![]() Por Cristina Jurado De un tiempo a esta parte el esfuerzo colaborativo se han convertido en el motor de una serie de iniciativas destinadas a provocar cambios en nuestra sociedad, abogando por una mayor igualdad de oportunidades para todos. Precisamente en este tipo de actividades se enmarca La Nave Invisible, una página web colaborativa y feminista formada en su mayoría por blogueras que quiere acabar con la falta de visibilidad de las autoras en la literatura de ciencia ficción, fantasía y terror en español. Desde su inicio en 2016 no han dejado de trabajar desde las redes sociales para ofrecer una ventana que muestre los trabajos de autoras, traducidas o que escriben en español, proponiendo entrevistas, reseñas, fichas sobre las escritoras y colaborando con otras iniciativas para acercar trabajos de creadoras que antes eran poco o precariamente difundidos. Al tratarse de una labor grupal, hemos decidido realizarles una entrevista en grupo y aquí os enseñamos el resultado de lo que acabó siento una charla muy productiva. Cristina Jurado: ¿Cuándo y por qué surgió La Nave Invisible? La Nave Invisible: El cuándo fue a finales de abril de 2016, aunque el proyecto no empezó a moverse con fuerza hasta los primeros días de mayo. ¿Y por qué? En realidad hubo una conjunción de varios factores. Estábamos atravesando una época en la que el tema de la infrarrepresentación de las escritoras de género parecía estar siempre en el candelero. Desde hacía uno o dos años, se venía hablando de los sesgos inconscientes que nos hacen leer más autores que autoras, y de la necesidad de prestar más atención al porcentaje de escritoras que tenemos en nuestras estanterías. Tampoco nos pasaba desapercibida la forma en la que se ningunea con frecuencia a grandes figuras femeninas del género. Había un clima de debate constante: por qué ese desequilibrio en temas de publicidad, o a la hora de publicar, o entre las reseñas de los lectores. Podría decirse que el caldo de cultivo en el que germinó La Nave Invisible estaba ya en ebullición. Pero el detonante definitivo fue la entrada que nuestra jefa, Anna Roldós, escribió en su blog personal, a raíz de unas declaraciones de Ediciones Nevsky en las que se atrevían a reflexionar sobre un tema bastante tabú: lo arriesgado que es en España publicar a mujeres. Anna se lio entonces la manta a la cabeza y lanzó la idea de crear un espacio donde promocionar el trabajo de escritoras de ciencia ficción, fantasía y terror, dándoles el apoyo y la publicidad necesaria para que nadie tuviera que volver a decir que publicarnos es "arriesgado". La propuesta se difundió con rapidez en las redes sociales, fuimos llamándonos unas a otras, y gustó tantísimo que, en apenas unos días, ya éramos cerca de veinte personas implicadas y Anna tuvo que cerrar la admisión de colaboradores para que el grupo no se hiciera inmanejable. Ahora nos damos cuenta de que la respuesta que recibió fue una clara muestra de la falta que hacía en el mundillo un proyecto de estas características. CJ: ¿De dónde procede el nombre? LNI: Lo de encontrar un nombre para la web fue nuestra primera gran odisea. Cuando la idea acababa de nacer, Anna puso en marcha el HT #proyectoescritoras en Twitter, y durante las fases iniciales fue así como lo llamábamos; pero, obviamente, necesitábamos un nombre concreto que lograra aglutinar los tres géneros que tratamos y el espíritu de la iniciativa. En el grupo se sugirió de todo, desde títulos de obras memorables o juegos de palabras, hasta fragmentos de citas de alguna autora relevante o incluso nombres de diosas clásicas. Pero cada nueva opción nos servía más para descartar posibilidades que para decidirnos. Al final preferimos un nombre en español y que no se relacionara con ninguna autora en concreto, para no dar prioridad a unas sobre otras. En cuanto salió a la palestra la palabra "nave", caló enseguida, porque podíamos jugar con el doble