No Ficción
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Cristina Jurado
La palabra “crisis” acompaña a los integrantes de mi generación, los que nos atrevimos a nacer a principios de los 70, desde que la memoria se nos activó. Comenzamos a escuchar el término por todas partes, desconociendo al principio a qué se refería. Nuestro pequeño cerebro creció con aquella criatura que debía ser muy maligna, porque todos le echaban la culpa de sus desdichas, fueran de la naturaleza que fuesen. De tanto usarla, como diría la canción, el concepto que designa se ha ido desgastando y hay quien utiliza la palabra para otros menesteres, hasta como apodo para esta que suscribe. Afirmar pues que un sector de la economía está en crisis, no es ya noticia. Lo único que podría serlo sería su ausencia, su erradicación, su extirpación de la cotidianidad. Hoy en día, como casi todo, el sector del libro en España está en crisis. Lo dicen los análisis del sector, las librerías y el gremio de editores, aunque nuestro país sea reconocido como uno de los más importantes en materia de edición. Así lo refrenda en su último estudio la Asociación Internacional de Editores (IPA), que señalaba a España como uno de los principales mercados internacionales en cuanto a producción de nuevos títulos y a ventas: no solo es el cuarto productor internacional de nuevos títulos (76.434 nuevas obras publicadas en 2013, un 3% menos que el año anterior), sino que ocupa el tercer puesto, por detrás del Reino Unido y Estados Unidos, como exportador de literatura. La información recabada a nivel nacional, sin embargo, es más desalentadora: específicamente, el informe El sector del libro en España 2013-2015, publicado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte con la colaboración del Observatorio de la Lectura y el Libro (OLL), destaca que en 2014 el número de editoriales en España aumentó en 23 con respecto al 2013, totalizando 3.109. Si bien el dato es positivo, hay que tener en cuenta de que se trata del primer año en que se manifiesta una tendencia al alza, después de cuatro en los que desaparecieron numerosas editoriales: si en 2.009 había 3.564 editoriales, en 2013 su cantidad había descendido hasta 3.086. El estudio apunta a que más del 65% de las editoriales activas en 2014 desarrollaron una actividad esporádica y casi de mera supervivencia, con menos de 10 títulos publicados al año. Mientras que en 2010 se publicó el volumen más elevado de obras en los últimos años (114.459 en total), su número ha ido descendiendo hasta alcanzar los 89.130 títulos en 2013, y remontar en 2014 con un total de 90.802 (no confundir con los datos de la IPA, que hablaban de nuevas obras publicadas sin contar las reediciones). Otros datos interesante recogidos revelan: una bajada de las tiradas medias; un ligero descenso de la publicación de libros digitales con respecto al año anterior; la concentración de obras registradas en las comunidades de Madrid y Cataluña; el descenso del número de obras extranjeras traducidas al español (2 de cada 10 publicadas y un -3,1%), pero aumento de obras españolas traducidas a otros idiomas (un +8,6%); el descenso por quinto año consecutivo en cuanto a facturación en el sector: de 3.185,5€ millones en 2008 a 2.182€ millones en 2013. El informe también demuestra que la novela ha experimentado una importante bajada –casi un 18%- en el número de obras publicadas, en especial en el terreno de la ciencia ficción, el terror, la novela contemporánea y la policíaca. Las únicas subidas significativas se han producido en la novela romántica y humorística. Desequilibrio entre la oferta y la demanda Uno de los mayores problemas a la hora de trazar una visión completa de la situación actual de los editores de género es la escasez de datos contrastables. La sola mención que se hace en el informe mencionado es la referida al descenso de novelas de ciencia ficción y terror publicadas en nuestro país, pero no existe información sobre las obras de fantasía ni un análisis más profundo, por ejemplo, por sub-géneros. Mariano Villarreal es una de las pocas personas que se han preocupado en años recientes por compilar e interpretar información sobre el mercado del género en España. Administrador de Literatura Fantástica (un portal con información y