el cine (cualquier cosa dirigida por Lynch, Buñuel, Tsukamoto, Velasco Broca, Marker o Carruth) o los videojuegos (Silent Hill, Metal Gear, Splatterhouse, Condemned, Fez, Bioshock...). SS: Antes de pasar a hablar de algunas de tus obras, me gustaría que compartieras con nosotros tu recorrido creativo en su conjunto. FJP: Como casi todo el mundo, empecé a publicar tras el habitual trabajo de "machaca": mandar el manuscrito a todos aquellos sellos que me gustaban y en los que creía que podía encajar lo que hago, acumular notas de rechazo (si acaso alguno de los editores se dignaba a mandar dicha nota) y excusas y todo lo demás... Hasta que AJEC hizo la apuesta y apareció mi primera antología, Dionisia Pop!. Paralelamente, empecé a dar mis primeros pasos en el mundillo del cómic, colaborando con la editorial Viaje A Bizancio, quienes, buscando ampliar su catálogo, inauguraron su colección de literatura con mi segunda antología, Antifuente. Al poco, de nuevo en AJEC (y justo antes de que la editorial quebrase y desapareciese), apareció mi primera novela, Hierático, que, a causa de los peculiares tiempos y modos del mundillo, prácticamente se solapó con la segunda Cinco Canciones de Cuna, ésta en Aristas Martinez, con los que me comprometí a publicar mi Tríptico Linde, el ciclo de tres novelas autoconclusivas que inauguraba Cinco Canciones... Participé en un montón de iniciativas con Aristas, y fueron ellos los que editaron el grueso de mi obra durante los siguientes tres años: el resto del Tríptico (Orígenes del Lodo y Ciencia Raíz); la novela corta Carnaval según San Judas; y la plaquette Supernaturaleza. Hasta que tuve un desencuentro bastante importante con ellos, basado principalmente en mi percepción de que su gusto por la pose, y las ganas de que su labor (entiéndase la suya propia; no la de sus autores o sus artistas, sino la de ellos en cuanto a su condición fantástica de "editores estrella") se aplaudiese en ciertos círculos que tienen más que ver con la promoción, el darse pisto y las puñaladas por la espalda que con la actividad artística, les había llevado al menosprecio tanto de mi trabajo como de mi forma de manejarlo y de manejarme, que poco o nada tiene que ver con lo que ellos pretendían. Cabe apuntar también, aunque no sea determinante más que en lo obvio, que de ninguna de las obras que he señalado hasta ahora he cobrado un mísero céntimo, a pesar de todos los contratos y parafernalia que hubo de por medio. Tras dejar Aristas Martínez (o que Aristas Martínez me dejase a mí, tanto da), tuve la suerte de que en la editorial Origami, con los que ya había colaborado un par de veces, estuviesen abiertos a cualquier propuesta que quisiese hacerles, y de que les encantase la idea de editar Aceldama, quizá lo más arriesgado que he escrito hasta la fecha. Y parecido me pasó con Esdrújula Ediciones, cuyos editores estaban más que familiarizados con lo que hago, y que fueron ellos, esta vez, los que me solicitaron un manuscrito, para acabar publicando mi último trabajo, Pasaje a las Dehesas de Invierno. A día de hoy, y después de, como podrás intuir de lo que acabo de contarte, dar un montón de tumbos y estar enredado en infinidad de malentendidos y dislates, lo cierto es que no podría estar más contento de tener estas dos puertas abiertas, la de Origami y la de Esdrújula, cosa que me permite centrarme en simplemente escribir, que al fin y al cabo es lo único que quiero y sé hacer. Todo esto, sin embargo, sólo atañe a la publicación de mis libros, de mi obra larga. Suelo participar a menudo, con relatos y artículos, en antologías y revistas, y ahí sí que pocas veces, por no decir ninguna, he tenido problemas de ningún tipo. Más bien al contrario; en la mayoría de revistas y fanzines con los que he colaborado (bien por encargo, bien por iniciativa propia), he acabado cada vez topando y tratando con autores, editores, ilustradores y demás, de lo más