No Ficción
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Marian Womack nació hace cuarenta y seis años a orillas del Atlántico, en Cádiz, y más tarde decidió marchar al norte, a una isla rodeada por el mismo océano, para formarse y trabajar. Autora, traductora y editora bilingüe radicaba en Reino Unido, en su momento tomó la decisión de apostar por el inglés y centrarse así en el mercado anglosajón. El suyo es uno de esos raros casos en los que el autor decide emplear como vehículo creativo un lenguaje no materno, como sucede con la franco-vietnamita Aliette de Bodard, la sueca Karen Tidbeck, o la filipina Rochita Loenen-Ruiz. Entre sus obras destacan numerosos cuentos, algunos de los cuales están recogidos en su colección Lost Objects (2018, Luna Publishing) y sus novelas The Golden Key (2020, Titan Books) y The Swimmers (2021, Titan Books). Sin embargo, también ha publicado en español: Memoria de la Nieve (Tropo Editores, 2011); La calle Andresen (2014, La Galera) co-escrito con Sofía Rhei, o el libro de ensayo Beyond the back room. New perspectives on Carmen Martín Gaite, ooeditado con Jennifer Wood (2010, Peter Lang AG). Ella misma reconoce que la naturaleza es una de sus principales fuentes de inspiración, por lo que es frecuente que sus historias incluyan paisajes inquietantes, encuentros espectrales y transformaciones aterradoras. Para ello se vale de la hibridación de géneros y la experimentación, mezclando ficción especulativa, gótico y literatura de fantasmas con el Cli-Fi o la narrativa que explora el Antropoceno. Después de pilotar junto con James Womack la editorial Nevsky Prospects dedicada a la literatura de género y traducciones de obras rusas, ahora dirige Calque Press, que se define como una minúscula editorial ocasional de pequeñas joyas poéticas y de narrativa especulativa. SuperSonic: ¿En qué momento decidiste que tu futuro profesional se desarrollaría en el ámbito de la literatura? Marian Womack: Creo que siempre he querido hacerlo. Pero tengo un recuerdo claro: terminar Crimen y Castigo después de leerlo con 12 o 13 años, y sentir una emoción intensa con lo que acababa de leer. En ese momento decidí que quería escribir. SS: Eres una de las pocas autoras españolas que ha apostado por escribir en inglés. ¿De dónde parte tu decisión? MW: En realidad es algo contra lo que luché durante mucho tiempo. Mucha gente no sabe que no fui a la Universidad hasta los veintitrés años. Nadie había ido en mi familia. El caso es que, con esa edad, conocía a gente que había decidido estudiar en el extranjero, y, lo creas o no, existían más becas a las que podía optar si estudiaba en otro país europeo que en España. Lo que yo quería estudiar no existía en Cádiz, y era imposible que mis padres me pagaran ir a Madrid o a Sevilla. Al final me tuve que ir muy lejos, a Glasgow. Fue una experiencia maravillosa. Pero toda esa etapa formativa, que resulta tan importante en la vida de un escritor, acabó por desarrollarse allí. En Escocia empecé a escribir digamos que «en serio»: llegue a tener varios trabajos a tiempo parcial simultáneos, casi todos en bibliotecas, pero también fui redactora de una revista. En la carrera teníamos que escribir ensayos todo el rato. Y claro, acabe por escribir algún cuentecillo. Con todo eso, como es lógico, acabe sintiéndome muy cómoda escribiendo en inglés. Además, el idioma me permitía adoptar una cierta distancia con la que podía ocuparme de todo tipo de temas, algunos bastante duros para mí. En aquellos años también empecé a traducir del inglés para Impedimenta, Periférica, y otras independientes. Cuando regresé a España, y publiqué una novela, Memoria de la Nieve, muchas críticas apuntaron que mi voz sonaba como una traducción del inglés… Eso me dio mucho que pensar. SS: También has codirigido la editorial Nevsky con un catálogo muy interesante e iniciativas innovadoras, como las de traducir algunos libros al inglés para dar salida en el mercado anglosajón a obras españolas. ¿Sigues desarrollando tu faceta como editora? Si es así, ¿puedes hablarnos de tu nueva aventura editorial? MW: Es difícil hablar