reseñas sobre el género), miembro de Terbi – Asociación Vasca de Ciencia Ficción-, miembro de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror (AEFCFT) y editor de numerosas antologías de relatos en la colección Nova Fantástica (como las multi-premiadas Terra Nova 1, 2 y 3), mantiene un registro de títulos en la web Literatura Fantástica. Hasta el año pasado, Villarreal publicaba un estudio de los libros de género por temáticas, estableciendo tendencias y ofreciendo una visión bastante completa del catálogo de la literatura de género. Esperamos con gran interés las conclusiones del ejercicio actual, que el propio Villarreal está elaborando, y sobre el cual indica que presenta tendencias similares al trienio anterior. Y es que, parece que cualquier realidad, por muy evidente que parezca a los trabajadores de un sector, adquiere más enjundia cuando viene apoyada por los datos: los números carecen de la capacidad para mentir. Pero los números solo aportan información precisa, sin una valoración que ayude a comprender su naturaleza, las tendencias que marcan, las consecuencias que comportan los valores que apuntan… Para conocer con más profundidad esta situación en la península, islas y demás territorios españoles, además de consultar los informes confeccionados por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, el Observatorio de la Lectura y el Libro, la Federación Española de Gremios de Editores y el Instituto Cervantes, hemos sondeado la opinión de varios editores de ciencia ficción, fantasía y terror y sus respuestas nos han servido para confeccionar una radiografía del estado de las cosas en este preciso momento. Además de editoriales españolas de género, la mayoría pequeñas –todo hay que decirlo-, hemos preguntado a varios editores internacionales para ver las diferencias entre ambos mercados. Uno de los errores más comunes a evitar, a la hora de lanzarse a la edición de género en nuestro país, es la falta de preparación empresarial de sus profesionales. Muchos, sobre todo entre las editoriales más pequeñas, organizan sus sellos sin contar con unos conocimientos mínimos en gestión, y sin planes de mercado que apoyen su proyecto empresarial. “Yo suelo lamentarme de que ni mi socio ni yo estudiamos empresariales, y lo digo con toda la seriedad: tener un buen plan de negocio es imprescindible”, afirma Marian Womack, escritora, traductora y co-directora de la editorial de fantasía, ciencia ficción y horror Nevsky Prospects (una de las pocas que publica libros españoles traducidos al inglés). Por su parte, Mariano Villarreal apunta en la misma dirección: “Mi recomendación para quienes aspiren a ocupar un plano profesional es no dejarse vencer por el entusiasmo y realizar un auténtico estudio de mercado.” Susana Arroyo y Silvia Schettin de FataLibelli, editorial digital de literatura fantástica y ciencia ficción especializada en antologías de relatos y novelas cortas, nos contestan que: “En los tiempos que corren y si hablamos de micro-editoriales, no está mal tener conocimientos sobre cómo funciona el mundo de la edición, su economía, derechos y contratos, el libro digital... aunque son habilidades que también se van aprendiendo a la fuerza en el trabajo cotidiano, traerlos al proyecto editorial de antemano ayuda a editar con calidad.” A la falta de planificación desde el punto de vista empresarial se añade uno de los principales desafíos a los que se enfrentan la mayoría de las editoriales de género en nuestro país: las bajas ventas. “No tenemos un catálogo de género muy extenso, pero hay propuestas rusas, suecas, británicas. Sin embargo, los resultados no han sido para nada los previstos, en lo que a ventas se refiere. En realidad, las ventas de algunas de estas autoras han resultado decepcionantes, sobre todo teniendo en cuenta las estupendas reseñas que han obtenido, y la cuestión del prestigio obtenido a través de las mismas”, comenta Marian Womack. Cisco Bellabestia y Sara Herculano son los directores de la editorial Aristas Martínez, dedicada a la literatura “fronteriza”, como a ellos les gusta definirla. Su apuesta editorial incluye libros que se mueven en los límites de los géneros, con iniciativas inclasificables y una cuidado diseño. Ambos confirman las palabras de Marian Womack: “El problema son