inspirados, inspiradores, activos, concienciados, generosos y amables. Siempre, siempre, siempre es un placer. En cuanto al tema de las acciones promocionales... No sabría bien qué decirte... Aunque entiendo lo necesarios que resultan, soy alérgico a la publicidad y al marketing. Es algo visceral y que no me apetece analizar demasiado. No de momento. Claro que procuro informar de mis publicaciones en las redes sociales y en mi blog, procuro hacer presentaciones de los libros y prestarme a entrevistas, pero todo lo que vaya más allá se me escapa. No es que no lo entienda, es que no quiero entenderlo. Como he comentado ya antes, gran parte de lo que hago tiene un fuerte componente ideológico, y en esa ideología propia el rechazo a las estrategias y perversiones de la publicidad ocupa un lugar bastante importante. Quizá suene contradictorio, o ingenuo, pero es lo que hay. “Es un gran momento para el género” SS: En tu anterior respuesta, has esbozado tu trayectoria profesional en cuanto a narrativa se refiere. Me gustaría que profundizáramos en ella. Llegué a Orígenes del lodo de una manera poco ortodoxa, después de haber leído Aceldama y tras haber tenido contacto con algunos relatos tuyos. Confieso que me sorprendí mucho: no tenía ni idea de que se estaba haciendo este tipo de narrativa en español. Notaba ya entonces una inquietud por contar historias de género que no fueran meras imitaciones de lo que se estaba haciendo en otros mercados como el anglosajón. También veo una evolución en tu carrera hacia temas más introspectivos. ¿Cómo describirías la evolución de tu estilo? ¿Podemos hablar de un estilo FJP? FJP: ¿Estilo FJP? No sé si iría tan lejos como para describirlo así. Me gusta el tópico de la "voz literaria", y me gusta pensar que he dado con la mía y que ésta, con el tiempo, se va haciendo más exclusiva y reconocible. Poco más que eso. Y me parece curioso lo que comentas sobre volverme más introspectivo. Lo que hago siempre ha tenido mucho de sacarme cosas de dentro, de exorcizar por sublimación temas e inquietudes. Cinco Canciones de Cuna, por poner el ejemplo para mí más obvio, fue una forma de gestionar mediante el acto artístico el montón de sentimientos contradictorios y revelaciones aterradoras que me asaltaron cuando fui padre por primera vez. O el mismo Orígenes del Lodo, que escribí durante una época de mi vida especialmente difícil y hostil y que me sirvió de contenedor y expositor de la depresión que estaba padeciendo y los traumas que se me habían enquistado. Lo que pasa, a mi modo de ver, es que en los últimos años me he vuelto más "local". Cada vez me interesan más las dinámicas e implicaciones psicogeográficas, la relación del cuerpo y la psique con el territorio, y tiendo a acotar ahí lo que estoy haciendo. Esto me ha llevado, quizá, a aprender a tener la mente más clara, o al menos lo suficientemente clara como para percibir, traducir y codificar la multitud de componentes transarmónicos que se esconde en los detalles y en el tejido conjuntivo entre éstos, más que en los grandes hechos dramáticos o los temas universales. En cuanto a la evolución de mi estilo... Es otro asunto complicado de tratar. Yo me lo explico a mí mismo como que el hecho de escribir está absolutamente incorporado a mi vida, y ya que creo fervientemente en que uno debe estar en evolución personal continua, siempre aprendiendo trucos nuevos y descubriendo y dejándose maravillar por lo que surja, es algo natural que su arte se desarrolle en paridad con esto. Hacer una descripción explícita de esa evolución, por tanto, sería demasiado complejo y extenso (y aburrido, me temo), pero sí podría reseñar aquí la progresión de ciertos elementos más o menos clave, más o menos característicos en mi prosa, como el retorcimiento y el juego con el lenguaje para provocar algo así como un efecto hipnótico y de inyección subliminal en el lector, que era algo que empecé a hacer por pura intuición, por experimentar, en