sentido de nave espacial y velero y mantener el equilibrio, sin decantarnos por algo representativo de un único género. El "invisible" entronca con nuestra intención de visibilizar a esas autoras que el público parece no ver o que pasan más desapercibidas a los lectores. Ambas cosas se terminaron condensando en nuestro logo del velero espacial, que diseñó la genial Delfina Palma y del que todas estamos muy orgullosas. CJ: ¿Cuáles son vuestros objetivos con esta iniciativa? LNI: DOMINAR EL MUNDO (esto lo hemos contestado todas a coro, que conste). Bromas aparte, ha sido interesante intentar dar respuesta a esta pregunta, porque, aunque nuestros objetivos no han cambiado, a lo largo de estos primeros meses sí hemos tenido oportunidad de matizarlos y evolucionar. Nuestro objetivo principal es y siempre será reivindicar el papel de las mujeres dentro de la literatura de género, sirviéndonos de un formato diferente, más dinámico y variado, que además de reseñas incluya artículos, entrevistas, novedades y demás. Hay narradoras ahí fuera que han hecho o están haciendo cosas geniales y merecen que se les dé voz. O narradoras que no terminan de lanzarse por inseguridad. Queremos ofrecerles un espacio de unión y apoyo, animarlas a seguir trabajando, demostrarles que estos géneros no son terreno prohibido para ellas y que el mundo necesita sus historias. Somos conscientes de que muchas veces los lectores no eligen autoras por simple desconocimiento; aún hay una creencia bastante extendida de que las escritoras de ciencia ficción, por ejemplo, apenas existen. Desde La Nave queremos combatir eso, acercando las autoras a los lectores y dándolas a conocer. Por eso invertimos un mimo especial en nuestra base de datos, que vamos ampliando mes a mes de cara al público, procurando mantener el equilibrio entre autoras hispanas y de lengua extranjera, clásicas y contemporáneas. A través de nuestra grumete transatlántica, Paula Rivera, procuramos acercar los mercados español e hispanoamericano. La diversidad es algo que nos preocupa especialmente, por lo que también intentamos buscar más allá del mercado anglosajón y entre las autoras pertenecientes a minorías de cualquier tipo. No os vamos a engañar: que nuestra base de datos pueda llegar a convertirse en punto de referencia es uno de nuestros sueños. Pero, cuando empezamos a trabajar en esta línea, con toda nuestra inocencia y buena intención, descubrimos que las raíces del problema son más profundas de lo que creíamos. Pocas autoras llegan a España y, las que lo hacen, pasan desapercibidas con facilidad por la falta de promoción. Hemos visto a importantes autoras clásicas que no se reeditan desde hace treinta años o a autoras contemporáneas que, en apenas un par de años, son saldadas o borradas del mapa. En un plano más general, nos hemos encontrado con las trabas que sufre una obra en español para poder moverse con libertad en el mercado hispanohablante, sea a este o al otro lado del Atlántico, lo que frena aún más la difusión de autoras en lengua castellana. Como dice nuestra grumete Claudia Fontana: "Vimos los árboles y nos hemos dado cuenta de cómo está el bosque". Frente a todo esto, queremos transmitir un mensaje claro y contundente, porque sigue habiendo mucha gente que niega el problema o tiene una visión distorsionada de la realidad. Las escritoras de género están ahí, eso es innegable, así que habrá que preguntarse por qué no nos llegan, por qué no se apuesta por ellas o por qué los lectores siguen convencidos de que no existen o son de calidad inferior. Queremos romper esa dinámica de una vez por todas, concienciar y compartir con nuestros lectores todo lo que nosotras mismas estamos aprendiendo, que es bastante. Y quién sabe si en el futuro, a largo plazo, podríamos ayudar a generar un cambio en el mercado. CJ: ¿Cómo trabaja la tripulación: lo consensuáis todo o cada sección es gestionada por navegantes