No Ficción
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Por Libia Brenda Gabriela Damián Miravete es una escritora mexicana cuya trayectoria se basa, sobre todo, en cuentos publicados en varias antologías; por ejemplo, forma parte de Three Messages and a Warning. Contemporary Mexican Short Stories of the Fantastic, finalista del World Fantasy Award. También ganó el James Tiptree, Jr. Literary Award 2018 y ese solo hecho podría bastar para decir que «no necesita presentación», pero la verdad es que todas las autoras de ciencia ficción que escriben desde México la necesitan, porque estamos en una materia que se está dando a conocer fuera de México y aun acá puede tener más difusión. Gabriela es ensayista y escribe sobre cine, pero su trabajo más importante está en la narrativa breve. Es una autora con un lenguaje muy trabajado y minucioso, que tiene intereses tan diversos como la paleontología y la historia, igual que la robótica y la música; es una de las fundadoras del Cúmulo de Tesla [@Cumulodetesla], un colectivo interdisciplinario dedicado a difundir ciencia, arte y literatura; y es una lectora atenta de diversos géneros literarios, lo que se deja ver en su espectro narrativo. «Soñarán en el jardín», el cuento con el que ganó el Tiptree, se puede leer acá, en español e inglés. También en ambas lenguas se puede leer otro cuento suyo, «La música y los pétalos», que se publicó en Una realidad más amplia/A Larger Reality, https://www.mexicanxinitiative.com/mexicanx-anthology, la antología incluida en el Scrapbook #Mexicanxinitiative.com, proyecto finalista en los Premios Hugo 2019. Tengo que aclarar, porque callarlo sería hacer trampa, que soy amiga de Gaby y conozco algo de su obra inédita, así que formulé estas preguntas tomando en cuenta lo que creo que puede interesar a lectoras(es) de otros países, pero también con base en información que tengo porque he visto al menos en parte su proceso de escritura. Dividí la entrevista en tres secciones: el pasado, el presente y, obvio, el futuro, y con esa estructura, Gaby contestó. Así que aquí está, para que la conozcan: Gaby del pasado Libia Brenda: ¿Cómo fue que empezaste a escribir?, ¿fue una decisión que tomaste un día o un proceso que fue cristalizando con el tiempo? Gabriela Damián: Desde que aprendí a escribir le robaba espacio a mis cuadernos de la escuela para garabatear otras cosas. Primero fueron historias sobre Jesús y María (estudié toda la vida en escuelas católicas). Luego fueron cómics sobre Batichica y monjas diabólicas. Cuando descubrí que existía una cosa llamada Diario, rogué porque mis papás me compraran uno que aún conservo. Y desde entonces escribí, primero contándole mi vida a Ry (porque la cubierta decía Dia-Ry) y luego inventándome historias. Creo que desde entonces tuve el deseo de que me leyeran, porque me daba tanto pudor confesar (¡en mi diario!) que había inventado algo, que siempre justificaba aclarando que «había sido un sueño». Es decir, toda la vida he escrito, pero me costó mucho trabajo asumir que quería ser escritora, pensaba que no era para mí. Agradezco a una amiga, Alejandra García, que un día me dijera: «Yo te veo como una J.K Rowling del futuro». Por supuesto no la tomé en serio, pero me metió el gusanito. Hasta que me animé a intentarlo profesionalmente cuando cumplí 27 años. LB: ¿Cómo te diste cuenta de que tu terreno de acción estaba en la (llamada) periferia cultural, y en la ciencia ficción y la fantasía? GD: Cuando me percaté de que, contrario a mis pares, todas mis referencias eran clásicos de la literatura fantástica y la ciencia ficción (Bradbury, Borges, LeGuin, Poe) y vi que tenía mucho que aprender sobre poesía mexicana, narrativa europea, teatro, todo lo que me sugirieran en la Escuela de Escritores[1]. Leí todo con entusiasmo. Pero cuando yo sugería mis lecturas, me tiraban de a loca, nunca consideraron que valiera