varios de los relatos de Antifuente y en Hierático (que incluso incorporaba el mismo juego a la trama, presentando un "artefacto neurolingüístico extraterrestre" que el protagonista debía buscar, y que en definitiva no era más que una técnica para que la Ficción afectase a la Realidad) y, al poco, después de haber estudiado Programación Neurolingüística, se convirtió en una herramienta de la que soy plenamente consciente y que he ido refinando (o eso espero) libro tras libro. Otro de estos elementos serían la musicalidad creciente y el acercamiento progresivo a formas poéticas, que eran prácticamente inexistentes en mis primeras obras. Como te comentaba en la pregunta sobre las influencias, la música tiene un papel importantísimo en mi vida, tengo tendencia a codificar mi percepción del mundo en términos musicales, y con el tiempo (y gracias a que hoy en día se está haciendo una música maravillosa, de la que quiero empaparme cada vez más) he aprendido a establecer canales entre esta codificación connatural y lo que escribo, permitiendo que aquella se refleje en esto. Y con la música, inevitablemente, llega la poesía. La música no es (sólo) descriptiva sino evocativa, eminentemente sensorial y subjetiva, y el único modo de acercarse mínimamente un texto a los modos musicales es usando los aparatos de la poesía y la forma en que éstos transforman el lenguaje en armas de, valga la repetición, evocación e invocación. Esto, además, tiene mucho que ver con la magia, otro tema que me obsesiona y del que ya hemos hablado. SS: Hablemos de tu obra de ficción, más concretamente a lo más reciente que es Pasajes a las dehesas de invierno. Se puede entender como un artefacto “matrioska”, una obra en la que se superponen muchas otras, como una pintura cubista. ¿Qué es y qué no es Pasajes a las dehesas de invierno? ¿a qué ha dado paso esta novela, o sea, en qué estás trabajando? FJP: Me alegra que compares la obra con una pintura cubista, porque tiene bastante de eso, de voluntad de desligarse de la interpretación, de descomposición del texto en "planos" con sentido en sí mismos pero que interactúan unos con otros y de traducción de la Trama a Experiencia procurando no caer en la abstracción. Yo defino Pasaje a las Dehesas de Invierno como un "romance esquizofrénico". Para mí es, básicamente, una historia de amor esotérica y transhumanista, en un territorio en el que el tiempo se ha disuelto para que presente, pasado y futuro coexistan. Una historia que también funciona como un artefacto de resistencia política, por lo que tiene de invitación a incorporar las mecánicas de la magia, lo esotérico y la filosofía extrema a la vida cotidiana, a recuperar la Alucinación para formular nuestras propias versiones de lo Real, por retorcidas y dolorosas que pueda resultar, como oposición necesaria al totalitarismo embrutecedor en el Discurso General de la Realidad que nos imponen los poderes fácticos, la dictadura económica, la publicidad, la ciencia-mito (que es esa especie de exaltación fanática y oligofrénica de lo científico, de la explicación científica como medida única y superior de todo lo que existe) y el hecho cultural mediocrizado. En un principio quería escribir un relato dedicado única y exclusivamente a mi mujer (incluso consideré que acabase siendo una novela corta que sólo fuese a leer ella), articulado a partir de cierta reflexión sobre cómo nos conocimos ella y yo, nuestro matrimonio, nuestros rituales y el barrio en el que vivimos y que es el ecosistema en el que se ha desarrollado nuestra relación desde los primeros días. En este primer planteamiento, sin embargo, se empezó a colar de forma absolutamente lógica y natural todo lo que por esa fecha estaba investigando sobre teoría de género en paralelo con el transhumanismo crítico y la teoría de la hiperstición. Así, estas investigaciones se sumaron a la cuestión más o menos autobiográfica, que a su vez ya llevaba sumados mis