las ventas, naturalmente. Los que trabajamos fuera del mainstream nos pasamos el día luchando, haciendo lo imposible para sobrevivir. Da mucha pena que los aficionados al género dejen pasar desapercibido nuestro esfuerzo y se vuelquen en todo aquello que se hace sin juicio, sin respeto y sin la pasión que este oficio merece.” Para algunos, el problema estriba en la escasez de lectores aficionados en un mercado potencialmente muy amplio ( 548 millones de personas hablan español según un estudio del Instituto Cervantes publicado en 2014). “El mercado en España es pequeño, no existe sinergia que sería recomendable con Iberoamérica y el mercado estadounidense en español aún no ha sido explotado; parece que a los hispanohablantes en ese gran país no les interesa el género lo más mínimo. Demasiados aspectos culturales a tener en cuenta y superar, imagino”, reflexiona Mariano Villarreal. A una demanda relativamente baja se añade una elevada oferta de títulos. Rodolfo Martínez, director de la editorial Sportula -dedicada a la ciencia ficción y la fantasía pero abierta a la ficción especulativa y al terror- señala que “hay una saturación de títulos que hace que cada vez sea más difícil hacerse un nicho u obtener visibilidad. [ ] La cantidad de libros, ya sea en digital o en papel, a través de editoriales o auto-editados, que se publican al año en este país es una salvajada. Con un bosque tan tupido resulta difícil encontrar el árbol que buscas y quizás el mayor desafío del editor sea ser capaz de encontrar a su público en toda esa maraña, a la gente que está buscando su “árbol” aunque no lo sabe y aún no ha podido verlo.” “Existe un claro exceso de oferta, y muchos escritores noveles se han lanzado a la autoedición (en Amazon y otras plataformas) con la esperanza de encontrar el éxito que el muy recomendable filtro de una editorial les estaba negando. En estos momentos, a la inmensa mayoría de escritores les importa mucho más publicar una obra al año, no perder visibilidad entre los lectores (práctica auspiciada por los editores, que buscan explotar al máximo cualquier filón que se presente) que intentar dar el máximo en una obra más perdurable que les ocupe varios ejercicios” opina Mariano Villarreal al hilo de lo apuntado por Martínez. En medio de una crisis económica que lleva varios años instalada en el país, el dinero que la población puede destinar al ocio y a la cultura se ve reducido enormemente, lo que influye en un bajo consumo de libros. El estudio del ministerio revela que el precio medio de un libro en España en 2014 fue de 20,67€. Por otro lado, el informe Comercio Interior del Libro en España 2014 desglosa el precio medio de cada libro por materias, y en lo que se refiere a la ciencia ficción y el terror (no se recoge explícitamente la categoría de fantasía), la cifra alcanza los 13,83€ por obra. Para Rodolfo Martínez, este fenómeno se deja sentir en las ventas de literatura de género, “el poder adquisitivo de los lectores ha caído en picado en los últimos años: no pretenderás que compren más libros ahora que tiene menos dinero para gastar.” Esta opinión es compartida por Rafael Díaz Santander, cofundador y codirector de la editorial Valdemar, uno de los sellos independientes de culto entre los aficionados al género por sus colecciones de obras clásicas de la literatura gótica, fantástica, ciencia ficción y el terror. “En España hay pocos lectores de género y también hay poco dinero disponible para libros. En general, los autores apenas sacan dinero de la venta de sus libros, salvo excepciones. En cuanto a los extranjeros, resulta muy difícil amortizar traducciones y derechos de autor a un precio que no resulte oneroso para el lector”. La bajada de las tiradas medias es un fenómeno que ya apuntaba otro estudio del Ministerio, Panorámica de la edición española de libros 2014, aunque referido al sector en general, y no al género en particular. Con respecto a este último, el informe Comercio Interior del Libro en España 2014 (de la Federación Española de Gremios de Editores) revela que en 2014 se editaron 477 obras de ciencia ficción y terror, un 7% más que el año anterior, lejos aún de las 791 editadas en 2011. La tirada media en la categoría de ciencia ficción y terror también experimentó un importante descenso: 