No Ficción
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![]() Por Cristina Jurado De un tiempo a esta parte el esfuerzo colaborativo se han convertido en el motor de una serie de iniciativas destinadas a provocar cambios en nuestra sociedad, abogando por una mayor igualdad de oportunidades para todos. Precisamente en este tipo de actividades se enmarca La Nave Invisible, una página web colaborativa y feminista formada en su mayoría por blogueras que quiere acabar con la falta de visibilidad de las autoras en la literatura de ciencia ficción, fantasía y terror en español. Desde su inicio en 2016 no han dejado de trabajar desde las redes sociales para ofrecer una ventana que muestre los trabajos de autoras, traducidas o que escriben en español, proponiendo entrevistas, reseñas, fichas sobre las escritoras y colaborando con otras iniciativas para acercar trabajos de creadoras que antes eran poco o precariamente difundidos. Al tratarse de una labor grupal, hemos decidido realizarles una entrevista en grupo y aquí os enseñamos el resultado de lo que acabó siento una charla muy productiva. Cristina Jurado: ¿Cuándo y por qué surgió La Nave Invisible? La Nave Invisible: El cuándo fue a finales de abril de 2016, aunque el proyecto no empezó a moverse con fuerza hasta los primeros días de mayo. ¿Y por qué? En realidad hubo una conjunción de varios factores. Estábamos atravesando una época en la que el tema de la infrarrepresentación de las escritoras de género parecía estar siempre en el candelero. Desde hacía uno o dos años, se venía hablando de los sesgos inconscientes que nos hacen leer más autores que autoras, y de la necesidad de prestar más atención al porcentaje de escritoras que tenemos en nuestras estanterías. Tampoco nos pasaba desapercibida la forma en la que se ningunea con frecuencia a grandes figuras femeninas del género. Había un clima de debate constante: por qué ese desequilibrio en temas de publicidad, o a la hora de publicar, o entre las reseñas de los lectores. Podría decirse que el caldo de cultivo en el que germinó La Nave Invisible estaba ya en ebullición. Pero el detonante definitivo fue la entrada que nuestra jefa, Anna Roldós, escribió en su blog personal, a raíz de unas declaraciones de Ediciones Nevsky en las que se atrevían a reflexionar sobre un tema bastante tabú: lo arriesgado que es en España publicar a mujeres. Anna se lio entonces la manta a la cabeza y lanzó la idea de crear un espacio donde promocionar el trabajo de escritoras de ciencia ficción, fantasía y terror, dándoles el apoyo y la publicidad necesaria para que nadie tuviera que volver a decir que publicarnos es "arriesgado". La propuesta se difundió con rapidez en las redes sociales, fuimos llamándonos unas a otras, y gustó tantísimo que, en apenas unos días, ya éramos cerca de veinte personas implicadas y Anna tuvo que cerrar la admisión de colaboradores para que el grupo no se hiciera inmanejable. Ahora nos damos cuenta de que la respuesta que recibió fue una clara muestra de la falta que hacía en el mundillo un proyecto de estas características. CJ: ¿De dónde procede el nombre? LNI: Lo de encontrar un nombre para la web fue nuestra primera gran odisea. Cuando la idea acababa de nacer, Anna puso en marcha el HT #proyectoescritoras en Twitter, y durante las fases iniciales fue así como lo llamábamos; pero, obviamente, necesitábamos un nombre concreto que lograra aglutinar los tres géneros que tratamos y el espíritu de la iniciativa. En el grupo se sugirió de todo, desde títulos de obras memorables o juegos de palabras, hasta fragmentos de citas de alguna autora relevante o incluso nombres de diosas clásicas. Pero cada nueva opción nos servía más para descartar posibilidades que para decidirnos. Al final preferimos un nombre en español y que no se relacionara con ninguna autora en concreto, para no dar prioridad a unas sobre otras. En cuanto salió a la palestra la palabra "nave", caló enseguida, porque podíamos jugar con el doble sentido de nave espacial y velero y mantener el equilibrio, sin decantarnos por algo representativo de un único género. El "invisible" entronca con nuestra intención de visibilizar a esas autoras que el público parece no ver o que pasan más desapercibidas a los lectores. Ambas cosas se terminaron condensando en nuestro logo del velero espacial, que diseñó la genial Delfina Palma y del que todas estamos muy orgullosas. CJ: ¿Cuáles son vuestros objetivos con esta iniciativa? LNI: DOMINAR EL MUNDO (esto lo hemos contestado todas a coro, que conste). Bromas aparte, ha sido interesante intentar dar respuesta a esta pregunta, porque, aunque nuestros objetivos no han cambiado, a lo largo de estos primeros meses sí hemos tenido oportunidad de matizarlos y evolucionar. Nuestro objetivo principal es y siempre será reivindicar el papel de las mujeres dentro de la literatura de género, sirviéndonos de un formato diferente, más dinámico y variado, que además de reseñas incluya artículos, entrevistas, novedades y demás. Hay narradoras ahí fuera que han hecho o están haciendo cosas geniales y merecen que se les dé voz. O narradoras que no terminan de