diferentes? LNI: Las cosas importantes las consensuamos entre todas, como fueron en su momento el nombre y diseño de la página web, las distintas secciones, el ritmo de actualización, la distribución del calendario, los grupos de trabajo o el libro de estilo. Ahora analizamos juntas también las propuestas que nos llegan, ya sean de lectura o para colaborar con algún artículo, y discutimos su viabilidad o si se adapta a la línea editorial de La Nave. Si alguna grumete tiene una idea o se entera de algo que pueda interesar a la tripulación en pleno, también lo compartimos. Pero para las cosas pequeñas del funcionamiento diario cada sección es más o menos independiente. O lo son en teoría, porque en el fondo casi todas hacemos un poco de todo. La Nave está compuesta por cinco secciones principales y cada una de ellas cuenta con una coordinadora que organiza el trabajo junto con sus compañeras (aunque también hay una coordinadora general que ejerce de nexo entre los distintos grupos). Pero tenemos una cadena de trabajo estricta entre bambalinas, y ahí entran el equipo de correctoras, que se encargan de revisar los textos antes de publicarlos, y el equipo de editoras, que maquetan las entradas y se ocupan del mantenimiento de la web. Eso sin contar a las grumetes que gestionan las redes sociales, cuya labor es muy importante. Somos una tripulación disciplinada, como podéis ver. CJ: ¿Podéis hacer un balance de La Nave Invisible desde su botadura? LNI: El balance de estos primeros meses es muy positivo. Desde el primer momento, la respuesta de los lectores fue increíble, sobrepasó todas nuestras expectativas. Nos han apoyado mucho, hemos tenido muy buen feedback y hemos podido sentir que estábamos cubriendo unas necesidades acuciantes en el fandom. Cada día tenemos a gente maja recomendándonos obras o autoras, o a gente maja que acude a nosotras en busca de recomendaciones. Hay usuarios que ya nos remiten a cualquier persona que pregunte algo sobre escritoras de género y eso nos hace sentir muy orgullosas. Nunca podremos agradecérselo suficiente a todos ellos. Pero, más allá de nuestra labor pública, algo que nos hace muy felices es el buen rollo que se respira en los camarotes de La Nave. No toda la gente que se apuntó en un primer momento al "proyecto escritoras" se implicó al final en la creación de la web, y no todas las que participaron en la creación de la web siguen trabajando activamente con nosotras hoy en día; pero el núcleo duro (en torno a catorce grumetes) se mantiene al pie del cañón. Y, aunque todas somos muy distintas y no siempre estamos de acuerdo en todo, tener un objetivo común nos ayuda a remar juntas en la misma dirección. El grupo que ha nacido a raíz de este proyecto es una de las mejores cosas que nos ha pasado. CJ: L@s Navegantes Invisibles sois usuarios asiduos de las redes sociales ¿De qué manera creéis que influyen a la hora de compartir y difundir información? LNI: Las redes sociales nos parecen vitales para compartir contenido y evaluar a la audiencia: qué buscan, qué quieren, qué necesitan. De esta forma, nosotras también nos especializamos. Aunque no todas tenemos una vida activa en Twitter, sí somos blogueras y/o escritoras, así que estamos acostumbradas a este tipo de interacción y somos conscientes del poder que tiene. El propio génesis de La Nave lo demuestra. Nuestros lectores saben quiénes somos, pueden ver nuestro trabajo, pueden conocernos a un nivel más personal si tienen interés, podemos charlar y debatir. Creemos que todos esos factores convierten el proyecto en algo más cercano, más tangible, y quizá favorezca que la gente se implique más. A través de las redes sociales podemos hacer networking, ahí está nuestro público objetivo y son ellos mismos quienes nos buscan, movidos por sus inquietudes. Sin embargo, también es obvio que son un arma de doble filo; es muy fácil que alguien pueda sacar algo de contexto o que cualquier