2.723 ejemplares en 2014, un 8,7% menos que en el ejercicio anterior. La facturación del sector se estima en 12,71€ millones, un 17,6% menos que en 2013. El análisis del Ministerio también pone de manifiesto que la mayoría de las editoriales españolas publican menos de 20 libros al año, un fenómeno que bien podría extrapolarse a la literatura de género. “Parece un panorama un tanto descorazonador,” afirma Díaz Santander, “pero es el escenario por el que nos movemos autores y editores, y ya no sólo en el género, esto vale para todos. Sí, hay miles de autores y miles de editores, pero ahora dime cuántos de ellos pueden vivir de su trabajo como editores o autores. Posiblemente haya gente más optimista que te dibuje este panorama de otra manera, pero para mí tiradas de 1.000 o 1.500 ejemplares es un fracaso.” En lo que respecta a la ciencia ficción, la fantasía y el terror, “la producción se mantiene relativamente estable respecto a novedades publicadas (alrededor de mil títulos al año) pero ha bajado terriblemente en cuanto a ventas, presencia en las librerías, reseñas de lectores… “, revela Mariano Villarreal. “En lo referente a España, el mercado sigue siendo demasiado pequeño, y a los lectores les cuesta salirse de aquello a lo que están acostumbrados”, opina Marian Womack. “El panorama de la edición, en general, es complicado ahora mismo. El sector ha pasado por unos años de crisis, lo que nos obliga a ser más prudentes y pragmáticos a la hora de contratar y publicar libros. Para un género “de nicho” es una situación delicada”, explica Alix Leveugle, editora de Plaza & Janés – Fantascy, perteneciente a Penguin Random House Grupo Editorial, uno de las gigantes internacionales de la edición. En España, la tendencia apunta hacia la polarización: un puñado de grupos editoriales acaparan gran parte de los títulos, mientras que la gran mayoría de sellos son de mediano o pequeño tamaño. En el informe del gremio de editores para 2014, Comercio Interior del Libro en España 2014, se pone de manifiesto que en el sector de la ciencia ficción y el terror hay un total de 477 editoriales agremiadas y que, la gran mayoría, son sellos medianos (167) o pequeños (171). “Varios sellos medianos han cerrado la persiana y han sido sustituidos por otros Small Press (en realidad, en España, habría que hablar de Very Small Press) que ofrecen material en condiciones más o menos dignas al fan irredento”, revela Mariano Villarreal. “La edición de género reproduce más o menos el panorama general de la industria: tenemos grandes grupos de publicación y micro-editoriales de supervivencia”, confirman Silvia y Susana de FataLibelli. Por su parte, Marian Womack añade que “han surgido un buen montón de editoriales independientes que estamos empeñadas en aportar propuestas novedosas.” Cisco y Sara de Aristas Martínez van más allá: “Han desaparecido editoriales del "todo vale" por el modelo del "todo me lo auto-edito", librando a los sellos de manejar cientos de manuscritos y limpiando los estantes de las librerías de despropósitos. Así que desde el mainstream (Random House, Gigamesh y Dolmen), a la revisión de los pioneros (Valdemar y Cátedra), como las nuevas voces (Salto de Página, Fábulas de Albión o la colección "Insomnia" de Valdemar, entre otros) parece que hay donde elegir material con criterio”. Para ser buen editor… Cuando se pregunta a los actuales responsables de los sellos españoles de género por las cualidades que debe presentar un buen profesional, la opinión es unánime: no hay diferencias entre editar ciencia ficción, fantasía o terror y cualquier otro tipo de literatura. A la vocación que comporta esta profesión (pocos se enriquecen con esta actividad) es necesario sumar un criterio bien definido, capacidad para tomar riesgos, organizar un equipo competente, definir un carácter propio y estar en contacto permanente con la audiencia. “Supongo que son las mismas cualidades que se requieren para editar cualquier tipo de literatura”, confiesa Díaz Santander. “Ante todo ser un buen lector y tener formado un criterio. Ya sé que esto del criterio es algo muy subjetivo, pero vamos a quedarnos con que se refiere a la capacidad para discernir, clasificar y relacionar lo leído en un contexto más amplio. Quiero decir que un catálogo o una línea de