No Ficción
Artículos, Opinión, Entrevistas, Reseñas, Noticias
![]() Por Cristina Jurado Las historias del vitoriano José Antonio Cotrina se reconocen desde lejos porque son un ejemplo de equilibrio entre la forma y el fondo. Si algo caracteriza la obra de este autor es la calidad de su prosa, precisa y fluida, la incontestable originalidad de sus ideas y la sólida armazón que sustenta sus historias. No es de extrañar, por tanto, que haya cosechado numerosos galardones, como el premio UPC en 2000 por su novela ciberpunk Salir de Fase, el Ignotus al Mejor Relato por “La niña muerta” y a la Mejor Novela Corta por Amanecer (ambos en 2005), o el Alberto Magno por Mala Racha (2000), Argos (2005) y Luna de Locos (2007). Cotrina sabe jugar con el lector: sabe proponer el juego, desplegar un tablero atractivo y congruente, y poblarlo de personajes creíbles con personalidades complejas y atractivas. Pero no se conforma con exponer lo evidente sino que descubre la otra cara de las cosas, el reverso, aquello que no se ve pero se intuye y, tal vez por eso, nos inquieta. Como en “Ocultos”, su relato más reciente recogido en la antología Verbum de Fata Libelli, o como en sus novelas: La Canción Secreta del Mundo (Hidra, 2013 y Palabaristas, 2016); Las Puertas del Infinito, escrito con Víctor Conde (Fantascy, 2016); Los Cuentos de Rocavarancolia #1, #2 y #3 (Palabaristas, 2014, 2015 y 2016); La cosecha de Samheim #1, #2 y #3 (Alfaguara, 2009, 2010, Hidra, 2011); La Casa de la Colina Negra (2006, Alfaguara); y Las Fuentes Perdidas (La Factoría de Ideas, 2003). Con un estilo elegante y una imaginación desbocada pero verosímil, este autor se ha lanzado en los últimos años a la literatura juvenil e infantil con títulos escritos a cuatro manos con Gabriella Campbell, como El fin de los sueños (Plataforma, 2014), El Día del Dragón (Naufragio de letras, 2016), El Cielo Roto (2017), o El Dios de las Alturas (2017). A continuación os ofrecemos una entrevista con este escritor versátil y sorprendente que, haga lo que haga, continúa maravillando con su prosa y sus ideas. Cristina Jurado: A todos los autores que entrevisto les suelo preguntar por su proceso creativo. Me fascina comprobar la metodología que cada escritor o escritora emplea para dar forma a una historia. En tu caso, ¿cómo se desarrolla ese proceso desde que se te ocurre una idea hasta que el manuscrito final llega a imprenta? José Antonio Cotrina : Lo primero es la idea. Siempre tengo varias en danza, unas arraigan y otras no. Las voy ordenando según lo prometedoras que me parecen y las ganas que tenga de ponerme con ellas. La primera fase de trabajo tiene lugar básicamente en mi cabeza: analizo la historia, sus puntos fuertes, los escenarios y los posibles personajes y los voy mezclando hasta conseguir un primer esquema que será la base de todo. Es un mapa mínimo que me servirá para orientarme y que además se convertirá en la columna vertebral de la obra; en ese primer proceso se me suelen ocurrir dos o tres escenas principales que luego tendrán una importancia capital en la historia. A veces se da la curiosa circunstancia de que puedo tardar mucho tiempo en escribir esas escenas en particular, en ocasiones (como sucedió con un par en concreto de El ciclo de la luna roja), hasta años. Luego ya llega la fase de escritura propiamente dicha. Soy un escritor lento, aunque no lo parezca. Soy mucho de escribir, volver atrás, releer lo escrito en los últimos días y repasarlo todo hasta que me quedo a gusto, hasta que noto el texto fluido. No es una metodología que recomiende a nadie, se pierde bastante tiempo. Sobre todo porque llegados determinados puntos en la novela vuelvo al principio y repaso toooooodo lo escrito hasta entonces. (Repito: no es un modo de trabajo que recomiende a nadie. La sensación de no avanzar puede ser frustrante a veces). Una vez termino el primer borrador se lo entrego a los lectores cero que tengo cautivos en el sótano y lo dejo en reposo mientras lo leen. Después, con sus indicaciones ya delante y mis propias percepciones, toca el proceso de corrección. Muchos escritores lo odian, a mí me encanta. Ahí es cuando todo va tomando verdadera forma. A continuación toca moverlo por editoriales, cruzar los dedos, hacer sacrificios a los dioses oscuros y armarte de paciencia. CJ: Saber qué tipo de autores fuera del género te influyen creo que da mucha información sobre un autor. ¿Podrías compartir cuáles son? JAC: Leo de todo. Está claro que por vocación tiendo más al fantástico, es natural, pero también suelo hacer incursiones en la literatura realista. Me encanta la literatura rusa, por ejemplo, Dostoievski es uno de mis escritores favoritos; Crimen y castigo y El idiota me parecen obran maestras, al igual que Pabellón de cáncer de Solzhenitsyn o Lolita de Nabovok. Por mencionar otros autores, disfruto mucho con Dickens, Franzen, Nooteboom y Saramago. De vez en cuando