sobre Nevsky, incluso ahora. Casi una década de trabajo constante, y una inversión, tanto personal como económica, que sin duda afectará a mi familia durante una generación al menos. La reflexión que ahora hacemos es que Nevsky falló al no contar con la complicidad de varios sectores. Creemos que hicimos lo correcto en todo momento, y nos sentimos orgullosos de los libros que publicamos; pero las paredes que surgían siempre fueron las mismas, y nunca logramos derribarlas. Una pena. Te daré un ejemplo: una de nuestras autoras de más éxito, Anna Starobinets, apenas vendió casi nada con Nevsky. Ahora, cuando la editorial no existe, es cuando la han descubierto los lectores, los mismos que no compraban sus libros antes. Un desastre. Ahora tenemos un proyecto muchísimo más pequeño, del que no tenemos intención de vivir, ya que ese fue el principal problema con Nevsky. Tanto mi socio y pareja como yo trabajamos para la Universidad de Cambridge, de manera que no dependemos para pagar el alquiler de nuestro proyecto editorial, ¡aunque tampoco quiero llamarlo un «hobby»! Sus pautas son similares: autores en los que creemos, recuperaciones de clásicos modernos, interés por la literatura de género, muchas cosas en traducción. Ediciones extremadamente pequeñas: ni siquiera tenemos distribución. Hacemos libros muy cuidados, y de hecho hemos vuelto para atrás: estamos experimentando con libros «Cartoneros», imprimiendo a mano en una vieja Columbian Press victoriana octavillas y pliegos sueltos… Al no estar sometidos a la burbuja constante de editar y editar para amortiguar devoluciones, etc, hemos podido empezar a trabajar de una forma más artesanal, e incluso atrevernos con la poesía. Después de la vorágine de Nevsky, nos sentimos mucho más cómodos así. SS: Me llama la atención que seas hasta la fecha la única autora española que ha sido aceptada en el San Diego Clarion Writers’ Workshop. ¿Cómo te decidiste a probar suerte en este prestigioso taller? ¿Qué consejos darías a quienes tengan interés en intentar que les acepten allí? ¿Qué aprendiste de tus experiencia? MW: La verdad es que yo no tenia ni idea de que era la Clarion Workshop. Lo que ocurrió es que soy muy fan de Jeff VanderMeer. Yo vengo de escribir gótico, y encontrar el weird lo cambió todo para mí. El escritor que mejor refleja esta conexión entre ambos modos a mi parecer es Jeff. El caso es que aquel año se anunció que Jeff y Ann VanderMeer serían los «anchor teachers» del taller, así que decidí probar suerte simplemente por tener la oportunidad de trabajar con él. Al principio no entré: ¡me quedé en la lista de espera! Así que también fue suerte. Es imposible cuantificar cuánto aprendes en Clarion: resulta tan intenso, que tiene la fama de ser un MFA en miniatura que haces en seis semanas. Fue absolutamente increíble. Hice amigos para toda la vida, y la curva de aprendizaje fue brutal. Si ahora tengo algún libro publicado, y si alguna vez tengo una carrera como escritora, se lo deberé a Clarion. Cada vez que alguien me contacta, o alguno de mis estudiantes de escritura creativa me pregunta, si merece la pena ir a Clarion, respondo con un rotundísimo SI!!! Sobre qué consejo daría, solo hay uno: envía el mejor relato que tengas. SS: Tu colección de historias Lost Objects (Luna Press Publishing) fue multi-nominada a los BFA Awards por partida doble: Mejor Colección y Mejor Obra de Autor Novel y el cuento «Kingfisher» estuvo nominada a mejor cuento. ¿Qué supuso este reconocimiento en tu carrera? MW: Fue increíble. Sobre todo porque, igual que pasaba con Nevsky, como escritora nunca he contado con las complicidades necesarias para que me nominen a nada en mi país. Así que, simplemente, me animó a pensar que he elegido el camino correcto. Al ser mi primer libro, aquí no me conocía ni dios, con lo cual sé, de forma rotunda, que se debió al libro, no a «cliques» y otras cosas mal entendidas que ni me van ni me vienen. Creo que es importante sentirse liberado de todas esas presiones externas para escribir en libertad. SS: Toda tu obra se caracteriza por una prosa cuidada, por un interés por los temas