nimiedad alcance proporciones de linchamiento viral. Por eso, aunque nuestra web tiene un espíritu claramente feminista, desde la cuenta oficial procuramos mantener un discurso moderado y una actitud positiva, aparcando la agresividad. Si nos encontramos con casos flagrantes de injusticia, los denunciamos sin pelos en la lengua, porque son los que legitiman nuestra labor; no nos estamos inventando nada, los problemas de los que hablamos son reales. Pero manteniendo el equilibrio entre la combatividad y el diálogo creemos que nuestro mensaje cala mejor y, de hecho, hemos notado una buena respuesta de la gente ante esta filosofía. Nuestro objetivo es lo que más nos importa y lo que está por encima de todo, nosotras estamos aquí para hablar del trabajo de las escritoras de género y no queremos que nada empañe eso. CJ: En vuestra opinión, ¿de dónde procede la menor visibilidad de las autoras en géneros concretos como la ciencia ficción? LNI: Del machismo, básicamente. Pero no se trata de algo tan burdo como limitarse al "nos ignoran porque somos mujeres, qué malos son"; no, es algo mucho más complejo, se trata de un problema estructural. Si desde que naces te meten una determinada idea en la cabeza, es muy difícil deshacerse de ella. Igual que eso de que el rosa es un color de niñas y el azul es un color de niños; tú puedes rebelarte, odiar el rosa con toda tu alma y proclamar a los cuatro vientos que no te representa como mujer, pero inconscientemente verás el rosa y lo seguirás asociando a lo femenino. A las mujeres se nos ha inculcado que nuestro terreno es el de las emociones, el sentimental, el doméstico, mientras que el terreno de los hombres es el de la ciencia, la acción, la erudición. Por eso, entre otras cosas, se nos enclaustra en el género romántico y en la literatura infantil y juvenil (géneros que se consideran menores, poco serios o mediocres, por cierto, ignorando su potencial y complejidad), y se permite que los hombres copen la "literatura de verdad". Por si no fuera bastante, estas parcelas se han defendido con uñas y dientes a base de prácticas muy cuestionables, ya fuese degradando sistemáticamente la aportación de las mujeres o relegándolas de forma muy conveniente hasta condenarlas al olvido. A lo largo de la vida, estudiamos un canon literario en el que apenas hay mujeres, del mismo modo que estudiamos a los grandes filósofos, intelectuales, músicos, científicos, artistas, arquitectos, todos hombres. ¿Significa eso que las mujeres no han hecho nada nunca, jamás? No, simplemente sus figuras no han trascendido. Y, si no trascienden, no podrán inspirar a nuevas generaciones de mujeres. Nosotras seguiremos creciendo con la idea de que esos campos nos están vedados, las que crucen la línea seguirán sintiéndose igual de solas que sus predecesoras, con la eterna sensación de ser unas intrusas… y los hombres seguirán viviendo en su cómoda burbuja de autocomplacencia, sin que nada cambie. En esas bonitas listas sobre los grandes clásicos de la ciencia ficción, o de la fantasía, o del terror, o incluso de las cien mejores novelas del siglo XX, casi nunca aparecen mujeres. Y, si aparecen, son siempre las mismas tres o cuatro, como premio de consolación. Hemos percibido que hay una tendencia inconsciente a considerar su trabajo como algo marginal, alternativo o de calidad deficiente: si escriben ciencia ficción, seguro que es "blanda" (que durante años fue tratada como subgénero de segunda categoría, por debajo de ciencia ficción dura), si escriben fantasía, seguro que no es épica, si escriben terror, seguro que son paranoias de señora menopáusica… Eso cuando no son directamente unas impostoras que solo disfrazan sus novelas románticas de fantasía o ciencia ficción, como si los escritores no hablasen jamás sobre sentimientos o romance tanto como la que más (la razón por la que un hombre hablando de sentimientos se ve como algo muy elevado y una mujer