lanzarse por inseguridad. Queremos ofrecerles un espacio de unión y apoyo, animarlas a seguir trabajando, demostrarles que estos géneros no son terreno prohibido para ellas y que el mundo necesita sus historias. Somos conscientes de que muchas veces los lectores no eligen autoras por simple desconocimiento; aún hay una creencia bastante extendida de que las escritoras de ciencia ficción, por ejemplo, apenas existen. Desde La Nave queremos combatir eso, acercando las autoras a los lectores y dándolas a conocer. Por eso invertimos un mimo especial en nuestra base de datos, que vamos ampliando mes a mes de cara al público, procurando mantener el equilibrio entre autoras hispanas y de lengua extranjera, clásicas y contemporáneas. A través de nuestra grumete transatlántica, Paula Rivera, procuramos acercar los mercados español e hispanoamericano. La diversidad es algo que nos preocupa especialmente, por lo que también intentamos buscar más allá del mercado anglosajón y entre las autoras pertenecientes a minorías de cualquier tipo. No os vamos a engañar: que nuestra base de datos pueda llegar a convertirse en punto de referencia es uno de nuestros sueños. Pero, cuando empezamos a trabajar en esta línea, con toda nuestra inocencia y buena intención, descubrimos que las raíces del problema son más profundas de lo que creíamos. Pocas autoras llegan a España y, las que lo hacen, pasan desapercibidas con facilidad por la falta de promoción. Hemos visto a importantes autoras clásicas que no se reeditan desde hace treinta años o a autoras contemporáneas que, en apenas un par de años, son saldadas o borradas del mapa. En un plano más general, nos hemos encontrado con las trabas que sufre una obra en español para poder moverse con libertad en el mercado hispanohablante, sea a este o al otro lado del Atlántico, lo que frena aún más la difusión de autoras en lengua castellana. Como dice nuestra grumete Claudia Fontana: "Vimos los árboles y nos hemos dado cuenta de cómo está el bosque". Frente a todo esto, queremos transmitir un mensaje claro y contundente, porque sigue habiendo mucha gente que niega el problema o tiene una visión distorsionada de la realidad. Las escritoras de género están ahí, eso es innegable, así que habrá que preguntarse por qué no nos llegan, por qué no se apuesta por ellas o por qué los lectores siguen convencidos de que no existen o son de calidad inferior. Queremos romper esa dinámica de una vez por todas, concienciar y compartir con nuestros lectores todo lo que nosotras mismas estamos aprendiendo, que es bastante. Y quién sabe si en el futuro, a largo plazo, podríamos ayudar a generar un cambio en el mercado. CJ: ¿Cómo trabaja la tripulación: lo consensuáis todo o cada sección es gestionada por navegantes diferentes? LNI: Las cosas importantes las consensuamos entre todas, como fueron en su momento el nombre y diseño de la página web, las distintas secciones, el ritmo de actualización, la distribución del calendario, los grupos de trabajo o el libro de estilo. Ahora analizamos juntas también las propuestas que nos llegan, ya sean de lectura o para colaborar con algún artículo, y discutimos su viabilidad o si se adapta a la línea editorial de La Nave. Si alguna grumete tiene una idea o se entera de algo que pueda interesar a la tripulación en pleno, también lo compartimos. Pero para las cosas pequeñas del funcionamiento diario cada sección es más o menos independiente. O lo son en teoría, porque en el fondo casi todas hacemos un poco de todo. La Nave está compuesta por cinco secciones principales y cada una de ellas cuenta con una coordinadora que organiza el trabajo junto con sus compañeras (aunque también hay una coordinadora general que ejerce de nexo entre los distintos grupos). Pero tenemos una cadena de trabajo estricta entre bambalinas, y ahí entran el equipo de correctoras, que se encargan de revisar los textos antes de publicarlos, y el equipo de editoras, que maquetan las entradas y se ocupan del mantenimiento de la web. Eso sin contar a las grumetes que gestionan las redes sociales, cuya labor es muy importante. Somos una tripulación disciplinada, como podéis ver. CJ: ¿Podéis hacer un balance de La Nave Invisible desde su botadura? LNI: El balance de estos primeros meses es muy positivo. Desde el primer momento, la respuesta de los lectores fue increíble, sobrepasó todas nuestras expectativas. Nos han apoyado mucho, hemos tenido muy buen feedback y hemos podido sentir que estábamos cubriendo unas necesidades acuciantes en el fandom. Cada día tenemos a gente maja recomendándonos obras o autoras, o a gente maja que acude a nosotras en busca de recomendaciones. Hay usuarios que ya nos remiten a cualquier persona que pregunte algo sobre escritoras de género y eso nos hace sentir muy orgullosas. Nunca podremos agradecérselo suficiente a todos ellos. Pero, más allá de nuestra labor pública, algo que nos hace muy felices es el buen rollo que se respira en los camarotes de La Nave. No toda la gente que se apuntó en un primer momento al "proyecto escritoras" se implicó al final en la creación de la web, y no todas las que participaron en la