edición debería tener, según mi punto vista, coherencia. Podemos hablar también de intangibles del tipo "tener olfato" para detectar lo que puede funcionar o no.” “Tiene que gustarle lo que hace y, por encima de otras consideraciones, tiene que estar convencido de que edita libros que merecen la pena, libros que es necesario publicar y que merecen encontrar sus lectores. En cierto modo, tiene que publicar aquellos libros que le gustaría ver en las librerías como lector pero no encuentra”, dice Rodolfo Martínez. En Aristas Martínez apuestan por la “personalidad, ser un buen lector, saber escuchar y, finalmente, disponer de casquería: tripas, estómago, corazón...” Para FataLibelli es imprescindible “haber sido un lector compulsivo toda la vida para conocer el pasado de lo que se quiere publicar y mantenerse muy al día de las novedades para estar al tanto del panorama actual. Luego está ese gusto personal y completamente subjetivo que los mejores editores (La Felguera, Valdemar son ejemplos clásicos) transmiten a sus catálogos y enganchan para siempre a los lectores”. Mariano Villarreal indica que hay que “saber rodearse de personas de amplio currículo profesional en todos los terrenos (edición, ilustración, prensa), motivadas y proactivas, también es muy importante. De todas formas, publicar libros de calidad no es sinónimo de éxito comercial ni garantía de futuro, es necesario tener en cuenta otros factores tan importantes como distribución, marketing, oportunidad, conocimiento del mercado, suerte, la competencia, aspectos exógenos (crisis económica, cambios en los gustos de los lectores, en las predilecciones de ocio), etc.” Marian Womack introduce otra cualidad: “El riesgo, sin duda, por las nuevas voces, por las nuevas apuestas. El género, al igual que cualquier otra literatura, está en constante desarrollo. Sin embargo, parece que, justamente en este sector editorial, existe una especie de “conservadurismo” hacia lo que es “apropiado”. Es complicado dar con alguien haciendo algo radicalmente distinto, y que los lectores y reseñistas lo “aprueben”. Las líneas que delimitan los géneros y subgéneros suelen estar muy marcadas en las mentes de sus lectores, y resulta complicado que acepten alternativas.” Jason Sizemore es un escritor y editor norteamericano que dirige la revista Apex Magazine, nominada a los premios Hugo en numerosas ocasiones por sus entrevistas, artículos y relatos de género, y preocupada por ofrecer ficción especulativa mundial. Sizemore coincide con Womack: “Un buen editor no tendrá miedo a arriesgarse con una historia. Es por ello que Ellen Datlow es la mejor antologista de género que existe en este negocio. ¿Recordáis cuando volvió a publicar “Guts” de Chuck Palahniuk en The Year's Best Fantasy and Horror?¿O cuando publicó "The Goosle" de Margo Lanagan en The Del Rey Book of Science Fiction? ¿ O aquella vez que publicó "The Voluntary State" de Christopher Rowe para Scifi.com?”(1) Ellen Datlow es una editora y antologista norteamericana de ciencia ficción, fantasía y terror, con una impresionante trayectoria que incluye: dos premios Hugo como mejor editora profesional en los años 2002 y 2005; dos Hugo como mejor editora de relatos en 2009 y 2010; tres Bram Stoker Awards; nueve World Fantasy Awards; dos International Horror Guild Awards como mejor antología; dos Shirley Jackson Awards como mejor antología; cinco Locus Awards como mejor editor; premio Karl Edward Wagner en 2007 por parte de la British Fantasy Convention; Life Achievement Award de parte de la Horror Writers Association en 2011; y un World Fantasy Award como premio a su carrera en 2014. Datlow comparte esta visión de la profesión: “Algunas veces somos muy cómodos en lo que respecta a nuestros propios gustos, con nuestra baraja habitual de escritores. Es bueno expandir nuestro horizontes. Mucha gente piensa que editar implica tan solo adquirir. No es solo eso, pues incluye una importante labor de trabajo con los escritores para conseguir que sus textos sean los mejores posibles, lo que implica cuestionar las intenciones de sus historias o sugerir ciertas revisiones”. (2) Para Alix Leveugle “creo que, como en el caso de cualquier otro tipo de edición, el editor tiene que aunar varias capacidades y cualidades: dedicación y pasión por los