ejercicios de Topografía Profunda (y Sentimental) por el barrio, y todo se coaguló en el primer borrador de "Pasaje..." y en el convencimiento de que ésta era mi siguiente obra larga, más allá de la intención original; aunque aún conserve mucho de ella. Justo después del último borrador y correcciones de Pasaje a las Dehesas de Invierno escribí algunas piezas usando los mismos mimbres de la novela, un poco a modo de pseudo-spin-offs: "Arco de San Severo", que fue publicado en el boletín de Maelstrom; "Espectros e Inductores (óleo sobre tela, 116,6 x 78,7cm.)", que vio la luz en el número 22 de la revista Obituario; y "Ligadura de Prolongación", que apareció en el número 9 de la revista Kokoro. Desde principios del pasado verano me he dedicado a darle forma al concepto de Ocultismo Noumenal, una especie de disciplina filosófico-práctica basada en el Realismo Especulativo, la Ontología Cíborg, el Horror Cósmico, la Magia del Caos y la Topografía Profunda. Y ahora mismo estoy principalmente dedicado a los relatos, a los guiones de Mutilació del pas de ball, la série de cómics de terror que estoy publicando en la revista Deriva, y a tomar notas para la que espero sea mi siguiente novela. SS: Esta pregunta se la realizo a todo el que entrevisto, pues me interesa tomar el pulso a la profesión sobre sí misma. ¿Cómo ves el panorama actual del género en nuestro país? FJP: Personalmente, lo veo mejor que bien. Da la sensación de que al fin se han superado los complejos de inferioridad que venían siendo habituales, y que daban como resultado que la mayoría de lo que se producía aquí fuese una copia más o menos afortunada, a rebufo y superficial, de la forma de hacer género en contextos anglosajones. Ahora parece que ya no se le tiene miedo a la experimentación ni a la formulación de imaginarios propios, marcados por la propia cultura y el propio contexto pero sin renunciar a la influencia extranjera (que, en cierto modo, ni siquiera se entiende como extranjera, porque a estas alturas, globalización y demás mediante, ya está íntimamente ligada al paradigma cultural propio... hecho que, afortunadamente, es capital a la hora de disolver esos "complejos" de los que estaba hablando). Esto, sin embargo, sólo se aprecia en lo que se está haciendo a determinado nivel, ciertamente lejos de lo más "visible" (los premios especializados, las propuestas de las editoriales grandes y etcétera... en la "industrial literaria" más que en la "literatura", por ponerlo en términos de Kathy Acker), donde lamentablemente aún se mantiene el deje rancio, inerme, impersonal y con olor a fotocopia de una fotocopia. Aunque todavía me queda algo de fe (completamente irracional e ingenua) en que la cosa cambie relativamente pronto, la verdad. Que el género tal como lo teníamos entendido siga acelerando y diluyéndose en el hecho cultural dominante y dando lugar a engendros bastardos que tomen los altos hornos del bando mercantilista e interesado y se impongan incluso a los sectores más reaccionarios. Hay por ahí un montón de autores patrios a los que admiro y me parecen interesantísimos y de sobra capaces de darle un vuelco definitivo a todo. Gente como Guillem López y Daniel Pérez Navarro, que quizá sean los narradores más sólidos de la literatura de género actual; Layla Martínez, que casi sin querer esta moldeando una forma de terror literario radicalmente propia y alucinante; Colectivo Juan de Madre, cuyo trabajo es lo más fresco y español, en el mejor sentido del adjetivo, de lo que se publica aquí; Tamara Romero, Rubén Martín Giráldez, Miguel Guerrero, Weldon Penderton, Nieves Delgado... Y los muchísimos que deben estar publicando en revistas y fanzines y que aún no he leído... Es un gran momento para el género, desde luego. Como mínimo, se está viviendo lo que parece una fiesta en las trincheras. |
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July 2022
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