creación de la web siguen trabajando activamente con nosotras hoy en día; pero el núcleo duro (en torno a catorce grumetes) se mantiene al pie del cañón. Y, aunque todas somos muy distintas y no siempre estamos de acuerdo en todo, tener un objetivo común nos ayuda a remar juntas en la misma dirección. El grupo que ha nacido a raíz de este proyecto es una de las mejores cosas que nos ha pasado. CJ: L@s Navegantes Invisibles sois usuarios asiduos de las redes sociales ¿De qué manera creéis que influyen a la hora de compartir y difundir información? LNI: Las redes sociales nos parecen vitales para compartir contenido y evaluar a la audiencia: qué buscan, qué quieren, qué necesitan. De esta forma, nosotras también nos especializamos. Aunque no todas tenemos una vida activa en Twitter, sí somos blogueras y/o escritoras, así que estamos acostumbradas a este tipo de interacción y somos conscientes del poder que tiene. El propio génesis de La Nave lo demuestra. Nuestros lectores saben quiénes somos, pueden ver nuestro trabajo, pueden conocernos a un nivel más personal si tienen interés, podemos charlar y debatir. Creemos que todos esos factores convierten el proyecto en algo más cercano, más tangible, y quizá favorezca que la gente se implique más. A través de las redes sociales podemos hacer networking, ahí está nuestro público objetivo y son ellos mismos quienes nos buscan, movidos por sus inquietudes. Sin embargo, también es obvio que son un arma de doble filo; es muy fácil que alguien pueda sacar algo de contexto o que cualquier nimiedad alcance proporciones de linchamiento viral. Por eso, aunque nuestra web tiene un espíritu claramente feminista, desde la cuenta oficial procuramos mantener un discurso moderado y una actitud positiva, aparcando la agresividad. Si nos encontramos con casos flagrantes de injusticia, los denunciamos sin pelos en la lengua, porque son los que legitiman nuestra labor; no nos estamos inventando nada, los problemas de los que hablamos son reales. Pero manteniendo el equilibrio entre la combatividad y el diálogo creemos que nuestro mensaje cala mejor y, de hecho, hemos notado una buena respuesta de la gente ante esta filosofía. Nuestro objetivo es lo que más nos importa y lo que está por encima de todo, nosotras estamos aquí para hablar del trabajo de las escritoras de género y no queremos que nada empañe eso. CJ: En vuestra opinión, ¿de dónde procede la menor visibilidad de las autoras en géneros concretos como la ciencia ficción? LNI: Del machismo, básicamente. Pero no se trata de algo tan burdo como limitarse al "nos ignoran porque somos mujeres, qué malos son"; no, es algo mucho más complejo, se trata de un problema estructural. Si desde que naces te meten una determinada idea en la cabeza, es muy difícil deshacerse de ella. Igual que eso de que el rosa es un color de niñas y el azul es un color de niños; tú puedes rebelarte, odiar el rosa con toda tu alma y proclamar a los cuatro vientos que no te representa como mujer, pero inconscientemente verás el rosa y lo seguirás asociando a lo femenino. A las mujeres se nos ha inculcado que nuestro terreno es el de las emociones, el sentimental, el doméstico, mientras que el terreno de los hombres es el de la ciencia, la acción, la erudición. Por eso, entre otras cosas, se nos enclaustra en el género romántico y en la literatura infantil y juvenil (géneros que se consideran menores, poco serios o mediocres, por cierto, ignorando su potencial y complejidad), y se permite que los hombres copen la "literatura de verdad". Por si no fuera bastante, estas parcelas se han defendido con uñas y dientes a base de prácticas muy cuestionables, ya fuese degradando sistemáticamente la aportación de las mujeres o relegándolas de forma muy conveniente hasta condenarlas al olvido. A lo largo de la vida, estudiamos un canon literario en el que apenas hay mujeres, del mismo modo que estudiamos a los grandes filósofos, intelectuales, músicos, científicos, artistas, arquitectos, todos hombres. ¿Significa eso que las mujeres no han hecho nada nunca, jamás? No, simplemente sus figuras no han trascendido. Y, si no trascienden, no podrán inspirar a nuevas generaciones de mujeres. Nosotras seguiremos creciendo con la idea de que esos campos nos están vedados, las que crucen la línea seguirán sintiéndose igual de solas que sus predecesoras, con la eterna sensación de ser unas intrusas… y los hombres seguirán viviendo en su cómoda burbuja de autocomplacencia, sin que nada cambie. En esas bonitas listas sobre los grandes clásicos de la ciencia ficción, o de la fantasía, o del terror, o incluso de las cien mejores novelas del siglo XX, casi nunca aparecen mujeres. Y, si aparecen, son siempre las mismas tres o cuatro, como premio de consolación. Hemos percibido que hay una tendencia inconsciente a considerar su trabajo como algo marginal, alternativo o de calidad deficiente: si escriben ciencia ficción, seguro que es "blanda" (que durante años fue tratada como subgénero de segunda categoría, por debajo de ciencia ficción dura), si escriben fantasía, seguro que no es épica, si escriben terror, seguro que son paranoias