libros que edita; cierto instinto u “olfato” por las mejores obras; estar familiarizado con los libros publicados en los últimos años y con el público objetivo tanto dentro de su propio mercado como en otros países; y, por supuesto, saber trabajar de forma organizada, eficaz, detallista y proactiva… Pero, en el caso de los libros de género, creo que es aún más importante estar en contacto con los lectores, para estar en sintonía con sus gustos y opiniones”. Desafíos de los editores de género El camino de las editoriales de ciencia ficción fantasía y terror en nuestro país no es fácil. A una situación de crisis económica que merma la capacidad adquisitiva de su audiencia potencial se une la percepción de que la literatura de género está confinada a un público minoritario que se rige por una reglas específicas, diferentes al resto. Como señala Díaz Santander “ser editor de género ya es en sí un desafío en un país donde la literatura de género goza de un amplio descrédito en los medios literarios oficiales […] mantener una colección de género me parece una heroicidad dadas las circunstancias peculiares de este país. Por eso, entre otras cosas, en Valdemar nos fuimos diversificando con otras colecciones de clásicos o de ensayo. Teníamos claro que iba a ser muy difícil subsistir editando sólo género.” Aristas Martínez demanda la misma consideración para el género que para el resto de la literatura: una mayor visibilidad en los espacios de venta y un mayor respeto a autores e iniciativas: “No sabemos si es un desafío exclusivo de los editores o es algo que compartamos con autores y lectores, pero lo que todos querríamos es una normalización, salir del gueto: seguimos sufriendo los peores anaqueles de muchas librerías o estar colocados en la zona juvenil de las grandes superficies. Hay que pedir un poco de respeto. Pero claro, si lo hacemos no nos quejemos después de que nos traten como a adultos: mucha narrativa fandom que se pone en circulación hoy en día no soportaría ni los controles rutinarios de una redacción de primaria”. A esta opinión se suma FataLibelli, cuyas directoras añaden que hay que “reivindicar el género y demostrar al gran público su calidad literaria. Dentro de que ni la fantasía, ni el terror, ni la ciencia ficción tendrán nunca un público masivo, es sorprendente que en el cine y en la literatura en otros idiomas el género esté viviendo tan buenos momentos pero que en las letras hispanas siga siendo considerado algo menor y existan tantos prejuicios sobre su calidad. Se impone un trabajo de popularización para que más lectores y editoriales potentes le den una oportunidad”. “A pesar de contar posiblemente con la generación de escritores más preparada que hemos tenido nunca,” señala Mariano Villarreal, “el mercado se encuentra inundado de medianías y productos comerciales, efímeros, olvidables. Creo que las posibilidades de verdadero crecimiento y mejora podrían venir de la mano de aquellos autores y editores que se alejen de las imposiciones del mercado para centrarse en obras más elaboradas, y de los que apuesten por arriesgar y trascender las fronteras del idioma, colonizar otros espacios, competir en plano de igualdad con todo lo que hay fuera.” En Nevsky apuestan por la necesidad de que se produzca una apertura de mente por parte del lector. “Al lector de género […] le cuesta apostar por lo novedoso, revela Marian Womack, “como mucho, “acepta” nuevas voces, pero siempre y cuando dichas voces “repitan” las fórmulas a las que ya están acostumbrados. Es realmente decepcionante.” Jason Sizemore comparte esta opinión y cree que es responsabilidad del editor ofrecer productos que supongan una apertura de miras: “Los editores terminan siendo demasiado insulares. La mayor parte del tiempo, creo que esto sucede sin que se den cuenta. El negocio de la edición requiere una importante inversión en tiempo, es estresante y comporta una amplia variedad de responsabilidades. Tienes que dar cuentas a los equipos de marketing, a las demandas de las editoriales, a los autores insatisfechos, etc. Por ello, no se tienen muchas oportunidades para levantar cabeza por encima de la multitud de responsabilidades, para poder explorar más allá de las experiencias implicadas en este trabajo”. (3) En lo que se refiere específicamente