haciendo lo mismo se considera una ñoñería es buena materia de reflexión). Repito: esto no nos lo estamos inventando, son opiniones reales que hemos tenido la desgracia de encontrar y que incluso salpican a las profesionales de la divulgación; blogueras y analistas cuyo criterio es cuestionado cada dos por tres y, en el peor de los casos, son empujadas fuera del circuito a base de acoso y difamación. Lo que nos deja con menos mujeres hablando sobre mujeres y con la perspectiva masculina ejerciendo su papel predominante. Si a las autoras se les exige la excelencia para llegar a un nivel "normal", si se las juzga con una dureza desmedida, si tienen que ser perfectas para ser tomadas en serio, es que se les está aplicando un doble rasero que parece diseñado para recordarles (a ellas y a los lectores) que nunca estarán a la altura. Así no es de extrañar que casi nadie tenga ganas de "arriesgarse" con ellas o invertir dinero en sus obras, por no contar que también es un método para mellar la confianza de las propias creadoras. Si a esta hostilidad se le suma la invisibilización de esas escritoras que podrían servir de inspiración o romper esta dinámica, nos encontramos con un círculo vicioso que actúa como repelente para las mujeres. Muchas no se sienten cómodas ni bienvenidas, por lo que se implican menos y escriben menos, el escenario perfecto para la excusa de que no se habla de autoras porque no las hay. Nos preocupan los bajos índices de participación femenina en los certámenes y antología de género, pero no nos sorprenden, porque somos testigos de su inseguridad todos los días por culpa de este ambiente. Para que esto cambie, hace falta mucha más promoción, más concienciación, más mujeres escribiendo novelas o reseñando. En definitiva, alguien que recuerde a los lectores que la calidad no es cosa de géneros y a las narradoras que pueden escribir lo que quieran, que no es imposible, porque ya hubo otras que lo hicieron antes que ellas. CJ: ¿Qué planes de dominación mundial tenéis para el 2017? LNI: *Insertar risa maléfica* Pues, en primer lugar, seguir apoyando a las autoras de género y animarlas a no dejar de escribir. Lo más bonito que nos ha pasado desde que botamos La Nave ha sido recibir mensajes de agradecimiento de lectoras y escritoras, algunas de ellas comentándonos que les hemos devuelto las ganas de escribir. Queremos mantenernos en esa línea, ampliar la base de datos tanto como nos sea posible y seguir mejorando poco a poco. A medio plazo, estamos empezando a barajar ideas, como convertir las lecturas conjuntas en algo periódico, tener más presencia en eventos literarios, organizar actividades… Nos gustaría poner en marcha un Patreon o algún otro método de financiación que nos dé algo más de margen para sacar proyectos adelante, aunque eso aún está en fase muy embrionaria. Y, a largo plazo… bueno, dejémoslo en que tenemos una cosa muy importante en mente que va gestándose con lentitud. Ya veremos si con el tiempo logramos hacerla realidad o no. CJ: Me gustaría que cada navegante se definiera con una pequeña frase, si es posible. LNI: Anna Roldós: Soñadora, intentando siempre hacer del mundo un lugar un poco mejor. Laura Huelin: Curiosa, no dejo de aprender y buscar intereses nuevos. Pilar Caballero: Idealista y exigente; vivo esperando la invasión alienígena. Laura S. Maquilón: Persistente y con ganas de aprender cada día algo nuevo. Laura Morán: Demasiado vaga para ser tan ambiciosa; creo que estamos en el mundo para ser felices, así que intento serlo yo y que lo sean los demás. Nerea Luray: Terriblemente honesta, pero que le encanta hacer ver a los demás lo que valen. Raquel Laforet: Siempre pensando en dragones, robots y dragones robóticos, y lamentando que no haya más. Paula Rivera Donoso: Me siento muy identificada con una cita atribuida a Thomas Malory (aunque no he podido comprobar que sea efectivamente de él): "We shall now seek that which