de señora menopáusica… Eso cuando no son directamente unas impostoras que solo disfrazan sus novelas románticas de fantasía o ciencia ficción, como si los escritores no hablasen jamás sobre sentimientos o romance tanto como la que más (la razón por la que un hombre hablando de sentimientos se ve como algo muy elevado y una mujer haciendo lo mismo se considera una ñoñería es buena materia de reflexión). Repito: esto no nos lo estamos inventando, son opiniones reales que hemos tenido la desgracia de encontrar y que incluso salpican a las profesionales de la divulgación; blogueras y analistas cuyo criterio es cuestionado cada dos por tres y, en el peor de los casos, son empujadas fuera del circuito a base de acoso y difamación. Lo que nos deja con menos mujeres hablando sobre mujeres y con la perspectiva masculina ejerciendo su papel predominante. Si a las autoras se les exige la excelencia para llegar a un nivel "normal", si se las juzga con una dureza desmedida, si tienen que ser perfectas para ser tomadas en serio, es que se les está aplicando un doble rasero que parece diseñado para recordarles (a ellas y a los lectores) que nunca estarán a la altura. Así no es de extrañar que casi nadie tenga ganas de "arriesgarse" con ellas o invertir dinero en sus obras, por no contar que también es un método para mellar la confianza de las propias creadoras. Si a esta hostilidad se le suma la invisibilización de esas escritoras que podrían servir de inspiración o romper esta dinámica, nos encontramos con un círculo vicioso que actúa como repelente para las mujeres. Muchas no se sienten cómodas ni bienvenidas, por lo que se implican menos y escriben menos, el escenario perfecto para la excusa de que no se habla de autoras porque no las hay. Nos preocupan los bajos índices de participación femenina en los certámenes y antología de género, pero no nos sorprenden, porque somos testigos de su inseguridad todos los días por culpa de este ambiente. Para que esto cambie, hace falta mucha más promoción, más concienciación, más mujeres escribiendo novelas o reseñando. En definitiva, alguien que recuerde a los lectores que la calidad no es cosa de géneros y a las narradoras que pueden escribir lo que quieran, que no es imposible, porque ya hubo otras que lo hicieron antes que ellas. CJ: ¿Qué planes de dominación mundial tenéis para el 2017? LNI: *Insertar risa maléfica* Pues, en primer lugar, seguir apoyando a las autoras de género y animarlas a no dejar de escribir. Lo más bonito que nos ha pasado desde que botamos La Nave ha sido recibir mensajes de agradecimiento de lectoras y escritoras, algunas de ellas comentándonos que les hemos devuelto las ganas de escribir. Queremos mantenernos en esa línea, ampliar la base de datos tanto como nos sea posible y seguir mejorando poco a poco. A medio plazo, estamos empezando a barajar ideas, como convertir las lecturas conjuntas en algo periódico, tener más presencia en eventos literarios, organizar actividades… Nos gustaría poner en marcha un Patreon o algún otro método de financiación que nos dé algo más de margen para sacar proyectos adelante, aunque eso aún está en fase muy embrionaria. Y, a largo plazo… bueno, dejémoslo en que tenemos una cosa muy importante en mente que va gestándose con lentitud. Ya veremos si con el tiempo logramos hacerla realidad o no. CJ: Me gustaría que cada navegante se definiera con una pequeña frase, si es posible. LNI: Anna Roldós: Soñadora, intentando siempre hacer del mundo un lugar un poco mejor. Laura Huelin: Curiosa, no dejo de aprender y buscar intereses nuevos. Pilar Caballero: Idealista y exigente; vivo esperando la invasión alienígena. Laura S. Maquilón: Persistente y con ganas de aprender cada día algo nuevo. Laura Morán: Demasiado vaga para ser tan ambiciosa; creo que estamos en el mundo para ser felices, así que intento serlo yo y que lo sean los demás. Nerea Luray: Terriblemente honesta, pero que le encanta hacer ver a los demás lo que valen. Raquel Laforet: Siempre pensando en dragones, robots y dragones robóticos, y lamentando que no haya más. Paula Rivera Donoso: Me siento muy identificada con una cita atribuida a Thomas Malory (aunque no he podido comprobar que sea efectivamente de él): "We shall now seek that which we shall not find". Víctor de Amo: Pesimista hasta la médula y siempre dispuesto a mejorar. Andrea Prieto: Curiosa porque hay que serlo y la tranquilidad como refugio. Alister Mairon: Negativa por naturaleza, aunque lo compense trabajando duro. Enerio Dima: Terca como una mula y muy sensible con las injusticias. Claudia Fontana: Procrastinadora nata, pero curiosa sin límites. Rocío Vega: ¿Que me describa? Yo qué sé xD CJ: Si alguien os pidiera una lista de recomendaciones de autoras de género en español, ¿qué nombres incluiríais y por qué? LNI: Vamos a barrer para casa y asumir que nos preguntáis por autoras hispanas, que nunca está de más darles un poco de reconocimiento extra. En nuestra lista de recomendaciones procuraríamos reflejar el propio espíritu de La Nave, que es bastante variado. Por ejemplo, no podemos dejar de mencionar a Elia Barceló, Angélica Gorodischer