a las antologías de género, los editores “deben presentar en parte las mismas virtudes que los que trabajen en otro tipo de antologías. Es necesario asegurar una cierta variedad, especialmente cuando se trabaja en el marco de un mismo tema”, opina Ellen Datlow, quien añade que “hay que empujar a los escritores a que escriban sobre un tema fuera de su zona de confort. [también hay que] aprender a rechazar historias, si no funcionan en una antología, sin importar quién sea el autor (aunque se trate de un nombre reconocido).” (4) Un futuro con claroscuros En España no existen demasiados sellos dedicados exclusivamente a la literatura de género. A las editoriales ya mencionadas en este artículo hay que añadir: la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror AEFCFT patrocina algunas publicaciones; Alianza cuenta con narrativa traducida de otros idiomas; Alamut publica autores españoles y extranjeros; Alfa Eridani que une a su labor como revista una actividad de publicación de títulos; Barsoom, que también alterna su actividad como revista y sello editorial, Booket, el sello de libros de bolsillo perteneciente al grupo Planeta; Cápside, un proyecto editorial de Sergio Mars; Cuentos para Algernon, una página que traduce relatos al español y los ofrece gratuitamente en antologías anuales; Cyberdark, tienda online y sello editorial; Dlorean, afiliada a la Asociación cultural Dlrorean, apuesta por el pulp, la fantasía o la ciencia ficción ligera de autores españoles; Dolmen, incluye en su catálogo revistas y libros de autores españoles y extranjeros; Ediciones B, es una división del Grupo Zeta, que propone literatura para adultos, juvenil, infantil, ilustrada y cómics; Gigamesh, sello dedicado a la fantasía y a la ciencia ficción, capitaneado por Alejo Cuervo; Irreverentes, que apuesta por los autores españoles en antologías y novelas de género; Juan José Aroz, a los mandos de Espiral Ciencia Ficción, dedicada a la narrativa de autoría nacional; Kelonia, desde la que Carmen Cabello y Sergio R. Alarte proponen títulos de fantasía, ciencia ficción, para adultos y jóvenes; La Biblioteca del Laberinto, dedicada a la ciencia ficción, la fantasía, la literatura policiaca, etc, cuenta además con la revista especializada Delirio; La Factoría de Ideas, propone narrativa de fantasía, terror y ciencia ficción, juvenil, bestsellers, y literatura romántica; Les Males Herbes, ofrece narrativa fantástica en catalán a través de la obra de autores catalanes y de traducciones de escritores internacionales a esta lengua; Neonauta, que apuesta por la literatura pulp aplicada a la ciencia ficción, la fantasí, el terror, etc ;Nowevolution, dedicada a la fantasía, la ciencia ficción, la narrativa juvenil, etc ;Minotauro y Timun Mas, incluidos en el grupo Planeta, ofrecen una línea infantil, y otra especializada en ciencia ficción y fantasía; Orciny, editorial dedicada a la ficción especulativa; Oz, que ofrece libros crossover de género fantástico, distopías, romance paranormal, literatura juvenily ciencia ficción para todos los públicos; Palabaristas, sello online que apuesta por la fantasía, la ciencia ficción, el ensayo y la novela policíaca; Pulpture, especializado en literatura pulp; Saco de Huesos, ofrece un catálogo dedicado al terror –voces nuevas y los clásicos-, los juegos de rol, las novelas gráficas, y la revista Calabazas en el Trastero; El Transbordador, sello de reciente creación dedicada a la ciencia ficción, la fantasía y el terror; y Tyrannosaurus Books, que publica autores españoles y clásicos modernos internacionales, con un especial interés en la literatura de género, la infantil de corte fantástico, el ensayo y las gráficas y cómics. De cara al futuro, a pesar de los difíciles momentos que atraviesa el sector, los profesionales miran hacia delante con esperanza: “La ficción breve de género se encuentra en una edad de oro, con nuevas voces que constantemente entran”, (5) comenta Ellen Datlow. “Es un momento interesante para ser editor y para tener un sello”, opina Jason Sizemore, “el negocio ha experimentado varias transformaciones tecnológicas y sociales importantes en los últimos diez años. Estamos entrando en una fase en la que las ventas de ebooks se están estabilizando, las ventas en papel están aumentando y