la pena leer algo que no daba «prestigio lector». Asumí desde entonces que, a muchas personas que yo admiraba, jamás les interesaría lo que yo pudiera escribir, pero sigo pensando que ellos y ellas salen perdiendo, no yo. Yo sigo leyendo y disfrutando toda clase de lecturas. Me enorgullece esa posición panóptica, omnívora. LB: ¿Recuerdas cuál fue el primer texto (o momento en que un texto) tuyo que te pareció terminado y te gustó y te sentiste más cerca de eso que llaman «ser escritora»? GD: Sí, cuando empecé a enseñar en la universidad. Estaba en mi coche, escribiendo en mi libreta entre clase y clase. No podía creer que se me hubiera ocurrido un nombre, un lugar, un puente. Pude verlos claramente mientras releía y lloré de la felicidad. LB:¿Cómo fue que llegaste al feminismo? ¿Leyendo, por amigas, por inclinaciones propias? GD: Creo que es un llamado al que respondes tarde o temprano, si tienes una mínima preocupación por la justicia. Fue una combinación de varios factores: mi papá me hizo creer que era capaz de hacer todo lo que yo quisiera, amén de que siempre compartió las tareas de crianza y de cuidado con mi mamá y con mi abuela, mujeres muy fuertes e imponentes. Mi familia fue cómplice en mis locuras de niña con gustos atípicos: amaba los robots, los viajes en el tiempo, cazar fantasmas, las películas de extraterrestres y de la mitología griega. Ahora ya es distinto, por fortuna, pero cuando mis amiguitas decían que «esos juguetes eran de niño», yo estaba segura de que no era así porque eran mis juguetes y yo era niña. Pero ya sabemos que la adolescencia echa ese espíritu por tierra. De no ser por las amigas que tuve después, de las lecturas que nos compartimos y las extensas charlas en las que nos descubrimos, no sé qué habría sido de mí, porque, por ejemplo, en la universidad no escuché ni una palabra sobre el feminismo (cosa apabullante), aunque mis amigas y yo tuviéramos prácticas evidentemente feministas en nuestro día a día, y descubríamos a autoras como Donna Haraway. LB: ¿Hiciste una elección específica en tu obra de ficción de incorporar el feminismo o es algo que para ti está intrínsecamente unido? GD: Creo que ambas. Porque, al haber crecido dentro del sistema patriarcal, sí es una decisión consciente que las tramas, personajes, temáticas, formas de decir, se muevan en torno a esa preocupación. En mi caso, esa preocupación ya está en el tejido de mucho de lo que escribo, porque es lo que soy y lo que me interesa. Quisiera, sobre todo, tener algo nuevo que aportar y sin feminismo eso no me parece posible, por lo menos no en lo que yo tengo que decir. Gaby del presente LB: ¿Crees que hay una buena forma de lidiar con el síndrome de la impostora? GD: Uy, a mí me pasa todavía, y lo mitigo tratando de ser honesta conmigo y con la gente acerca de lo que puedo y no puedo hacer, y también hablándome como si fuera una amiga dulce, pero no complaciente. LB: Tomando en cuenta que te interesan materias como la Historia y la Ciencia, ¿cómo definirías tu estilo de narrativa? Háblanos un poco de la combinación de temas y de tu acercamiento particular a lo que te apasiona por medio de la escritura. GD: ¡No sé cómo lo definiría! Lo que sí sé es que me interesan muchas cosas: la naturaleza, los animales, la gente que vivía de otra forma y las comprendía de otra manera, por eso amo la Historia. Como dice John Berger, somos las únicas criaturas que necesitamos la compañía del pasado. Por otro lado, muchas de esas personas habitan también en el presente y tienen la mirada en el futuro, que me interesa mucho, ahora que soy más optimista que antes (sin muchas razones para ello, ay). Mejor dicho: creo que la esperanza es más necesaria que antes. Ser optimista quizá sea un poco estúpido, pero tener esperanza en un momento como éste es indispensable. Mi interés por la ciencia está ligado a ese ir y venir en el tiempo. No creo que el