y Daína Chaviano, que son las tres escritoras de género más importantes de las letras hispanas y deberían ser reconocidas como tal. Cristina Fernández Cubas es otra de las grandes que recomendamos, por los ambientes que crea y el nivel de inmersión que tienen sus relatos. Y tampoco podemos olvidar a Lola Robles, por la enorme e importantísima labor que lleva a cabo en materia de feminismo e integración LGBT+, como investigadora y como escritora, con obras muy diversas e interesantes (además, este año publica nueva novela y estamos deseando hincarle el diente). Entre la nueva remesa de autoras que han empezado a publicar a finales de los 90 o ya en el siglo XXI, recomendamos a Susana Vallejo, por su estilo y su forma de manejar la crítica y la especulación. O a Liliana Bodoc, que recupera parte de las tradiciones de los pueblos originarios amerindios para dar forma a su fantasía épica. A Verónica Murguía, por su fantasía medieval tan llena de horrores como de esperanza y maravillas, de la que nuestra grumete Paula Rivera dice textualmente: "Por escribir con un estilo magnífico y precioso, darle minuciosa forma a sus voces femeninas y entender Faërie como pocos autores contemporáneos lo hacen". A Mariela González, por la habilidad con la que integra lo cotidiano y la picaresca en su fantasía. A Gabriella Campbell, por su chispa, la personalidad que tiene su fantasía oscura y también por la labor que realiza a través de su blog. A Sofía Rhei, por ser una maestra del lenguaje y dominar la musicalidad de las palabras… Pero también le tenemos un aprecio especial a esas talentosas voces noveles que quizá sean menos conocidas por publicar en editoriales pequeñas, como es el caso de Raquel Mayorga, que nos hizo disfrutar muchísimo con su chambara, Claudia G. Rivas, que tiene una prosa dinámica y cautivadora y un sentido del humor desbordante, Teresa P. Mira de Echeverría, con su imaginación, sus descripciones potentes, sus grandes personajes y su estupendo manejo de las emociones, o M. C. Arellano, cuya fantasía épica es diferente y curiosa. No podemos dejar pasar a las autoeditadas, como Virginia Pérez de la Puente, que recomendamos por la fuerza de sus personajes y las temáticas que trata, Begoña Pérez Ruiz, que trabaja una ciencia ficción muy interesante y preciosista, Paz Alonso, maravillosa en la creación de personajes únicos, ambientes increíbles y tramas sorprendentes, o Caryanna Reuven, que sabe cómo generar empatía en el lector, atraparnos y llegarnos al corazón. Por último, hay dos autoras clásicas que nunca nos cansaremos de recomendar: Emilia Pardo Bazán y Ana María Matute, que, aun sin ser asociadas al género, sí incursionaron en él. Merece la pena recordar y destacar su aporte.
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![]() Por Cristina Jurado La editorial Huso acaba de lanzar al mercado Extraños Testimonios, un libro de Daína Chaviano (La Habana, 1957) que recopila relatos escritos a lo largo de su trayectoria literaria. Esta autora ya había incursionado en la narrativa breve con la antología El abrevadero de los dinosaurios (Nueva Imagen, 2005), País de dragones (Espasa Calpe, 2001), Amoroso planeta (Letras Cubanas, 1983) o Historias de hadas para adultos (Minotauro, 2007), esta última compuesta por tres novellas, Su producción además, incluye las novelas Un hada en el umbral de la Tierra (Ediciones El Naranjo, 2015), La isla de los amores infinitos (Grijalbo, 2006), Los mundos que amo (Alfaguara, 2004), Fábulas de una abuela extraterrestre (Editorial Océano, 2003), País de dragones (Espasa Juvenil, 2001), Gata encerrada (Editorial Planeta, 2001), Casa de juegos (Editorial Planeta, 1999), o El hombre, la hembra y el hambre (Editorial Planeta, 1998). Chaviano cultiva la prosa con la misma facilidad que la poesía, como lo demuestra su poemario Confesiones eróticas y otros hechizos (Editorial Betania, 1994) o incluso los guiones de cine, como en La anunciación (Editorial Extensión Universitaria, 1989). Sus estudios en lengua y literatura inglesa en La Habana le sirvieron para forjar su estilo y sensibilidad creativa, y desde que se instalara en Miami en 1991, no ha dejado de soñar despierta, plasmando en su obra la rica imaginería que la acompaña. En 1998 obtuvo el premio Azorín de novela por El hombre, la hembra y el hambre y en otros reconocimientos ha sido galardonada con el Premio Nacional Malinalli para la Promoción de las Artes, los Derechos Humanos y la Diversidad Cultural de la Universidad de Tabasco (México, 2014). Testimonios Extraños está poblada de referencias al realismo mágico, al horror gótico y a la fantasía, de manera que no nos encontramos con historias planas sino multifacéticas, leyendas que se desarrollas a partir de sucesos cotidianos. Esa es una de las cosas que me fascinan de Chaviano: su capacidad para resaltar lo extraño que reside en la vida diaria y para dotarlo de un aura casi mítica. Los siete primeros cuentos, reunidos en la parte que se titula “Sacrilegios nocturnos”, son para mí los que se enmarcan en un horror gótico mezclado con fantasía, con criaturas extrañas que conviven con los seres humanos, como