picoteo también novela histórica y ahí me quedo con Hilary Mantel (En la corte del lobo es magnífico) y Bernard Cornwell (su trilogía sobre el rey Arturo me encantó). Hace poco descubrí a Torrente Ballester y se ha convertido en uno de mis escritores favoritos, fuera de La saga fuga de JB (que se puede considerar género), me ha deslumbrado con Los gozos y las sombras, hacía tiempo que no disfrutaba tanto de la lectura como con esos libros. Y probablemente una vez se publique la entrevista caeré en la cuenta de que no he mencionado a X o a Y, lo que consideraré algo imperdonable. Siempre me pasa. CJ: Has escrito varios libros con otros autores, en concreto con Gabriella Campbell y con Víctor Conde. ¿Cómo surgió la posibilidad de trabajar con ambos? ¿De qué manera os organizáis para trabajar a cuatro manos? JAC: Casi por pura inercia con ambos. Víctor y yo tenemos cierta afinidad temática, hasta estilística en algunos momentos. Me encanta cómo escribe y me encanta su imaginación. Coincidimos en una firma en la Feria del Libro de Madrid y entre dedicatoria y dedicatoria comenzamos a hilvanar lo que luego fue el germen de Las puertas del infinito. Con Gabriella es un placer colaborar, tiene un talento extraordinario y lo demuestra en cada cosa que hace (y no, no lo digo porque seamos pareja, solo tenéis que echar un vistazo a su blog o leer sus cuentos y poesías para daros cuenta). Dadas las circunstancias, era inevitable que pusiéramos en marcha proyectos en común. El proceso de escritura de El fin de los sueños y Las puertas del infinito fue bastante similar. Para ambas novelas elegimos una estructura que facilitara el trabajo a cuatro manos: en las dos hay dos protagonistas claros, y cada uno de nosotros se encargaba de los capítulos narrados desde el punto de vista de uno de esos personajes. Por supuesto hablamos mucho sobre la trama y su desarrollo y tenemos siempre claro hacia dónde nos dirigimos. También hay mucha reescritura y mucho trabajo sobre el texto de tu colega para conseguir en lo posible cierta uniformidad de estilo. Si alguien tiene más curiosidad en saber más al detalle cómo nos manejamos Gabriella y yo a la hora de escribir a cuatro manos, aquí tiene un enlace a un artículo en su blog donde habla del asunto: http://www.gabriellaliteraria.com/escribir-a-cuatro-manos/ CJ: Como autor que cultiva la literatura fantástica juvenil – La casa de la Colina Negra, El ciclo de la Luna Roja-. ¿Qué tienes en cuenta a la hora de escribir para un público joven? JAC: No hago muchas distinciones cuando escribo para jóvenes o para adultos. En lo único que me contengo es en la violencia y el sexo, pero eso no significa que rehúya de ellos cuando me dirijo a un público más joven, simplemente lo enfoco de otra manera. Intento que mis novelas juveniles no estén descafeinadas, trato los mismos temas que en mis novelas adultas y a veces hasta con más dureza (La canción secreta del mundo es un buen ejemplo de ello). CJ: En tu obra fantástica suelen aparecer mundos paralelos plagados de seres que parecen salidos de sueños o, más bien, de pesadillas, plagados con referencias a la muerte. He leído que hay quienes afirman que hay una fuerte relación entre el sueño y la muerte porque ambas actividades suponen un cese de la conciencia (en el sueño, sería el sueño profundo). En el caso de tu obra ¿existe esa relación? JAC: Mi obra, la mayor parte de ella al menos, trata de la dualidad, de las imágenes de los espejos, de la realidad y lo oculto y todo lo que hay a medio camino entre una cosa y otra; el sueño es la otra cara de la vigilia; en cierto aspecto es nuestro reverso, nuestro propio mundo oculto. En mis historias hay múltiples referencias a los sueños (hasta es el tema principal de El fin de los sueños, como deja claro el título), pero no lo relaciono con la muerte, al contrario, lo relaciono con la vida, con la imaginación y el proceso creativo. La muerte sería el cese de la creatividad, ahí no hay nada, es terreno estéril. CJ: ¿Qué crees que debe tener un mundo inventado (worldbuilding) para que funcione en una historia? JAC: Coherencia. Por muy disparado que sea el escenario que creas, tiene que ser coherente. Cuanto más verosímil, mejor; cuanto más real, mejor. Tienes que tener unas reglas de juego muy claras y el lector tiene que estar al tanto de ellas cuanto antes, luego puedes jugar con ellas, llevarlas hasta el límite y retorcerlas, pero nunca debes romperlas. Si lo haces se te derrumba todo. El escenario de la historia, al menos en mis novelas, siempre ha tenido una importancia tremenda, al mismo nivel que el argumento o los personales. Ha de ser llamativo, tener personalidad y profundidad, tiene que estar vivo. CJ: Últimamente te has decantado por la literatura juvenil y la fantasía. ¿Tienes intención de retomar la ciencia ficción en el futuro? JAC: No lo sé. Me considero escritor de género fantástico en sus tres