relacionados con el medioambiente y la ecología, y por una profunda pasión por la literatura gótica. ¿Cómo definirías tu estilo? ¿Con qué otros autores y autoras te identificas y por qué? MW: Sin duda mis sensibilidades se alinean con una serie de escritores anglosajones surgidos del Reino Unido en particular, una generación que está avanzando en nuestra compresión del mundo a través de una mirada definitivamente «rara», ya sea desde el weird, el llamado «landscape punk», o simplemente una visión algo mas distorsionada del mundo. Puedo nombrar a Gary Budden, Timothy Jarvis, Laura Mauro, Priya Sharma, Helen Marshall, Vince Haig, Naomi Booth, Lucie McNight Hardy, Camila Grudova, o Aliya Whitely. Con muchos de ellos he coincidido en antologías y proyectos varios, y casi todos son buenos amigos. Y varios de ellos publican en las mismas editoriales que yo, más o menos centrándose alrededor de Titan Books, que ha apostado en los últimos años por una serie de autores que entienden el género desde estas pautas que describes. Casi todos salimos de debajo del ala de dos maestras increíbles, Lisa Tuttle y Nina Allan. ¡A ambas tuve el privilegio de publicar en Nevsky, por cierto! Lisa y Nina representan una forma de escribir prosa no-realista algo más «europea», que se aleja de lo que Nina ha llamado «prosa de premios norteamericana» (aunque Lisa es norteamericana, lleva muchos años viviendo en Escocia). SS: Tu novela The Golden Key es un ejemplo de historia que encarna los elementos mencionados en la pregunta anterior a la perfección. Nos encantaría que se publicase en español por lo que te pedimos que la describas para ver si podemos conseguirlo. MW: Siempre he querido escribir una serie de novelas de detectives con una detective mujer. Soy muy fan de las grandes damas del misterio de la época dorada británica, Agatha Christie, Margery Allingham, Dorothy Sayers… Incluso publiqué a Gladys Mitchell por primera vez en español. Devoro ese tipo de literatura, y si tiene elementos weird o sobrenaturales, incluso mejor. El personaje de la detective inglesa de ascendencia andaluza, Helena Walton-Cisneros, me vino a la cabeza prácticamente formado. La novela arranca en Londres en 1901, justo tras la muerte de la reina Victoria, un acontecimiento que supuso una especie de renacer en el interés por el espiritismo. El fin-de-siecle es interesantísimo en las grandes capitales europeas (la segunda parte de la serie tiene lugar en París), y la idea principal es que Helena pretende que es espiritista para ganarse la confianza de ciertos círculos, y poder realizar sus trabajos detectivescos. Hay otro personaje en la serie, Eliza, una científica. La novela es una reflexión sobre esa eterna dualidad, que enfrenta a la ciencia con aquello que no podemos explicar, y como estos dos personajes van evolucionando en su manera de pensar mientras buscan a tres niñas desaparecidas años atrás. Creo que es obvia la influencia de dos novelas decimonónicas que se publicaron con detectives mujeres en la Inglaterra Victoriana, en colecciones de a penique, The Female Detective y Revelations of a Lady Detective. Lo creas o no, fueron las dos únicas novelas con mujeres detectives de la época, una especie de rareza que no llegó a crear escuela al parecer. Ambas han sido recuperadas por el brazo editorial de la Biblioteca Británica, si hay alguien interesado en leerlas. Cuando investigué un poco sobre este brevísimo episodio editorial, me entristeció que hubiera quedado en nada, y supe que quería de alguna forma «resucitar» esta idea. Ahora hay muchas series de mujeres detectives Victorianas, por supuesto; pero Helena es muy especial para mí, con sus recuerdos infantiles de Sevilla, y sus ideas sobre la independencia femenina. ¡Por increíble que parezca, muchas de las cosas que reivindica las estamos reivindicando todavía! SS: Eres una autora que ha editado cuentos, los ha escrito para diversas antologías y los ha publicado en revistas. ¿Cómo ha influido la narrativa breve en tu manera de entender la literatura? ¿Hay algún relato en particular que destacarías de tu trayectoria? MW: Creo