los caníbales de “Estirpe maldita”, el duende del relato homónimo, los fantasmas de “Ciudad de oscuro rostro”, el trasunto de Erasmo de Roterdam en “Elogio sobre la locura”, los personajes meta-literarios de “Teje, araña, teje” o “Había una vez…”, y los 50 aforismos referidos al alma de “Discurso sobre el alma”, como si se tratase esta de un ser vivo. Por su parte, las siete historias incluidas en la segunda parte, “Prosas ardientes”, tienen que ver con la dimensión fantástica del amor y el erotismo, siempre con protagonistas femeninas. Si la alhaja orgánica de “La joya” representa la obsesión por la belleza en una mujer llevaba al paroxismo por parte de un joyero, “Vida secreta de una mujer-loba” trata el tema de la licantropía desde un punto de vista femenino. En “Las amantes” se escenifica una conversación imaginaria con tintes lésbicos entre Eva y Lillith, mientras que “El pájaro de fuego” narra la historia de celos de una mujer con poderes pirómanos. “Nuestra señora de los ofidios” plantea la relación entre una mujer que puede transformarse en serpiente y su conquista, y en “Gárgola mía” un intercambio epistolar permite descubrir el amor con tintes de locura de una joven por una estatua de piedra. Por último “La sustancia de los sueños” cuenta la historia de la desgarradora pérdida del ser amado valiéndose de elementos fantásticos. Aunque todos los cuentos lo merecen, me gustaría destacar dos de los que más me han gustado: “Ciudad de oscuro rostro” y “La sustancia de los sueños”. El primero trata el tema de los fantasmas desde una perspectiva más fantástica que terrorífica, y la forma en la que racionaliza la presencia de las apariciones es interesante y original. Por su parte, “La sustancia de los sueños” no puede dejar indiferente al lector que haya sentido la pérdida de un ser muy querido, especialmente si ha sido una pareja. La manera en que la persona que sobrevive al otro tiene que arrastrarse por la vida, intentando superar una ausencia mayor que la capacidad de asimilación, resulta soberbia. Y luego está la prosa de la cubana, una prosa limpia, fluida, transparente, que utiliza las palabras exactas sin excesos, que transporta al lector a la isla, a sus colores y aromas, creo que es uno de los puntos fuertes de esta obra. En definitiva, Extraños Testimonios es un álbum de instantáneas caribeñas pintadas con los colores de lo inquietante y lo terrorífico, alejado de lo que estamos habituados a leer, mostrando una cara mucho más perturbadora del habitual mundo de tarjeta postal que asociamos con aquellas tierras. Creo que es, sin duda, una obra excelente para entender los caminos por los que transita la fantasía en español de aquella orilla. A continuación podéis disfrutar de una entrevista con la autora, que os permitirá conocer su trabajo y sus influencias, y os dará las claves para entender un poco mejor su obra. Cristina Jurado: Hay quienes consideran la ciencia ficción y la fantasía como un tipo de literatura de evasión, pero yo creo que a través de ellas es posible reflexionar sobre nuestro presente de manera que otros géneros no pueden. ¿Qué opinas sobre esta afirmación? ¿Recuerdas la primera obra de estos géneros que leíste? Daína Chaviano: No estoy segura cómo llegué al género, pero entre mis primeras lecturas estuvieron Julio Verne, con La isla misteriosa y Los quinientos millones de la Begun, y H. G. Wells con La guerra de los mundos. Quienes tuvimos la suerte de empezar a leer ciencia ficción en la infancia, intuimos desde muy temprano que se trataba de un género de anticipación que proyectaba las posibles consecuencias de nuestros actos como civilización. Y aunque no lo hubiéramos podido expresar de ese modo, la sensación existía. Sin duda se trata de un género que contribuye a ejercitar la imaginación, a disminuir los prejuicios, a alertar sobre tendencias sociales o peligros naturales, y que propone soluciones o alternativas que muchas veces los científicos adaptan o aplican. Me resulta difícil pensar que todavía alguien acuse de evasivo a un género que previó todo cuanto estamos viviendo: los cambios climáticos, las exploraciones a Marte, la extinción de las especies, el descubrimiento de planetas habitables, los robots que barren nuestras casas, los drones de vigilancia, los autos que se conducen solos, y un sinnúmero de novedades tecnológicas con las que ya convivimos. CJ: Las obras de ciencia ficción, fantasía y terror de tradiciones como la asiática, están recibiendo una mayor atención por parte de la crítica y el público internacional. ¿Qué caracteriza la literatura de género caribeña? DC: No me atrevo a hablar por todos los países del Caribe, pero conozco lo que escriben los escritores cubanos. Dentro de Cuba existen variantes que van desde la fantasía épica hasta el ciberpunk. Hay un grupo escribe sobre universos alternativos aparentemente ajenos de su entorno inmediato. Sin embargo, esta “separación” es ficticia, porque sus historias suelen ser metáforas donde se advierten elementos de la crisis social y política que vive la isla. Hay otro grupo que retrata la situación del país sin disfraces de ningún tipo. En este