vertientes: ciencia ficción, fantasía y terror. Disfruto igual de las tres, pero tal vez por mi bagaje se me ocurren más ideas en los dos últimos géneros que en el primero. Si se me ocurre alguna idea potente de cifi y que además me apetezca escribir, seguro que me pondré con ella. CJ: ¿Qué dos consejos le darías a un escritor de fantasía que estuviera empezando? JAC: Iba a hacer la típica coña de que ni lo intente, que se dedique a otra cosa, pero vamos a suponer que ya lo tiene decidido y que nada de lo que yo le diga va a convencerlo de que se eche atrás. Entonces: constancia y paciencia. Trabajar mucho, todos los días, intentar mejorar con cada nueva página, intentar superarte una y otra vez. Eso no va a asegurar que llegues a ninguna parte, pero al menos serás mejor de lo que eras cuando empezaste. CJ: ¿Cómo ves el panorama actual de la fantasía, la ciencia ficción y el terror en español? JAC: Efervescente. Al menos esa es la impresión que me da a mí. Desde hace bastante tiempo veo aparecer por todas partes nuevos autores y nuevas editoriales con ganas de hacer cosas. Cada vez somos más o, por lo menos, cada vez hacemos más ruido. Y me parece estupendo, desde luego. Lo malo es que el mercado sigue siendo el que es, no ha crecido en consonancia con ese caudal de nuevos escritores y editoriales, y eso se nota. El número de lectores con los que contamos sigue siendo limitado, más allá del ocasional bombazo editorial, que, casi siempre, suele ser de autor no nacional. Eso sí, tengo que reconocer que la evolución ha sido muy positiva en los años que llevo dedicándome a esto. El panorama no tiene nada que ver con el que me encontré cuando empecé. Espero que siga yendo a mejor. CJ: ¿Puedes compartir con nosotros tus proyectos futuros? JAC: Siempre estoy liado con mil cosas, quizá demasiadas. Ahora mismo estoy colaborando con Gabriella Campbell en dos proyectos de escritura conjunta. Estamos trabajando en las siguientes entregas de esa locura post-apocalíptica con galgo que es Crónicas del fin y, al mismo tiempo, para equilibrar tono, temática y conservar la cordura, estamos escribiendo la segunda parte de El día del dragón, una historia de fantasía cómica para chavales a partir de once años. También me dedico a mis propios proyectos, hace poco rematé una novela juvenil de corte fantástico; ahora estoy escribiendo otra que espero tener acabada para después del verano, y continúo, poco a poco, paso a paso, con la segunda parte de La casa de la Colina Negra. Esto es un no parar. CJ: A algunas personas que tú conoces les pedí que te formularan una pregunta, bajo secreto de sumario. Para empezar, Víctor Conde te pregunta si te gustó el universo que creasteis para las Puertas del Infinito y si querrías volver a él algún día. JAC: El universo de la novela me fascinó. Fue un subidón creativo trabajar en ese escenario exagerado y delirante que alberga tanto el Colapso de Rebeca como el Londres donde se mueven Logan y Riddly (sin olvidar el resto de mundos que aparecen en el libro). Lo del regreso no lo veo tan claro, básicamente por el modo en que termina la novela. Es una historia que no solo no precisa de continuación, sino que además esta iría en contra de la propia resolución de la obra. CJ: Gabriella Campbell quiere saber: ¿Cuál sería tu mayor sueño como escritor? Me refiero a esa meta que, una vez alcanzada, te permitiera decir «vale, ya he conseguido todo lo que podía conseguir como autor en esta vida». Y no vale decir «contar el peor chiste del mundo en un libro», «crear universos fantásticos que ya están influyendo en nuevas generaciones de escritores» o «que los padres me echen broncas por hacer llorar a sus hijos», porque todo eso ya lo has hecho. JAC: Suena mucho a meta terminal, a “Bueno, ya lo he conseguido todo, ahora puedo dejarlo”. Y eso da un poco de miedo. Conseguirlo todo equivale a que ya no te quede nada por lograr. Mi mayor sueño es continuar escribiendo durante mucho tiempo, seguir contando historias y, en la medida de mis posibilidades, hacer llorar a muchos lectores. Y contar chistes cada vez peores. Porque siempre se puede contar un chiste peor. CJ: Mariano Villarreal te pregunta si habrá continuación de Las fuentes perdidas, aprovechando la reedición. JAC: Habrá más historias ambientadas en ese universo y, con suerte, volveremos a ver a alguno de los protagonistas de Las fuentes perdidas (de hecho, pudimos ver a Délano Gris de manera fugaz en La canción secreta del mundo), pero no habrá una segunda parte como tal de Las fuentes perdidas. Mi idea cuando concebí este universo es que me sirva para contar diferentes historias con diferentes personajes y que tanto unas como otros se entrecrucen. Eso sí, si todo va bien, todas las preguntas que se plantean en Las fuentes perdidas, y que no encuentran respuesta en ese libro, la tendrán en otras historias.
0 Comments
Leave a Reply. |
Archives
July 2022
Categories |