conocimiento tecnocientífico sea la panacea, pero sí que su capacidad para el asombro y el cuidado puede ayudarnos a construir otra clase de forma de estar en este planeta, otra noción de humanidad. Cuando Alex Ross describió la poética de Björk como «poesía de la posibilidad”», me gustó. Eso me gustaría hacer a mí también. LB: Ahora que ganaste un premio tan genial como el James Tiptree, Jr. y que tu nombre empieza a tener más resonancia en lengua inglesa ¿crees que a la comunidad de cifi-fant mexicana también se le abren oportunidades en el extranjero? Y en México, ¿crees que se han hecho avances, ves que hay más espacios? GD: Eso espero: que la comunidad de literatura fantástica y ciencia ficción tenga las oportunidades que no ha tenido en México a partir de la atención que se le está dando en el extranjero; no sólo con el premio Tiptree, que agradezco infinitamente, sino con tu nominación compartida al Hugo por el Scrapbook de #TheMexicanxInitiative; por el hecho de que Nelly Geraldine García Rosas y Andrea Chapela formaran parte en el taller de Clarion West, y que ella y otras autoras como Raquel Castro e Iliana Vargas estén siendo publicadas en España y otros países, obteniendo los reconocimientos que merecen… creo que entre todas estamos construyendo esas oportunidades y ese diálogo con gente que quiere escuchar, en un número cada vez más creciente. Buenísimos autores como Alberto Chimal o José Luis Zárate ya habían empezado a hacerlo, y ahora esas posibilidades se amplían. Ahí vamos. Gaby del futuro LB: ¿Nos puedes contar un poco acerca de tus proyectos en puerta? La pregunta (un poco enfadosa) que siempre se hace: ¿cuándo podremos leer entero un libro tuyo? GD: Muy pronto. Ya no me avergüenza decir que soy una escritora que se toma su tiempo para estar muy segura de lo que quiere contar y cómo quiere contarlo, y encima, quiere disfrutar el proceso. Espero que les guste la colección de cuentos que he escrito durante muchos años, sé que valdrá la pena haber invertido tanto tiempo en ella. En medio se me cruzó una novela que aún debo corregir, y otras dos historias que se van escribiendo de a poquito. No saben cuánto gozo hallo en la escritura, aunque también me cuesta un montón, todavía; no sólo porque escribir bien no es nada fácil, sino porque hay que vivir, y hacer de comer, y leer muchísimo pero también estar con la gente que una quiere, y acariciar gatos y trabajar para alguien más muchas veces, y dormir, y… LB: ¿Te interesa entrar en el mercado editorial mexicano tradicional? GD: Ya lo he hecho, y agradezco mucho que esas publicaciones hayan ayudado a que me encontraran quienes me leen ahora. Pero me interesa más, en este momento, descubrir de qué otras maneras la escritura puede llegar a la gente, ya sea en el formato libro, o a través de internet, o por medio de un dispositivo desconocido por venir. Se me ocurren muchas ideas fuera de la página que involucran no sólo otros lenguajes (la imagen y el sonido), sino otras formas de creación individual y colectiva, otras formas de entender la autoría. LB: Dado que escribes con los pies en el pasado y la mirada en el futuro, ¿cómo quisieras que fuera Gaby dentro de muchos años?, ¿hay algo que sueñes? GD: Me gustaría poder decir que correspondí con lo que hice a todo lo que me dio la literatura, la música, el arte en general: alegría, comprensión y compañía. Ojalá pueda saber que en algo ayudó. Me encantaría seguir teniendo a las amigas que hice en el camino. Y tener la tranquilidad que tanto se nos niega hoy, especialmente a nosotras. Poder estar, por fin, muy tranquila. :) [1] En México existe, literalmente, la Escuela de Escritores de la SOGEM (Sociedad General de Escritores de México), a donde acuden incipientes personas con ganas de escribir (casi siempre jóvenes) a tomar lecciones de, exactamente, escritura.
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