es fácil advertir los problemas que permean la sociedad cubana: la supervivencia, la censura, la violencia de género, la criminalidad, la marginalidad, el machismo, el control de la población... Es una «literatura de crisis» que aborda el catastrofismo social, político y económico. En este grupo se ha desarrollado lo que pudiera llamarse una “ciencia ficción sucia” o más bien un “ciberpunk sucio” —hermano del “realismo sucio” que cultivan otros escritores cubanos—, donde el sexo crudo, la amoralidad, la ira (a veces disfrazada de sarcasmo) y el cinismo, son elementos claves de sus historias. En términos generales, hay una gran dosis distópica en casi todas las variantes de la ciencia ficción y la fantasía que se escribe en la isla, algunas de gran fuerza y calidad literaria; otras, no tanto. CJ: Siempre que tengo la ocasión pregunto a los entrevistados por su proceso creativo. ¿Cómo es el tuyo desde que se te ocurre la idea para una historia hasta que el manuscrito sale para la imprenta? DC: Depende si es un cuento, un poema o una novela. El poema sale de una vez. Lo escribo siempre a mano, en bolígrafo o lápiz. Luego lo pasó a máquina (es decir, a computadora) y allí lo empiezo a editar, pero pueden pasar meses antes de darlo por terminado. El cuento nace de una idea vaga, de una atmósfera que tengo en la cabeza y que me impulsa a escribir una historia dentro de esa cuerda. No necesito saber el final para sentarme a escribir, aunque a veces lo he sabido de antemano. Lo escribo directamente en computadora y allí lo reviso, antes de imprimirlo y revisarlo con un bolígrafo. Paso los arreglos a la pantalla, vuelvo a imprimir y de nuevo lo reviso. Puedo repetir este proceso tantas veces como sea necesario. A partir de la tercera o cuarta revisión, dejo pasar más tiempo entre las versiones. Este alejamiento me permite distanciarme del texto y ver sus errores con mayor claridad. La novela es más complicada. El proceso de escritura y revisión es parecido al del cuento; la diferencia radica en su concepción y escritura, porque mis novelas suelen requerir de mucha investigación. Primero hago una lista de todos los personajes, con sus nombres, características, intereses, defectos, objetivos o metas. Debo tener claro qué buscan, de dónde provienen, qué los mueve, cuál es su psicología. Luego trazo las tramas principales, las subtramas y las áreas de conflicto. A diferencia del cuento, necesito saber el final de antemano. Si no lo conozco, corro el riesgo de que mis personajes se pierdan por el camino. Solo después de tener clara la personalidad de estos participantes y sus conflictos, empiezo a escribir. Esa planificación no significa que por el camino no surjan sorpresas. A veces la psicología de estos personajes se revela contra la trama que tenía prevista para ellos. Entonces me dejo llevar y les permito que descubran la mejor manera de seguir su camino. CJ: ¿Qué autores y autoras fuera el género han influido más en tu estilo? DC: Entre los anglosajones y europeos: Ray Bradbury, J.R.R. Tolkien, Ursula K. LeGuin, Margaret Atwood, Anaïs Nin, y William Shakespeare. Entre los latinoamericanos, María Luisa Bombal, Horacio Quiroga, Julio Cortázar y Manuel Mujica Lainez. También ciertos textos antiguos, algunos anónimos, a los cuales regreso de manera periódica: la Epopeya de Gilgamesh (de la que tengo varias ediciones), la Odisea, la Iliada, la mitología grecorromana y celta, el ciclo de leyendas artúricas, el Popol Vuh, los códices que recogen la caída del imperio azteca, recogidos en una maravillosa edición titulada Visión de los vencidos… CJ: La industria editorial ha cambiado mucho en los últimos años con la aparición de modalidades como la co-edición o la autoedición. ¿Qué opinas de estas nuevas fórmulas editoriales? ¿Crees que benefician o perjudican a la industria en general? DC: Como toda innovación, las nuevas tecnologías de la auto-edición tienen dos caras. Quizás su mayor ventaja sea la independencia del escritor, quien al convertirse en editor y vendedor de su propia obra no necesita compartir sus ganancias con la editorial. La mayor desventaja radica en que hay un enorme número de escritores o aspirantes a serlo que, sin experiencia previa y sin haber pasado por el filtro de los editores, inundan el mercado de pésimas obras. Eso es fatal, porque los lectores sin formación no aprenden a distinguir la buena de la mala literatura, creyendo que es igualmente válido todo lo que ven impreso. Claro, si se trata de escritores con formación y talento, esas auto-ediciones son una bendición porque reducen el coste del libro para el lector. CJ: La popularización de las redes sociales permite una interacción directa e instantánea entre el autor y su audiencia. ¿De qué manera te ha afectado a ti en tu relación con tus lectores? DC: Si te soy sincera, preferiría que no existieran las redes sociales. Quitan un tiempo precioso para escribir, pero esta es la época en que vivimos, y el escritor —como a cualquier otra figura pública— no tiene otro remedio que lidiar con esto. En mi caso, como soy una persona extremadamente reservada, he necesitado paciencia para adaptarme