we shall not find". Víctor de Amo: Pesimista hasta la médula y siempre dispuesto a mejorar. Andrea Prieto: Curiosa porque hay que serlo y la tranquilidad como refugio. Alister Mairon: Negativa por naturaleza, aunque lo compense trabajando duro. Enerio Dima: Terca como una mula y muy sensible con las injusticias. Claudia Fontana: Procrastinadora nata, pero curiosa sin límites. Rocío Vega: ¿Que me describa? Yo qué sé xD CJ: Si alguien os pidiera una lista de recomendaciones de autoras de género en español, ¿qué nombres incluiríais y por qué? LNI: Vamos a barrer para casa y asumir que nos preguntáis por autoras hispanas, que nunca está de más darles un poco de reconocimiento extra. En nuestra lista de recomendaciones procuraríamos reflejar el propio espíritu de La Nave, que es bastante variado. Por ejemplo, no podemos dejar de mencionar a Elia Barceló, Angélica Gorodischer y Daína Chaviano, que son las tres escritoras de género más importantes de las letras hispanas y deberían ser reconocidas como tal. Cristina Fernández Cubas es otra de las grandes que recomendamos, por los ambientes que crea y el nivel de inmersión que tienen sus relatos. Y tampoco podemos olvidar a Lola Robles, por la enorme e importantísima labor que lleva a cabo en materia de feminismo e integración LGBT+, como investigadora y como escritora, con obras muy diversas e interesantes (además, este año publica nueva novela y estamos deseando hincarle el diente). Entre la nueva remesa de autoras que han empezado a publicar a finales de los 90 o ya en el siglo XXI, recomendamos a Susana Vallejo, por su estilo y su forma de manejar la crítica y la especulación. O a Liliana Bodoc, que recupera parte de las tradiciones de los pueblos originarios amerindios para dar forma a su fantasía épica. A Verónica Murguía, por su fantasía medieval tan llena de horrores como de esperanza y maravillas, de la que nuestra grumete Paula Rivera dice textualmente: "Por escribir con un estilo magnífico y precioso, darle minuciosa forma a sus voces femeninas y entender Faërie como pocos autores contemporáneos lo hacen". A Mariela González, por la habilidad con la que integra lo cotidiano y la picaresca en su fantasía. A Gabriella Campbell, por su chispa, la personalidad que tiene su fantasía oscura y también por la labor que realiza a través de su blog. A Sofía Rhei, por ser una maestra del lenguaje y dominar la musicalidad de las palabras… Pero también le tenemos un aprecio especial a esas talentosas voces noveles que quizá sean menos conocidas por publicar en editoriales pequeñas, como es el caso de Raquel Mayorga, que nos hizo disfrutar muchísimo con su chambara, Claudia G. Rivas, que tiene una prosa dinámica y cautivadora y un sentido del humor desbordante, Teresa P. Mira de Echeverría, con su imaginación, sus descripciones potentes, sus grandes personajes y su estupendo manejo de las emociones, o M. C. Arellano, cuya fantasía épica es diferente y curiosa. No podemos dejar pasar a las autoeditadas, como Virginia Pérez de la Puente, que recomendamos por la fuerza de sus personajes y las temáticas que trata, Begoña Pérez Ruiz, que trabaja una ciencia ficción muy interesante y preciosista, Paz Alonso, maravillosa en la creación de personajes únicos, ambientes increíbles y tramas sorprendentes, o Caryanna Reuven, que sabe cómo generar empatía en el lector, atraparnos y llegarnos al corazón. Por último, hay dos autoras clásicas que nunca nos cansaremos de recomendar: Emilia Pardo Bazán y Ana María Matute, que, aun sin ser asociadas al género, sí incursionaron en él. Merece la pena recordar y destacar su aporte.
3 Comments
Adonita
4/29/2017 01:50:35 pm
UNa entrevista genial, La Nave me ha hecho conocer a tantísimas escritoras que no tengo como agradecerles, también me hizo darme cuenta que leía muy pocas mujeres (no se porqué), algo que estoy subsanando poco a poco.
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