que «Orange Dogs» es el relato más importante que he escrito. Gracias a él publiqué con mi editorial española favorita, Aristas Martínez (me publicaron una versión en español en su revista weird de referencia Presencia Humana), fue el relato con el que me seleccionaron para ir a Clarion, y el año siguiente fue seleccionado también para ser incluido en The Year’s Best Weird Fiction. No concibo escribir y nunca escribir un relato. A mí me pasa algo curioso: cuando tengo una idea, automáticamente sé si es para un relato, una novela, o lo que sea. Y hay muchos temas de los que quiero escribir que no se prestan a «ser» novelas. Además, no entiendo el relato sin el momento de terror sublime del weird/gothic, así que he escrito muchos relatos, y espero escribir muchos más. De hecho, acabo de terminar otro libro de relatos que he entregado a mi agente la semana pasada. Se titula Out Through the Window, Into the Dark. SS: Tu novela más reciente, The Swimmers, transcurre en Andalucía en una Tierra devastada por el cambio climático en la que son palpables las desigualdades entre quienes sobreviven a duras penas y la élite enriquecida. Es inevitable advertir un trasfondo de critica política y social hacia las decisiones que los dirigentes mundiales están o, más bien, no están realizando. Proyectas un futuro que puede, si seguimos como hasta ahora, convertirse en realidad. ¿En qué te inspirastes para construir esta historia? ¿Forma la reflexión social parte esencial de tu voluntad creadora? MW: Como escritora tardé un poco en encontrar los temas sobre los que me interesaba hablar. Puede parecer un cliché, pero cuando mi hijo nació en 2012 fue cuando condensé todas mis ansiedades góticas en estos temas. ¿Qué futuro íbamos a dejarle? Llegué a obsesionarme con ello. Empecé a pensar mucho más en ello; empecé a plantearme el papel de la literatura en todo esto, qué podía hacer yo, que no soy científica; en definitiva, cómo podía aportar mi granito de arena. Eso me llevó a hacer mi doctorado, que terminé el año pasado, y que investiga la capacidad de la literatura weird y gótica para transmitir información sobre el cambio climático de forma emocional e impactante al lector, para forzarlo a actuar. El año pasado también nació nuestra hija, y creo que mis ansiedades sobre lo que estamos haciendo con el mundo se desbocaron. Empecé a plantearme de forma muy seria qué hacer con nuestra vida, dónde querría criar a nuestros hijos en un mundo ideal (respuesta: una isla escocesa), e incluso empecé a investigar temas de «prepping». ¡En mi nueva novela aparece un búnker, y no es casualidad! Incluso The Golden Key, que en principio es algo distinto a The Swimmers, tiene una sub-plot ecológica, y reivindica una figura femenina del siglo diecinueve ahora olvidada, pero que realizó un experimento determinante para nuestra compresión del cambio climático, Eunice Foote. De manera que sí, esta preocupación se cuela por todas partes, y es lo que de alguna manera determina ciertas decisiones, y nos fuerza a plantearnos otros modos de hacer las cosas. SS: ¿En qué proyectos de escritura estás trabajando en estos momentos? MW: El diciembre entrego a mi editora en Titan la segunda parte de The Golden Key, que se titula The Silver Bell. Ahora mismo estoy trabajando en otras dos novelas. La primera es una de ciencia ficción que se desarrolla en un planeta que es un enorme repositorio de conocimiento (muy Doctor Who!), y la segunda es una reflexión sobre el escándalo de los niños robados en España, aunque contado desde una estética no-realista. Simplemente, no creo en la novela realista. Hace mucho tiempo que no me parece un vehículo apropiado para explicarnos el mundo en el que vivimos. SS: ¿Cómo te imaginas dentro de 10 años? MW: El sueño es vivir en una isla escocesa con mis hijos, mi marido, y mis gatos, escribiendo a tiempo completo. De nuevo, te agradecemos que nos hayas dedicado tu tiempo para adentrarnos en tu carrera y tu universo literario. ¡Un abrazo SuperSónico!
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July 2022
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