a las redes. Los lectores quieren saber del autor, pero no solo de los libros que está escribiendo o que va a publicar, sino también cómo piensa, qué hace, adónde viaja, qué le gusta o le disgusta… No es fácil mantener el equilibrio entre ofrecer esa información que te piden y conservar la privacidad, pero me las he arreglado. Por otro lado, ahora que la prensa tradicional tiene cada vez menos control sobre la información, es bueno poder mantener ese contacto directo con los lectores. En mi caso, no solo lo hago a través de mis cuentas en Facebook y Twitter, sino también con quienes siguen mi blog o se suscriben al boletín de mi sitio Web. CJ: Testimonios Extraños es un compendio de postales inquietantes, donde lo extraño se asoma en las grietas de la realidad. De alguna manera, me hace pensar en el new weird. ¿Crees que tu obra representa una versión propia, caribeña de un género híbrido con tintes de new weird? DC: No he leído a los autores del new weird, así es que no tengo manera de comparar mis relatos con esa corriente. Por ahora, prefiero clasificar estos relatos como gótico caribeño, tomando en cuenta que son textos donde se mezclan elementos del horror, el absurdo, el erotismo y cierta dosis de humor cortaziano, en ambientes tropicales y soleados, específicamente del Caribe. Sin duda, se trata de un enfoque raro (o weird) de la realidad. El escenario de estos cuentos, ajeno al gótico tradicional, me permite visualizar o reflexionar mejor sobre la cotidianeidad inmediata que me resulta familiar, aislándola de los elementos que suelen empañarla para observarla desde otra perspectiva. CJ: La antología se estructura en dos partes: la primera es “Sacrilegios Nocturnos” y la segunda “Prosas Ardientes”. ¿Qué representa cada una de estas dos partes? DC: Es poco común dividir una colección de relatos, pero me di cuenta de que, en un grupo, el erotismo constituía su base o tema central, mientras el otro estaba compuesto por relatos escalofriantes, surrealistas, humorísticos o desconcertantes. Mi intención al separarlos fue encontrar una estructura equilibrada para estas ficciones inconexas y heréticas. Por eso agrupé los seis relatos propiamente eróticos como “Prosas Ardientes” y los otros seis como “Sacrilegios Nocturnos”. CJ: La antología se enmarca dentro de una tradición de autores fantásticos latinoamericanos (Borges, Cortázar, Bioy Casares, Monterroso, etc) que cultivaban la narrativa breve con una pasión y una calidad que nada tiene que envidiar a la novela. Pienso que, además, los cuentos entroncan con la literatura oral, una tradición en la que los mitos y las leyendas se dan la mano y hablan de los valores de los pueblos. ¿Crees que nos encontramos ante un resurgimiento de la narrativa breve fantástica? DC: Durante las dos décadas pasadas —aproximadamente desde 1990 hasta 2010— el cuento decayó en producción y calidad. Habían muerto los últimos representantes de una generación de cuentistas brillantes como los que mencionas; y aunque leí algunas antologías de escritores jóvenes que se publicaron en Latinoamérica, ninguna de ellas logró demostrar que existía un relevo con ideas o estilos nuevos, sobre todo porque los textos eran mayormente realistas, y ya se sabe que ese nunca fue el mejor modelo para el cuento en el continente. En los últimos tiempos, el cuento ha vuelto a resurgir no solo en Latinoamérica, sino en España. La influencia de Asia y Norteamérica —que, a su vez, han estado recibiendo el influjo de tradiciones africanas, europeas y asiáticas en la ciencia ficción—, ha creado una especie de reacción en cadena que insufla aires nuevos al cuento fantástico en español. No hay más que leer las recientes antologías de ciencia ficción, donde autores españoles y latinoamericanos se codean con anglosajones y asiáticos. Por otra parte, no hay que olvidar que las grandes oleadas de revitalización del cuento han surgido a partir de la experimentación —algo a lo que no quieren arriesgarse las grandes editoriales (shame on them!). No obstante, las nuevas tecnologías han propiciado el nacimiento de editoriales independientes que están admitiendo textos osados o experimentales, no solo en forma, sino en contenido. Esto ha renovado el interés de muchos lectores, que quieren escapar de los clichés y los asuntos previsibles. CJ: ¿Cuáles son tus proyectos futuros? DC: Terminé una novela de corte híbrido (thriller, historia, mitología, parasicología, política, ciencia ficción) que saldrá el próximo año. Ahora reviso otra novela, que quizás sea la primera de una trilogía de ciencia ficción, y empezaré a trabajar en relatos cortos que quizás se conviertan en otra colección. También me preparo para dos viajes: uno en mayo, donde iré a España para presentar Extraños testimonios; y otro en junio, a Puerto Rico, donde participaré como invitada de honor en el NorthAmeriCon (Congreso Norteamericano de Ciencia Ficción). Para el último trimestre tendré la presentación de Extraños testimonios en Miami, y luego me encerraré para seguir escribiendo. |
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July 2022
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