las editoriales pequeñas e independientes son consideradas como opciones viables. La base de la audiencia se ha fracturado ante el estado natural de diversificación de la ficción […] Amazon ha tomado algunas decisiones que me han puesto nervioso. Siento que son una especie de Espada de Damocles pendiendo sobre todo el negocio editorial.” (6) Marian Womack extiende ese optimismo al caso de España: “El panorama internacional está viviendo un momento especialmente rico, con un interés sincero por las propuestas que llegan desde más allá del ámbito anglosajón, y eso hay que aprovecharlo. Te adelanto que, para otoño de 2016, esperamos que la editorial Nevsky Prospects irrumpa en el mercado británico con varias propuestas españolas, pero también de otros ámbitos. Eso por un lado. Por otro, existe una conciencia muy fuerte de “comunidad” en el género, que no he conocido en ningún otro tipo de literatura. Esto hace que fluyan proyectos, que se abran puertas… Todo esto resulta muy útil y gratificante a nivel editorial también, aunque sin duda los principales beneficiarios son los propios autores.” Para FataLibelli: “Todos estamos esperando que la popularización progresiva del libro digital, los modelos económicos de mecenazgo, y las nuevas redes de recomendación por Internet ayuden a crear editoriales medianas o nuevos modelos de planificación, pero por ahora todo avanza muy despacio.” “A pesar de los momentos de inquietud, de insatisfacción, y a pesar de los miedos, el estado de la literatura de ciencia ficción, fantasía y terror es sólido a tenor de la medida más importante: la calidad de la ficción que se publica”, sentencia Jason Sizemore. (7) Notas (1) “A good editor will not be afraid to take chances on a story. This is why Ellen Datlow is the best genre anthologist in the business. Remember when she reprinted Chuck Palahniuk's "Guts" in the Year's Best Fantasy and Horror? Or when she published "The Goosle" by Margo Lanagan in The Del Rey Book of Science Fiction? Or that time she published Christopher Rowe's "The Voluntary State" in Scifi.com?” (Jason Sizemore, 2015) (2) “Sometimes we get too comfortable with our own tastes, our usual "stable" of writers. It's good to expand our reach. Too many think editing is just acquisition. It's not, it includes the crucial job of working with writers to make their work as good as it can be, which might mean asking questions as to their intention for a story or suggesting revisions”. (Ellen Datlow, 2015) (3) “Editors often become too insular. Most of the time, I believe this happens without their knowledge. The business of editing is time-consuming, stressful, and includes a broad set of responsibilities. They answer to marketing teams, publisher demands, unhappy authors, and so on. This doesn't give them many chances to lift their head out of the morass of responsibilities and explore outside the narrow experiences they brought into the job.” (Jason Sizemore, 2015) (4) “Partly the same as for non-genre anthologies. One needs to ensure variety, especially when working within the framework of a "theme." Encouraging writers to write in a theme possibly outside their comfort zone. Learning to turn stories down, if they don't work for the anthology, no matter who they're by. (eg big name or not).” (Ellen Datlow, 2015) (5) “Short genre fiction is in a golden age, with new voices constantly entering the field.” (Ellen Datlow, 2015) (6) “It's an interesting time to be a publisher and editor. The business has undergone several major technological and social shifts in the past ten years. We're now entering a stage where eBook sales as a whole are leveling off, print sales are on the rise, and small and independent publishers are being looked at as more viable publishing options. The core readership is fractured over the natural state of diversifying fiction […] Amazon has made some business decisions that make me nervous. I feel like they're the Sword of Damocles hanging over the entire publishing business.” (Jason Sizemore, 2015) (7) “Despite the unrest, unhappiest, and fears, the state of science fiction, fantasy, and horror literature is strong by the most important measure: the quality of fiction being published” (Jason Sizemore, 2015)
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